sábado, 29 de diciembre de 2012

El Hobbit no es El Hobbit

Este último fin de semana del año 2012 he ido con unos amigos al cine a ver la película "El Hobbit: Un Viaje Inesperado". 

Ha estado bien. Han venido dos amigos que se prodigan poco por aquí. También habían pasado muchos años desde la última vez que fuimos en grupo al cine. Ya era divertido meramente por el hecho de estar todos allí. 

Pero claro, si escribo aquí no es para aburriros con mis relaciones personales, sino para plasmar mi opinión sobre la película, ahora que la tengo tan reciente en mi memoria.

La vimos en 3D. La calidad de la imagen era excelente, y en general se puede decir sin temor a equivocarse que el aspecto técnico está muy bien hecho.

La película en sí no recoge la totalidad de la historia de "El Hobbit". Por lo que parece se pretende rodar una trilogía de películas basada en esta historia. Esta primera película en particular termina con el encuentro con las águilas.

La duración del filme es larga: casi 3 horas. A mi me parece que al Peter Jackson este le gustan los metrajes largos. También puede ser que, disponiendo de un presupuesto grande, este director tenga tendencia a estirar la historia todo lo que se pueda. Asimismo, es posible que se trate de una decisión de producción. Si la película está pensada ante todo para cosechar su mayor éxito en cines, ofrecer una película más larga es una forma de compensar a los que pagamos entradas cada vez más caras por una butaca.

Para lograr una duración tan larga para lo que es tan sólo una tercera parte de la adaptación de un libro de como mucho 200 páginas la narración de la historia se hace, por un lado, con gran fidelidad a la novela. En principio sigue la historia original casi al pie de la letra - salvo por el encuentro con los trolls, que tiene un transcurso diferente -. La película incluso recoge las canciones de los enanos, trasgos, y demás criaturas. Algo que, afortunadamente, nos habían ahorrado en la adaptación fílmica de "El Señor de los Anillos".

Las escenas de acción también sirven para incrementar la duración de la película. Lo que en el libro se resuelve con dos líneas en la pantalla ocupa varios minutos bastante entretenidos. Las escenas de combate se han convertido para mí en otra de las marcas de fábrica de Peter Jackson, hasta el punto en el que "El Señor de los Anillos" tenía combates que no aparecían en el libro, y este también es el caso en esta película en al menos una ocasión. La persecución por la guarida de los trasgos no tiene perdida.

Vimos la película doblada al castellano, y por ello no puedo determinar si la crucial escena de las adivinanzas está bien hecha o no. Decir "¡Tiempo!" o "¿Qué tengo en el bolsillo?" tiene diferentes significados dependiendo de la entonación. La entonación en español no me cuadraba, pero a lo mejor en la versión original está bien hecho. Espero.

Por otra parte, el principal factor que añade tiempo a la película son varias líneas argumentales extras. Al comienzo de la película, un Bilbo ya mayor nos dice que va a contarnos la historia "entera y auténtica" (o algo así). Es Peter Jackson quien nos habla diciéndonos que se va tomar ciertas libertades al contarnos la historia.

Hay cosas que no están mal, como el relato inicial que da cierto trasfondo acerca de la historia de Thorin y los enanos.

Otra línea argumental es la de Azok, el orco albino. En la novela original creo que tan sólo aparece mencionado por su nombre. En la película es la nemesis de los protagonistas desde la media hora de film. No me gusta su personaje porque los aventureros ya tienen suficientes problemas como para además echarles encima a un perseguidor rabioso. Creo que la única función que cumple es dar a los espectadores un malvado en el que concentrar la atención porque el auténtico villano de la historia no saldrá, previsiblemente, hasta la última película de la trilogía.

La línea argumental extra que más tiempo añade al filme es todo el trasfondo que vincula esta historia con la de "El Señor de los Anillos" y su épica lucha entre el bien y el mal supremos. Aparecen personajes de alto nivel, y se nos narran sus tribulaciones en el marco del ya mencionado conflicto que constituye la auténtica razón de ser para todo el mundo de la Tierra Media.

Esto a mí, personalmente, me desagradó. En la novela original esta vinculación con eventos más importantes no aparece. Los protagonistas - excepto Gandalf - son alegremente ignorantes de otros eventos más grandiosos y sombríos que pueden estar cociéndose a su alrededor. Tolkien dejaba que la relación entre los "pequeños actos heroicos" y esos eventos grandiosos la hiciese el propio lector de sus obras, estableciendo una especie de complicidad entre autor y lectores. De esta forma también se puede concentrar en contar la historia del Viaje Inesperado sin andarse mucho por las ramas, lo que el lector agradece en términos de ritmo y longitud de la narración.

Entiendo perfectamente que Peter Jackson ha tenido que hacer su trabajo dirigido al Gran Público, el cual muy posiblemente piense que Tolkien sea un modelo de estantería de Ikea. Entiendo también que tanto el señor Jackson como los productores del filme deseen crear sinergias con la trilogía de "El Señor de los Anillos" para que los que hayan visto aquella vean esta y viceversa, y así hacer más caja. Por estas dos razones me parece lógico que en esta película se quiera poner todo blanco y en botella para que el que no sepa nada lo pueda entender todo.

Pero no me ha gustado el resultado. Principalmente porque se le da a la historia una dimensión que no tenía originalmente: la de la guerra épica entre el bien y el mal. Puede parecer una chorrada, pero a la narración de una historia le pasa lo mismo que a la palabra "hijoputa": el tonillo es lo más importante.

"El Hobbit" era una novela de aventuras sin más pretensiones. La película es la enésima narración de la perenne lucha entre los buenos y los malos. El tono es totalmente diferente entre una y otra, y por ello no puedo decir que "El Hobbit" versión película sea "El Hobbit" versión novela.

¿Quiere esto decir que "El Hobbit: Un Viaje Inesperado" sea una mala película?. En absoluto. Posiblemente, yo fui al cine con mis expectativas basadas en el libro, y cuando estas no se han cumplido me ha sobrevenido cierta decepción. Sin embargo, para personas que no estén familiarizadas con la historia previa ni posterior de la Tierra Media, ver una película dónde te dejan las cosas claritas es un alivio.

De todas formas ello se ha conseguido incrementando la duración de la película, de manera que la narración de la misma a veces se va por las ramas explicando cosas que no corresponden (aunque si tengan que ver) con la trama auténtica: el viaje de 13 enanos y un hobbit hacia la guarida de un dragón. Para que os hagáis una idea, es como si en "Salvar al soldado Ryan" hubieran añadido una hora más de metraje mostrando las cuitas y discusiones en el cuartel general de Eisenhower acerca de si lanzaban o no la invasión, en que playas, etc.

Lo que más lamento es que de esta forma se rompe esa relación cómplice entre lector y escritor de la que he hablado más arriba. Ya no hay cosas que se dan por supuesto, y que no es preciso expresar con palabras (o imágenes, en el caso de una película). Ahora se cuenta todo porque se intenta llegar con la historia a todo el mundo, y al hacerlo, la relación entre creador y espectador en la historia ya no es tan especial, porque depende de un sobreentendimiento, sino meramente técnica, depende de las habilidades y medios técnicos puestos al servicio de la historia.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Kickstarter: a patadas

En un país multicolor había una vez un hombre llamado Bowen Simmons. El señor Simmons tenía una idea para un juego de guerra y, ni corto ni perezoso, fundó una empresa llamada Simmons Games y se dedicó a publicar el juego por sus propios medios. El resultado fue Bonaparte en Marengo.
No he jugado a este juego, pero en su momento tuvo cierta repercusión. Estéticamente es bastante llamativo, y las mecánicas por las que funciona parecen sencillas.

Aparentemente estimulado por el éxito, y con la cabeza llena de ideas, nuestro amigo Bowen se lanzó a producir otro juego con idéntico protagonista - Napoleón Bonaparte - similar al juego anterior y que esta vez recreaba la batalla de Austerlitz. El resultado esta vez se llamó El Triunfo de Napoleón.

Tampoco he jugado, pero parece indudable que este segundo lanzamiento de Simmons Games resultó ser todo un éxito. Predominan las críticas favorables aún pasados años desde su publicación. 

Al propio éxito del juego se añade el Diario de Diseño que el propio creador publicaba en la página de su empresa con información del progreso de su trabajo con este juego y los motivos que había tras algunas de las decisiones que iba tomando. El propio diario es una lectura recomendada para todo aquel que desee lanzarse a diseñar un juego. Muchas de las entradas son largas y están cargadas de reflexiones profundas y bien estructuradas. Fue una hábil jugada comercial por parte de Simmons. A pesar de que no hace acto de presencia en foros y otros medios, saturó a los aficionados de información y así pudo controlar esta. Además, mantenía al público a la expectativa del lanzamiento. Yo advertí su existencia años después de la publicación, pero recomiendo su lectura también a todos aquellos que deseen meterse a editores. Parte del éxito de NT fue causado por la gestión de información realizada a través del diario.

Como el segundo juego había sido un éxito incluso mayor que el primero, Bowen Simmons se lanzó a diseñar y publicar un tercero. Cambia de guerra, pero no de siglo, y comienza con un juego sobre la batalla de Gettysburg.

En esta ocasión si que estuve siguiendo el diario de diseño de este juego desde poco después del inicio del proceso. Se lee como una historia de amor. Bowen Simmons te explica hasta porque escoge un color para el mapa en lugar de otro. Una vez más, se volvió a generar expectativa.

En el diario había frecuentemente largos períodos de silencio. Es algo habitual en el diseñador. Tras uno que fue más largo de lo normal, el Mr. Simmons escribió una entrada explicando que tenía una enfermedad más dolorosa que letal, que le impedía proseguir el trabajo. Era una pena, porque "Guns of Gettysburg" estaba listo para ser publicado.

Y así estaba la cosa hasta que hace un par de semanas se ha anunciado que una nueva editorial llamada "Mercury Games" ha llegado a un acuerdo para publicar el juego. Inmediatamente postearon en la BGG una portada de su edición del juego.

Lo que les ha valido una amplia cosecha de insultos en los foros de la BGG por parte de algunos frikis bastante puretas. Sirva esto como ejemplo de todo lo que he comentado hasta ahora acerca del manejo de la información durante el proceso de publicación de un juego. Hay gente que sabe como hacerlo, y gente que claramente no.

Entre las noticias que han circulado acerca del relanzamiento de GoG estaba la de que este proceso se va a financiar mediante Kickstarter: un medio del llamado "crowdfunding" por la cuál cualquier hijo de vecino con una idea para un juego la da a conocer e inicia una colecta de dinero para poder publicarlo. Lo interesante en el caso del Kickstarter para GoG es que en los susodichos foros de la BGG muchos manifestaron su confianza en que esta vez el sistema se aplicaba a un producto cuya calidad conocían a ciencia cierta.

Para mi era llamativa la fama que Kickstarter tenía. A lo largo del último año ha estado presente en toda la BGG. En principio parece una buena idea. Es una posibilidad de "democratizar" el proceso de publicación, y permite que los jugadores decidamos directamente sobre qué juegos son publicados. 

Sin embargo, parece que al final los resultados de Kickstarter han sido más perjudiciales que beneficiosos. Primero leí esta entrada en el blog de Chris Farrell. Después, hace poco, leí todo lo que he contado sobre el GoG. Por último, esta esta interesante entrada en el podcast de El Tablero.

Lo que me parece claro es que Kickstarter, más que democratizar la selección de juegos a publicar, ha eliminado barreras de entrada en el mundo editorial. Muchos de los que han podido acceder  así a la publicación de sus ideas son gente profesional, y se tenían trabajado el proyecto hasta los detalles. Pero otros muchos no. Simplemente tienen una idea algo atractiva, o que está implementada gráficamente de manera muy vistosa. He visto varios videos de proyectos Kickstarter, y la información que se da en ellos es realmente superficial. Eso es todo lo que basta para conseguir apoyo financiero masivo.

Las compañías establecidas la cagan a menudo y con muchos juegos. Ya he hablado aquí varias veces de los disgustos que me han generado los lanzamientos de GMT. Pero al menos en ese caso el fracaso es de esa empresa, y es ella la que asume el riesgo y el coste de publicar bodrios. El temor al fracaso y a sus consecuencias constituye un incentivo para que la empresa mejore sus procesos de diseño, desarrollo, y publicación.

Kickstarter consigue desplazar la responsabilidad y el riesgo financieros del publicador a aquellos que apoyen el proyecto... con su propio dinero. En ausencia de riesgo y consecuencias, el incentivo para establecer controles de calidad desaparece. GMT hace muchas cosas mal. Pero da la impresión que muchas campañas de Kickstarter ni siquiera tienen intención de hacer las cosas bien.

A pesar de todas mis quejas y los inconvenientes, parece que Kickstarter ha venido para quedarse entre nosotros. Lo importante no es rechazarlo ni apoyarlo a ultranza, sino ser consciente de la nueva situación que se crea con este medio de publicación: en ausencia de responsabilidad por parte del publicador, esta responsabilidad se desplaza a nosotros, los consumidores. Y ello nos obliga a mirar con más atención a la hora de decidir que juego se va a publicar.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Perder la Virginidad

Supervisando las estadísticas de mi blog he comprobado que las entradas con temática sexual son más visitadas. Aunque ese no es el motivo real del título de esta entrada. Es que hoy voy a comentar la partida de Virgin Queen que he tenido ocasión de disfrutar hace poco.

Virgin Queen es una especie de "secuela" de Here I Stand. Ambos son Card Driven Games (CDGs) de la casa norteamericana GMT. Este último recrea Europa en el reinado de Carlos V, mientras que VQ retoma la historia dónde la deja HIS y recrea el mismo teatro de operaciones durante la segunda mitad del siglo XVI.

Una vez más, la partida era una respuesta a la invitación de un amigo que se había comprado el juego. Lt tuvo a bien invitarnos a mi, Will, Flojic, C_M y Dg a su casa para comenzar a mediodía con esta recreación de la política europea de alto nivel en la Era Moderna. Repartimos los papeles al azar. Nuestro huésped era Felipe II, C_M se hacía cargo del Sacro Imperio Romano, Will tuvo la suerte de liderar a los otomanos, Flojic dirigía los turbulentos avatares de Francia, Dg llevaba a los Protestantes, mientras que a mí me toco hacer de reinona y convertirme en Isabel de Inglaterra por un día.

Jugamos 4 de 7 turnos posibles, y la partida finalizo a las 20:00, tras aproximadamente 8 horas de partida. He de resaltar el excelente trabajo de Lt como huésped: al llegar el tablero ya estaba enteramente colocado, y no tuvimos que preocuparnos para nada por la comida. Desde aquí le remito mi agradecimiento y enhorabuena.

Como sucede en HIS, este es un juego de gran dimensión y es un tanto complicado estar al tanto de todo lo que sucede en el tablero. Por ello los comentarios que haga estarán centrados sobre todo en mi situación y perspectiva.

En el primer turno Francia y yo comenzábamos ya en guerra. Acordamos no llevarla demasiado lejos y firmar una paz en el turno 2º. Pero lo cierto es que yo comencé saltándome la palabra dada al atacar y conquistar Edimburgo. Flojic contestó atacando Portsmouth y la flota que allí tenía. La hundió perdiendo el mismo otra flota. En los Paises Bajos surgía una rebelión protestante, pero en Francia el avance de la Reforma era coartado eficazmente. En el Mediterráneo El Turco conquistaba Chipre y pirateaba un poco. El Sacro Imperio reclutaba tropas y promocionaba artistas y científicos. No hubo acciones de piratería, aunque Francia e Inglaterra plantaban sendas colonias en Norteamerica.

El segundo turno fue de paz generalizada. Francia y yo cerramos la nuestra con un acuerdo matrimonial entre Elizabeth y el rey de Francia. Luego, a mitad de turno, la reina de Inglaterra cambió de parecer y canceló los preparativos de la boda. En Francia el Protestante conseguía, con apoyo español, organizar una pequeña revuelta. Mientras que en los Países Bajos se llegaba a un acuerdo de tregua entre los rebeldes protestantes y un Imperio Español que comenzó el turno con 8 cartas y 4 tesoros. El Sacro Imperio Romano proseguía con reclutamiento, maniobras diplomáticas, y promoción de las artes y las ciencias. El turco se dedicó más al pirateo, completó el canal de Suez, conquisto Creta, y entró en guerra con Francia al tomar ésta el control de Venecia. Al final de este turno y comienzo del siguiente Francia se encontraba próxima a una victoria automática. Hubo intentos de pirateo en el Nuevo Mundo, con escasos resultados.

El tercer turno comenzó con la conquista de los rebeldes protestantes de un puerto español en los Países Bajos. Fue mediante el evento "Sea Beggars", con lo que no se desencadenó un estado de guerra entre ambas naciones. Con la entrada de Drake mis depredaciones piráticas crecieron en intensidad y éxito. El español intervino en la revuelta irlandesa que me expulsó de aquella verde isla, y con ello desencadenó la guerra entre nuestros dos reinos. Maria, reina de los escoceses, fallecía durante el parto tras casarse con un Lord inglés. Isabel le daba calabazas a otro pretendiente más. La revuelta protestante en Francia se extendía con dificultad. En el Mediterráneo, el Sacro Imperio Romano entraba en guerra contra el Turco al hacer una cambalache y cambiar la influencia francesa por la propia en Venecia. El Emperador C_M había montado una alianza con España y juntando varias flotas entró en combate con la Armada Turca. La victoria turca le dio algo de mano libre a la Sublime Puerta, que pirateo un poco por aquí y por allá, fundó una colonia, y consiguió importantes avances en Europa Central.

Al comienzo del cuarto turno se acordó una paz entre el Imperio y los otomanos. El Imperio aprovechó para incitar otra revuelta en Irlanda y hacerse con el control allí, evitando así una victoria automática de España. Esta atacó Portugal, conquistó Lisboa, y comenzó a construir la Armada Invencible. Yo también reforzaba mis flotas, tras ver frustrada mi expedición de reconquista a Irlanda por la intervención alemana. Me desquité pirateando como nunca. En Francia católicos y protestantes libraban batallas y asedios, al tiempo que intentaban asesinar a sus líderes. A pesar de todo, no fue posible evitar una victoria de España por 26 puntos, tras anotarse unos cuantos en la resolución de matrimonios.

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Inevitablemente, surgen las comparaciones con HIS, juego al que se parece VQ en un 70%. En la parte que difiere mejora el tratamiento de los conflictos religiosos. Ya no se trata de un ir y venir de tiradas de dados entre el protestante y el católico. Una sóla tirada y se resuelve todo. 

Pero a cambio de simplificar eso Ed Beach, creador de tanto de VQ como de HIS, nos ha metido otros subsistemas para complicar más las cosas. El tema del espionaje y las operaciones secretas apenas si se utilizó. Por un lado sólo podía utilizarse a partir del turno 3, pero incluso con esa restricción no considero que sea una opción muy interesante. Es costosa, y parece más lógico gastarte los CPs en cosas - como las colonias, la piratería, o tropas - que te den recursos (cartas y tesoros) y/o se los quiten a tus oponentes.

Otro subsistema que se ha introducido es el de los matrimonios. Es gracioso cambiar estampitas de nobles y reyes con otros jugadores para celebrar bodorrios. Pero no tiene más incidencia en el juego que ser otra fuente de VPs (puntos de victoria), cartas extra, y chismorreos en el tablero de juego. Se podría prescindir de ello perfectamente y no se notaría para nada.

Una novedad interesante de VQ la constituyen los marcadores de tesoro. Estos son unos pequeños marcadores que se obtienen como producto de las colonias, y la piratería. Se pueden jugar en lugar de una carta, o junto con una. Unos pocos dan un VP o carta extra, pero la mayoría dan entre uno y 4 CPs (puntos de acción). El sistema se parece el de las cartas "+" del Napoleonic Wars, pero tiene ciertas restricciones para impedir que los jugadores puedan realizar las impresionantes acciones extendidas que en ocasiones se ven en NW. En cambio, yo utilice los tesoros y varias cartas que permitían robar carta para prolongar mis turnos.

Hay otro subsistema aparentemente nuevo: el del Patronazgo. Pero en realidad es lo mismo que el de las expediciones en HIS. Se cambia una cosa por otra, y sin mayor consecuencia.

El conjunto de todo es entretenido, pero al mismo tiempo algo pesado. Tanto en HIS como en VQ el una vez elegante sistema CDG está algo sobrecargado y saturado con procedimientos y subsistemas. La intención de todos estos mecanismos y complejidades es recrear la realidad histórica, por supuesto, pero se paga un precio en tiempo y trabajo de gestión a realizar sobre el tablero. La sensación que se tiene es que el conjunto es poco elegante. Ello se ve reforzado por todos los marcadores de PVs extras que tiene el juego. Recibes PVs de más por casarte, por permanecer soltero, por piratería, por algún tesoro recibido, por el éxito de un investigador, por una obra de arte, por el éxito de algún espionaje, por control de espacios en los Países Bajos, por control de Espacios en Inglaterra, por controlar París, por controlar tres ciudades en Europa Central, por controlar Chipre, por construir el canal de Suez... .Y todo ello por acciones que, realmente se resuelven mediante tiradas de dados y que, por lo tanto, tienen un componente de azar bastante notable.

Y es que si uno va a tomar parte en una partida de HIS o VQ, tiene que saber que no va a jugar un juego de mesa, ni un wargame, sino a una especie de juego de rol. Efectivamente, en estos dos juegos cada jugador se mete en la piel de un monarca o líder del siglo XVI y juega su papel junto a los demás. Todos esos marcadores de VPs están para reforzar esta tendencia otorgando los VPs extras por acciones que, de acuerdo con los mecanismos del juego y el mapa, carecerían de sentido de otra manera.


Al final estas partidas tienen su gracia. Son una especie de "fiestas de tablero" en las que buenos amigos se reúnen para pasar un buen rato. Haces lo que puedes. El juego reparte sus VPs extras y al final surge un ganador porque se supone que es un wargame y por ello tiene que haberlo. Pero realmente no tiene más consecuencia, y no hay más estrategia ganadora que conocer las fuentes de VPs e invertir CPs en el máximo número posible de las mismas.

Lo importante al final es contar con buena gente para las partidas de estos juegos. Gente que te haga más llevaderas las horas que duran los encuentros, que colaboren leyendo las reglas y corrigiendo errores si hace falta, que estén dispuestos a llegar a acuerdos en la fase de diplomacia, que tengan imaginación a la hora de plantear acuerdos. 

Hay que evitar a los ultra-competitivos. Para ellos existen otros juegos. Hay que evitar a la gente que sobreanaliza cada jugada intentando extraer hasta el último punto de dado para maximizar el resultado. Hay que evitar a los que no negocian porque están ganando, porque están perdiendo, o porque no les compensa lo que les ofreces. Hay que evitar a los que hacen de cualquier procedimiento o confusión una amarga disputa.

He de reconocer que para esta partida de VQ conté con la "buena gente", y que gracias a ellos me lo pase bastante bien, y me lo habría pasado bastante bien con prácticamente cualquier otro juego. VQ y HIS puede que no sean lo mejor en cuanto a juegos/wargames. Pero no pienso desprenderme de mi copia de HIS, ni relegarla al olvido. Continuaré sacándola a la mesa más veces, como excusa para juntarme con otros 5 amigos y pasar un buen rato. Un rato de esos que sigues comentando varios años después.

sábado, 8 de diciembre de 2012

En el espacio nadie puede escuchar tus gritos...

Hace ya unas semanas Flojic me reveló que tenía en su haber una copia del juego de GMT de exploración y conquista espacial: Space Empires 4X.

Como ya dije justo en la entrada anterior, para mí es imposible probar todas las novedades que salen al mercado. Tener una colección de 200 juegos no es una opción para mí. Por ello, cuando un amigo adquiere una novedad, estoy siempre dispuesto a colaborar en la organización de una partida. No importan las críticas o concepciones previas que tenga sobre el juego. Somos pocos los aficionados a este género, y es importante animar cuanto se pueda. Yo apoyo las compras que hacen otros, y ellos a su vez responden participando en las partidas de los juegos nuevos que yo adquiero. Es un "yo te rasco la espalda y tú me rascas la mía".

Flojic no me tuvo que convencer mucho para que montásemos una partida. SE:4X había llamado mi atención ya cuando apareció en el P500 de GMT. Un juego de conquista galactica que realmente funcione es uno de los Sagrados Griales (junto con el juego de civilización que dure poco) del mundillo de los juegos de mesa y wargames. En su momento sopesé por un rato la posibilidad de apuntarme al P500, pero preferí ver primero la acogida que tenía el juego entre la afición.

Quedamos para un sábado, y aunque intentamos contar con 4 jugadores, al final sólo pude enrolar a Megamaníaco, que parece ser un incondicional de juegos con ambiente de ciencia-ficción. Si le pides que se apunte a un bombardeo pasa del tema, a menos que le digas que es más allá de la puerta de Tannhäuser.

Nos habíamos leído ya todos las reglas, así que procedimos directamente a montar el escenario estándar de 3 jugadores. Usábamos todo el tablero, lo que es bastante espacio. Al inicio comienzas con el planeta natal, tres exploradores, 2 naves colonia, un minero, y cuatro astilleros. La primera gran parte de la partida la pasamos explorando todo el espacio que había entre nosotros. La zona cercana a tu planeta natal es relativamente inocua y plagada de planetas y recursos minerales. Pero cuando salíamos de esa zona aparecieron bastante marcadores de ¡Peligro! y todos perdimos bastantes exploradores (scouts, SCs en el juego).

En esta fase inicial yo tuve bastante suerte. Me salieron muchos planetas, y muy juntos entre ellos, con lo que los pude colonizar de manera bastante rápida. Esto fue algo importante para el devenir de la partida.

Tras la fase de exploración, cada uno iniciamos una fase de consolidación e incursiones. Se trataba de dejar que nuestra economía se expandiera mientras cada uno construía astilleros avanzados y desarrollábamos tecnologías que sirvieran para futuros ataques. Yo monté un tinglado de 4 astilleros en una colonia a 4 hexágonos de mi planeta natal. Era lo más alejado que pude encontrar, pero aún se encontraba muy lejos de los planetas natales de mis contrincantes. Destruir uno de estos planetas otorga la victoria inmediata.

Como los tres - Flojic, Megamaníaco, y yo - somos unos tíos muy salados, no podíamos permanecer quietos mientras hacíamos crecer nuestros imperios. Aprovechamos cualquier oportunidad para incordiar a los otros dos mediante incursiones con unas pocas naves. El más activo y exitoso en esta fase fue Megamaníaco, que fue uno de los primeros en construir cruceros e hizo bastante daño, sobre todo a Flojic. Aprovechando el conflicto logre enviar mis mineros a por dos recursos de 10 puntos y unos restos alienígenas que me proporcionaron una tecnología de movimiento extra que sería crucial más tarde.

Yo me concentraba sobre todo en construir SCs, porque había leído en la BGG algunos comentarios acerca de la estrategia de "enjambres de exploradores" por la cual se aplastaba a los enemigos rápidamente mediante peso numérico. Sin embargo, al inicio no pude construir escuadrones demasiado numerosos (eran de 4 unidades como máximo) y Megamaníaco no halló demasiadas dificultades en derrotarlos y amenazar un poco mí área.

Hacía el final de esta fase, se reveló que en un hexágono a 2 hex de distancia de mi base avanzada había un agujero de gusano que atajaba directamente hasta la frontera del imperio de Megamaníaco. Recuerdo bien que dijé: "Interesante". Fue otro evento crucial para el resultado de la partida.
 
Ésta ya estaba durando lo suficiente. Las incursiones crecían lentamente en escala, pero no en decisión. Por fin pude montar enjambres de SCs que espantaban a los cruceros más desarrollados de Megamaníaco. En un momento determinado ví que se abría una oportunidad. Un enjambre de 7 SCs míos ponía en fuga a un par de cruceros. Este enjambre podía unirse en la frontera de Megamaníaco a una escuadra secreta que había estado montando laboriosamente en mi base avanzada y que entraría por el agujero de gusano que he mencionado antes.

Lancé el ataque. Creo que todos esperaban más hordas de SCs, y efectivamente así era. Tenía 6. Pero la sorpresa gorda fue la escuadra de 6 Cruceros de Batalla (BCs). Llevaba 6 turnos construyéndola, y su costo fue lo que me impidió montar enjambres de SCs antes. Tras analizar los costes tecnológicos y de producción, había llegado a la conclusión de que los BCs eran los "navíos capitales" más baratos de producir. Así, se trataba de construirlos antes y en mayor número que cualquier otro jugador. No sólo eso. Para aprovechar al máximo el efecto sorpresa su despliegue debía ser repentino, en grandes cantidades, y en un área cercana a un planeta natal enemigo.

El final fue rápido. Mi flota de 6 SCs y 6 BCs se presentó en la frontera de Megamaníaco al final de un turno y durante el siguiente avanzó hasta su planeta natal incinerando todo lo que encontraba a su paso. Hubo una batalla defensiva final que me costó 3 SCs, pero mi potencia de fuego era abrumadora y prácticamente no podía hacer nada por defenderse.
Esto es un Crucero de Batalla.
 
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La partida duro aproximadamente unas 5 horas, lo que estaba bien. Empleamos únicamente las reglas básicas. Aún tengo ganas de probar el juego con las reglas avanzadas que incorporan minas, dragaminas, "raiders" ("incursores", que tienen la habilidad de "camuflarse" para atacar por sorpresa, como los submarinos), y lo más importante: portaaviones (CVs) y cazas. Todos los juegos de combate espacial, y muy especialmente SE:4X, tienen un carácter típicamente "naval" en el sentido de las flotas que surcaban nuestros océanos desde finales del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, y por ello siento mucha curiosidad por ver que papel tienen los portaaviones dentro del sistema. 

Aún pendiente de más partidas para poder emitir un veredicto, SE:4X es un juego con luces y sombras. En el lado sombrío se halla por un lado el fárrago y la complicación de llevar contabilidad y quitar y poner fichitas de cartón. Yo estoy bastante habituado a hacerlo, pero aún así en SE:4X el trajín es bastante complejo incluso para acciones relativamente sencillas, y creo que es fácil que se te olvide o escape algún detalle que puede llegar a tener su relevancia.

Otro problema, que nosotros no sufrimos pero que veíamos bastante posible, era el de que todos los jugadores decidieran atrincherarse y la partida se eternizase. Me temo que este problema es inherente a todos los juegos del género de conquista espacial. TI:3 lo sufre. Aún nos queda jugar más partidas para comprobar si el "cerrojazo" es tan viable como inviolable en SE:4X. Pero me temo que un problema tan arraigado en el género tiene difícil solución.

La parte buena es que toda la contabilidad y la complejidad del manejo de fichitas sirven para poner en manos de los jugadores herramientas muy variadas (niebla de guerra, tecnologías, bases avanzadas, etc.) con las que pueden aplicar estrategias y tácticas, y comprobar si tienen resultado. Es un mundo por descubrir.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Camino de vuelta: Sid Meier's Civilization; The Boardgame

En mi última entrada sobre Civilization, ese gran clásico entre los juegos de mesa, comentaba mis impresiones acerca de la conversión del concepto de dicho juego a videojuego que realizó el norteamericano Sid Meier y que ha quedado reflejada en una saga de juegos de ordenador que ya va por su quinta entrega.

Ese era el camino de ida: La transformación que sufre una idea en el tránsito de la mesa de juego a la pantalla del ordenador.

Hoy, en cambio, voy a relatar mi experiencia con el camino de vuelta: el que llevo el juego de ordenador a convertirse de nuevo en un juego de tablero.

A muchos les vendrá a la cabeza este juego...


Que ha sido publicado en 2011 y ha tenido su momento de gloria, aunque últimamente lea cada vez menos frecuentemente sobre él. ¿Es malo?. No lo sé. Puede ser todo un juegazo, pero hoy en día salen tantas y tantas novedades que probarlas todas es algo reservado a los profesionales subvencionados privados del género como Tom Vasel y compañía. Yo sólo soy un modesto consumidor y jugar a esto ya me tocará otro día, o tal vez nunca.

En cambio yo si que llegué a jugar al anterior lanzamiento de juego de mesa basado en el juego de ordenador de Sid Meier. Era "Sid Meier's Civilization: The Boardgame". Salió en 2002 y algunos de vosotros seguramente reconoceréis la caja.

El diseño de la misma era muy similar al de la cubierta de Civilization III, la versión del juego de ordenador que se había publicado más o menos por esa época. Y es que, como ya he dicho, este juego pretendía ser una versión no ya del Civilization de mesa original, sino del juego de ordenador, que a estas alturas era mucho más popular y funcionaría - entiendo yo - como reclamo publicitario.

Los componentes del juego también funcionaban, en cierta manera, como reclamo. La caja era grande, y muy pesada por su contenido. Al abrirla, encontramos una obsesión fálica convertida en juego de mesa: todo a lo grande.

Comenzando por el mapa. El juego estaba editado por Eagle Games, editorial que se caracteriza por la exhuberancia de sus publicaciones. Los mapas de muchos de sus juegos se caracterizan por estar entre los más grandes que conozco. Eso no es malo en si, lo malo es lo mal aprovechado que está el espacio en la superficie de juego. hay un reborde meramente decorativo que no tiene utilidad, y sólo ocupa espacio. Otro problema que tiene el tablero es que las fronteras entre las regiones terrestres están delimitadas por tenues líneas grises que con frecuencia son difíciles de entrever. No tengo nada en contra de hacer los juegos más vistosos, pero me rechina que sea tanto a costa de la funcionalidad.


Pero la mayor parte del peso que contiene la caja lo suponen las miríadas (¡unas 784!) de figuritas de plástico que vienen con el juego. Normal. Para cada época existen 3 categorías de unidades terrestres: caballería, infantería y artillería. Cada tipo es diferente para cada época, como cuando las catapultas mejoran a cañones, por ejemplo. También evolucionan los barcos, y al final del juego también pueden aparecer aviones. Lo curioso es que las figuras que representan las unidades son todas de color gris, común a todos los jugadores, y para distinguir la propiedad de las unidades se utilizan banderitas del color respectivo de cada jugador (hasta un máximo de 6 jugadores).

Completan el juego unos mazos de cartas que representan tecnologías, mejoras, ciudades, maravillas. Hay también bastantes fichas de cartón de dos tipos. Unas son monedas, mientras que otras se colocan boca abajo sobre el mapa al inicio de la partida para generar cierta aleatoriedad en la exploración del mismo, puesto que algunas representan riquezas, y otras representan putadas como las epidemias.
Hace ya muchos años que leí el manual, pero recuerdo que cumplía de manera adecuada su función de explicar un juego que, a la hora de jugarlo, realmente no era demasiado complicado a pesar de lo florido de sus componentes.

En lo que a juegos de mesa se refiere, siento cierta alergia por el plástico. Cuando un juego tiene figuritas de plástico para mí pierde un poco de la seriedad de adulto con la que me aproximo a mi afición, la infantiliza. Por eso yo jamás me hubiera comprado este juego. Así que cuando lo probé fue porque las amistades/familia de mi amigo Erwin se lo habían comprado como regalo de cumpleaños.

Erwin es un tío con más vida social que las liendres de una fulana. Es un estilo de vida adecuado para conocer gente, pero no la gente que estaría dispuesta a sentarse largas horas delante de un tablero enorme con un montón de componentes y más chicha (mucha más) que el Trivial Pursuit. Por eso pidió a este monje que suscribe que juntase gente para una partida. Tomé la idea con entusiasmo, encontré sin problema a mis entusiastas jugadores, fijamos un sábado a las 3-4 de la tarde para iniciar la partida, y el día indicado desperté a Erwin y El Padre (otro colega suyo) de sus respectivas resacas para comenzar la partida en su propio apartamento en la capital.

Eramos 5 ó 6 jugadores, y la partida fue tan monumental como el soporte material del juego. Duró hasta el amanecer del domingo, y eso porque decidimos darla por acabada con las primeras luces del alba, por agotamiento (Erwin y El Padre se marcharon inmediatamente de farras). Es mi partida más larga que yo recuerde, y el problema no fue la duración en sí, sino también que el juego se hizo largo. Tedioso.

Exceptuando Megamaníaco, que era joven y tenía (y aún tiene) energías sobradas para perseguir quimeras, la sensación que dejó este juego fue algo decepcionante para todos, aunque cada uno tuviera sus propios motivos.

Para Erwin lo imperdonable era el sistema de combate. Cuando las unidades de dos jugadores ocupan un área, tras la fase de movimiento de uno de ellos, se desencadena un combate. Los jugadores apartan las figuras de plástico que tuvieran en ese espacio, y se comienzan las rondas de combate. En cada ronda cada jugador escoge en secreto que unidad va a luchar esa ronda y las unidades de los dos contrincantes se revelan simultáneamente. Hay una especie de juego de "piedra-papel-tijera" con todo esto, porque una unidad de artillería tiene ventaja sobre caballería, ésta sobre la infantería, y ésta a su vez sobre la artillería. Tras eso se tiran dados de 6 caras. La cantidad de dados que se tiran va en función de lo avanzado de la tecnología de la unidad. Así, una unidad de infantería con arcabuces tira más dados cuando se enfrenta a unidades del período antiguo (infantería con lanza, caballería, catapultas). Si nuestra unidad tiene ventaja sobre el contrincante, tenemos un bonificador a la tirada.

El tema es que en un combate en particular, Erwin lanzó unas cuantas unidades de caballería moderna, y fueron todas aniquiladas por el mismo tipo con lanza (tecnología de la antigüedad). Lógicamente, se sintió muy frustrado por el método de resolución de combate, y por lo que he leído por ahí no es el único.

Para mí, el problema fundamental del juego era otro. Básicamente cuando adquieres una tecnología ésta se convierte en disponible para todo el mundo, que puede construir unidades y/o mejoras basadas en ella aunque parte del coste de lo que construyen va a parar a tus bolsillos como una especie de "derecho de patente". Así, por ejemplo, si desarrollabas Matemáticas permitías la construcción de catapultas por parte de todos los jugadores. Cada una costaba 15 pavos, de los cuales 5 te los llevabas tú (tiro de memoria, así que a lo mejor las cifras eran diferentes). Creo que al comienzo de la partida este sistema aún funcionaba, porque los costes de las tecnologías no eran demasiado elevados, y era razonable pensar recuperar tu inversión mediante ingresos de patente en poco tiempo.

Pero conforme avanzaba el juego, los costes de las tecnologías crecían. En cuanto llegaban a 50-70, aunque cobrases 10-15 por cada unidad o mejora la compensación no llegaba tan rápido como para evitar que otro jugador, que había decidido gastarse esos 50-70 en un porrón unidades cuya tecnología tú mismo habías desarrollado, llegase y te metiese una paliza de órdago.

El problema de fondo era, pues, que el desarrollo de tecnologías no compensaba suficientemente los costes. Esto, además, se veía exacerbado por el sistema de obsolescencia tecnológica del juego. En el reglamento original al desarrollar la primera tecnología de una nueva época, las de la época inmediatamente anterior se volvía obsoleta. Esto no afectaba tanto a las unidades militares, porque se construían siempre según la última tecnología, pero si a las mejoras.

Las mejoras eran unas cartas que se compraban siempre que el nivel tecnológico lo permitiera, y que servían para incrementar el tamaño y los ingresos de nuestras ciudades. El problema es que cuando la tecnología de la mejora se volvía obsoleta, todas las mejoras de ese tipo se descartaban repentinamente. Aunque utilizamos una regla casera que aliviaba un poco el efecto de la obsolescencia, echando cuentas tras la partida llegamos a la conclusión que los ingresos proporcionados por una mejora no compensaban su coste.

El juego tenía también otros problemas menores, que tenían que ver con el manejo de la información. Lo más engorroso eran las ciudades. Son unas cartas cuadradas que hay que tener giradas en el ángulo adecuado para representar el tamaño que tienen, que mejoras tienen, etc. Además, había una "fase de comercio" en la que se suponía que podías "prestar" la producción de un determinado tipo de materia de una ciudad a otro jugador (naturalmente, a cambio de otra cosa) dándosela físicamente, para lo cual le tienes que pasar la carta con las fichitas y cartas de mejora que tenga encima y él la tiene que colocar en el ángulo correcto en su lado de la mesa.

También era problemático llevar la cuenta de las tecnologías. Hay muchas más que en el juego de mesa de Civilization original, y muchas de ellas tenían prerrequisitos de otras tecnologías. Para poder guiar un poco a los jugadores tuve que imprimir una ayuda de juego en la que se representaba un árbol tecnológico.

Pero todo esto lo descubrimos mientras jugábamos. Al inicio del sábado aquel estábamos llenos de entusiasmo por la experiencia y nos lanzamos a hacer avanzar ese juego como fuera. Comprábamos tecnologías para hacer avanzar el juego, comprábamos mejoras porque creíamos genuinamente que compensaba hacerlo. Sin embargo, conforme avanzaba la partida, se hacía cada vez más y más patente que la forma más rentable de invertir el producto de tu civilización era construir unidades militares y repartir estopa a los otros jugadores. Poco a poco el bando de los jugadores "kañeros" fue aumentando hasta que al final, el único que investigaba era S., el novio de Ulliam.

Y eso era otro problema. Y gordo. El juego puede acabar porque un jugador elimina militarmente a todos los demás, o contando puntos cuando se desarrolla cierta tecnología que pone fin a la partida. Si nadie investiga, la partida sólo puede finalizar por conquista. De manera efectiva, en SMC:TB la velocidad del paso del tiempo viene definida por la velocidad a la que se van desarrollando tecnologías. En nuestra partida cada vez menos gente investigaba, y por lo tanto el tiempo transcurría cada vez de manera más lenta y tediosa.

Incluso si se termina la partida a conteo de puntos, una parte importante de los mismos viene determinada por la cantidad de espacios y ciudades sobre el mapa. Lo mires como lo mires, en este juego lo único que compensa es liarse a hostias, y en ello no es nada diferente del Risk, un juego más barato, más corto, más sencillo, y por todo ello más divertido.

No soy el único que piensa así. Prueba de ello es la entrada en la BGG de una variante corregida de este mismo juego.

La lección que yo saco de esta experiencia que os acabo de contar es similar a la que ya relaté en mi entrada sobre el juego de ordenador: cuando cambias el formato, cambias la esencia del juego. Los creadores de esta conversión a tablero del juego de ordenador llevaron a cabo su tarea de manera excesivamente literal, pretendiendo hacer un calco en tablero de lo que se veía en la pantalla. El problema es que el ordenador te permite procesar de manera automática e inmediata montones de datos, mientras que el cartón y el papel de un tablero tiene muchas más limitaciones en cuanto al manejo de la información. Necesariamente hay que simplificar.

Eso hicieron en este caso, pero no lo suficiente ni en la manera adecuada. Creo que fue por miedo a que una simplificación excesiva desvirtuase el juego en tanto que adaptación del videojuego, de manera que los fans de este último ni lo reconociesen. El resultado de ello ha sido un juego cuya administración en engorrosa, y que no funciona en muchos niveles.

Aún así nunca olvidaré aquella partida. El juego era realmente espectacular, los compañeros de juego eran todos estupendos, y todos teníamos muchas ganas. Pero prefiero gastar todos esos recursos en algo que dé mejores resultados, y la verdad es que hay dónde elegir.