viernes, 25 de junio de 2010

Titan

Iba a escribir otra entrada dedicada a la crisis económica. Pero, leyendo las que ya he escrito, no se me da bien. No es por falta de ideas. Mi problema es precisamente que tengo demasiadas, y voy pasando de una a otra con bastante desorden. Antes de volver a escribir sobre el tema, tengo que poner en orden mis ideas y enfocarlas en una dirección, para poder dar al texto resultante una forma definida.

En lugar de escribir sobre economía, voy a retomar un tema bastante más sencillo, y en el que es más fácil concentrarme por lo concreto que es: la reseña de un juego.

(¡Bieeeeen! ¡Bieeeen! [aclamaciones del público].

Los esfuerzos que tuve que realizar para conseguir el juego me han motivado durante los últimos meses a no dejarlo abandonado en una esquina y aprovechar varias ocasiones para jugarlo. Necesitaba saber si mi lucha titánica había valido la pena. Tras unas 6 ó más partidas creo que he asimilado lo suficiente de los mecánismos del juego como para poder traspasar ese conocimiento a otros. No soy ningún profesional de "Titán". Pero tampoco voy a esperar una eternidad a serlo antes de contar como es este juego.


Voy a centrar mi reseña en la edición de Valley , que no sólo es la que tengo, sino que también creo que es la más accesible al público hoy en día. Los 300 $ que se llegaban a pagar por una edición de Avalon Hill antes de que saliese la de VG creo que son un buen argumento de esto. De todas formas, tengo entendido que lo único que las diferencia (y no mucho) son los componentes materiales. Así que describiendo una se puede considerar que describo ambas.

Objetivo y Desarrollo General del Juego.

El objetivo a lograr en Titan es muy sencillo: matar a todos los demás jugadores. Es un juego eliminatorio. La eliminación de un jugador no requiere que liquides todas sus piezas, como sucede en el Risk, sino que basta con matar la pieza que personifica a cada jugador sobre el tablero: el Titán.

El concepto es más fácil de asimilar si pensáis que el án cumple la misma función que el Rey en el ajedrez. ¿Todos habéis jugado alguna vez al ajedrez, verdad?.

Lo mismo que el Rey del Ajedrez, el Titán tiene otras piezas acompañandole sobre un tablero de juego. Estas piezas viajan con el Titan por las casillas del tablero y ayudan a protegerlo y a matar a sus enemigos. Desde esta perspectiva, Titán parece un juego de ajedrez para 2-6 jugadores. No es una idea demasido desencaminada. Las diferencias las veremos ahora con más detalle, pero las más importantes son la intervención del azar materializado en dados, y el uso de información oculta.

Componentes materiales.

VG se precia a si misma de producir sus juegos con excelente calidad. "Calidad" parece significar para VG, entre otras cosas, que tanto el tablero como las fichas de juego tienen bastante grosor. + grosor = + peso = una caja bastante robusta para poder soportarlo todo. Hace falta, porque el juego nuevo sin destroquelar pesa unos 3kg.


En primer lugar destaca el Tablero Principal de juego, o Masterboard, en dos piezas plegables y con una decoración en la que predominan los tonos oscuros, pero en la que la información es clara y accesible. Este tablero recrea un laberinto de hexágonos interconectados entre si que me recuerda bastante al "laberinto del chinotauro" de ese memorable y sádico programa de TV llamado "Humor amarillo". Las conexiones entre hexagonos vienen marcadas con símbolos cuya explicación aparece en el margén del tablero. El interior de cada hexágono recoge un color y un símbolo con un número (para partidas a distancia, creo) y el nombre que designa el tipo de terreno.

Acompañan el tablero principal seis tableros de combate , battleboards, más pequeños. Hay un tablero por cada tipo de terreno (11 en total) del Masterboard. Algunos tableros vienen impresos a dos caras (con , por ejemplo, "montaña" en un lado y "colinas" en otro). Cada battleboard recoge una tabla de resultados de combate y un pequeño marcador de turnos.

El siguiente componente más destacable son las piezas. Son muchas, son gruesas, y son grandes. Tienen una pulgada cuadrada de superficie, algo que no veía desde Fire in the Sky. Contienen información de forma clara, y con letras grandes. Algo que agradecen estos ojos miopes. El 80% de las piezas son criaturas, incluyendo los propios Titanes, y el resto son marcadores, sobre todo de Legion. Luego explico lo que es eso.

También hay muchos marcadores más pequeños, la mayor parte de los cuales sirven para marcar los puntos de daño de las criaturas en un combate, y que tienen forma de gota de sangre. Un guiño del maquetador/diseñador.


Los penúltimos materiales a destacar son dos plantillas de ayuda, con un esquema de como se van reclutando nuevas criaturas, TRC y diagrama de combate. En la parte de atrás vienen explicados los efectos de los diferentes tipos de terreno que se pueden encontrar en los battleboards. También hay un pequeño tablero que sirve para anotar la puntuación de cada jugador, y un manual de reglas bien escrito, y con detalle. Completan el equipo 20 dados algo pequeños.
Lo último a destacar (de la edición de VG) está en el fondo de la caja. Hay una bandeja pegada en la que se pueden almacenar todas las fichas - las criaturas van en orden alfabético - y los dados, y que se protege con una plantilla de plástico. Las piezas encajan - o deberían hacerlo - al milímetro en la bandeja. Tengo entendido que VG invirtio mucho tiempo en esta bandeja, de manera que se pudieran almacenar las fichas sin que se revolviesen en el interior de la caja si esta se movía. Personalmente, hubiera preferido que hubieran lanzado el juego 6 meses antes y hubieran adjuntado unas bolsitas de plástico con cierre, como hace GMT. Las piezas del juego no encajan exactamente como les debió salir a ellos en su prototipo, y se pueden dañar si aprietas mucho. Además, la bandeja debería estar en lo alto de la caja, encima del kilo y medio de tableros de cartón que presionan sobre las fichas con la solución de almacenaje inalterable (la bandeja está pegada y no puedo sacarla) que VG ha impuesto. Lo dicho. Lo mejor es simplificar el producto, sacarlo antes (y más barato) y dejar las frikadas a los frikis, que nosotros ya sabremos como queremos "tunear" nuestros juegos. Muchas gracias.


¿Cómo se juega el puto juego?.

Es una buena pregunta. Ya he contado que el objetivo del juego es matar y evitar ser matado. La herramienta fundamental para ello es la legión. Una legion es un apilamiento de fichas que pertenece a un jugador, y que como tal se marca con una ficha de su color con un símbolo. Cada jugador dispone de 12 de estas, y este es, en principio el número máximo de legiones que un jugador puede tener.

Aparte del marcador, el resto de fichas que componen una legión son criaturas, de las que el propio Titan puede ser una de ellas. Cada criatura tiene dos números, el de la izquierda recoge sus puntos de vida y los dados que tira en combate, el de la derecha indica la capacidad de movimiento que tiene en el Battleboard y su "habilidad de combate" (resume su capacidad para protegerse tanto como su capacidad para hacer daño con cada tirada de dado). Cada legión puede contener de 1 a 7 (el máximo) criaturas. Y lo más importante es que el contenido de cada legión es secreto. Se puede ver cuantas criaturas hay en una legión, pero no se puede ver - salvo el dueño - cuales son a menos que corras el riesgo de enfrentarte a ellas. El secretismo es importante, porque ocultar al Titan en una de nuestras legiones nos puede ayudar a sobrevivir.

Cuando llega su turno, lo primero que ha de hacer un jugador es decidir si hace separaciones entre una o varias de sus legiones en el tablero. Esta decisión puede ser importante por razones que ya veremos. Las normas importantes a tener en cuenta a la hora de separar es que no se pueden crear voluntariamente legiones con menos de 2 criaturas, y que una vez separadas, dos legiones no pueden volver a juntarse.

Una vez ha decidido sus separaciones, el jugador tira un dado para determinar los puntos de movimiento que disponen todas sus legiones. El número que saques te indica los puntos de movimiento de todas y cada una de tus legiones por separado. Es decir, que no tienes que repartir los puntos del dado entre todas las legiones. Por ejemplo, si sacas un 3, cada una de tus legiones dispone de 3 puntos de movimiento.

El movimiento es una de las cosas más puñeteras del juego. Por un lado, el dado casi nunca saca el número que necesitas para llegar hasta donde quieres. Te puedes mover con todas, parte, o ninguna de tus legiones. Pero las que se muevan tienen que consumir todos sus puntos de movimiento, no pueden escoger mover menos. Los símbolos que interconectan los hexagonos en el tablero principal dirigen en buena medida el movimiento, de manera que tu libertad de elección del movimiento está bastante restringida. En resumén, el movimiento está tan restringido que en ocasiones me he visto obligado a no mover como mejor opción.

Algunas opciones de movimiento permiten, en determinadas circunstancias, la teleportación. Esto es, saltar de un hexagono a otro del tablero saltandose las normas habituales de movimiento. Está bien, pero no suele ser muy frecuente. En mi última partida maté al Titan de un jugador que llevaba un buen rato esperando sacar un 6 con el dado para teleportarse a un lugar más seguro. No es recomendable integrarlo a tu estrategia a menos que tengas un Titan con 400 puntos. (Luego lo aclaro).

El movimiento puede llevarnos a colisionar con las legiones de otros jugadores. En cuyo caso se han de ir resolviendo los encuentros en el orden que determine el jugador que está en fase. Los encuentros no terminan necesariamente en un combate. Hay un protocolo a seguir en el cual cualquiera de los dos jugadores (atacante o atacado) puede optar por ceder y liquidar todas las criaturas de su legión de manera automática. Parecerá un suicidio, pero hay diferentes razones muy buenas que pueden llevar a tomar esta decisión. Puede que de el combate por perdido y que su oponente no se lleve el 100% de los puntos que da su legión (si el defensor cede al principio [huye] solo concede el 50%). Puede que el atacante tan solo moviera una legión "suicida" débil para comprobar cual es el contenido de la otra legión, puesto que lo primero que hacen los dos jugadores es mirar la legión del contrincante. Ambos jugadores pueden llegar a un acuerdo por el cual el "perdedor" consigue que el "ganador" sacrifique algunas de sus piezas a cambio. Estas opciones pueden parecer un rollo... ¡queremos luchar! ¡queremos sangre!. Pero la verdad es que ayudan a ahorrar bastante tiempo de juego en combates chorras que no merece la pena seguir.

Si aún así, los dos jugadores deciden pegarse, se saca el tablero de combate correspondiente al terreno donde se han encontrado ambos jugadores (hay unas 11 variedades de terreno) y cada uno despliega las fichas de su legion a la vista de todos encima. Se va desarrollando un combate por turnos que podría describir en detalle, pero voy a pasar. Basta decir que el combate conlleva bastante desgaste y bajas para ambos bandos. El atacante - el jugador en fase - tiene un límite de 7 turnos para ganar o palma toda su legión, así que la presión está de su lado. Durante el combate es posible para ambos jugadores recibir un refuerzo. El combate tiene bastantes detalles tácticos de los que sería interesante hablar, pero no es el momento. Realmente, puede llegar a suponer un problema, porque la partida se detiene para los demás jugadores que no están en el combate, y les puede llegar a ser aburrido, sobre todo si la gente no llega a acuerdos o cesiones y prefiere combatir de maner indiscriminada.

El resultado de cada encuentro, ya termine en combate o no, es que el jugador ganador se suele llevar una cantidad de puntos que dependen de la cantidad de bichos enemigos muertos y su "potencia" (resultado de multiplicar sus dos números). Cada 100 puntos que consigues incrementan en 1 los dados de Golpe de tu Titan, y además recibes un Angel (una criatura especial con cierta capacidad de teleportación) como refuerzo. Si llegas a los 400 puntos, además, la legion que contenga a tu Titan se puede teleportar a cualquier otra casilla del tablero que contenga enemigos cuando saque un 6 con el dado de movimiento. Es un poder muy bestia. Al llegar al puntaje de 500 el refuerzo que obtienes es un Arcángel, en lugar de un Ángel. Básicamente es lo mismo, pero más bruto.

El premio gordo consiste en matar al Titan de otro jugador. No solo te llevas los puntos de la legion del Titan muerto, también te llevas el 50% de los puntos de todos los demás bichos que tuviera sobre el tablero y no estuvieran involucrados en un encuentro.

Los caidos en un encuentro tienen diferentes destinos. La mayor parte de las criaturas eliminadas lo son para el resto de la partida, y sólo unas pocas pueden volver a ser reclutadas. Esto hace de las criaturas recursos limitados, como veremos al comentar el reclutamiento.

El reclutamiento es lo último que hace el jugador en su turno. Consiste en pillar refuerzos legion por legion con todas aquellas de sus legiones que se hayan movido. ¿Recordáis lo restringido del movimiento y como a veces la mejor opción es no hacerlo?. Pues ya veís en que consiste la putada. Moverse no siempre es lo más conveniente, pero si no lo haces, no obtienes refuerzos.

El movimiento no es el único requisito para reclutar. Cada territorio del mapa principal permite reclutar tan sólo a ciertas combinaciones de criaturas. Si no las tienes en tu legion, esta no recluta por mucho que se haya movido este turno. Por esta razón es importante elegir la composición de cada legión cuando haces una separación. Separar es inevitable, porque reclutando y reclutando cada legión acaba llegando (si no se la cargan antes) a 7 criaturas, que es el máximo si recordáis bien. Si una legión ya tiene 7 criaturas no podrá reclutar más (ni siquiera angeles) aunque cumpla con todos los otros requisitos. También puede suceder que ya no queden en la caja más criaturas del tipo que ibas a reclutar, y te quedes con dos palmos de narices.

Reclutar puede parecer una tarea complicada. Lo es. Y sin embargo es justo la fase del juego con la que he visto que más jugadores disfrutan. Incluso más que con el combate. Reclutar tiene mucho de eurojuego, porque se utilizan unos recursos para construir cosas sin tener que enfrentarte (necesariamente) con los demás jugadores. En ocaciones temo incluso que los jugadores se embelesan demasiado con el reclutamiento y olvidan para que lo están haciendo: matar a los contrincantes.

Mis conclusiones.

La impresión general que me he llevado de este juego es positiva. El hecho de que se pueda jugar igualmente bien con 3, 4, 5 ó 6 jugadores lo ha hecho un juego que me salva de situaciones en las que no sé que juego poner en la mesa, o cuando me ha faltado alguien a un encuentro al que iba a asistir más gente. Nadie se ha opuesto a jugar hasta ahora. La temática algo violenta, y lo espectacular de los componentes y el maquetado han eliminado esos recelos que muchos tienen ante lo nuevo.

El juego es eliminatorio, y a algunos os puede suponer un problema. Es mera cuestión de carácter. A mi la eliminación me supone un aliciente porque le añade más tensión competitiva al juego. Matar o ser matado es el epítome de todos los retos a los que uno se puede enfrentar. Además, si cometes un error al inicio de la partida lo normal es que te maten enseguida y tengas plena libertad para irte a zurrarte la sardina si te apetece, en lugar de quedarte horas sentado con la mirada perdida esperando que la partida que sabes que no puedes ya ganar acabe (¡putos eurojuegos!). Lo mejor es que los jugadores eliminados tengan a mano otro entretenimiento alternativo a mano, lo que en esta era de consolas (y consoladores) no creo que sea tan complicado.

El juego ofrece, a pesar de las restricciones al movimiento y el reclutamiento, muchas alternativas y estrategias posibles a cada jugador. Me gustan los juegos que dan tantas posibilidades. Titan es un juego con mucho recorrido en lo que a estrategias y tácticas se refiere. Y eso asegura una rejugabilidad enorme. Esto es así sobre todo si vas jugando repetidamente con el mismo grupo, ya que sus tácticas van a ir evolucionando partida a partida.

Por desgracia, esto mismo es una barrera para jugadores más noveles. Es bastante posible que estos se acaben perdiendo en medio de todas las opciones que tienen a su disposición sin saber, por la experiencia, cual es mejor y peor. Así, es fácil que se genere desánimo. La tendencia de los jugadores novatos a resolver combates en lugar de llegar a acuerdos o ceder en los encuentros contribuye además a reducir el ritmo de juego. Se hace una pausa cada dos por tres para que dos jugadores resuelvan un combate entre sí, que a veces dura 15 minutos porque - al ser novatos - les cuesta decidirse en cada ronda de combate.

Para evitar que cosas como esta sucedan recomiendo escoger con algo de cuidado los grupos de jugadores. A ser posible no tiene que haber mucha diferencia de experiencia entre ellos. De momento creo que no debe haber más de 3 partidas de diferencia entre el jugador más experimentado y el más novato. Las diferencias se desvanecen conforme se juegan más partidas. También es imprescindible algo de organización a la hora de jugar, con alguien que este llevando la voz cantante y resumiendo las opciones disponibles para los jugadores más noveles e indecisos, de manera que estos no estorben el desarrollo de partida y se den algo de prisa.

También recomiendo decidir el final de las partidas, cuando quedan sólo 2 jugadores, por acuerdo. Ayuda a reducir el tiempo de juego y te quita de encima la parte más pesada de la partida. Aunque me gusta el juego, puede que no me guste tanto como para finiquitar las partidas entre 2 jugadores a hostias. Pero la verdad es que tengo un montón de juegos de 2 jugadores a los que jugaría antes que a este, que para mí es más bien un multijugador.

Al final, incluso los jugadores nuevos aprenden haciendo, que es la forma más bonita de aprender a jugar cualquier juego, y no dejando que alguien te cuente lo que tienes que hacer o leyendo una guía de estrategia. Con sus multiples opciones, Titan es un juego en el que se puede aprender, aprender, y aprender. No es el mejor de los juegos, pero es lo suficientemente bueno como para que merezca la pena probarlo.

jueves, 17 de junio de 2010

La Crisis: Auge y Caida.

Tras un período de silencio forzado por el trabajo y una breve infección, retomo con este segundo post mi análisis de la actual crisis económica.

En el primer post, que resumo en este parrafo, determinaba el origen de la Burbuja Inmobiliaria que se ha convertido en el principal responsable de la crisis en nuestro país.
Una drástica bajada de tipos de interés durante los 90 había liberado grandes cantidades de ahorro en la economía española. Este ahorro había ido buscando y encontrando varios destinos, como el consumo y la bolsa, pero hacía el 2000 ya estaba destinandose mayormente hacía la vivienda como inversión. Varias cosas favorecieron la concentración del ahorro liberado en esta forma de inversión, como la caída de la Bolsa en 2000-2001, y varias de ellas las veremos en este post como causantes de que el auge inmobiliario se mantuviera más allá de lo económicamente prudente. Sin embargo, el motivo principal de que se invirtiese tanto dinero en vivienda es que, aunque los precios estaban subiendo, se tenía la sensación de que la vivienda todavía era muy barata. La razón de esto es, de nuevo, el enorme descenso de tipos de interés. Tanto si se adquiere un inmueble como vivienda, como si es una inversión, lo normal es endeudarse y pedir una hipoteca para adquirirlo. Al descender tanto los tipos en los años 90 (del 12% al 3%), uno de los costes de la inversión en vivienda bajo drásticamente. Cualquier estudiante de primer año de Economía sabe que si el precio de la oferta desciende, las unidades compradas por la demanda aumentan. Se empezaron a vender pisos como churros.

Posiblemente, esta fuera la primera "señal de mercado" que detectaron los constructores y agentes inmobiliarios. Empezaron a vender rápidamente todo lo que producían (construían). Antes, en los 80 y comienzos de los 90, no hubiera tenido que ser así, con unos tipos de interes que por lo general, se mantenían entre el 12% y el 16%, algunas viviendas se hubieran quedado sin vender durante un tiempo. Si al constructor/vendedor se le iba demasiado la mano con el precio, la vivienda no se vendía. Cada 1.000.000 pesetas de incremento de precio tenía asociado un alto coste de tipo de interés que desanimaba a potenciales compradores.

Claro, otra razón por la que se vendieran todas las viviendas era la llegada al mercado de los "baby-boomers". La incorporación de 4 millones de inmigrantes a nuestra población también jugó su papel incrementando la demanda de vivienda, no lo vamos a negar. Pero tanto una clase social como la otra no tienen ingresos muy elevados en el momento de acceder al mercado. Aunque indudablemente se beneficiaron de la bajada de tipos, y compraron todo lo que había disponible, carecían de la potencia económica para explicar lo que sucedió a continuación, entre finales de los 90 y el comienzo del milenio.

Los precios de los inmuebles subieron. Los precios subieron mucho.

Al comprobar que todo se vendía rápidamente, los constructores y vendedores de vivienda probaron a ver si continuaba pasando lo mismo si subían un poco los precios. En cuanto comprobaron que seguían vendiendo todo rápidamente dieron el siguiente paso lógico: subieron los precios algo más.

Y después algo más.

Y luego más.

Y más.

Y más.

Más.

Ya teníamos montada la burbuja de precios inmobiliaría.

Los tipos de interés continuaron descendiendo hasta el 2001-2002, cuando llegaron al 2%. Sin embargo, ya para el 2000 el ritmo de descenso se había ralentizado, e incluso hubo una pequeña subida antes de bajar al mínimo en 2002. También para el cambio de milenio el ritmo de incrmento de precios se disparó. Los ofertantes de inmuebles llevaban ya buena parte de los 90 subiendo precios y vendiendo todo el "stock". Es normal que se envalentonarán y subiesen los precios a un ritmo mucho mayor de lo que se habían atrevido hasta entonces. ¿Quién no ha soñado con hacerse rico velozmente?.

Hasta el 2000 se puede explicar el incremento de precios de la vivienda con los "baby-boomers" y los inmigrantes. Pero el incremento de precios desaforado que hubo desde entonces solo pudo ser financiado por personas con un nivel de ingresos y ahorros más consolidado. Los que ahora tenían 45-60 años y habían terminado hace mucho tiempo de pagar sus hipotecas al 12% se encontraron ahora con grandes ahorros, grandes nóminas (por su experiencia laboral), y tipos del 2,5%. En el post anterior ya vimos como probaron formas alternativas de inversión, como la Bolsa. Vimos también como la Bolsa les expulsó con un brusco ajuste en el 2000. Por si todo esto no fuera poco, el precio de las viviendas estaba subiendo a ritmos nunca conocidos antes. A nadie le importaba preguntarse el por qué, sólo estaba claro donde tenías que meter el dinero.

El año 2000 marcó, en mi opinión, el punto de inflexión. Hasta entonces los incrementos de precio habían sido razonables en el contexto de entrada en el mercado de los "baby-boomers". Los precios también habían quedado compensados por el descenso de los tipos de interés. El auge creciente del sector constructor había resultado beneficioso para activar la economía y sacarla del hoyo del 20% de paro experimentado en los 90. Con el nuevo milenio, nuevo dinero y nuevos compradores llegaron al mercado de la vivienda. Los padres de los "baby-boomers" entraron en el mercado con una capacidad económica que sus hijos no tenían, y compraron "para invertir" disparando hacía arriba los precios en una espiral que se alimentaba a sí misma. Cuanto más subían los precios, más valía la pena comprar... o eso parecía.

Realmente, hacía el 2000 se debería haber comenzado a derivar nuestro crecimiento económico hacía otros rumbos. Que no se hiciera así y que el mercado inmobiliario siguiera en auge durante otros 8 años se debió a que había varios agentes de nuestra economía que salían beneficiados de todo esto, y no estaban interesados en un cambio que hubiera reducido sus beneficios a corto plazo.

El primer beneficiado fue el público en general, aunque en diferentes grados. Indudablemente, hubo mucha gente que compró y vendió a tiempo, e hizo un beneficio sustancial con ello. Sin embargo, creo que a este "enriquecimiento de las masas" se le pueden poner muchas pegas. Por un lado, los que compraron la vivienda como usuarios, porque iban a vivir en ella, no se enriquecieron realmente, a menos que vendieran y fueran a vivir de alquiler justo a tiempo. De otra forma, ahora su vivienda no es convertible rápidamente en dinero contante y sonante, y están atados geográficamente por ella en lo que se refiere a la busqueda de empleo. Tener a gran parte de su mano de obra inmovilizada geográficamente no es precisamente un punto fuerte de nuestra economía. Incluso durante el mismo auge inmobiliario, muchos de estos usuarios de vivienda comprobaron que, realmente, se habían empobrecido cuando pretendieron vender sus casas para mudarse a otras nuevas y descubrieron que - incluso vendiendo su antiguo hogar por un precio mucho mayor - tenían que endeudarse mucho más para hacer su sueño realidad. De entre toda esta gente, los auténticos perdedores (por ahora) fueron los que adquirieron su vivienda en el período 2006-2008.

Entre los que compraron "como inversión" ha habido, en general, ganancias relativas. Todo depende de donde comprasen esa 2ª, o 3ª (o 4ª, 5ª, etc) vivienda. Ha habido zonas, como la costa, que han sido lugares donde la construcción se debía más a una demanda especulativa que real de vivienda. Seseña y otros pueblos olvidados de nuestra geografía entran dentro de esta categoría. Si se invirtió "bien" - en zonas en las que había un cremiento poblacional real - el problema ahora es convertir esa inversión en dinero, si es necesario. Nadie quiere, o puede, comprar. Los ahorros de esta gente, generados por el duro trabajo y el descenso de los tipos de interés, están congelados en ladrillo. Son los titulares de la mayor parte de las 3 millones de viviendas vacías que se comenta hay en nuestro país, y que los precios se desplomen depende de que sientan la tremenda urgencia de vender... a cualquier precio. La insuficiente bajada de precios que ya se ha producido hace suponer que no tienen prisa.

Ahora muchos echan pestes sobre el sector inmobiliario. Mas lo cierto es que el ciudadano es el primer culpable del auge del mercado. Un día, se acercó por la oficina donde yo trabajaba un chico con el plan de comprar una vivienda de protección oficial entre el y dos hermanos suyos que no tenían donde caerse muertos. En dos años, me contaba, la volverían a vender sacandose un beneficio. Aparte de ser poco realizable - le dije que con sus ingresos no podían solicitar una hipoteca -, el planteamiento de especular con propiedad supuestamente destinada a rentas modestas resume el sentir de aquella época. Seamos realistas, el ansia de ganancias impulsó a todos a comprar a cualquier precio, y a vender al mayor precio posible. Muchos han quedado atrapados, pero nunca se obligo a nadie a entrar en la espiral, todo el que lo hizo, entro voluntariamente. Ha habido víctimas, sí, pero nada de pena.

Menos pena creo que se siente por los bancos. Mi involucración profesional en el sector me ha cegado durante bastante tiempo acerca de la involucración del sector en nuestra actual situación. Al fin y al cabo, nadie era obligado a entrar en un banco pidiendo hipotecas ¿no?. Todos entraron voluntariamente. Pero la verdad es que el particular prácticamente sólo podía verse arrastrado por la marea especulativa sobre la que ya he hablado. Pero realmente, lo que los particulares se enfrentaban era a una falta de alternativas de la cual ha tenido buena culpa el sector bancario de este país, al concentrar su esfuerzo inversor en inmuebles, inmuebles, e inmuebles, y nada más. Si actuaron así, es porque el sector inmobiliario era el más rentable a corto plazo, y en la banca no se ha sido capaz de ver más allá. La banca es uno de los pocos sectores que hubieran tenido la capacidad de hacer un análisis a largo plazo, y haber intentado invertir en sectores con algo más de riesgo a corto plazo, pero con más perspectivas de futuro. La banca es uno de esos poderes que tiene la capacidad de cambiar la orientación productiva del país. No hicieron nada. Ahora muchos están tocados, pero como he dicho, nadie siente pena por ellos. Encima de eso, tienen parte de responsabilidad en lo sucedido.


La otra parte de responsabilidad la tiene - ya era hora de hablar de ello - el Gobierno. Con esto me refiero en primera línea al Gobierno Nacional, aunque el resto de administraciones del Estado también tiene su culpa, aunque con grados diferentes de responsabilidad. En ausencia de los bancos, era y es el gobierno el que tiene que asumir la responsabilidad de realizar reformas estructurales y reconducir el modelo prodcutivo del país mediante herramientas, la más potente de las cuales son los Presupuestos Generales del Estado y los Impuestos correspondientes. Desde el 2000 hemos vivido tanto bajo gobiernos conservadores como "de izquierdas" y la realidad es que ninguno hizo nada salvo dejar hacer al sector privado: bancos y constructoras. He discutido bastante acerca de esto, y se sigue haciendo.


Realmente no se que pensar. Por un lado la opinión que dice que el Gobierno no sabía realmente qué estaba pasando no deja de parecerme posible. Recuerdo que en el período 2004-2008 una desangelada Ministra de Vivienda estuvo asegurando una y otra vez que "el precio de la vivienda iba a bajar" o que "había indicios de que estaba bajando" me parecía ya en ese momento algo paradójico y contradictorio. ¿Realmente sabía esta gente el ajuste de mercado que implicaba un descenso del precio de la vivienda?. Era como si dijeran que la vivienda podía bajar de precio sin que el resto de la economía, dependiente del incremento constante de los precios de la vivienda, se viera afectada por ello. Era la contradicción de aquel que no sabe realmente de qué está hablando.


Por otro lado, mi hipótesis es que, aunque tuvieran perfecto conocimiento de lo que estaba acontenciendo y de a dónde nos estaba llevando todo esto, cualquier gobierno nacional de cualquier partido no hubiera hecho nada de todas formas. La base de esta opinión mía es los debates Zapatero-Rajoy, y en especial el primero de ellos. En este se ve como Zapatero alardea frente a Rajoy de haber conseguido tasas de creación de empleo y de superavit público que no se alcanzaron durante el período conservador. Si el gobierno socialista hubiera dedicado el período 2004-2008 a cambiar el modelo productivo de este país (como habían prometido) para apartarlo del ladrillo, el Presidente del Gobierno no hubiera podido hacer esos alardes. Cualquier cambio de modelo productivo va necesariamente acompañado de menores tasas de creación de empleo - por el cierre de algunas empresas obsoletas y el tiempo en que se tarda en abrir las modernas -. Imaginaos a un gobierno cuyo eslogán electoral sea "hemos creado menos empleo y hemos crecido menos, pero es porque estabamos reformando la estructura productiva". La oposicion se lo come vivo. La Economía (con mayúsculas) es El Gran Tema de cualquier campaña electoral, pero realmente tengo serias dudas sobre si el electorado español está lo suficientemente cultivado como para tomar decisiones a este respecto, y no dejarse llevar por resultados a corto plazo. La consecuencia es que, sepán o no de economía, nuestros políticos van a alimentar a los votantes con cifras y resultados inmediatos a corto plazo en lugar de intentar explicarles las complejidades de la economía global. El problema, desde este punto de vista mío, no es ni un partido ni otro, ni nuestra clase política, sino nuestro sistema político como tal. Y esto es mucho más serio y profundo.


Pero realmente, los principales beneficiados de la especulación inmobiliaria han sido un pequeño grupo de personas que se autocalifican a si mismas como "empresarios". Son los constructores y agentes inmobiliarios que durante estos años han hecho grandes fortunas, pagando pocos impuestos. La codicia de algunos, que siguieron reinvirtiendo sus beneficios en el sector cuando el mercado estaba prácticamente moribundo (2007-2008), les ha llevado a la ruina. Pero creo que una buena parte de ellos simplemente han declarado en quiebra sus empresas, y se han retirado a sus chalés a contar los beneficios obtenidos en sus cuentas personales hasta que vuelva a surgir otra ocasión de hacer dinero rápido, sin ese esfuerzo ni imaginación de los que carecen en gran medida. Esta es la "clase empresarial" de nuestro país. Más pirata y oportunista que modernamente científica en su proceder, vió la oportunidad que ofrecía el descenso de tipos de interés y la aprovechó al máximo, quemándola. Nadie se preguntó si el alza de precios iba a durar siempre. Tan sólo importaba obtener grandes beneficios ya.


Yo pienso que, realmente, fue la "clase empresarial" de este país la principal responsable de la burbuja inmobiliaria, dado que fue también la mayor beneficiaria, incluso más que los bancos, algunos de los cuales han conseguido ser estafados por los empresarios en todo este proceso (!). La mayor parte de los ahorros de la clase media española han acabado en los bolsillos de esta gente, que a cambio han entregado ladrillo sin valor, díficilmente convertible en liquido. Estos ahorros han supuesto una gran cantidad de dinero, con el que les fue posible comprar a los políticos locales y municipios que les permitieron hacer a su voluntad, alicatar el paisaje y venderlo. Son los políticos corruptos los que hoy en día salen en los medios de comunicación, pero hay que tener en cuenta que si se les pagaban sobornos, era porque quienes les untaban esperaban conseguir beneficios que compensasen con creces los "costes". Por cada millón de soborno cobrado por un político, el empresario sobornador ha obtenido varios exprimiendo el mercado mediante subidas del precio de los inmuebles.


Los cobros directos no eran los únicos beneficios obtenidos por la clase política al dejar hacer su voluntad a los empresarios. Estos, al operar con impunidad, creaban puestos de trabajo y contribuían a mejorar las cifras de la economía. Algo por lo que se les ha considerado - y se han considerado a sí mismos - unos filántropos desinteresados, benefactores de la sociedad en su conjunto. Como tales, al Estado le convenía no intervenir y dejarles hacer para que continuasen creando puestos de trabajo. Esta política económica de no intervención ha sido seguida por los dos principales partidos políticos de este país.


Así pues, hemos visto como el país entero estaba tan dedicado a recoger los beneficios del momento como para preocuparse por su sostenibilidad a largo plazo. Que cada palo aguante su vela. La realidad de la crisis económica actual es que todos más o menos la podían ver llegar, pero nadie hizo nada porque cada uno esperaba sacar tajada y dejar a los demás solucionar sus problemas. Aunque sea fácil encontrar una moral en toda esta historia, no creo que la ética ayude a entender realmente lo que paso. No todo el mundo era corrupto, o codicioso. Había políticos honestos, empresarios responsables, y particulares preocupados por el desarrollo que estaban tomando las cosas. Pero incluso los honestos no tenían otra opción en aquel momento que participar de todo aquello. Si uno, por escrúpulos, no recogía los beneficicios entonces otra persona con menos ética lo iba a hacer. Lo que está mal no es la moral de la sociedad, sino el sistema que sólo plantea un único camino y una única opción.
No voy a dar por terminado esta entrada sin antes dar mi propia narración - breve, lo prometo - acerca del fin de la burbuja inmobiliaria. Comenzó en 2006. De 2006 a 2008 los tipos de interés repuntaron de en torno un 2% a un 5% e incluso un 6%. En términos de cuota mensual de la hipoteca, ésta se incrementó unos 300€ más al mes, lo cual es un montón de pasta para una economía familiar. Al tener que pagar hipotecas 300€ más altas las familias redujeron su consumo, y la economía empezó a ralentizarse. Pero el bajón principal vinó del principal sector productivo: la construcción. El alza de precios del mercado inmobiliario se mantenía gracias a un flujo constante de operaciones de compra y venta que hacían que cualquier ganancia de valor de un inmueble se pudiese consolidar en dinero liquido rápidamente. Los precios subían porque se compraba y se vendía en gran volumén. En torno al 2005-2006 el nivel de precios era ya tal que, a pesar de tener tipos de interés inferiores al 3%, cada alza de precios alimentada por las expectativas de ventas en realidad estaba expulsando cada vez a más y más gente del mercado. Naturalmente, los primeros en ser expulsados del mercado fueron los pertenecientes a las clases económicas más bajas: jóvenes con sus primeros empleos y salarios bajos, personas con escaso nivel de formación, e inmigrantes.
Sobre el 2005-2006 en el ámbito de mi profesión (bancaria) se generalizaron formas de crédito hipotecario que no se habían empleado antes. Los plazos de las hipotecas se ampliaron hasta los 50 años (antes el máximo era 30), se hicieron cuotas crecientes (en las que al comienzo se paga menos importe, y poco a poco la cuota va creciendo de forma que al final se pagan cuotas más elevadas que en un préstamo de "cuota constante"). Ya en el 2008 la moda eran los "préstamos multidivisa" en los que la hipoteca se otorgaba en una divisa (franco suizo, yen japones, ...) con un tipo de interés bajo que permitía al endeudado pagar menos (el tipo de interés era más bajo) que con una hipoteca en euros. El objeto final de toda esta ingeniería financiera era el mismo para todos los productos, "calzar" un precio exhorbitado de los inmuebles en unas rentas que no habían crecido al mismo ritmo. Ya no eran sólo las personas de bajo nivel de renta las que no podían comprar una vivienda. Muchos de los que eran más acomodados tampoco eran capaces de hacerlo. El mercado de la vivienda se fue ahogando por falta de compradores. Había, y hay, gente muy dispuesta a comprar inmuebles, pero es que los precios ya son tan altos que ni una bajada de tipos alivia la situación gran cosa.
La propia codicia que impulsaba hacía arriba los precios de la vivienda había contribuido a cortar el oxígeno - los compradores - que alimentaba su propio fuego. Sin compradores, el ritmo de las ventas se ralentizó. Muchas vivienda se quedaron sin vender. Los bancos han sido los siguientes en ser afectados. Dieron muchos préstamos con esos inmuebles de garantía, y el descubrimiento de que no hay compradores para esos pisos a esos precios a llevado a cuestionarse el valor de las garantías. La crisis financiera mundial, con su retirada de financiación extranjera, ha acentuado los problemas de solvencia de muchas entidades. La consecuencia es que han tenido que "apretar el cinturón" y recortar los créditos que solían dar antes. Esto último, la retirada de financiación de los bancos, ha sido lo último que ha terminado de matar a muchas empresas que no tenían nada que ver con la construcción. Y es, en mi opinión, la principal razón de la gravedad y la generalización de la crisis económica actual.

domingo, 6 de junio de 2010

La Crisis: La creación de la Burbuja Inmobiliaria

Este post va dedicado a FloydB, con quien hace unos días mantuve unos interesantes diálogos sobre este y otros temas.

Con la que está arreciando, no podía faltar por mi parte una entrada dedicada a la crisis económica de marras. Lo mismo que muchos de los que lean esto en estos tiempos, he mantenido bastantes conversaciones con amigos, familiares y conocidos respecto a este tema. Cuando hablabamos sobre la crisis, la mayoría se dirigían hacía mí como alguien que tendría mejores conocimientos, debido a mí licenciatura de Economía y el trabajo que desarrollo en la banca - en el nivel más bajo de la misma -. No pretendo tener una superioridad total de conocimientos, y la verdad es que las aportaciones que otras personas me hacían en nuestras conversaciones no sólo han sido tan enriquecedoras y acertadas como las del experto mejor pagado, sino incluso más acertadas y enriquecedoras.

Así, llevaba ya 4 semanas dandóle vueltas a un post con este tema. Tenía pensado que fueran a ser tres entradas, porque contemplaba que lo que se afronta en España ahora no es una crisis, sino tres: una económica, otra financiera y una crisis enérgetica (por el petróleo). Sin embargo, la idea original ha cambiado por conversaciones que he mantenido con amigos sobre el tema. Al comenzar a plasmar todo lo que habíamos hablado en el teclado, pude ordenar mis ideas y los hechos que iba a narrar, y tuve una idea más clara de las causas, sus consecuencias, y el orden en que quería relatar todo.

Bien, y ahora la historia de la crisis. Me centraré en narrar la historia de la crisis actual en España. Ocasionalmente, también haré mención a como se fué desarrollando esta crisis en el resto del mundo, tanto por las implicaciones que esto ha tenido en nuestra propia crisis, como para establecer comparaciones.

En España, la historia de nuestra actual crisis comienza en los años 90. Al comienzo de los 90 el tipo de interés para una hipoteca era del 12-15%. En el 2000 lo normal era pagar un 4,5%. Y todavía descenderían más. Aunque el gobierno de Aznar fue el que se colocó la medalla por la reducción de tipos de interés, la verdad es que ésta ya se estaba produciendo antes del su llegada a la presidencia. Si se consulta la página del Instituto Nacional de Estadística, se puede comprobar como para 1996 el descenso de tipos se encontraba ya a mitad de camino de lo que iba a encontrarse al final de la década.

La realidad es que la política monetaria ya no estaba en las manos del gobierno español, ni de ningún gobierno de la Unión Monetaria Europea. Para poder constituir ésta, era necesaria cierta disciplina monetaria. No podía ser que un país tuviese tipos del 12% y otro de 4%. Todos tenían que compartir el mismo tipo de interés. Por normativa de la UE se garantizó la independencia de los Bancos Nacionales (aquí, el Banco de España) respecto a sus gobiernos. Todos estos cambios vinieron impuestos desde fuera, y los hubiera tenido que llevar a cabo cualquier gobierno, ya fuera socialista o popular.

Se ha hablado mucho de la preferencia que hay en España por la propiedad sobre el alquiler. No voy a negar que esta preferencia existe, pero no explica porque muchos se lanzaron a comprar viviendas "como inversión", que hoy en día están desocupadas por millones.

A comienzos de los 90 la mayor parte de los ahorros de los españoles se encontraban en depósito a plazo fijo (el banco toma tu dinero por un período determinado y te paga un interés a cambio), deuda pública y cuentas corrientes. Estas eran formas de inversión seguras, que daban un rendimiento conocido en un plazo determinado. Se adecuaban bien a la falta de cultura financiera que tenía (y aún tiene) la población española. Sin embargo, el descenso de los tipos de interés provocó que la remuneración de estos productos financieros disminuyera, incluso por debajo del índice de inflacción. A lo largo de la década de los 90 este dinero se fue marchando de donde había estado depositado toda la vida y comenzó a buscar nuevos destinos.

El dinero se destino a varias cosas. Por un lado, a consumo. Ya que el ahorro no compensaba tanto como antes, consumir se hacía más atractivo. Aquí se inició la espiral que hoy en día nos ha llevado a coches de gama superior, vacaciones en el extranjero, reformas en casa cada dos años, y lo que queráis imaginar. Esto contribuyo a relanzar la economía.

Otro destino del dinero fue una inversión que era una vieja conocida del público en general: La propiedad inmueble. Tanto de terrenos, como de viviendas. Éstas tenían además como ventaja que se podían alquilar a otras personas. O sino, se podían vender. Lo que si era cierto es que la vivienda nunca había descendido de precio, por lo que era una inversión segura. No ibas a perder tu dinero.

Sin embargo, durante el final de los noventa la inversión que destaca - por lo menos en mi memoria - es la inversión en valores bursátiles. ¿Alguien se acuerda de Terra?. De lo que yo si me acuerdo es que, en aquella época, todo el mundo hablaba de tal o cual valor de bolsa como si fuera un experto. Incluso mi madre me recomendó (en el 98 ó el 99) que comprase unas acciones determinadas con las que "un hijo de una amiga suya" había conseguido bastantes beneficios. Aprecio mucho a mi madre, pero cuando un ama de casa comienza a hacerte recomendaciones sobre la bolsa, es que ha llegado el momento de vender todas tus acciones.

Los valores que estaban en auge en esta época eran los correspondientes a empresas tecnólogicas y de Internet (como Terra). Se estimaba que estas empresas tenían un valor potencial por cliente (en sus bases de datos) de 1.000.000 de pesetas (unos 6.000€). La gente se lanzó a comprar como locos. El Dorado estaba a la vista. La Bolsa subió, y con ello atrajo a más gente, que canceló depositos y saco dinero de cuentas corrientes. Hacía el 2000, cuando yo entre a trabajar en banca, algunos clientes llegaron a consultarme si dabamos préstamos a clientes para que estos pudiesen invertir en Bolsa.

Entonces, en el 2000-2001, la Bolsa pincho. Lo hizo a nivel internacional. En España el Ibex-35 perdió un 50% (descendió de un máximo de 12.000 puntos hasta los 6.000). De la noche a la mañana, las expectativas sobre empresas puntocom y tecnológicas se revelaron como hinchadas. Mucha gente en España perdió importantes cantidades de dinero, pero a cambio ganaron una desconfianza acérrima hacía un mercado bursátil cuyo funcionamiento nunca habían comprendido, realmente.

Hasta entonces, la vivienda como inversión tan sólo había compartido protagonismo, a partir de entonces, se convirtió en el actor principal.

Algunos factores ayudaron. La generación de los "baby-boomers" de los 60 y los 70 estaba llegando a la mayoría de edad y comenzaban a formar familias, lo que los convirtió en demandantes de vivienda. Ellos contribuyeron a presionar la demanda de vivienda hacía arriba.

El mercado inmobiliario, además, permitía un nivel de evasión de impuestos como no lo había en ninguna otra forma de inversión. Mi impresión es que este fraude fiscal era tolerado por las administraciones, por la generación de empleo e ingresos por impuestos que conllevaba el creciente "boom inmobiliario".

Un cambio en las competencias de las administraciones hizo que los ayuntamientos se encontrasen con más competencias que antes, pero sin el dinero necesario para financiarlas. Subir los impuestos siempre ha sido impopular, y te ha hecho perder las elecciones. Dar permisos de urbanización, en cambio, hace que el pueblo crezca (con votantes potenciales), genera empleo, e ingresos.

El gobierno - del PP - tomo además algunas medidas destinadas a eliminar trabas al mercado inmobiliario, y cuyo objeto final era estimular el crecimiento de la economía. Específicamente me vienen a la memoria una Ley del Suelo nueva, y una ley de liberalización de las agencias inmobiliarias, por la cual cualquier persona sin conocimientos, estudios ni escrupulos podía montar una agencia inmobiliaria. Las oficinas inmobiliarias brotaron como setas por toda la geografía nacional, y con más agentes inmobiliarios era posible realizar más ventas de inmuebles más rápido.

Todos estos factores, y algunos más que me dejo, tuvieron indudablemente su influencia. Sin embargo, yo creo que el detonante inicial de toda la explosión inmobiliaria fue el descenso de tipos de interés. Esta caída de los años 90 no sólo expulso los ahorros de las cuentas bancarias y los depositos, sino que también abarato los créditos. Y no poco. Un descenso del 15% al 4,5% es una bajada muy grande del coste de los créditos, Y además se produjo en el relativamente breve período de una década.

El resultado principal de este descenso del coste de los préstamos es que se generó una percepción general de que las viviendas eran baratas. ¿como no iban a parecerlo, cuando se ahora se pagaba un 4,5% donde antes se pagaba un 15%?. Esta impresión la tuvieron no solo aquellos que se interesaban por la vivienda como inversión, sino también los constructores y agentes inmobiliarios. Puede que no fuera de manera repentina, pero se dieron cuenta de que podían subir el precio de los inmuebles, seguir vendiendo, e incrementar su margén de beneficios. Al comienzo, posiblemente, tan sólo hacían subidas pequeñas, tentativas. Pero en poco tiempo cogieron más confianza, y no dudaron en subir los precios cada pocos meses.

Todo este proceso ha durado años. Pero el resultado final ha sido que lo que en pricipio el público consiguió ahorrarse con la bajada de tipos de interés, lo acabó pagando en precio incrementado de la vivienda. Básicamente, se produjo un traslado de renta de los ahorradores a una serie de agentes del mercado inmobiliario, de entre los cuales la parte más importante del pastel se la llevaron los constructores.

Y así fue como se creo "la burbuja inmobiliaria" de la que culpamos - ahora - de todos nuestros males. Realmente, no era tan mala. En la década de los 90, como ahora, en este país la tasa de desempleo alcanzaba el 20%. Reactivar la economía y crear puestos de trabajo no sólo era necesario, sino que de cierta forma era incluso urgente. Que el sector de la construcción fuese la que dió el tirón inicial no era, en sí, malo. Lo malo fue que se prolongó su auge hasta convertirse casi en el único motor de nuestra economía.

Eso, ya es materia para el siguiente post.