jueves, 30 de diciembre de 2010

Deer hunting with Jesus

Deer hunting with Jesus: Dispatches from America´s class war
Autor: Joe Bageant
Three Rivers Press 2007. 273 pág.

Un mero vistazo a este blog puede dar una buena idea acerca de mi pasión por la lectura. Terminar un libro es para mí un placer. Una buena razón de ello es que tengo la ocasión coger otro libro y, a menudo de manera inmediata, comienzar a leerlo. Ahora, por ejemplo, me estoy leyendo uno acerca de la Batalla del Mar de las Filipinas cuando hace poco me he terminado el que voy a reseñar ahora. Este ensayo sobre esta poco tratada batalla de poortaviones comienza con un prólogo de un tal Christopher Coonts que no se quién es ni que coño hace (aparte de escribir prólogos). Me han llamado la atención estos párrafos de inicio. El autor de los mismos recuerda los tiempos en los que los Estados Unidos eran el "arsenal de la democracia" y se pregunta con cierto resentimiento que sucedería ahora si la intervención americana fuera requerida de nuevo para defender el "mundo libre" de una tiranía opresora:

[...]where are the electricians, welders, and steel going to come from to build more ships?. Where will we get tanks, uniforms, rations, and weapons to equip our troops to fight our battles?. Who will build the planes to launch and fight from aircraft carriers, if we still have any of those?[...]

El prólogo refleja una realidad de la que los propios estadounidenses son muy conscientes: exceptuando alimentos, los Estados Unidos de América no produce muchísimas de aquellas cosas que consume. Y no me refiero únicamente al petróleo y otras materias primas, sino, a diferencia de los E.E.U.U. de la Segunda Guerra Mundial, ni siquiera producen manufacturas.

No creo que la situación sea tan grave, pero explicar las razones que tengo para pensar así está fuera del tema de este post. Así que otro día lo trataré... espero.

Estados Unidos. Es un gran país. Impresiona... y acojona un poco.

Siendo un ensayo, Deer hunting with Jesus también cuenta una historia. Su autor salió hace 40 años de un pueblo en lo profundo del estado de Virginia, y conoció el mundo. Al volver, en el 2004, se sorprendió de ver como todo había cambiado, a peor, para aquella gente a la que conocía. Las clases baja y media-baja no sólo no vivían igual que antes, sino que vivían bastante peor que al abandonar el poblacho. Este libro, que comprende una serie de 8 artículos, trata de explicar cómo y por qué ha sido así. Es también una denuncia de la situación, los factores, y agentes que han conducido a la misma.

La tarea ha sido resuelta con éxito, a mi entender. Finalizada la obra, comprendo mejor la realidad de ese gran país. El libro es un retrato de una capa social de E.E.U.U. que temo que pocas veces ha sido retratada de manera adecuada. Joe Bageant lo consigue gracias a:

a) Su procedencia del mismo estrato social que retrata. Conoce a la gente. Les entiende.
b) Su ausencia de 40 años del lugar del crimen: el pueblo de Winchester. Le permite comparar directamente el antes con el ahora, sin el velo de la implicación directa en los cambios.

Entre las cosas más interesantes que he aprendido está la importancia de cierto grupo de "potentados locales" - equivalentes a nuestros caciques - en la constante campaña de apoyo al reaccionarismo político. Estos "middlemen" tienen una importancia crucial en el panorama político norteamericano, y da sentido a la movilización de voluntarios de la campaña electoral de Obama como un intento de hacer llegar directamente a los votantes un mensaje diferente al del reaccionarismo.

El libro me ha abierto los ojos sobre la peligrosidad del integrismo religioso americano. No son sólo una panda de chalados contentos con predicar su palabra. Son una panda de chalados con un programa político que están decididos a imponer. A la luz de este conocimiento, la anunciada apertura de un "Parque temático del Creacionismo" en Kansas (con una reconstrucción en tamaño real del arca de Noe, siguiendo las indicaciones que aparecen en la Biblia) y el aval que ha recibido del gobernador del estado deja parecerme tan cómico.

Otra parte importante es la que habla la sanidad. No sabía que el 80% de los hospitales de Estados Unidos fueran "non-profit", algo que se puede traducir como "de beneficiencia" (ya se que Ringard no estará de acuerdo). Con tanta beneficiencia, parece raro que la cobertura sanitaria en Estados Unidos sea tan notoriamente lamentable. La verdad es que se trata de una "beneficiencia" calculada para no pagar impuestos y arrinconar a un cierto sistema de hospitales públicos (Medicare) que se establecieron hace tiempo.

También es llamativa la defensa que el autor hace del derecho de posesión de armas que disfrutan los ciudadanos de Estados Unidos. Es francamente convincente. Aunque sigo pensando que un tío que compra un arma semiautomática con cargadores de 30 balas no tiene pensado ni cazar ni defenderse de nadie, tiene pensado cargarse a alguien de manera bastante activa y está abusando del derecho que le provee la 2ª enmienda. Lo que el autor critica realmente son las campañas de control de armas llevadas a cabo de manera esporádica por el progresismo bien intencionado y mal dirigido. Un control más limitado, que se ciña a las armas "de asalto" como la que he citado podría tener más éxito.

No todo es perfecto. En ocasiones el señor Bageant no puede evitar ser algo emotivo (en inglés creo que se diría emotional) acerca de los temas que trata. Se nota un tono de rabia por la penosa situación de aquellos a los que retrata, y su perorata acerca de la épica saga de los "Scot Irish" (Irlandeses escoceses) está fuera de lugar y exagerada en sus consecuencias sobre la situación actual.

Aún con eso, la situación general que pinta Bageant en su obra parece bastante acertada. El libro no es el pináculo de la verdad, y hasta contiene unos juicios de valor. Sin embargo, ayuda a entender a ese gran país.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Operación Puente 2010

El último puente de la Constitución muchos lo pasaron de viaje. Yo lo pase - entre otras cosas - jugando. En un principio no tenía pensado escribir nada acerca de la experiencia. Yo y unos amigos estrenamos el Sword of Rome y el Here I Stand. En lugar de lanzarme a escribir inmediatamente después de las partidas tenía intención de escribir reseñas en condiciones tras unas cuantas partidas, lo cual puede tardar meses. Sin embargo, no tengo muchas otras cosas acerca de juegos sobre lo que escribir recientemente - menos un par de reseñas que tengo medio pensadas, tal vez - y la idea principal de un blog ,es la de "log": un diario o recolección de experiencias recientes. Por ello, voy a trasladar a este medio mi reciente experiencia de juego, sin que ello sea obstáculo para cambiar mis opiniones luego con unas reseñas u otros comentarios.

El sábado 4 de diciembre se estreno el Sword of Rome. Después de explicar las reglas, y con una pausa para comer, la partida se prolongó entre 8 y 9 horas en las que jugamos 7 turnos. Participamos 5 jugadores. Es decir, incluyendo a Cartago como jugador. Yo jugué con los Etruscos y Samnitas, porque considero que es el bando más complicado y sería demasiado duro para cualquier jugador novel. Mis sospechas se confirmaron en el primer turno, en el que los etruscos comenzaron a quebrarse entre los galos al norte y los romanos al sur. Conseguí salvar la situación al comienzo del turno 2 jugando un evento (Gran Coalición) que forzaba una alianza entre Etruscos, Samnitas y Galos. A partir de ahí el jugador galo perdio interés en el juego y se declaró aliado automático mío en los siguiente 5 turnos. De esta manera conseguí concentrarme en el romano y, aprovechandome algo de su inexperiencia y mi alianza contra-natura que me cubría las espaldas,le robe un par de puntos de victoria.

En el sur griegos y cartagineses desarrollaron una guerra total en la que el griego ganaba al inicio, luego fue el cartaginés quién llevaba ventaja, y para el turno 7 se había llegado a una especie de empate en la situación, que no en el marcador. El griego había alcanzado 9 puntos y había hundido a Cartago en los 2 ó 3 puntos.

Mis primeras impresiones de este juego son un tanto ambivalentes. Por un lado es divertido juntarse 5 oponentes en un todos contra todos. La caracterización de los bandos (romanos, cartagineses, galos, griegos y etrusco-samnitas) está muy bien lograda mediante unos mazos indidualizados que tienen pocas cosas en común entre ellos. El mazo galo le permite a este hacer cosas que no puede hacer ningún otro, y sucede lo mismo con cada uno de los otros bandos. Resulta hasta hermoso. En el aspecto negativo esta el sistema de resolución de combates, que más que azaroso parece hasta algo injusto, y causante de que alguna parte de las reglas (como los ataques de flanco) resulten absurdamente superfluas. Todo el tema de los marcadores de control político y como y cuando se retiran o se ponen está farragosamente explicado y me temo que no lo hicimos bien. El movimiento naval con un jugador de Cartago también tiene complicaciones y creo que no está también bien explicado. Por último, el sistema de puntuación es terriblemente atroz. Menos el galo, todos los demás jugadores consiguen puntos manteniendo unas localizaciones de victoria natales y conquistando localizaciones natales de otros jugadores. Los que pierden localizaciones pierden puntos hasta un mínimo de 0. Todos los jugadores comienzan con 6 PVs. Y este sistema explica como Cartago termino con 3 puntos ya en el 3er turno. Cuando estás en una situación así, se te hace prácticamente imposible ganar, pero te tienes que seguir chupando los otros 6 turnos de partida que restan. Las potenciales consecuencias de esto (que no vimos por la excelente compañía con la que me rodee para esta ocasión) son las clásicas de pérdida de interés, aburrimiento y "kingmaking".

Mientras escribía esto se me han ocurrido un par de ideas para corregir el problema, pero le daré algunas cuantas vueltas más al juego tal como me salió de la caja antes de aplicarlas.

El día de la Constitución - 6 de diciembre - estrenamos el Here I Stand. Me quede con el Papa, por las mismas razones que me llevaron a hacerme cargo de los etrusco-samnitas en la otra partida. De los jugadores convocados uno llegó con retraso, y sólo gracias a que le llamamos. Cuanta más gente necesitas para una partida (el HIS necesita de 6) más posible es que sucedan cosas como esta.

De la partida llegamos a jugar 4 turnos en 8 horas. ¡Cómo para contemplar el jugar los 9 turnos que puede tener una partida!. En una partida de este juego suceden muchas cosas distintas, y muchas de ellas involucran únicamente a una parte de los jugadores presentes. Por eso no puedo hacer un resumén de la partida con justicia. El turco tropezo un poco al inicio pero al acabar estaba empezando a pillarle el tranquillo a la piratería, aunque podría haberlo hecho mejor y haber atacado Viena. El Habsburgo se llevo el premio gordo en exploraciones y conquistas de ultramar, que le proporcionaban bastantes cartas. Desperto la envidía de varios jugadores y en el turno 3 se medio monto una coalición contra él que le mantuvo ocupado. El francés era el agente principal de esta coalición anti-habsburgo, pero la cuenta no le salio bien. Sus supuestos aliados le dejaron lidiar solo contra el habsburgo y sufrio serias perdidas. El ingles era el principal arquitecto tras la mencionada coalición, y quien recogio los mayores beneficios. Tuvo también suerte a la hora de explorar, conquistar y colonizar, aunque no obtuvo muchas cartas por ello. El protestante tambien jugó en su favor. Este hizo bien su papel, tras sólo una magra explicación de las reglas, y estuvo a punto de ganar la partida. Por último el Papa - o sea, yo - me uní al habsburgo en su lucha contra Francia, impulsado por el éxito francés en Italia - capturo Florencia y se alio con Genova - y las acciones bélicas no me dejaron poner coto a la expansión del luteranismo.

Las impresiones generales causadas por HIS en los participantes fueron bastante satisfactorias. La mecánica y el motor de cartas están copiados del Napoleonic Wars, únicamente que con sus peculiaridades. No hay tanta abundancia de tropas, y las campañas de conquista son más lentas y costosas. Sin embargo, lo mejor en mi opinión fue la Fase de Diplomacia. Está muy bien estructurada para que jugadores hábiles saquen provecho de ella y manejen el juego. En mi caso en particular, en el último turno llegué a un acuerdo con el inglés. No tenía intención de cumplirlo (corroborarlo abiertamente), pero dado que era el inglés quién anunciaba antes sus acuerdos, logré mi propósito de dejarle en evidencia ante sus otros aliados y enemigos míos que tampoco corroboraron sus respectivas alianzas con Enrique VIII.

Tan sólo hay dos inconvenientes serios al juego. El primero es su larga duración. Las fases de diplomacia rompen algo el ritmo de juego y reducen su velocidad. Además, es un juego de suficiente comoplejidad como para que sea preciso educar a un grupo de jugadores más o menos fijo que termine conociendo el juego. HIS tiene su trabajo.

Finalmente, el miércoles, asistí a C_M en su casa a una partida de demostración de NW. Después de estar un rato largo explicando las reglas - y dejando cosas por contar - se jugo un turno. Jugabamos a pelo, sin ninguna de las modificaciones que Ringard y yo hemos implantado en los últimos meses. La partida me recordó todos los vicios que tenía el juego en su inicio. De verdad, era sangrante ver como había jugadores que sacaban las cartas "Baltic Venture" y "Egyptian Venture" y miraban perplejos. C_M volvió a las andadas como británico, y gastó buena parte de sus puntos en comprarse aliados menores. No estuvo mal del todo, pero estaba un poco cansado.

Después de esta paliza me han quedado pocas ganas de jugar a multijugadores en una temporadita. Contemplo los juegos de dos con renovado entusiasmo y como unas vacaciones, dado que no tengo que gastar esfuerzos en negociar, pedir o mendigar. Únicamente yo, y mi enemigo. ¡Qué relax!.

sábado, 11 de diciembre de 2010

El mejor momento de Jose María Aznar

Hablando sobre alguna de las opiniones vertidas por mí en este blog, C_M me comentaba acerca de una teoría por la cual la gente "de izquierdas " tenía más activa una parte del cerebro (o algo así).

No estoy yo por la labor de realizarme un encefalograma para determinar hacia que lado del supuesto espectro político puedo estar derivando. No es que reniegue de los avances de la neurología. Lo que sucede es que no termino de creerme la clasificación de "izquierdas y derechas".

No es culpa mía. Contemplo las noticias y, no se como lo consiguen, pero en España siempre acaba sucediendo que los supuestos "izquierdas" - el PSOE - acaban tomando las medidas que normalmente tomaría la derecha: guerra sucia contra el terrorismo, privatizaciones de empresas públicas (se iniciaron en la época de González), recorte de beneficios sociales, liberalización del despido, y ahora, declaración del estado de emergencia. Si el lenguaje de la derecha está lleno de rabia y odio es porque el partido "de izquierdas" les está haciendo todo el trabajo y entonces la derecha ya no será necesaria en este país.

Al final he llegado a la conclusión que en España no queda realmente nadie de izquierdas. Permanecen todos en el exilio desde 1939.

De todas formas, los términos "izquierdas y derechas" tienen poca importancia para mí en política. No me considero ni de uno ni de otro, porque considero peligroso y poco inteligente abrazar incondicionalmente un ideario, sea el que sea. En lo que si creo es en el sentido común y la inteligencia como herramientas para guiar la política de cualquier país - y del mundo - por el camino más adecuado. Y si hay algo de lo que estoy seguro es que la inteligencia y el sentido común no son el monopolio de ningún partido político ni grupo de personas. Ni siquiera yo soy el propietario único de la razón. Puedo equivocarme. Lo hago... sólo que mucho menos que vosotros.

Entre la gente que si se considera a si misma "de derechas" Jose María Aznar destaca como un icono. Es así necesariamente, puesto que es el único representante de un partido abiertamente "de derechas" que ha ocupado la presidencia del país en 30 años de democracia. Para los votantes incondicionales del PP cuyas opiniones escucho casi continuamente, Aznar es "un estadista". Término con el cual le situan por encima del político normal.

Yo tengo mis dudas acerca de su excelencia en el Gobierno. Su primer mandato, cuando se veía obligado a negociar y a pactar, fue sin duda el mejor. Para cuando ya consiguió la mayoría absoluta en su segunda legislatura él y sus ministros se quitaron la máscara y de lo mínimo que se les puede acusar es de grosería, demostrando todos los vicios que un político español puede tener cuando descubre que tiene poder ilimitado. Respecto a la prosperidad económica de la época, ésta tenía lugar a nivel mundial, y en una situación así es díficil que nuestra economía - pequeña y a remolque de los grandes países - vaya mal.

Lo que si hubo durante esa época fue mucho farol. Y ello no queda mejor ilustrado que con la reunión de las Azores, gracias a la cual Josemarí se vendió en España como amigo de los poderosos Estados Unidos por su apoyo a la guerra de Irak. La aportación de España al conflicto fue ridiculamente pequeña. Polonia envió muchas más tropas a Irak, y el presidente polaco si que hubiese debido salir en la foto. La única explicación que puedo dar a la presencia én esa reunión del presidente de un país que carecía de capacidad real de apoyar militarmente la operación es que se coló en la foto.

¿Y este?, ¿de dónde sale?

De todas formas, ni aún intentandolo a conciencia, se puede hacer todo mal. Revisando la hemeroteca he hallado un hecho del gobierno de Aznar que realmente le puede elevar a la categoría de estadista. Tuvo lugar durante esa primera legislatura que tan buena impresión me causo.

Me refiero a la negociación con ETA.

No es que apoye la negociación con ETA. Tampoco la rechazo. No se trata de determinar si fue bueno o malo, si dio resultado o no. Si los terroristas aprovecharon para rearmarse o reorganizarse. Lo importante es que dar semejante paso demostraba por parte de Aznar (o del consejero que fuese) una intención de acabar con la carga de nuestro terrorismo nacional, incluso si ello suponía hacer cosas que iban en contra de la ideología manifestada hasta entonces. No todo el mundo es capaz de hacerlo, y requiere cierto valor por el cual me quito el sombrero.

Es aún más impresionante por el hecho de que Aznar fue víctima de un atentado de ETA, y negociar con aquellos que habían intentado matarle debió serle especialmente repulsivo. Y aún así lo hizo. Es su experiencia personal como víctima de ETA y el compromiso político de dureza con la banda lo que explica que hiciese el anuncio con cierta renuencia, y aludiendo a sus asesinos fallidos como "movimiento de liberación".

Por todo ello tampoco es de extrañar que cuando, con motivo de las negociaciones más recientes del PSOE con ETA, se le recordase lo del "movimiento de liberación", Aznar contesto que "le dejasen en paz". Hizo algo en contra de sus convicciones y su experiencia, y tal vez sintiese cierta repugnancia por haber dado aquel paso.

Hacer algo en contra de las convicciones y la experiencia personal, para salvar vidas. Eso distingue a un estadista de un político. Es por ello que un político que se ha comprometido abiertamente a no negociar con ETA pase lo que pase me parece especialmente mediocre.

Lo peor de todo, es que tiene la pinta de que este sujeto puede ser el siguiente presidente del Gobierno de España.

¡Viva el vino!

jueves, 2 de diciembre de 2010

Here I Stand with my Sword of Flying Colors

Hace meses anuncie en otra entrada mi partipación en la Gran Reimpresión de GMT. Entonces decidí añadir Here I Stand a un pedido de Sword of Rome que ya había efectuado año y medio antes.

Tras varios meses, los juegos me han llegado. A diferencia de lo que sucedió la última vez que hice un preorder a Valley Games, esta vez ha habido únicamente unos pocos problemas. No creo que sean nada del otro mundo, nada a lo que nadie se haya enfrentado antes, pero de todo se aprende, y yo estoy dispuesto a compartir mi experiencia en este medio.

El preorder se mantuvo abierto durante varios meses, hasta Septiembre. Yo había acordado con C_M juntar nuestros pedidos para economizar en gastos de envio. Para Septiembre ya se había decidido y añadí para él otro SoR y un Flying Colors al pedido. Este al final consistía en 1 HiS, 2 SoR, y el Flying.

Cuando haces un preorder a GMT, estos te emiten una factura, en la que viene reflejado lo que te van a cobrar el doláres americanos por el juego, sin los gastos de envio. Para HiS y el Flying la factura tenía esta forma. Para el caso de los 2 SoR no me llegó una factura así porque lo que hice fue añadir 1 artículo al pedido que ya tenía de antes, o la borre de mi bandeja de entrada y no he sido capaz de encontrarla. Esto tendría cierta relevancia más tarde.

Inicialmente, GMT anuncio que los envios de estos preorder se harían separadamente, por juegos, empenzando con el HIS. Los cargos en la tarjeta se hicieron de acuerdo con esto. El HIS y el Flying tuvieron cada uno un cargo añadido de 16$ por gastos de envio, mientras que los dos SoR tuvieron un cargo extra de 26$ entre los dos por el mismo concepto. En la página de GMT no hay una opción - como en Amazon - para que te agrupen los envios en un solo paquete para ahorrar. Yo pensaba que GMT me iba a cobrar los gastos de envio combinados (y reducidos) pero al ver los cargos de tarjeta, comprobe que no era así. Una vez hecho el cargo en la tarjeta, ponte tú a reclamar.

Una vez hechos los cargos, la misma pagina de GMT informo de un retraso en los envios. Esto tenía que ver tanto con dificulades logísticas, como con que tenían programada una convención para esas fechas, que les obligaba a retrasar una semana los envios. Esto tuvo dos consecuencias. La primera es que la fecha de envio de los juegos se postergo al 13 de octubre. La segunda es que iban a enviar todos los juegos juntos a la vez. Eso sí, los gastos de envio me los habían cobrado para envios separados. No pude evitar sonreir.

Poco después GMT lanzó otra campaña de ventas con 50% de descuento para aquellos que hubieran hecho preorders en 2010. Fue C_M quién me llamó la atención sobre la oferta. Me limité a pedir un tablero montado para el Paths of Glory y un set actualizado de cartas para el Barbarossa to Berlin. Por parte de C_M pedí Serpent of the Seas, Ships of the Line, y 2 números de C3i. Estos no eran preorders, sino pedidos de pleno derecho. Se cargaron inmediatamente con gastos de envio y todo. Lamentablemente, mi amigo y yo no nos coordinamos bien a la hora de hacer los pedidos, y nos salieron 3 pedidos independientes con gastos de envio separados.

Para cuando ya hice los últimos pedidos era ya 4 de Noviembre, y mis pedidos de preorder seguían apareciendo como "Not yet shipped". Ya era hora de ponerse en contacto con la empresa. Les escribí un correo preguntandoles por el estado real de mis pedidos, y solicitandoles que me los enviasen por separado para evitar problemas de aduanas que serían previsibles si llegaba todo junto. Además,¡que cojones!, ¡había pagado por gastos de envío separados!, ¡que me los envíasen así!. Naturalmente, mi mensaje no era tan enfático.

La respuesta fue muy rápida. Me llego el mismo día aunque yo no la leí hasta el 5 de noviembre. Me informaban de que mis preorders habían sido enviados el día anterior (3 de Noviembre) pero que no podían indicarme si habían sido enviados juntos, o por separado. En la página seguían constando como "Not yet shipped", en cambio, los 3 pedidos del 50% de descuento cambiaron su estatus a "enviado" entre el 4 y el 5 de Noviembre. El 10 de Noviembre, el estatus de los preorders cambio por fin a "enviado" con fecha del 3 de Noviembre.

Tan sólo quedaba esperar. Para todos los pedidos había marcado como opción la más barata: correo de superficie con una espera recomendada de entre 4 y 8 semanas.

El 18 de Noviembre me llego un aviso de correos. En aduanas habían retenido un paquete mío enviado por GMT, y había unos trámites que tenía que realizar. La fecha límite era el 25 de Noviembre. No estaba seguro de poder tener una mañana libre (la recogida sólo se podía hacer de 9h. a 14h.). El mismo documento me ofrecía como alternativa los servicios de un agente aduanero propuesto por Correos: Speedtrans Internacional S.L.. Para ello sólo tenían que firmar el mismo documento apoderando a este agente, y enviarlo por fax adjuntando facturas de compra. De otra forma, tendría que buscar un agente aduanero en mi propia localidad.

Speedtrans parecía la solución más fácil y rápida. Así que imprimí las facturas y me propuse enviarlas por fax desde el curro al día siguiente. Sin embargo ese día, el viernes 19 de Noviembre, me deje el papel en casa y no pude realizar la gestión. Por la tarde llamé a Speedtrans, pero sólo me respondió un mensaje de contestador de varios minutos dando extensas instrucciones. Comence a deprimirme. Speedtrans era a todas luces un tinglado bastante opaco y blindado a cualquier reclamación. Comence a sospechar que fuera uno de esos monopolios inoficiales montados por amiguismo, y que si intentaba hacer yo mismo las gestiones, o por cualquier otro agente, habría algún impedimento o bloqueo. Para más Inri, hasta el lunes 22 no podría retomar las gestiones de nuevo. El tiempo se estaba acabando y albergaba dudas de que Speedtrans pudiera hacer todo a tiempo. Necesitaban un día para enviarme un presupuesto, otro para que les enviase una transferencia, y otro para que les llegase el importe de la misma. Los días 22, 23 y 24 de Noviembre se hubieran ido en eso.

Aproveche el fin de semana para informarme por internet, como hace todo el mundo. Mi fuente primaria de información fue este artículo. Detallado y ordenado en cuanto a procedimientos. Por él y las quejas que lo acompañaban me hice a la idea de que Speedtrans no era una estafa en toda regla, pero si que se habían producido cambios en la ley que hacían pasar por Barajas todos los envios que llegaban a España, además de reducir el valor de los paquetes que podían ser retenidos por aduanas. A consecuencia de ello, la empresa que antes sólo gestionaba unos cuantos paquetes paso a tener una carga de trabajo notablemente incrementada, y ello imagino que sin contratación de nuevo personal. De todas maneras, lo que me disuadió de usar sus servicios no fueron las quejas que leí, sino el hecho de que les llamase 2 veces (por la mañana y por la tarde) y me contestasé una máquina. Que Speedtrans funcione puede ser objeto de discusción. Lo que no se puede discutir es que si algo sale mal, no existe posibilidad real de reclamar si se recurre a esta vía.

Para el lunes 22 ya tenía 2 cosas claras. La primera era que tenía hasta el 25 inclusive para hacer las gestiones. La segunda: que podía disponer libremente de ese día. La cosa estaba clara: si quieres que algo este bien hecho, lo mejor es que lo hagas tú mismo.

... bien, para los más cortos: decidí ir yo mismo a por el puto paquete.

Pasaron 3 días de espera que aproveche para preparar mi visita a las aduanas. El horario era de 9 a 14h. Prefería presentarme allí a primera hora para tener tiempo para hacer gestiones si algo no salía como era previsto. Esperaba que el paquete tuviese cierto peso, no me veía arrastrandolo por el sistema de transporte público de Madrid. Tenía que traer el coche y aparcarlo por la zona. Entre las 8 y las 9 el tráfico es más intenso, así que decidí ir por allá pronto, muy pronto.

Llegué algo antes de las 8 de la mañana, y maté el tiempo desayunando en un bar de la zona y recorriendola a pie para ver donde estaba todo, incluidos bancos porque era allí donde tendría que pagar los impuestos. Llegué hasta la boca de Metro de Alameda de Osuna, a más de 500 m. de la oficina de correos donde estaba el paquete, pero en toda esta exploración pasé por alto la localización de la oficina de aduanas, a tan sólo una manzana de la de correos.

Tampoco importo mucho. A las 9:10 entraba en la oficina y pasaba a una sala tras una puerta a la izquierda del mostrador de correos. Allí, lado a lado y comunicados por una puerta había un mostrador para presentar el aviso de recogida, y otro de Speedtrans. Mientras esperaba, observé un sencillo plano que indicaba la localización de la oficina de aduanas. No había mucha gente esperando y al rato fuí amablemente atendido. Tras presentar mi documentación, me la devolvieron con unas anotaciones y la instrucción (que ya conocía) de dirigirme a la oficina de aduanas. En 4 minutos estaba allí, y tras esperar unos 10 minutos me atendieron con ese habitual gracejo de los funcionarios a las 9 de la mañana. Entregué mi aviso y las facturas y me preguntaron que contenía mi caja. Pasado otro rato me entregaban la liquidación. 28€ y pico. Ví que en los papeles que me daban habían anotado 192 (el valor mismo de los juegos) + 26. Estos 26 eran los gastos que aparecían en la factura de los 2 Sword of Rome. Los habían incluido como valor del paquete. Preferí ni preguntar por qué, y mucho menos reclamar.

Delante de la oficina de aduanas, subiendo por unas escaleras mecánicas, se llegaba a una oficina de Cajamadrid donde pagué el importe y me sellaron los impresos con los que retorne a las aduanas. Allí tomaron los documentos, y pasados unos pocos minutos me entregaron un impreso para - finalmente - recoger la caja en la oficina de correos desde la cual había comenzado las gestiones.

Tanta vuelta, y tanta ventanilla me resultaban familiares...


En fin, que retorne a correos con mi papel, y me entregaron mi paquete tras pagar 4€ por gastos de almacenaje de 10 días. Curiosamente, 10 días es el tiempo que tarda Correos, empresa parcialmente privatizada, en decidirse si te envían o no el puñetero aviso de que tienen el paquete. También es, casualmente, el plazo de tiempo a partir del cual ellos tienen derecho a cobrar esta cantidad. Es decir, olvidate de recoger el paquete antes de 10 días y ahorrarte este "impuesto". Puede llegar a ser peor. La demora en enviar el aviso a algunos (cuyos comentarios leí en foros) puede ser tal que no tengas tiempo de hacer las gestiones. De todas formas, creo que sobre el plazo que anuncian en el impreso de aviso hay otros 2 días para poder recogerlo. Mi paquete llegó a España el 7 de Noviembre, y el plazo de 20 días del papel se agotaba el 27, no el 25.

Lleve el paquete sobre un hombro - no pesaba demasiado, pero cansaba lo suyo pasado un rato -. Llegué hasta donde estaba mi coche, puse el paquete en el maletero y allí mismo, con el maletero abierto, compartí por un momento lo que deben sentir los traficantes de droga: abrí el paquete con las llaves y comprobe que, efectivamente, la mercancía que habíamos pedido estaba allí.

El resto, abrir las cajas, inspeccionar los contenidos, separar las fichas de las plantillas, y montar las partidas es otra historia. Lo importante de este cuento no es el final feliz, sino lo que he aprendido.

- Que cada uno pida lo suyo. Cuando acepte juntar pedidos con C_M, pensé que estaba haciendole un favor. El favor real es instruirle para que él mismo gestione y pague sus propios pedidos.

- GMT. Funcionan bien, muy bien. Ni son perfectos, ni espero que lo sean. Pero no puedo evitar olerme cierta picaresca con el tema de los gastos de envio. En todo caso, recomiendo solicitar siempre la forma de transporte más barata, cuya espera se anuncia como de 4-8 semanas. A algunos que eligieron formas más rápidas (y costosas) se lo enviaron por la vía lenta de todas formas, según leí en la BGG. En mi caso, elegí la forma más barata y me los enviaron por la vía rápida. Pague 58$ de gastos de envio, pero mi paquete le había costado a GMT 86$ remitirmelo. Venía sellado en el paquete.

- Si vives fuera de Madrid y vas a hacer un pedido, te recomiendo que te busques de antemano un agente aduanero cerca de donde vives. Preferiblemente alguien a cuyo despacho puedas acudir a quejarte. No tengo constancia ni indicación alguna de que Speedtrans sea una estafa en toda regla, pero su opacidad e imposibilidad de contactar con ellos directamente es aterradora.

viernes, 29 de octubre de 2010

La decadencia de la Educación

Este verano me encontraba en compañía de Floy Buñuel, de charla en su casa. En un momento le enseñe un post del escritor Sanchez-Drago que se titulaba "Si yo fuera rey" en el que este señor hacía una lista de todas las cosas que pondría en orden si tuviera el poder para hacerlo. Floyd se fijo en una línea en la que el polémico escritor decía:

"Devolvería a la enseñanza el uso obligatorio del usted, la tarima, el principio de autoridad, el respeto a la jerarquía, el criterio de excelencia..."

Mi amigo no pudo evitarlo, y espetó un:

"Estos de derechas... es que no atinan ni una".

Y después me comento su experiencia haciendo un CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica) de inglés. Fue bastante deprimente. Los compañeros asistentes al curso eran gente si otra aspiración en la vida más que mantenerse como estaban, eludiendo en le medida de lo posible cualquier responsabilidad por si mismos y por los demás. Lo triste de todo aquello era, me dijo mi amigo, el darse cuenta que era precisamente esa gente la que iba a acabar dando clases a los jovenes en las escuelas. Son gente que, por su forma de ser, hacen que se les pierda cualquier respeto. No importa la altura de las tarimas, ni llamandoles de "usted" ni "excelentísima señoría" ni nada parecido.

Cambiamos de escena y fecha. Nos encontramos en una gran sala en una universidad en Sevilla, en la segunda mitad de los noventa. Es el inicio del curso, y unos quinientos alumnos de Pedagogía están reunidos en la sala para una especie de ceremonia de inauguración del curso. En un momento de sinceridad, el rector pide a los presentes que levanten la mano aquellos que han elegido Pedagogía como primera opción de carrera.

Dos personas, ¡dos de quinientos y pico!, levantan la mano.

El rector solicita ahora que levanten la mano aquellos que han escogido Pedagogía como segunda opción.

Nadie levanta la mano.

Algunos empezaron a levantar la mano cuando se pregunto por la 3ª opción, y la mayoría lo hizo cuando se consulto por la 5ª.

Para un buen puñado de pedagogos formados en ese curso, su carrera se encontraba muy, pero que muy al final de una lista de preferencias e intereses.

La chica que me contó esto fue una de las dos personas que levantaron la mano en primera instancia.

Estoy seguro de que no es nada díficil encontrar más historias semejantes en lo relativo a la formación del profesorado en este país. Esta certeza mía surge al acordarme de algunos de mis más desmotivados e incompetentes compañeros de curso en el Instituto. Terminado el bachillerato, Magisterio, Pedagogía, o alguna Filología eran sus refugios para poder seguir chupando del bote en casa de sus padres y aparentar que estaban haciendo algo.

No les interesaba realmente la materia que se suponía tenían que estudiar. Únicamente sabían que la nota que habían conseguido en Selectividad les daba para eso, y poco más. Y que si no conseguían plaza en una Universidad, no podrían mantenerse en el domicilio paterno sin hacer algo que les horrorizaba: ponerse a currar.

Hace cosa de un años, G. nos visitó desde Francia, donde supero unas oposiciones y se convirtió en profesor de español en un insituto. Dando por sentado que en Francia la situación del profesorado es tan lamentable como en España - porque la juventud está muy mal criada, ¡que se le va a hacer! - le pregunté como era ser profesor ahora mismo. Me dijo que estaba encantado, y que hubiera deseado ser alumno hoy en día más que antes. Antes - me comentaba - había un respeto impuesto a los profesores. Hoy, en cambio, son los profesores los que han de ganarse el respeto de sus alumnos. Eso hacía de su trabajo algo mucho más interesante.

Desde hace unas pocas semanas en la Comunidad de Madrid se ha puesto en marcha una campaña de Respeto y Apoyo a los Profesores. Al ver los carteles no pude evitar preguntarme: ¿son los profesores dignos de respeto?.

Antes de continuar, quiero aclarar que no todos los profesores son unos zanganos desmotivados. Hay muchos ellos que realizan su trabajo con convencimiento día a día. Sin embargo, mucho me temo que estos "pocos buenos" están empantanados por los negados que, según todos los indicios, han tenido acceso a la actividad docente sin restricción alguna. ¿Cómo ha sucedido algo así?.

No me es posible, por el momento, dar una explicación total a por qué se ha llegado a poner la educación del futuro del país en manos de los menos capaces de mi generación. En la parte que si conozco, el ambiente social en el que me muevo, muchos de estos inútiles no parecían tener alternativa. No entrar en la universidad, hacer un FP y comenzar a trabajar es considerado como un fracaso. Es un fracaso para los padres, y también para muchos de los amigos de estos malos estudiantes. Así que esta gentecilla tiene presión familiar y social para meterse en la universidad a cualquier precio, incluso si ese precio consiste en acabar haciendo algo para lo que realmente no están cualificados y en lo que no tienen auténtico interés. El mercado de trabajo español, con salarios reales decrecientes y condiciones laborales cada vez más crudas, ha desanimado también a muchos de estos jovenes a probar suerte en el sector privado y les ha impulsado a encontrarse una ocupación "segura".

Pero ¿es que no hay filtros que impidan a los más incapaces de nuestra sociedad llegar a puestos de semejante responsabilidad como la educación?. Ciertamente, así es. Y puedo dar fe que esta gente que conocía en el instituto es tan incapaz de superar unas oposiciones como de aprobar los exámenes de Lengua, Matemáticas o Ciencias en el instituto. Sin embargo, siempre hay formas de superar cualquier barrera. No se como será en otras Comunidades Autónomas, pero en el especialmente hiriente caso de la Comunidad de Madrid, que conozco bien, el sistema no sólo ha dejado entrar a los inútiles a dar clases en las escuelas, es que incluso lo ha fomentado.

Cuando Esperanza Aguirre se hizo con el control de la Comunidad de Madrid, al inicio del milenio, se encontró con un tremendo problema en la Educación. El último coletazo del " boom" (sobre todo) y la afluencia de población inmigrante con hijos (menos importante de lo que se ha dicho; la mayor inmigración que ha tenido Madrid ha sido de gente de dentro de la propia España; y yo mismo, que nací en Asturias, soy buen ejemplo de ello) hacían que la cantidad de pequeños hijos de puta que necesitaban una educación en Madrid no dejase de aumentar. Construir más escuelas, contratar profesores con salarios determinados por ley, tras unas oposiciones que había que organizar y costear...el presupuesto en Educación se disparaba.

Es entonces cuando Esperanza Aguirre, o más seguramente el consejero de Educación de turno, dió con una solución que proveía de Educación a las masas, al tiempo que permitía economizar prespuesto que se dedicase a otras cosillas más vitales (por lo menos electoralmente). La solución era ofrecer a escuelas privadas la matriculación de niños demandantes de educación pública. A cambio la escuela privada recibía un importe fijo anual por alumno. Limitando el gasto por alumno de la Comunidad de Madrid, fue posible colocar a las masas crecientes de críos pagando sólo un "alquiler" anual, sin tener que incurrir en costosisímos gastos de inversión como la construcción de edificios de escuelas, la adquisición de equipos, etc. ¿Para qué hacer todo eso si lo puedes comprar ya hecho?. Había nacido "la escuela concertada". "Espe" pudó respirar tranquila, y apuesto a que el consejero de Educación que montó el tinglado está ahora colocado en el sector privado, cobrando un pastizal en reconocimiento a su buena gestión.

Ahora los alumnos estaban en manos de escuelas privadas. Estas no son otra cosa que empresas privadas dedicadas a prestar servicios de educación. Como todo el mundo bien sabe, el objeto primordial de toda empresa privada es obtener beneficios. Los gestores de las escuelas privadas tenían por un lado el importe fijo que percibían de la Comunidad, y por el otro los gastos en los que tenían que incurrir para proveer del servicio de educación por alumno. La diferencia entre lo primero y lo segundo (si este es menor) es 100% beneficios. Beneficios legales, y legítimos moralmente desde el punto de vista del capitalismo. Así que lo lógico es que las escuelas concertadas se dedicasen a racanear en la medida de lo posible el gasto por alumno. Si la Consejería de Educación hubiera hecho el racaneo ella misma, se hubiera desatado una tormenta política, pero como lo hicieron empresas privadas en cuya gestión el Estado ha de inmiscuirse lo mínimo, el racaneo pasa inadvertido.

El que este leyendo esto, ha de ponerse ahora en el lugar del gestor de la escuela concertada. La labor está clara: recortar gastos a tope. ¿Cómo hacerlo?. En primer lugar las instalaciones han de ser lo más cutres posible. Los materiales de estudio: baratos, malos, y de 2ª ó 3ª mano. Pero nos queda otra partida de gasto: los profesores. ¿A quién pillar?. ¿A los profesionales capacitados y motivados, que se pirarán si no satisfago sus demandas salariales?. No. Pillo a los pringados e inútiles que jamás en su puta vida van a conseguir superar una oposición, y que hicieron la carrera de Magisterio(o la que sea, ¡cómo que importa mucho la titulación!) por los pelos. Justo la gente a la que puedo imponer condiciones laborales infernales . Le encasqueto muchas clases y muy grandes de manera que con un único pringado estoy dando servicio a más alumnos que en una escuela pública, a menor coste. El resultado se nota en la cuenta de beneficios. La nómina del desgraciado tampoco es muy alta, puesto que no tiene otro sitio a dónde irse. Su estabilidad laboral es proporcional a su disposición a tragar con toda esta mierda. Menos gastos, más beneficios. El gestor de la escuela se mete por la noche en la cama con la tranquilidad que da el trabajo bien hecho.

Como la cuota por alumno es fija, a la escuela concertada le da igual dar un servicio bueno o malo, sólo le conviene dar clase a la mayor cantidad posible de alumnos, al menor coste por alumno. Una escuela puramente privada ha de competir con otras escuelas (privadas, públicas y concertadas) equilibrando la cuota que cobra a los padres con la calidad del servicio que presta. Una escuela concertada ha sido liberada por la conserjería de Educación de esta esclavitud del mercado y puede hacer con los alumnos lo que le sale de los cojones. Como prueba de ello, recientemente las escuelas privadas se unieron a las públicas en Madrid en la protesta por la proliferación creciente de escuelas concertadas, que les hacen una competencia desleal (no he encontrado el enlace del artículo que daba la noticia).

El sistema, en su conjunto, funciona de manera maravillosa e infernal a la vez. Exonerada de gastos de inversión (compra de escuelas y materiales, contratación de profesores) la Comunidad paga una cuota por alumno para librarse de la responsabilidad de su educación y traspasarla a una entidad privada, cuyo principal objeto no es la educación. La escuela concertada se centra en la gestión de recursos, y descarga a su vez la responsabilidad del servicio que da sobre los profesores que ha malcontratado. Estos, como ya hemos visto, han dedicado su vida precisamente a escurrir el bulto y no ser responsables de nada. Tampoco es cuestión de empezar a serlo ahora que pagan una mierda.

El receptor final de todo esto, el alumno, ve como todo el mundo pasa de él (o ella). Le dicen que debe respetar a su profesor, pero este es un pringado que a todas luces intenta hacer lo menos posible. Para tener autoridad, para merecerla, hay que asumir responsabilidades. Cuando esto no se hace, el respeto hacía el representante de la autoridad se desvanece. ¿Quién va a hacer caso a alguien de quien no se puede esperar respaldo si las cosas salen mal?.

Al terminar las clases, la lección que el alumnado ha aprendido es que no hay razones para obedecer a las autoridades, ni a las leyes. No es una rebeldía contra el sistema. Sino la interiorización de un sistema basado en la rebeldía sistemática.

Y eso es lo que explica cosas como Pozuelo. Cuando aquellos chavales persiguieron a la policía local en desbandada, no estaban haciendo nada nuevo. Se traían la lección muy bien aprendida de la escuela: los representantes de la autoridad son débiles y unos fracasados. A muchos les chocó que aquello sucediese precisamente en una población con un elevado nivel de renta y calidad de vida. Pero precisamente son los sectores sociales mejor situados los que más expuestos están al declive educativo. Muchos de ellos colocan a sus hijos en colegios privados, pagando a tocateja cada aprobado que obtienen. Los niños consiguen acceder a la universidad y además aprenden una lección muy importante en la vida: no hay ley ni normativa que detenga un fajo de billetes. Son precisamente las localidades con rentas más bajas las que siguen utilizando todavía educación pública, de mayor calidad todavía, porque sencillamente no pueden costearse otra cosa. Allí es más posible que los alumnos encuentren profesores realmente cualificados de quienes aprender el respeto por la autoridad y la convivencia.

Hay otros factores que han perjudicado la educación. El cambio de Plan de Estudios con cada nuevo gobierno indudablemente ha causado desconcierto y desorden. Pero si los que tienen que aplicar el programa de estudios son unos mediocres, ningún plan podría salvar la situación.

Otros han dicho, como Torrente, que "la culpa es de los padres" que no saben hacerse responsables de sus hijos ni educarlos. Esto me parece absurdo. Los padres de hoy en día trabajan los dos de ocho de la mañana a ocho de la tarde. ¿Quién se encarga entonces de educar a los hijos?. Los abuelos, las niñeras (extranjeras) y sobre todo, instituciones como los colegios. De ahí la importancia de que estos últimos funcionen bien. No voy a exonerar de toda culpa a los padres, alguna tendrán, pero lo cierto es que apenas ven a sus hijos, y la culpa de ello la tiene en buena medida nuestro mercado laboral infernal.

Todo el mundo es ahora consciente del declive de nuestro sistema educativo, y muchos proponen ahora ideas para darle remedio. Colocar a los profesores sobre tarimas es tan sólo una de las más absurdas y rídiculas escuchadas hasta ahora. Lo peor de todo, por lo menos aquí en Madrid, es que con el sistema ya implantado de escuelas concertadas se hace muy díficil, sino imposible, dar marcha atrás. Para traer de vuelta a la educación pública a todos los alumnos que están ahora en educación concertada haría falta un vasto programa de construcción de escuelas y contratación masiva de profesorado que, con o sin crisis, la región no puede costearse. Es más, el propio éxito económico - que no educativo - del modelo de educación concertada contribuye a que éste se extienda y reciba cada vez más fondos, en detrimento de la escuela pública.

¿Qué hacer?. No sé. Se hace necesario ante todo un cambio de actitud. Esto me quedo claro tras contarme Floyd lo que su abuela - antigüa maestra - le relató acerca de la Segunda República:

"Cuando llegó la República, lo primero que hicieron fue doblarnos el salario a todos los profesores".

Lo que una medida así implicaba era un cambio en la apreciación, en la estima que había hacía los profesores. El Estado, la sociedad, decían de repente: apreciamos a los responsables de la educación el doble de lo que lo hacía el regimén anterior. Tal vez ese sea el mensaje que haya que transmitir: que la importancia, la responsabilidad imbuida en los maestros es merecedora de respeto. Tal vez de esa manera - y mejorando sus condiciones laborales - consigamos que sean de nuevo las personas más capaces, en lugar de los más inútiles, quienes se sientan atraidos por la enseñanza.

jueves, 28 de octubre de 2010

Partidas cortas vs. Partidas largas

Hace poco estuvé viendo Wall Street: El dinero nunca duerme. Una película pasable que ya comentaré en este medio. Aún así, a menudo hay alguna cosa buena que encontrar en pelis así. En esta aparecía brevemente el concepto de tiempo como único recurso a tener en consideración. Uno de los personajes, creo que el de Michael Douglas, decía algo así como "tu único recurso no es el dinero, sino tu tiempo".

Esta bien ese concepto. Me gusta. Puede que sirva para poner en vereda a esos que insisten en perder su tiempo y el de los demás en conseguir más y más dinero.

A un nivel más práctico se encuentra este post en un blog sobre historia y juegos no muy diferente de este mismo.

El tiempo es un recurso limitado y valioso. Desperdiciarlo en juegos que no cumplen las expectativas de los jugadores que han invertido su tiempo provoca desanimo y deserciones cuando se presenta la oportunidad de montar otra partida.

El tiempo del que una persona dispone determina en buena medida que juegos se puede sacar. Esta disponibilidad de tiempo depende por un lado de los compromisos familiares, laborales y otros del jugador. Yo los llamos los "factores externos". Pero también es importante lo que denomino "factor interno", que se trata de la capacidad de aguante de una persona. Su capacidad de permanecer sentado, en una habitación, manteniendo una atención más o menos constante en el juego.

Es por este último factor por lo que me encuentro con gente que declara que "no juego nunca a nada que dure más de hora y media". Están dispuestos a estar jugando una larga tarde, hasta bien entrada la madrugada, pero varias partidas de duración corta o intermedia (2-3 horas a lo sumo). Estas personas han aprendido a situar sus expectativas sobre los juegos al nivel adecuado a sus demandas. Que las opciones y estrategias disponibles no sean demasiado variadas no les importa demasido. Los juegos, por esto, también suelen ser sencillos en cuanto a reglas. Y esto tiene la ventaja añadida de hacerlos más fácil de introducir a un público más amplio, en el que a menudo se incluyen novias, hermanos, familiares y amigos de todo tipo. A esta clase de personas les llamo "jugadores sociales", porque lo primordial es reunirse con otras personas y compartir una experiencia - el juego - aunque éste no tenga demasiada chicha.

Durante muchos, muchos años, juegos como "Monopoly" o "Risk" copaban este sector del mercado. Sin embargo, tenían muchas pegas. Había un importantísimo factor de azar. Se tiraban muchos dados que dictaban prácticamente todo. Y además de eso la duración de las partidas tampoco era corta. Yo he visto partidas de Risk que duraban toda una tarde, y partidas de Monopoly que se eternizaban hasta que el cansancio forzaba un acuerdo entre dos o más jugadores que le acababa dando la victoria a uno de ellos.

A pesar de mis quejas acerca de ellos, los eurojuegos terminaron con el predominio de estos juegos con mucho azar y dieron algo de sentido al tiempo de ocio dedicado al juego de mesa. Todo ello gracias a dos cosas: a) Limitaron el tiempo de las partidas; y b) Introdujeron mecánicas que obligaban a pensar, aunque fuera al menos un poco.

De entre todo el grupo de jugadores sociales, algunos van "quemando" poco a poco sus juegos. Sucede más entre aquellos que juegan más a menudo. A medida que van agotando las estrategias de sus juegos, se compran otros. Lo normal es buscar primero eurojuegos y creadores conocidos, como Reiner Knizia. Sin embargo, muchos de estos juegos a menudo no son más que variantes de un mismo tema o mecánica. El que busca algo nuevo no encuentra nada en ellos. Es entonces, cuando algunos de estos jugadores se vuelven a juegos que requieren más tiempo y dedicación.

No son necesariamente wargames. Las partidas de Civilization, 18XX, o juegos de la editorial Splotter Spellen bien pueden durar 5 horas o más. Lo que sucede es que hay personas que han dado un paso más en lo que era un hobbie y pasa a convertirse en una auténtica afición. El jugador ocasional podrá seguir divirtiendose con Monopoly o Colonos de Catán durante muchos años. Pero el que juega todos los fines de semana se forma otras expectativas. No es que los juegos de más larga duración tengan necesariamente más estrategias y más historia, es que uno tiene unas expectativas acrecentadas y por ello se vuelve a juegos de mayor duración. En el eterno dilema entre si existió antes el huevo o la gallina, mi opinión es que para que hubiera juegos de larga duración, antes tenía que existir personas que estuvieran dispuestos a jugarlos.

Mi opinión está basada en la experiencia de juego que he tenido. Por ejemplo. En 1992 se celebraba el 500 aniversario del Descubrimiento de América por Cristobal Colón. Por compromiso, y para quedar bien, Avalon Hill sacó un juego sobre la exploración de América. "New World" era un juego no demasiado complicado, para 2-6 jugadores, con mucho azar y dados. Esto, reamente, no era malo. Lo malo del juego es que no he conseguido jugar una partida de menos de 6 horas. Y la verdad es que unas mecánicas de juego que están hechas juntando dos palos y una piedra aburren al cabo de hora y media, que es lo máximo que tendría que durar el asunto.

Más recientemente, mis dos partidas de 1856 no han resultado demasiado satisfactorias. Incluso sin el jugador que retraso tanto la primera partida la segunda sesión duró unas 8 horas. Lo malo es que fueron 8 horas de acciones algo repetitivas, y el resultado de la partida - eramos 4, y ganaba yo u otro jugador - estaba bastante claro desde poco después del inicio. Aún tengo esperanzas con el juego. Le echo parte de culpa del resultado a que las dos veces participo un jugador que no era capaz de otra cosa más que arruinarse a sí mismo sin que nadie le hiciera nada. Ya veré que puedo hacer.

Estos son dos ejemplos de como, en ocasiones, hay juegos de larga duración que no dan lo que se supone que tiene que dar algo a lo que sacrificas tanto tiempo. No es oro todo lo que reluce. Antes de adquirir uno juego de larga duración, convendría que cada uno revisase sus expectativas.

lunes, 25 de octubre de 2010

Napoleonic Wars


Este post está dedicado a Ringard y a su familia, quienes juntos han colaborado en proporcionarme algunos buenos momentos.

Ya he hablado en otra entrada acerca del Napoleonic Wars. Pero lo hacía tan sólo de forma superficial, tratando únicamente del problema que tenía el juego con su mazo de cartas sobrecargado y como limarlo. Tras haber sido el juego multijugador al que más he jugado en los últimos dos años, ya es hora de que le dedique un texto algo más profundo.

Esta entrada va a ser algo así como una reseña sobre NW, pero voy a analizar el juego más que a describirlo. Este juego no sólo me ha provisto a mí - y a otros - de una valiosa experiencia de juego que culminó en una interesantísima partida hace 3 semanas. NW también me ha mostrado muchos de los fallos que puede tener un producto aparentemente bien terminado, y es que la experiencia reveló que NW tenía muchos problemas. Solucionarlos, junto con Ringard, ha sido incluso más instructivo e interesante que todo lo anterior.

Y todo eso es lo que pretendo meter en este post.

NW es un wargame para 2-5 jugadores, ambientado en el período de las Guerras Napoleónicas (1805-1814). Un vistazo general al juego da la impresión de ser un CDG, con todas las convenciones que el sistema tiene en juegos como Successors y Hannibal: cartas con texto y un valor númerico; mapa de espacios conectados por caminos ("point-to-point); tropas representadas por fichas de diferente valor como si fueran monedas, generales con dos indicadores numéricos y que se pueden colocar de pie sobre soportes; y un flujo del juego dominado por una fase en la que cada jugador va tomando su turno en jugar una de sus cartas, hacer sus acciones, y pasar la vez hasta que vuelva a tocarle (un sistema por "impulsos" o "pasito a pasito"). Todo esto es tan convencional, y ha aparecido ya en tantos wargames CDG que voy a obviar su descripción.

¿Es, aparte del período que recrea, NW un CDG indistinguible de cualquier otro CDG?. Pues no. Cada juego tiene sus particularidades, y NW tiene naturalmente las suyas, aunque no son tantas como para constituir una categoría o revolución en el sistema como sí ha sucedido con Paths of Glory.

La característica más peculiar de NW, en mi opinión, es que al jugar una carta la puntuación de la misma se puede fraccionar entre diferentes usos. Por ejemplo, una carta de 5 puntos se puede utilizar para mover 1 espacio el ejército A, 2 espacios el ejército B, y comprar 1 refuerzo con los otros 2 puntos que quedan. En mi opinión esta particularidad del diseño vinó impuesta por la necesidad de recrear la dinámica de los ejércitos en las campañas napoleónicas. Por lo que he leído, los ejércitos marchaban separados en cuerpos que se encontraban a alcance como para poder apoyarse mutuamente. El objetivo era rebasar al contrincante y colocarse a su espalda. Para evitar esto, el defensor no tenía otra alternativa más que separar también su fuerza. Si los cuerpos atacantes se encontraban con una concentración enemiga, convergían sobre ella y la derrotaban antes de que pudiera recibir ayuda de las demás concentraciones de defensores.

Era una guerra de maniobra, y el poder fraccionar el uso de una carta recrea bien esto, puesto que se pueden utilizar los puntos para mover diferentes ejércitos en un mismo turno que se apoyan mutuamente si son atacados, y hacer ataques sucesivos sobre el mismo ejército enemigo. El primero para debilitarlo, y los demás para destruirlo. En muchos de los otros CDGs que había jugado antes, cada ejército se movía una vez de forma independiente. Para mover varios ejércitos en un turno había una carta específica de "Campaña" que lo permitía, y aún así los ejércitos movían y combatían uno por uno. En NW sigue siendo posible hacer una enorme concentración de fuerzas en un espacio - lo que se llama un "grupo de ejércitos" - pero mover un apilamiento semejante tiene un tremendo coste en puntos.

Otra característica de NW que me llama la atención es la combinación de dos reglas del juego. Una son las "cartas nacionales". Cada país del juego, incluso los menores que son controlados por los jugadores, tienen una carta propia(o dos, en el caso de Francia e Inglaterra) de la que siempre pueden disponer. Estas cartas son de alto valor (5-6 puntos) y de acuerdo con su valor dan una capacidad especial. Pero lo realmente especial de estas cartas es que tienen un "plus", es decir, que pueden jugarse en el mismo turno junto con otra carta de la mano. O sea, que se pueden jugar dos cartas en un mismo impulso. La otra regla a tener en cuenta es la de "prevención", por la cual el jugador que posea más cartas en la mano tiene la prerrogativa de interrumpir la secuencia de juego entre la vez un jugador y la de otro y jugar un impulso extra.

La combinación de anteponerse a los turnos de otros jugadores, y poder jugar 10-12 puntos de una sóla vez tiene un potencial terrible. Es posible organizar ofensivas con una movilidad y concentración de fuerzas desde varias direcciones como no se ve de otra forma más que en juegos sobre la 2ª Guerra Mundial. La única limitación la impone la regla del "desgaste", por la cual las fuerzas que mueven más de 4 espacios en un mismo impulso pueden sufrir bajas. Aún así, tener el derecho de "prevención" puede convertirse en un elemento importante de la partida. Francia comienza con este derecho en 1805, y a menudo lo mantiene durante buena parte del juego.

Con estos puntos fuertes, y siendo multijugador (porque siempre es más fácil encontrar contrincantes si somos 3 ó más) NW se ha convertido en el favorito de nuestro grupo de jugadores en los últimos dos años, en los que habre acumulado entre 15 y 20 partidas en total. Cuando se trataba de reunir un grupo de gente para pasar un buen rato, NW era nuestra opción tanto como para otros es el Risk, el Monopoly, o el Juego de Tronos.

No han faltado los buenos momentos en tantas partidas. Sin embargo, con la experiencia empezaron a aparecer fallos en el juego que me quitaban las ganas de volver a jugar. El problema que NW tenía con su abultado mazo de cartas ya lo dicutí en el post que mencionaba en las primeras líneas de esta entrada. Este contenía un error en la composición del mazo, que consiste en 20 cartas de 2s, 3s, 4s, 5s, y 6s (cada categoría). Ringard y yo nos juntamos una tarde y quitamos unas 24-28 del mazo. No incidiré más en este tema sino para referirme de nuevo al blog antigüo de Chris Farrell en el que aparece el razonamiento de por qué un CDG multijugador tiene que tener menos cartas que uno de dos jugadores, en lugar de más, como nos indicaría un razonamiento más superficial (más jugadores, más cartas,¿no?).

No obstante, la mayor parte de los problemas de NW se acumulaban en las condiciones de victoria. Básicamente, un jugador recibe 1 punto por cada espacio clave (una localización importante en el mapa) que controle por encima de las que le son natales, menos 1 punto por cada una de estas claves natales controlada por otra nación. También recibe un punto por cada aliado menor que tenga, de los que hay en total 4 (España, Suecia, Dinamarca, y Turquía). Finalmente, se añade también un punto por cada recurso que tenga su país. Un recurso es una opción de robar una carta del mazo, y se consiguen mediante algunos eventos, pero principalmente derrotando ejércitos enemigos y conquistando países.

Otro inconveniente muy grande lo presentaba el final súbito de partida. Imagino que los creadores del juego no acertaron en determinar unas condiciones de victoria súbita que fuesen equilibradas, y por ello las partidas-test que se jugaron debieron ser muy largas, agotando los 5 turnos completos sin que se decidiese nada hasta el final. Para apañarlo idearon la "tirada de paz" por la cual una partida se termina cuando sale un 6 en una tirada de dado al final de cada turno. Se pueden aplicar unos modificadores, y los jugadores tienen la posibilidad de pujar (sacrificando una carta) a favor o en contra de proseguir la guerra. Ni que decir tiene que quien este ganando tiene incentivos de sacrificar carta, mientras que quienes estén perdiendo tienen incentivos de sacrificar cartas para proseguir.

Conforme jugabamos no tardaron en aparecer las aberraciones. Básicamente, los jugadores tendían a ignorar las fuerzas principales del enemigo y gastaban sus recursos en adquirir aliados y claves fáciles de alcanzar. Así, cuando una alianza invadía Francia, lo habitual era pasar olímpicamente de Paris, que tenía un ejército de defensa, y echar una carrera contra los propios aliados para ver quien se apoderaba de más claves galas, como Marsella, Lyon, etc. Todo ello con la idea - bastante lógica, teniendo en cuenta las condiciones de fin de partida y victoria - de sentarse en las claves conquistadas (más bien, robadas) y esperar a que el dado determine el fin de la partida en ese turno.

La situación era absurda, puesto que en lugar de perseguir el objeto primario de la guerra, que era derrotar al enemigo (en este caso, Francia) cada uno perseguía objetivos triviales que, de todas formas, te daban la victoria de acuerdo con las reglas. Más absurdo era el hecho de que quitarle puntos al que estaba ganando a menudo no te beneficiaba a tí, sino a otro. Y es que si hay un empate en puntos entre dos jugadores, la victoria se otorga en orden inverso a la secuencia de juego. Así, Austria podía estar quitandole puntos a Francia, pero no conseguir la victoria para sí, sino para Prusia que no había hecho absolutamente nada en toda la partida. Que ganase precisamente el jugador que no había hecho nada... ¡qué injusto!.

La situación creada por el juego no sólo era absurda e injusta. Lo peor de todo es que era terriblemente aburrida. La mayor parte de los jugadores, incluso si llevaban a la potentísima Francia, hacían lo mínimo posible para llevar una ventaja por 1 punto y esperaban a que el dado diese fin a aquello. Las partidas se alargaban sin que nadie, ni siquiera un jugador con notable ventaja, hiciese más de lo estrictamente indispensable. O por el contrario, la partida se interrumpía en un turno en el que aún estaba todo abierto, y el ganador se decidía un poco por el azar de quién hubiera robado la última clave en el último momento.

En unaa partida en concreto, C_M llevaba a los ingleses y se desentendió bastante de sus aliados continentales, dedicandose a cerrar alianzas con todos los menores a los que pudo pillar. A sus aliados nos salvo el hecho de que el jugador francés fuera algo inepto, pero aún así no teníamos fuerza para finalizar la partida. La victoria se la llevo C_M por los 4 puntos que consiguió por alianzas, para lo cual incluso le tuvimos que convencer de que atacase París con su super-apilamiento de ingleses, turcos, suecos y prusianos. Mientras, Ringard y yo, que habíamos estado pegandonos con el francés la mayor parte del rato veíamos como uno que había estado viendo los toros desde la barrera se llevaba toda la gloria, precisamente por ver los toros desde la barrera. Lo peor de todo era que, a pesar de ir ganando, C_M no tenía ninguna prisa por acabar con la partida, para lo cual hubiera tenido que arriesgarse un poco.

Partida a partida, se han ido introduciendo reformas en el juego con el fin de mantener el interés en seguir llevandolo a la mesa. El mazo de cartas ha sido reducido, aunque en la última partida pude ver como habían retornado algunas cartas que pensé que jamás iba a volver a ver. Los aliados menores ahora dan como máximo 1 punto. Ringard ha ideado un ingenioso sistema de votación oculta por el cual cada jugador determina si va a arriesgar una carta para terminar o proseguir la partida. Se han manipulado un poco las condiciones de victoria para permitir una victoria conjunta contra Napoleon. Esto se supone elimina el correteo de los aliados por los rincones más ocultos de Francia, y su unión en la marcha sobre Paris, pero aún así hay jugadores que vuelven a las andadas.

Incluso después de todas estas correcciones, seguimos encontrando nuevos fallos. El último es España. Comienza 1805 aliada con Francia, y existe una carta "Dos de Mayo" que termina está alianza con Francia. Sin embargo, eso lo único que implica es que España se vuelve neutral. Eso quiere decir que el flanco sur de Francia queda cubierto, y en ocasiones esto es tan ventajoso (como cuando tienes una horda de enfurecidos británicos en la península) que yo hasta me planteo al mismo jugador francés jugando el evento. Tampoco es tan grave, puesto que yo mismo he visto a España retornar al bando imperial tras el "2 de Mayo". Últimamente, Ringard y yo nos hemos estado planteando formas de hacer de España verdaderamente una úlcera del Ejército Imperial.

Mirando hacía atrás, me sorprende un poco la tremenda cantidad de fallos que tiene este juego, que lleva años en el mercado, aunque la verdad sin tanto éxito como otros CDGs y multijugadores. Por algo será. Al final, el mejor indicador acerca de si un juego es bueno o no lo da el mercado, porque lo que es en BGG, en blogs y en las revistas es díficil, sino imposible, hallar una crítica algo negativa, algo justa.

¿Dejaré de jugar a NW?. No creo. Durante estos dos años el juego ha cubierto un nicho en nuestro grupo de juego que ningún otro título podía ocupar. Ahora estoy pendiente de la llegada próxima de otros dos títulos (Sword of Rome y Here I Stand) que también son CDGs multijugador. Ambos le pueden hacer sombra a Napoleon, pero no creo que le hagan desaparecer totalmente. La última partida reveló a todos los participantes que incluso después de tantas vueltas que hemos dado al juego, quedaban todavía aspectos del mismo por explorar.

sábado, 16 de octubre de 2010

Huelgas, mentiras, y Reformas Laborales


Después de haber realizado una purga de sinceridad, me siento con el suficiente ánimo como para poder emitir una opinión aquí sobre los eventos de los últimos meses: la reforma laboral y la consiguiente huelga. Más que un artículo estructurado, lo que sigue son apuntes de opinión sobre aspectos de lo sucedido. Cosas que me han llamado la atención.

Lo más llamativo ha sido la insistencia, por parte de todos los miembros del Consejo de Ministros, en que la reforma laboral propuesta va a aumentar la creación de puestos de trabajo. Ha sido una insistencia machacona, persistente. Una y otra vez, en cada aparición pública, un ministro u otro han repetido que esta reforma va a crear más empleo, más empleo, más empleo. Una insistencia tal únicamente la ha tenido el actual gobierno cuando se encontraba negociando con E.T.A., que no era negociación con E.T.A., sino "proceso de paz". Jamás dijeron "negociación", en lugar de ello siempre "proceso de paz". Parecía como si tuvieran vergüenza de llamar a las cosas por su nombre, y es inevitable pensar lo mismo ahora de la "reforma que va a crear empleo". "No estamos seguros de que esto vaya a funcionar", o "esta reforma no sirve en verdad para nada" puede que fueran frases más honestas. Pero nuestros políticos están a años luz de reconocer errores, y el público español se encuentra a muchos parsecs de distancia de votar a políticos honestos en lugar de a aquellos que cuentan las mentiras que desean oir.

Lo que más me hace dudar de la eficacia de la reforma es la insistencia que desde el exterior - en particular desde el FMI - se ha recibido para su introducción aquí. No voy a poner en duda la solidaridad entre países - por inexistente que sea en la practica - ni que haya un interés egoísta por salvar la economía de nuestro país, interés que tienen inversores extranjeros con inversiones en nuestro suelo. Mas para estas instituciones y países el interés en el bienestar del pueblo español está subordinado a índices económicos, como el PIB, que la presente crisis económica ha revelado como totalmente ineficaces para reflejar la realidad económica de un país.

No sólo eso. Puede que el Gobierno de España se haya mostrado inepto a la hora de preveer la crisis, en darse cuenta de que estaba sucediendo, y en actuar contra ella. Pero la verdad es que muchos de los organismos e instituciones que, desde un pedestal de moralidad económica, exigen reforma laboral a España se han mostrado igualmente inútiles a la hora de predecir una crisis a nivel mundial... ¡cuando la previsión de tales fluctuaciones es precisamente su función principal!. Me refiero de manera específica al FMI y a las agencias de valoración de riesgos, esas que te ponen una puntuación AA+ ó BBB, o como sea. Estas últimas, en particular, dieron el visto bueno (muchas A´s y muchos "pluses") a aquellos fondos de inversión en deuda bancaria americana que han sido los responsables principales de que la crisis económica y financiera americana sea una crisis a nivel mundial, por el contagio de dichos fondos. Todavía me pregunto: si sus valoraciones eran tan incorrectas entonces, ¿qué las ha hecho mejores ahora?. Dentro de muchos bancos - en el mundo, que no en España - se ha hecho limpieza de directivos. No he oído por ningún lado que la escoba haya pasado también por estas agencias.

Respecto al FMI, me remito únicamente a la experiencia de decenios de muchos países, sobre todo en Latinoamérica, donde los "consejos" y "recomendaciones" de dicha institución no han traído la prosperidad prometida, y sí fuertes desigualdades y desordenes sociales. ¿Pero que sabra el FMI de esto?. Para ellos el PIB es un indicador más que suficiente.

Sin embargo, lo que más me convence de que la inutilidad de la Reforma Laboral es mi experiencia laboral personal. Desde mi puesto de trabajo en el escalafón más bajo del sistema financiero de este país puedo deciros que la razón por la que los empresarios de este país echan a la gente a la calle no tiene nada que ver con "el costo del despido". Rebajar lo que cuesta echar a la calle a un currito no va a hacer que las empresas contraten más gente. Las empresas echan a gente y no contratan a más porque los bancos y cajas de ahorro les hemos cerrado el grifo de la financiación. No les damos más dinero. Sin dinero, no pueden pagar a curritos, ni a proveedores. Estos últimos se ven obligados, entonces, a echar a su vez a gente a la calle y a recortar sus pagos a sus propios proveedores. Y estos replican el proceso, por necesidad. Es una cadena de transmisión que difunde el efecto de la falta de financiación por toda la economía, y que comenzó por el sector de la construcción, que fue el primero en perder la confianza de los bancos y la financiación. Pero eso ya lo comenté en otra ocasión.

Si la Reforma Laboral no va a crear empleo, por lo menos ahora que lo necesitamos, ¿a qué fin sirve?. Yo mismo estuve rompiendome la cabeza con la idea. No entendía porque se pretendía aprobar una reforma cuya utilidad no conseguía ver por más vueltas que le diese... hasta que me dí cuenta de que la respuesta se encontraba en dar la vuelta a todo el concepto. La Reforma se ha presentado una y otra vez como "causa", "motor" o "impulsor" de la "creación de empleo". Yo pienso que lo más correcto es decir que la Reforma no es "causa" de nada, sino una "consecuencia".

Francamente, una Reforma Laboral que reduce los derechos y prestaciones de los trabajadores no es causa de ninguna creación de empleo, sino un indicador de que estos derechos o prestaciones están empeorando. Si las condiciones laborales de nuestro país se parecen cada vez más a las de Ucrania o Indonesia y menos a las de Alemania o Cánada, ¿estamos progresando realmente?. ¿O más bien vamos hacia atrás?.

Y es consecuencia del desastre en el que se encuentra este país. Este desastre no sólo es económico, sino también institucional. De hecho es posible que sea más institucional que económico, puesto que las instituciones que deberían evitarnos el mal trago parece que no han hecho otra cosa que precipitarnos en el abismo. Hay para todos los niveles del Estado, pero pienso en especial en muchos de nuestros Excelentísimos Ayuntamientos, y en la corrupción generalizada que en ellos se encuentra. Prueba de ello ha sido que, durante este verano, el acabado sector de la construcción de este país ha propuesto que se ceda parte del IRPF a los ayuntamientos. Nuestros magnanimos constructores, benefactores de la población, creadores de empleo y filantropos de pro no tienen ninguna duda de en que manos acabaría ese dinero. Yo tampoco.

El resultado es que nuestro país se encuentra en una situación de extrema debilidad, en medio de la cual una institución tan desprestigiada como el FMI puede dictarnos condiciones.

¿Se puede hacer algo para evitarlo?. En Francia llevan años perdiendo productividad, uno de los indicadores por los que se nos mide internacionalmente a los españoles, y estos últimos meses están viendo una combatividad por parte de sectores de la población que parece augurar cierto éxito. Por un lado se trata de persistencia. No una huelga general, sino siete (u ocho, yo ya he perdido la cuenta). Y lo último ha sido un bloqueo de refinerías petrolíferas que revela un pensamiento estratégico brillante. Esa gente si que sabe como meter presión a un gobierno. Otras movilizaciones con los mismos ingredientes (persistencia y concentración en sectores estratégicos) hace unos años obligaron al gobierno francés a dar marcha atrás en otra "reforma". La "reforma" de ahora consiste principalmente en un retraso de la edad de jubilación. Como en nuestro caso, se llama "reforma" a lo que es una reducción de prestaciones y derechos.

¿Y aquí?. La ineptitud insitucional de siempre. Y no me refiero sólo al Gobierno. La CEOE tiene un severo problema de liderazgo. Y nuestros sindicatos salen perdiendo cuando comparamos su actuación con la que tiene lugar en Francia. En primer lugar la falta de persistencia. Una única huelga general, y ya está. También llama la atención la fecha de convocatoria de la huelga. La aprobación del decreto-ley (¡cómo no!) de la Reforma en el Consejo de Ministros tuvo lugar a comienzos del verano, pero la huelga se ha convocado para cuando la temporada estival está bien terminada. Para ser un grave ataque a los derechos de los trabajadores, la reacción de los sindicatos a la Reforma no ha tenido nada de urgente. Creo que todos hemos pensado en que los buenos de los sindicalistas querían esperar a acabar sus vacaciones de verano, y a que sus hijos estuvieran en las escuelas para tener algo de tiempo libre que dedicar a esto de la huelga.

Pero el retraso en la convocatoria de huelga ha sido mucho mayor que sólo un par de meses. Si esta huelga se hubiera convocado hace 2 años, cuando 2 millones de personas estaban comenzando a perder sus puestos de empleo, los sindicatos hubieran podido contar con 2 millones de respaldos más en su movilización. Era gente que no tenía nada que perder, puesto que sus puestos de trabajo estaban en juego. En cambio, lo de ahora ha sido bastante rídiculo. Casi la única movilización que han podido conseguir los sindicatos la han logrado por intimidación. Y lo cierto es que incluso intimidando se encuentran en desventaja, ya que la mayoría de los que todavía mantenemos nuestro puesto de trabajo nos encontramos más intimidados por los jefes que por cuatro tíos con palos y pancartas.

En resumén, que está huelga general ha tenido bastante de paripé, de mero trámite. Parece que unos sindicatos sin ánimo real de lucha han cumplido con su ceremonia de protesta y retornan al apaciguamiento de siempre.

Y es que los parados son precisamente la parte de la masa laboral a quién no representan los sindicatos. De hecho, y si tenemos en cuenta el importante número de parados extranjeros (millón y medio, según creo) que no pueden votar, se puede decir que a los parados no les representa nadie en niguna institución con poder efectivo en este país. No los representan ni el gobierno, ni los sindicatos, ni ningún partido político. Ahora mismo se han convertido en una molestia, por la carga que sus prestaciones supone para el déficit público. No puedo evitar preocuparme. ¿Estaremos asistiendo a la creación de una clase baja de mayoría extranjera condenada a residir para siempre en ghettos?. Me pongo a pensar en algunos barrios de Francia y Estados Unidos, y los veo formandose en este país.

No voy a despedirme sin antes emitir una voz de esperanza: mi sugerencia de solución, de salida de esta crisis. Si la causa principal de la perdida de empleo se encuentra en la falta de financiación de las empresas por parte de las instituciones financieras, que no pueden asumir el riesgo, entonces tendría que ser el Estado - que no puede quebrar como sí lo hace un banco - quién asuma el riesgo y financie a las empresas privadas, que crean empleo de manera más efectiva que cualquier organismo público.

Naturalmente, no estoy planteando financiar sin medida a todas las empresas. Se tendría que hacer cierta selección. La construcción tendría prácticamente vetada la financiación. Se trata de no repetir errores. Se pueden financiar empresas en sectores elegidos estratégicamente para promover una reforma de la estructura productiva del país, encauzandola a sectores más modernos y competitivos. Otro requisito que tendrían que cumplir las empresas que optasen a la financiación sería tener al día su contabilidad y la aceptación de una auditoría de sus cuentas, para ponerlas al día con Hacienda. Se hace imprescindible sacar a la luz ese 16-25% de economía sumergida que en este país se nutre de los beneficios que el Gasto Público hace, por ejemplo, en infraestructuras, pero sin aportar un duro a ese bienestar. Creo que es razonable pedir a muchas empresas que paguen lo que han escamoteado como llave para su propia supervivencia.

Nada de esto saldría gratis. Las medidas que he sugerido arriba requerirían un incremento enorme del déficit público. Incrementar el endeudamiento del Estado ahora que los ingresos por impuestos (a pesar de incrementarse las tasas de los mismos) caen por el bajo nivel de actividad parece suicida, y tiene muchos detractores. Pero la verdad es que es justo lo que más hace falta ahora mismo. El Estado puede asumir un nivel de endeudamiento a corto plazo mucho mayor del que muchos (el propio gobierno, la oposición, el FMI y la Unión Europea) parecen creer. Y ese endeudamiento es tanto más asumible cuando se dedica a medidas que realmente hacen recuperar la actividad empresarial y generar empleo, incrementando con ello los ingresos por impuestos. Con los ingresos incrementados el déficit, al final no sería tan grande.

jueves, 7 de octubre de 2010

Los Pilares de la Mierda

Dicen las malas lenguas que Donald Sutherland perdía la cabeza por ser aceptado en el casting

Esta no es una entrada normal de este blog. Es la primera entrada de toda una serie en este blog. Es la primera entrada de "Series TV que no he visto". En esta serie, en un ejercicio de dogmatismo sin par, me propongo poner a parir series de TV que - la verdad sea dicha - no he visto.

El sentido común le dice a cualquiera que, para hacer una crítica de una serie, una película, o un libro primero hay que haber visto la serie o película, o haber leído el libro. A primera vista, parece lógico. ¿Cómo se puede emitir una opinión acerca de algo o alguien sin haberlo conocido antes?.

Para mí, este criterio no cuenta siempre. Si la película, serie o libro son una mierda como una catedral, verlos o leerlos para poder emitir una opinión sobre ellos es hacer el gilipollas. Es como decir que tendríamos que probar la mierda antes de emitir una opinión negativa sobre la misma como alimento. Francamente, no necesito probar la mierda para saber que no me va a gustar. No tengo previsto, haciendo pleno uso de mis facultades,comer mierda tanto en el sentido literal como en el figurado. Creo que este punto de vista mío ya lo he dejado claro en anteriores comentarios míos sobre algunos juegos de mesa a los que reconozco que no he jugado.

Mi opinión es dogmática y subjetiva. Pero por lo menos tengo un criterio, que acabo de explicar. Y, sinceramente, mi opinión siempre es mejor que la de cualquier sujeto que conozco. Y al decir esto, soy más dogmático y subjetivo, pero lo cierto es que no necesito conocer la mierda de opiniones de los demás.

La primera serie en caer es "Los Pilares de la Tierra". Lanzada a bombo y platillo por el canal Cuatro, esta serie lo tenía todo para ganar: un "casting" con algunos buenos actores, una aparente riqueza de medios que se ve en la ambientación de la época medieval, la propia campaña publicitaria de la cadena y - lo mejor de todo - que es una adaptación de una (sino la) novela de mayor éxito de los últimos decenios. Es cojonudo, no sólo tienes los actores y mucha pasta, sino también un guión de puta madre practicamente hecho. Esto es lo más díficil. Cuando se tiene todo, y más horas de metraje que con una película, ¿en que la puedes cagar?.

Ahora bien. Siendo está una de las "series TV que no he visto" he de confesar que sí he visto un capítulo de esta serie. En concreto la segunda emisión de la serie en Cuatro. Algunos diréis que comienzo la serie con una mentira, pero permitidme que concrete que, ver un capítulo o dos de la serie no es haber visto la serie. Ver una serie es verla entera. Yo no he visto entera esta serie, luego es una serie TV que no he visto.

Volviendo a los Pilares de la Tierra, la mayor parte de lo que ví me gusto. Estaba bien, a pesar de que Cuatro estuviera decidida a rentabilizar su autopromoción tajando el capítulo con bloques publicitarios. Había malos muy malos, y algo estúpidos, y buenos muy buenos, listos e ingeniosos. La historia era algo maniquea, pero eso forma parte de la diversión. Uno sufre con los buenos, se pone de su lado, y odia a los malos. Es una forma que muchas historias similares tienen de involucrar personalmente al espectador o lector. Es algo pueril, pero no tengo nada en contra. Yo mismo caigo prendado de argumentos así muchas veces... si están bien hechos.

Lo que ví, básicamente, era una Inglaterra medieval algo ficticia. Un rey - Esteban - está librando una guerra civil con otros pretendientes al trono que ha adquirido mediante malas artes (asesino al rey anterior, tengo entendido). El capítulo comienza haciendo ejecutar a un noble pese a las apelaciones de la hija y el hijo de éste. Tras burlarse de él, Esteban invita al joven a adquirir armas y un caballo y unirse a su ejército para recuperar la estima real. A lo largo del capítulo, el joven aspirante a caballero y su hermana se dedican a realizar transacciones comerciales con lana (una actividad totalmente indigna para dos descendientes de la nobleza) a fin de poder costearse el equipo para la guerra.

Durante el capítulo suceden bastantes más cosas, con muchos más personajes, pero llegado un momento, Esteban visita la construcción de una catedral, que es el eje principal de la historia. Durante la visita el deshonroso rey tiene un ataque de epilepsia, o algo parecido, tras recibir noticias de una derrota catastrófica en la guerra civil. Corte publicitario.

Termina la publicidad. Sale la imagen de una batalla en un castillo, y debajo, una línea nos advierte "Castillo de Nosédónde. Cuatro años más tarde". Los que habían ganado la batalla decisiva antes de la publicidad ahora están acorralados. ¿Cómo?. No se explica. El jovén patán aspirante a caballero ahora es un guerrero "misterioso" (va enmascarado, en una burda copia del Guerrero del Antifaz) que reparte mamporros como nadie, le falta un cacho de oreja, y el rey Esteban le quiere mucho, mucho. ¿Cómo es posible que el astuto rey Esteban, que asesino para llegar al trono, acoja en su corte a un joven armado cuyo padre mando ejecutar, y encima le colme de honores?. ¿Cómo perdió el trozo de oreja?. No se explica. Yo, antes de la publicidad no me hubiera esperado algo así. No sólo eso. Su hermana, que iba vestida con harapos antes de la publicidad, y era tan denostada como su hermano, se ha convertido en un hermosisíma joven, lujosamente vestida, y además tiene pasta por un tubo. ¿Cómo ha conseguido juntar ella sóla tanto dinero, cuando en toda la hora anterior de serie su hermano y ella lo pasaban putas para juntar cuatro monedas?. No tengo ni idea. Invertiría en Terras y vendió justo antes de que bajasen en Bolsa. Tampoco me explico como ella ha conseguido la aceptación en la corte si el origen de su riqueza no es la propiedad y las rentas de tierras - la única forma de riqueza reconocida como tal por la nobleza - sino el comercio de lana, actividad digna sólo de mercaderes plebeyos. ¿O esta serie (y la novela en la que se supone está basada) no recrean fielmente la Edad Media?.

En fin, que vuelvo de mear mientras echan la publicidad y una historia que transcurría con orden, sentido, y emoción de repente cambia radicalmente sin explicación alguna. Muchas preguntas y ninguna respuesta. Tan sólo un "Cuatro años más tarde". ¡Tocate los cojones!.

No me quejo del cambio radical en la historia. Todas las preguntas que he planteado, y muchas más, seguramente quedan bien explicadas en la novela. Pero el caso es que yo no me he leído la novela, y no se puede esperar que este obligado a hacerlo para poder entender la serie si se hacen las cosas bien. Sencillamente, es criminal que el guionista, director o productor de turno hagan una adaptación tan torticera en la que se sigue más o menos el libro pero dejando demasiadas cosas sueltas o saltandote eventos importantes. Los saltos en el tiempo son tanto más criminales en cuanto en una serie como está se tiene más metraje que en muchas películas también basadas en libros.

El meollo de todo el asunto es que en toda adaptación cinematográfica de una novela algunas cosas se han de quedar fuera. No es sólo la limitación de tiempo (metraje) que tiene el productor o director, sino más bien la propia estructura del medio a través del cual se transmite la historia. Una libro permite más licencias. Dar explicaciones más largas y complejas a eventos y personajes. Puede jugar con el orden temporal de la narración con mucha más facilidad que una serie o película (aunque hay películas que juegan muy bien con esto, como "Memento"). Una película o serie no se pueden permitir dejar la imagen congelada durante media hora mientras una voz en "off" va explicando con pelos y señales lo que acaba de suceder, sus orígenes, y sus consecuencias. En un libro, esto es posible (aunque si el autor abusa de la técnica, la obra se convierte en un tostón insufrible).

Los directores y productores que entienden bien esto saben que no tiene sentido pasar literalmente la novela a escenas fílmicas, tras haber cortado algunas escenas por falta de metraje. En vezde esto se hace una adaptación. Y esto quiere decir que se hace una película reescribiendo el guión desde cero. Las ideas son las de la novela, pero si se hacen las cosas bien, no se traslada el libro a imagenes. En vez de eso, se reinventa. De esta manera la película o serie mantienen una estructura coherente dentro de sí mismas, sin cortes o cabos sueltos que resultarían de tomar la historia de otra parte sin cambiar la estructura pero quitando cosas por motivos (económicos de producción) que nada tienen que ver con la narración.

Hay buenos y malos ejemplos de esto. "Apocalipsis Now" es una adaptación de "El Corazon de las Tinieblas" de Joseph Conrad, pero es tan libre como para haber cobrado vida propia y haberse convertido en una leyenda del cine en sí misma. Hay una adaptación más literal, con Tim Roth y John Malkovich, de la que creo que casi nadie ha oido hablar. En Alatriste se empeñaron en meter 4 libros en una sola película, y el resultado tenía necesariamente tantos saltos en el tiempo y en el argumento que este da una impresión confusa. Solo tiene sentido si te has leido (y porque te has leido) los libros. De la saga Milenium he leido la primera novela y he visto su versión fílmica. En esta última han hecho unos cuantos cambios, y el resultado es una películar policíaca bien hecha, mientras el libro es un coñazo sobre todo en las 100 últimas páginas, que la película resuelve en breves minutos con eficacia. "El paciente inglés", ganadora de varios Oscar, dicen que tiene poco que ver en el desarrollo de la historia con la novela en la que se basa, aunque toma sus ideas, sus personajes, y logra transmitir sensaciones similares. La adaptación de "El Señor de los Anillos" de Peter Jackson no me gusta, aunque por otras razones, mas he de reconocer que si se tiene en cuenta la historia independientemente del libro, el resultado es bastante aceptable.

Y es que, cuando se quiere evaluar - y criticar - una adaptación de estas. Lo mejor es ignorar totalmente la novela y concentrarse en como transcurre la historia que tenemos delante, sin compararla con su fuente. Esta es la base de una crítica objetiva de una adaptación.

En resumen, a la hora de hacer una adaptación a formato audiovisual de una novela, el camino hacia el éxito pasa precisamente en olvidarse de la novela y concentrarse en hacer una buena película o serie.

Los Pilares de la Tierra me ofrecieron una prueba evidente de que se han saltado esta norma, y la historia que uno ve en la pantalla se resiente por ello. Hay tanto empeño (tal vez, respeto) por trasladar sin cambios la novela a formato audiovisual que, cuando finalmente hay que hacer sacrificios a las limitaciones del medio, la historia que contemplamos sufre y se queda coja.

Hace muchos, muchos años, cuando uno seguía semana a semana una serie con fidelidad, hubiera visto "Pilares de la Tierra" hasta el final, perdonandole sus defectos. Sin embargo, ahora, cuando es posible descargarte capítulos más rapidamente que la velocidad a la que puedes verlos, se impone tener un criterio y elegir. Mi tiempo es valioso, y las series son muchas, y sólo puedo dedicar parte del mismo a ver unas pocas: las mejores. Esto es aún más cierto cuando además te saturan de publicidad. Pilares de la Tierra no es una mala serie, pero no es buena ni de lejos.

En mi próxima entrega de "Series TV que no he visto" os hablaré de "Sexo en Nueva York" (Sex and the City). Una serie que trata acerca de una vieja furcia y sus tres hijas.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Huelga de Miedo

Cuando tenía 15 años y estaba en el instituto, cometí un error. Dí un paso adelante, me presenté voluntario y salí elegido delegado de curso. Es uno de los episodios oscuros de mi vida, y al mismo tiempo de los más instructivos. En una ocasión mientras era delegado, leí en voz alta en el aula un anuncio de convocatoria de huelga de estudiantes al comienzo de la clase. Fue algo bastante usual durante ese curso. Lo especial de esta ocasión fue que, acabada la proclama y cuando ya me disponía a sentarme en mi silla, algunos compañeros me preguntaron si iba a tomar parte en la huelga recién anunciada.

Me quedé parado un momento. Mi mente se rebelaba. Tenía pensado tomar parte en la huelga, porque eso era lo que todo el mundo hacía: fumarse un día de clase. Pero al ser preguntado en público, me rebele. "¿Qué les importaba a ellos lo que iba a hacer? ¿Es que no tenían opinión propia?". Algo así se me paso por la cabeza, y durante unos minutos estuve forcejeando verbalmente con cada vez más y más compañeros de curso para no decirles lo que iba a hacer, porque era asunto mío y no me daba la real gana decirselo. Estoy casi seguro que el objeto inicial de la pregunta era disminuir el tiempo de clase haciendome hablar en público - ese curso estaba plagado de tácticas como esa, por las que una minoría que no deseaba estar allí hacía todo lo posible por reventar las clases la mayor cantidad de tiempo posible - pero al final el propósito final de las cada vez más insistentes preguntas era determinar que no fuera a haber ningún esquirol (yo) que provocase que les añadiesen una falta de asistencia el día de la huelga.

Las preguntas no sólo eran cada vez más insistentes, sino incluso algo violentas, y mis compañeros de clase no estaban dispuestos a dejar la conversación hasta que admitíese pública y abiertamente que iba a hacer huelga. Al final, cedí. Estaba algo asustado. Como querían algunos de mis compañeros, supongo. Había intentado argumentar que la decisión de ir a la huelga se la tenía que plantear cada uno por su cuenta, como un adulto. Pero mi audiencia no iba a prestar oídos a otra cosa que no fuera un "sí voy". La reacción que hubiera obtenido por cualquier otra respuesta, sólo puedo imaginarmela.

Años más tarde en la universidad, en primero de carrera, ví como el delegado de mi curso se generó, sin comerlo ni beberlo, la misma situación ante otro anuncio de huelga. Me sorprendió un poco, porque pensaba que el ambiente y las ideas en las aulas (masivas y masificadas) de la universidad serían más abiertas que en un instituto atestado de adolescentes sin ganas de estudiar. Me equivocaba, la presión de la masa era la misma.

Gracias a estas experiencias, entre otras en particular, y al sistema educativo nacional, en general, he conseguido ser educado en la lección de que no hay que destacar, ni comportarse de manera diferente a la mayoría. Hay que ser un cobarde y seguir el rebaño. Por esa razón, por cobardía, secundé las huelgas en mis tiempos de estudiante.

Ahora que soy adulto no voy a tomar parte en la huelga del próximo día 29 de septiembre. Y la razón de ello es la misma que tenía para hacer huelga cuando era estudiante: soy un cobarde. La mayor parte de mi entorno laboral no va a secundar la huelga, luego yo, para no destacar, no llamar la atención, voy a hacer lo mismo que la mayoría.

Sería bonito deciros que voy a hacer o no hacer huelga por alguna razón bien fundada, lógica, egoísta o altruista. La reforma laboral me parece un abuso, también estoy en desacuerdo con los sindicatos por la forma y la fecha de la convocatoria, y por otras cosas. Mi trabajo es estable, estoy bien pagado, tengo un buen horario, no me presionan mucho. Tengo razones egoístas para no hacer huelga. Pero realmente es el miedo a destacar en mi entorno lo que me impulsa. Soy así de miserable.

Lo único que puedo decir en mi defensa es que no soy ningún hipócrita. No voy a aducir ninguna excusa bien fundada. En este medio, en este blog, sólo puedo ser sincero, sólo puedo ser yo mismo.

La generación que compartió aula conmigo en el instituto es la que ahora lleva el país desde sus puestos de trabajo, y algunos de ellos sin trabajo. Algunos estarán haciendo sus pinitos en el mundo de la política y en el futuro llevarán las riendas del país. Pero al final, las reglas del juego son las que se pusieron cuando tenía 15 años. Hacer lo que la mayoría hace, por miedo.

En la convocatoria anterior, la que se hizo durante el gobierno de Aznar, había bonanza económica, y nadie tenía miedo de perder su puesto de trabajo. La huelga fue secundada, por las razones que fueran (incluido el miedo a ver empeorar las condiciones laborales).

Hoy en día, el paro es elevado. Echan gente a la calle a tu alrededor todos los días. Hay miedo de ser el siguiente. Quienes sujetan el palo del miedo ahora no son los sindicatos, sino las empresas. Los periódicos hablan de "problemas de movilización". Yo leo que para movilizar a alguien en este país, hay que apelar al miedo. En nuestro caso, en particular, hemos decidido no hacer huelga... a menos que un piquete nos atemorice lo suficiente.

Los piquetes pueden ser moralmente reprobables, pero como ya he dicho, si se quiere movilizar a alguien aquí, en este país, hay que apelar al miedo.

Y así nos va.