martes, 18 de septiembre de 2018

Jugar online

Hasta este año mi actividad lúdica se concentraba principalmente en los fines de semana, que es el momento en el que mi horario laboral se sincroniza con el del resto de colegas y podemos quedar para partidas presenciales. Conocía el juego online. Hace años había pasado días seguidos enganchado a Colonos de Catán en Asobrain (podéis fustigarme todo lo que queráis). Monté una partida y media de Friedrich por Cyberboard (bastante laborioso). Y alguna cosilla más suelta. No conseguí cargar Vassal por algún problema con el Java y mi supina incapacidad técnica. Más allá de eso, asumía que las páginas para jugar online estaban allí para los eurojuegos más conocidos y que me interesaban más bien poco.

Todo eso cambió en febrero de este año, cuando advertí la página play.boardgamecore.net como plataforma para jugar a Wir Sind Das Volk!. Que es un juego con cierta enjundia. La emoción se incrementó de forma exponencial cuando descubrí que en www.yucata.de se puede jugar a Sekigahara. Sekigahara ya es un señor wargame en condiciones, con unas reglas que hacen que su implementación online no fuera moco de pavo. Pero lo habían logrado perfectamente. ¿Qué otros juegos podrían conseguir implementar?.

Mis oraciones se han visto recompensadas durante el último campeonato de Friedrich en Berlin con el anuncio de la página www.playfriedrich.com como plataforma para jugar (al 90%, puesto que no se implementan los eventos menores) a Friedrich. Esta página la he pillado, puede decirse así, al comienzo. Me he inscrito a dos partidas únicamente - ya explicaré por qué - y en este momento está "en franca expansión", con los participantes del campeonato que han vuelto a casa y otra gente interesada desde hace tiempo en el juego apuntandose y abriendo nuevas partidas.

El resultado de todo esto es que, ahora mismo, el juego online está formando una parte cada vez más imporntante de mi experiencia lúdica. Resulta una especie de multiplicador. En estos meses he recabado algunas conclusiones que espero sirvan de guía para aquellos que se adentren por vez primera en este campo.
  • Jugar online resulta un multiplicador. Multiplicas la cantidad de partidas que juegas porque juegas en horarios en los que normalmente no te es posible quedar para jugar sobre mesa. La gestión de las partidas por una Inteligencia Artificial que administra las reglas también te permite llevar varias partidas con mucho menos trabajo.
  • Es un acelerador. La mencionada gestión automática de las partidas hace que te concentres en la jugada, y no en la gestión de mover un cubito aquí, poner una ficha en tal hexágono, o cosas así que absorben tiempo. De esta forma las partidas se resuleven más rápidamente. Yo compararía el efecto al de ver la partida por una cámara rápida.
  • Aceleras el aprendizaje de las estrategias. Al no preocuparte ya por la administración del juego, te puedes concentrar en las decisiones. Además, este efecto de "cámara rápida" que he mencionado arriba te permite ser consciente de cosas que no advertías cuando jugabas en mesa. Usando ese símil, eres consciente con más fácilidad de - por ejemplo - el florecer de una planta observándolo a cámara rápida que sentándote delante de la maceta durante horas o días sin parar.
  • Es adictivo. Especialmente si hay un sistema de puntuación por el que compararte con los demás jugadores. Esta posibilidad de compararse con otros, unida a la facilidad, rápidez, e inmediatez del juego online, estimula la competitividad. En Asobrain la cosa era horrible, jugaba durante horas a un juego tan azaroso y vacío (aunque bueno en el fondo) como Catán. En cambio, en boardgamecore no hay tabla de clasificación y las partidas de WSDV me son mucho más relajadas (incluso en aquellas en las que me apalizan).
  • Hay que saber dosificarse. La respuesta a lo anterior es la autodisciplina. Marcarte un límite y respetarlo. Si te sobra tiempo con tu conexión de internet, úsala para algo civilizado como mirar porno o vídeos de gatitos. Jugando en boardgamecore a cuatro partidas simultáneas llegó un momento en el que hacía movimientos de una partida creyendo que estaba jugando otra. Había llegado el momento de tascar el freno.
  • Con orden y método se pueden lograr grandes cosas. Ahora mismo tengo 7 partidas online en curso: 2 de Sekigahara, 2 de Puerto Rico de cartas, 1 de WSDV, y 2 de Friedrich. Consigo administrar todas estas partidas porque conozco mis límites, son de juegos diferentes, conozco muy bien las reglas y los juegos en sí, y las partidas están en fases diferentes. Todos estos son trucos para evitar confundir unas partidas con otras que es el mayor peligro cuando tienes muchas partidas entre manos.
  • Es un compromiso. A pesar de las facilidades que tiene el jugar online, sigue implicando el compromiso de estar ante el ordenador al menos una vez al día unos 5-30 minutos sin interrupciones ni inconvenientes. Tienes que pensar que tienes otros jugadores esperándote. Tirarte días entre una jugada y otra es una falta de educación, así que piénsatelo bien dos veces antes de iniciar una partida. Y si es posible, advierte a los otros jugadores de tus retrasos. Este año en LABSK se intentó montar un campeonato de WSDV. No eramos muchos jugadores, pero se fue a tomar por el culo por una única persona que tardaba entre 3 y 5 días entre un click del ratón y el siguiente y que retrasó todo el calendario de partidas. Estas personas deberían abstenerse de participar en competiciones, y si lo hacen deberían ser expulsadas al detectarse su comportamiento. Sin contemplaciones. Ya he dicho que son unos maleducados.
  • No son un sustituto para las partidas de mesa. Al abrirse la página de Friedrich pensé en organizar una partida online con los colegas de mi entorno. Las propias limitaciones de la página hacen esto imposible. No tienes forma de invitar a nadie concreto, y una vez abierta una partida no puedes controlar el acceso a la misma. Pero eso está bien. El Friedrich online está ahí para jugar con aquellos con los que no tengo acceso fácil, personas a las que ni conozco. Para los que si conozco y tengo cerca, nos quedan las partidas en mesa.

domingo, 16 de septiembre de 2018

De cerdos y gallinas: Mi Campeonato Mundial de Friedrich 2018

Un cerdo y una gallina se juntaron una vez para abrir una tienda. En la tienda se vendían huevos y jamón. Un día el cerdo se acerca a la gallina y le dice: "Creo que no te has comprometido a fondo con nuestro proyecto".

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Entre el viernes 7 y el domingo 9 de septiembre muchos de los que leeran esto habrán estado divirtiendose en las jornadas Ludo Ergo Sum. Ese no será mi caso, porque yo me encontraba en Berlin, jugando en el campeonato mundial de Friedrich de este año. Como no.

La verdad por delante. Yo acabé en el puesto 21 de 32 participantes. Pero al menos uno de los que venían desde España logró llegar a la final. Así fue como sucedió.

Dos novedades marcaron este campeonato para nosotros. Una fue el alquiler de bicicletas que nos sirvió para movernos por Berlin de forma económica y muy agradable.
Listos para el campeonato.
La otra fue el anuncio de una página web para jugar online a Friedrich. El juego no está implementado al 100%. Faltan los eventos secundarios. Nunca se va a morir el perro de Soubisse, ni a Daun le entrará una pajara. Aún así es el 90% del juego original y la mejor opción que hay ahora mismo para jugar online.


Viernes 7 de septiembre por la tarde.

Me tocaba empezar con Austria. Ante mi como prusiano tenía al veterano ML. Finalista de todos los campeonatos de Friedrich aunque no fuera ganador de ninguno. Así que en principio sería un contrincante díficil. Los otros dos jugadores eran nuevos para mí. Flk venía de Stuttgart con un grupo de nuevos jugadores, y se sentaba a mi izquierda con Francia. A mi diestra Alx., un joven jugador de Berlin, llevaba a Rusia.

Hice mi apertura tradicional, formando una torre triple con A1, A4, y A5 para atacar Silesia inmediatamente, mientras que A3 se desplazaba por la carretera este-oeste de Bohemia y después avanzaba al norte para cubrir al Imperio y apoyar a Francia. A2 avanzaba por el centro, en el sector de trébol. Muy rápidamente se constató que Prusia defendía en el sector de diamantes tanto en Silesia como en Sajonia. En principio me daba igual, seguía atacándole en Silesia con una ventaja de 7-9 puntos un turno tras otro con la idea de desgastar su mano de cartas. Confíaba en que eventualmente se quedase sin diamantes.

Entretanto mi apoyo a Francia daba efecto con él Flk conquistando Magdeburgo y Halberstadt gracias a mi apoyo, como él mismo reconoció entusitastamente tras la partida. En cambio, el jugador ruso parecía ser el típico novato vacilante, puesto que no comenzó su primer ataque hasta el turno 8.

Y entonces ocurrió algo curioso. ML replego P7 (Dohna) desde el sector de tréboles en Kammin a Rummlesburg, detrás de la frontera del sector de picas, a donde le siguió nuestro joven jugador con sus rusos.
Luego se quedó allí y esperó tranquilamente a que las dos piezas rusas le cercaran y le atacasen desde dos palos (tréboles y picas). En la subsiguiente batalla la mano de tréboles rusa le ganó a la mano de picas (y dos reservas) de Prusia, y P7 quedó destruido. 

Al mismo tiempo, en Prusia Oriental quedaba un general prusiano (P8) precisamente en el sector de picas defendiendo el último objetivo. Aún a pesar de haber limpiado de forma ostensible la mano de cartas prusiana de toda carta del palo de picas, el jugador más joven de la mesa todavía tardó 5 eternos turnos en montar un ataque en condiciones que terminase de limpiar esta última resistencia. Simplemente, no terminaba de creerse que había conseguido ganar la partida ya en el turno 11. Terminó en el 16.

Yo de esta salí con 5 miserables puntos y un par de conclusiones acerca de la estrategia austríaca cuando ni las cartas tácticas ni las del destino te favorecen. La primera es que no vale la pena enviar apoyo a Rusia. Yo lo intenté, pero fue una pérdida de tiempo. Tarda demasiado. La segunda es que en ese tipo de situaciones (todo adverso) la mejor oportunidad de Austria esta en una victoria imperial.

Sábado 8 de septiembre por la mañana.

En esta mañana de sábado me tocaba jugar con Francia. Es un lado cuyas únicas posibilidades ante un prusiano medianamente eficaz consisten en tomar los 8 objetivos defendidos por Hannover y dar gracias.

El prusiano que tenía ante mi no era eficaz. O tal vez lo fuera sólo un poco, y eso a ratos. Era AB, uno de los promotores del campeonato de York. Cuando el prusiano es uno de estos con tendencia a cagarla Francia puede ganar. Pero es un poco una lotería que depende de dónde la cague el prusiano, cuanto tiempo tarde en caerse con todo el equipo, y que no le dé por concentrar demasiada fuerza contra tí.

AB la cagó en el turno 2. Atacó a un general ruso en Prusia Oriental y le volaron la pieza del tablero. En su defensa puedo decir que yo tampoco hubiera imaginado que 3 de las 4 cartas del ruso en ese momento fueran tréboles. Pero lo cierto es que al pobre AB ese revés nada más empezar le dejó los nervios hechos un cristo. Me daba hasta un poco de pena, de los años que le veo jugando y de los que parece no aprender nada nuevo, y de como le temblaban las manos en ocasiones al coger las cartas.

Desde aquello su defensa contra Rusia careció de toda coherencia. Se defendió en todos los palos y en ninguno en concreto. Deseando cada turno que saliese la carta de Elisabeth. El final le llegó de forma un tanto cómica cuando, tras un combate contra la pieza sueca en diamantes en Stettin, se retiró un espacio desde dónde todavía cubría el último objetivo de Rusia. Nuesto amigo prusiano no tenía que hacer nada, puesto que el general sueco estorbaba al ruso. Pero no, el muy torpe no podía resistirse a atacar a lo único que había entre él y la derrota más absoluta, de forma que cuando le llegó el turno al ruso, éste - que resulto ser el primer clasificado para la final - tuvo vía libre para tomar su último objetivo y llevarse la partida. Era el turno 12.

Un turno - como mucho dos - más, y yo también hubiera ganado. Austria se había quedado bloqueada en Silesia - la única parte de la defensa prusiana que funcionó, y seguro que fue de chiripa - y se lanzó como un lobo a una victoria con el Imperio que requería luchar en el sector de corazones de Magdeburgo. Hay que reconocer que nuestro jugador de Austria, otro de los nuevos de Berlin, promete bastante. Logro machacar la mano de cartas de corazones de nuestro despistado prusiano, y con elló me hizo el trabajo sucio. Yo sólo tenía que lanzar un ataque al turno siguiente para limpiar al último prusiano que quedaba más al norte y tomar un objetivo hannoveriano que me quedaba. Al final me llevé mis 8 puntos y muchas gracias.

Sábado 8 de septiembre por la tarde.

En la siguiente partida a mi no me tembló la mano, y eso que también me tocaba jugar con Prusia. En las semanas pasadas me había imaginado a mi mismo con este rol en el campeonato y enfrentado a los jugadores de primerísima línea. Afortunadamente para mí, no fue así en esta ocasión. Me tocaron jugadores que, si bien no se chupaban el dedo, se podría decir que pertenecían a las categorías medias.

En mi contra tuve a Lord Bute en el turno 6, con su consiguiente reducción de subsidios. Y antes de eso una serie de errores a los que conseguí sobreponerme. Me equivoque contando un par de veces con Hannover y como consecuencia de eso tuvé que recomprar H1 entero con 7 tropas. Y en Prusia Oriental olvidé mover una vez al general que tenía allí y que estaba en posición de ser cercado, pero el ruso no atacó (demasiados pocos corazones en su mano, me dijó luego).

Ese general prusiano (P8) en el borde oriental del tablero cumplió plenamente su función aguantando hasta el turno 7 u 8. Aún así, reforcé a P7 con P3 que provenía desde Berlin, lo que me permitía retirarme tras el sector de diamantes ante el ruso si la situación lo requería. Contra Austria mi defensa se basó en una superioridad en picas en el sector de Breslau que logré afirmar desde bastante pronto. Perseguí al Imperio hasta su destrucción, y al hacerlo logré colar una pieza (P2) con tren de suministro en Bohemia para hostigar. Finalmente, mis descalabros iniciales no me impidieron montar una Defensa en Triángulo frente a Francia.

Así que, en general, fue un juego que tuvé bastante controlado a pesar de consumir casi todo el tiempo de mi reloj (127 minutos de los 130 que teníamos). Hubo algún momento de peligro cuando el austríaco hizó algún intento de apoyo a Francia en torno a Magdeburgo, pero lo resolví enviando refuerzos de otras partes. Al final tenía en torno a 4 generales allí. Una vez más consigo mantener mi imbatibilidad como Prusia en las clasificatorias.

Domingo 9 de septiembre por la mañana.

A pesar de todo, la victoria de la víspera anterior no me permitía llegar a la final. Ahora me tocaba jugar con Rusia y me lo tomaba con calma. La filosofía con Rusia es que no tienes nada que perder, así que me lancé al ataque desde bastante pronto tanto en Kammin con dos generales apilados y 12 tropas, como en Prusia Oriental, dónde el prusiano se asentó para defender en picas. Afortunadamente robé muchas cartas de este palo, por lo que pudé emplearme a fondo y acabar disuadiendo al Prusiano - jugado por el campeón de hace 2 años - que cualquier resistencia allí era fútil.

Aún así, dos generales azuloscuros estaban merodeando por Polonia tras haber evacuado Silesia, y uno de ellos acabó volviendo a Prusia Oriental. Me quedé contento con dejarle un general ruso vigilante hasta que la zarina murió en el turno 12. A esas alturas, como me confesó mi oponente prusiano más tarde, tan sólo le quedaban 2 cartas en trébol. A mi me quedaban 3.

Con Suecia no había mucho que hacer, así que lo acabé aparcando frente al depósito de Hannover en Stade para ayudar al francés. Nuestro jugador francés era como el jugador prusiano de mi mañana del sábado. Lleva viniendo desde hace años al campeonato, pero su juego no parece mejorar en nada. Un hannoveriano se le había colado por el sur, y el otro se había ido de vacaciones a Sajonia. Francia podía haber ganado esta partida perfectamente haciendo consecutivos ataques de desgaste con 2 generales de 18 tropas frente a un prusiano de 3 tropas. En lugar de eso, hizó un único ataque con un único general en el que dilapido todas sus cartas. Y todo ello para poder decir luego "hice todo lo que pude". ¡Manda huevos!.

El jugador austríaco, por su parte, se quedó bloqueado por una escasez de diamantes. Sufrió dos cercos en los que perdió una cuarentena de tropas, y en un momento determinado gastó 126 puntos en cartas de golpe para recomprarlas. No tengo motivo para criticarle de forma manifiesta. Lo único que se me ocurre es que podía haber intentado cortar el suministro prusiano en Sajonia. A favor tenía que uno de los suministros prusianos estaba dando vueltas por Polonia. En contra que tenía que dejar un general en guardia frente al prusiano que también estaba allí.

Por mi parte, me llevé 5 miserables puntos, lo que me dejó en un puesto muy bajo en la tabla (21 de 32). Durante la final - más adelante la comento - estuvé un rato de charla con otros jugadores. Un tema que nos llamó la atención eran aquellos jugadores cuya forma de jugar no resulta nada convincente pero que, de forma sistemática, obtienen buenas puntuaciones en el campeonato. Mi jugador prusiano del sábado por la mañana y el francés del domingo fueron dos ejemplos.

En el campeonato sucede que puedes jugar para ganar, o para puntuar. Lo primero es más arriesgado, y si falla te quedas con pocos puntos. Lo segundo es más seguro, e incluso te permite llegar a la final en los campeonatos menores de Madrid o York, pero necesitas ganar 2 partidas para poder llegar a la final en Berlin, y esta forma segura no da esto a menos que tengas muchísima suerte.

La imagen de arriba da una visión de esto. Las flechas en rojo indican los movimientos en los turnos impares (1, 3, y 5) las verdes en los turnos pares. Desde los puntos de partida y suponiendo que P7 se mantiene estático en la posición de Wangerin (que es muy fuerte) un ataque directo que - eso sí - no intenta conquistar ninguna badera se puede hacer en el turno 2. En cambio, si desvio las piezas rusas hacía el sur para tomar la bandera más meridional (Küstrin) y después colocarme en posición para amenazar dos banderas con el primer ataque, este se produce en el turno 5. 3 turnos de retraso para tomar una bandera y maximizar puntos. 3 turnos que, a la hora de intentar ganar la partida, pueden marcar muchas diferencias. 3 turnos para 1 punto de la clasificación que equivale a varios puestos en la tabla. La forma segura contra la forma arriesgada...

... y para mí, una excusa cojonuda para explicar mi posición de mierda en el campeonato.

La Final.

Ringard llegó a la final. A pesar de exhibir bastantes nervios durante la clasificación. Para ello tuvo que lograr 3 victorias, y aún así fue el último de los 4 clasificados. Dado que el primero tomo Francia (imaginamos que por cansancio) a nuestro Ringard le tocó jugar con Rusia. Ante sí tenían a AT, quien tan vez sea el mejor jugador con Prusia en este momento.

Era la segunda vez consecutiva que Ringard llega a la final, lo que demuestra su calidad como jugador. También era la segunda vez consecutiva que jugaba dicha final con Rusia. Otra cosa se repitió esta vez. Rusia se fue de la partida a las primeras de cambio (turno 6). Con este panorama - nuestro mejor jugador de España fuera de juego y con la suerte sonriendo al mejor jugador prusiano posible - la final perdió todo interés para mí y me pasé buena parte del tiempo fuera de la calurosa sala de juego, disfrutando de una agradable noche berlinesa de septiembre mientras hablaba con los que iban saliendo de la sala. Fue un final un tanto amargo para Ringard, pero si de algo estoy seguro, es de que es el único de los que estuvimos allí que no tiene nada de que arrepentirse.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Campaña de verano 2018

Con el inicio del Campeonato Mundial de Friedrich 2018 en Berlin a pocos días de escribir estas líneas echo una mirada hacía atrás de mi verano lúdico y constato que a la hora de recopilar a que he jugado estos últimos dos meses debería haber recopilado algún tipo de nota. Los años no pasan en balde y mi memoria flaquea. Pero ¡qué le vamos a hacer!. Con la memoria debilitada, voy a repasar un poco superficialmente que he estado haciendo en torno a las mesas durante el estío.

He jugado bastante a Hannibal, aprovechando que la popularidad de este clásico ha resurgido tras su reedición por Phalanx-Masqueoca este año. No debiera haberlo dejado nunca. De aquí en adelante intentaré echarle alguna partida todos los meses, intentando convencer a mis adversarios habituales de que nos tomemos un pequeño descanso entre dos juegos más densos. Me hará falta, puesto que aunque puedo derrotar sin demasiada complicación a los contrincantes más novatos - los que son nuevos en el juego o vuelven a él tras muchos, muchos años - frente a cualquier jugador más experimentado sufro sistemáticas derrotas, en especial con el bando romano. Éste me resulta especialmente difícil de gestionar, no tanto por las veleidades de su sistema político y las complejidades de su ejército consular, sino porque me cuesta mucho contenerme de cualquier ofensiva prematura durante los 5 primeros turnos mientras aguardas a que aparezca Escipión el Africano. Que es la estrategia que Friki dice que funciona. Tenía ilusión por continuar la serie de artículos sobre estrategia de este juego, pero no me siento con ánimos para continuar hasta que vea mejorar algo mis resultados.
Al comienzo de una partida hay oleadas de bárbaros (cubos verdes) rodeando nuestras pequeñas islas de romanidad.
Continuamos con la temática de la Roma Antigua. En una de las quedadas de sábado que sobrevivieron a los estragos vacacionales tuvimos la oportunidad de probar un juego aportado por el veterano JC. Enemies of Rome. Es un juego ligero para entre 2 y 5 jugadores que pone a los jugadores en el papel de defensores del Imperio Romano (la República Romana al comienzo de la partida). En cada ronda cada jugador juega unas cartas de un mazo común que le van tocando y por las que no sólo ejecuta las habituales acciones de mover, construir, y atacar a propios (otros jugadores) y ajenos (los bárbaros), sino que también pueden activar hordas de enemigos romanos (cartagineses, galos, godos, y toda la pesca) con el objeto bastante manifiesto de hacerle la vida imposible a los demás jugadores. Los combates se resuelven con muchas tiradas de dados, lo cual es rápido pero bastante azaroso. No es un juego extraordinario en nada, es incluso un poco demasiado largo para lo que ofrece. Pero es sencillo y no nos costó nada comenzar una partida tras acabar con otro juego.

Lo que acabo de describir en el párrafo anterior a muchos les recordará a otro juego reciente, también ambientado en la Roma Antigua, y con más fama. Time of Crisis. JC también ha traído este juego varias veces a nuestras sesiones. He de decir que el resultado ha sido algo mixto. Por un lado, el juego resulta relativamente sencillo - las reglas comprenden creo que unas 8 páginas - y una vez que asimilas el funcionamiento la partida puede correr de forma relativamente ágil. Por otro lado, hay cierto problema de interés compuesto. Cazar a quien se adelanta en puntos puede ser complicado. Además de eso, una mala serie de tiradas de invasiones bárbaras al comienzo te puede dejar fuera de la partida desde bastante pronto. Considero que no se ha explotado al máximo el mecanismo motor del juego - construcción de mazos - porque no siento que tenga ante mi decisiones clave en cuanto a cartas a adquirir. Hay mayor variedad y profundidad de decisiones en una caja básica de Dominion. En ToC las decisiones a tomar están bastante dirigidas. Hay tan sólo una forma de expandir tu capacidad de comprar cartas mejores, lo cual resulta esencial. Al final es todo un poco repetitivo. Si se puede jugar en 2 horas, vale la pena. Más allá de eso y solamente esperas a ver cuando acaba.

En otra de las quedadas de sábado nos lanzamos a probar Clash of Monarchs, el ya olvidado Card Driven Game de GMT que pretende recrear la Guerra de los Siete Años para hasta 4 jugadores. No fue una partida agradable para mí. Y no lo digo tanto por la tremenda mala suerte que tuve con los dados en varios combates, sino porque el juego avanzaba algo a trompicones y tenía problemas con las reglas y con el propio maquetado del juego. Por ejemplo, cuando un general puede usar la tabla de "combate intenso" su factor de ataque o defensa esta en un recuadro rojo. Pero ese es el mismo rojo que los generales británicos tienen como fondo, así que o todos los generales británicos o ninguno tiran en dicha tabla. No hay forma de saberlo. Eso no es un detalle menor, porque es la única tabla con la que puedes aspirar a hacer algún daño serio (o sufrirlo). Franceses e ingleses se estaban bregando en torno a Hannover, pero el resultado de cada batalla eran sólo unos rasguños. No me convenció mucho. Aún a pesar del gran nivel de abstracción que tiene, Friedrich continúa siendo el mejor juego sobre este conflicto.

Recuerdo haber jugado 2 partidas de Friedrich este verano, con resultados más bien deprimentes para mis perspectivas en el Campeonato. En la primera en el Club Dragón fui derrotado por el que tal vez fuera el peor jugador del Campeonato de España del año pasado. Las cartas me llegaron de forma bastante irregular - primero más diamantes que picas, y después sólo picas - y no acerté a montar una defensa en condiciones. En la segunda tuve una suerte loca al irse Rusia muy rápido de la partida y no sufrir reducciones de subsidios. Y aún así cometí fallos garrafales por los que merecí haber perdido la partida dos o tres veces. Pero el mazo del destino me saco de mis apuros. El mejor momento fue al acabar un turno cuando ya nada podía evitar una victoria francesa - con cuantioso y decisivo apoyo austríaco y sueco - y saco la carta de evento del turno. ¡Francia abandona la partida!. Os podéis imaginar mis carcajadas. Merecí perder una y mil veces, pero por potra gané.

Durante el mes de julio estuve jugando en el Club Dragón a Eastfront. Lo que ha sucedido en esas partidas ya lo he narrado en una reseña. Baste decir aquí que es un muy buen juego, que integra el realismo histórico con la capacidad de entretener. En una primera partida con el ruso en el difícil verano de 1941 me las ví y me las desee para reconstruir mi línea defensiva, y tan sólo me salve porque el efecto "niebla de guerra" de los bloques de madera cundió al 100% y un único bloque de infantería con 1 punto de vida disuadió a mi contrincante de atacar en otra dirección, al tiempo que dejaba sin atacar otro bloque de HQ sin protección alguna. Como en otros juegos sobre la guerra ruso-germana de 1941-45, llevar al alemán en 1941 requiere tanta o más experiencia que la que exige jugar con el ruso en ese mismo período, y esa era la primera partida de mi adversario. En la siguiente partida cambiamos de bando y cambiamos al verano de 1942. Pude ensayar con cierto éxito algunas de mis ideas acerca de como llevar a cabo ofensivas en este juego, y logré una cómoda victoria conquistando Rostov, Voronezh, y un par de puntos entre el Don y el Caúcaso. Pero no Stalingrado ni Sebastopol, lo que me resultó algo chocante.

Cortesía de Myrmillon, mi compañero del domingo por la mañana en el club, este verano he podido probar dos clásicos de Avalon Hill. El primero fue Gladiator. Un juego sobre combates de gladiadores publicado en 1981 y que me recordaba a Gunslinger, otro juego de combate hombre a hombre. Esta versión basada en la Antigua Roma (¡de nuevo!) me gustó más que su contraparte del Salvaje Oeste del siglo XIX. Tiene un montón de tablas que te guían a través de los procesos y que pueden asustar, pero es mera cuestión de acostumbrarse a su uso. El juego resulta bastante intuitivo - lo que tendría sentido en la época recreada lo tendría en el juego - y fluye con bastante rapidez.

El otro clásico de AH que probé fue Thunder at Cassino. Un juego de zonas con el sistema del Turning Point: Stalingrad sobre la famosa batalla de la SGM por la famosa abadía en el monte italiano y el pueblo que había a sus pies. Me gusto más que el juego sobre Stalingrado porque es más sencillo, y resulta más posible para el jugador defensivo (el alemán) lanzar pequeños contragolpes con cierto efecto. Este es, probablemente, mejor juego. Aún así no lo puedo recomendar a todo el mundo. Ni ninguno que emplee este sistema, probablemente. Es muy bueno para recrear ofensivas de 2-3 semanas de duración en espacios muy concretos. Lo malo es que un jugador tiene que sentarse en el lado que recibe la mayor parte de las tortas, mientras que la diversión del ataque continuado recae en el otro jugador. No todos podrán disfrutar de esta carencia de equilibrio entre los bandos.

La última partida que jugué en el Club Dragón fue una de 1830. ¡Por fin después de muchos meses!. No sé si es que yo estaba cansado - había dormido mal - o falto de entrenamiento, pero no acabe demasiado bien: 4º o 5º de 6 jugadores. La sorpresa fue la victoria de un novato... ¡que terminó el juego sin presidir ninguna empresa!. Otra novedad es que nadie se lanzó a comprar un tren diesel, lo que nos dio un final de partida tranquilo. Las puntuaciones finales - para un saldo en banca de 10.000$ - fueron relativamente apretadas, En torno a 3.900$ por abajo hasta los 4.900$ por arriba.

El colofón de la temporada lo puso La Partida de Here I Stand del grupo. No faltaron voluntarios, como siempre. Comenzamos a las 12 del mediodía y abandonamos la partida inconclusa a las 23h. al acabar el sexto turno. Es la primera vez que no logramos terminar una partida de HIS. Es posible que ya tengamos todos algo de experiencia y sepamos como neutralizarnos mutuamente. Mis sensaciones con este juego son encontradas. Voy a decirlo claramente: me gusta más bien poco. Los primeros 4 turnos son interesantes mientras subes en puntos como la espuma - menos el papado - pero después estás arañando los últimos 6-5 puntos que necesitas para ganar. El juego se ralentiza y pierde en interés. Hay bandos muy descompensados. Inglaterra es prácticamente inexpugnable. Francia en cambio es susceptible a ser atacada por varios lugares (en una partida de francés sufrí incluso una invasión turca). Las decisiones a tomar no son tan variadas ni tan interesantes. Por ejemplo, Inglaterra tiene que comenzar atacando Escocia sino quiere arriesgarse a que le jueguen incursiones. Eso es así, y punto. No hay motivo para salirse de ese guión. Y así con varios aspectos del juego.
Así ha acabado mi verano.

Vendería mi copia de HIS de no ser porque todo los de mi grupo se apuntan encantados a las partidas que organizo y que para mí son más reunión de amigos que juego. Preferiría reunir el entusiasmo y buen ánimo de las partidas de HIS para partidas de Civilization o Titan. Juegos que tienen decisiones más interesantes y/o fluyen mucho mejor (el entretiempo del Titan no es menor que el de HIS), pero como demostró mi experiencia con Axis&Allies, un juego no necesita ser bueno para triunfar.