miércoles, 3 de octubre de 2012

7º Campeonato Mundial de Friedrich


Como ya llevo anunciando desde hace algún tiempo, este último fin de semana he estado en Berlín tomando parte en el 7º Campeonato Mundial (bueno, realmente es mundial porque es el único que hay) de Friedrich, un juego de guerra para 4 jugadores ambientado en la Guerra de los 7 años.

Ha sido una experiencia a la vez intensa y valiosa, no sólo por las partidas en sí, sino sobre todo por las personas que me he encontrado en el evento: los participantes en él y el diseñador del juego, Richard Sivel.

Naturalmente, ahora voy a relatar mi experiencia de este campeonato. A la hora de hacerlo encuentro que las personas que no conozcáis el juego os podéis perder con los tecnicismos. Por ello comienzo hablando acerca de las circunstancias y participantes del campeonato, y dejo la narración más detallada de las partidas para el apartado final.

La competición ha tenido lugar desde el viernes 28 de septiembre hasta el domingo 30. Eramos 15 participantes, más el diseñador que jugaba con nosotros para hacer el número redondo de 16 jugadores. Se jugaron 4 rondas de 4 partidas simultáneas cada una. La primera ronda comenzó el viernes por la tarde a eso de las cinco. La segunda y tercera tuvieron lugar a lo largo del sábado, comenzando a las diez de la mañana y las cinco de la tarde respectivamente. La cuarta ronda comenzó a las 10 de la mañana del domingo.

De todas estas rondas resultaba un cuarteto de jugadores para la final del domingo por la tarde, a partir de las 5. Este cuarteto se determinaba mediante un sistema de puntuación que no sólo recompensaba al ganador, sino también a aquellos perdedores que llegan más lejos en la consecución de sus objetivos.

Ringard y yo llegamos a Berlín en la tarde del jueves 27. Nos alojamos en el cómodo y económico EasyHotel de la Rosenthaler Strasse, el cual no puedo dejar de recomendar. Otros jugadores no residentes en Berlín escogieron opciones de alojamiento ya fueran más lujosas o más económicas. Entre estas últimas existen albergues bastante baratos en la zona, cuyo principal inconveniente es tener que compartir la habitación con completos desconocidos. Aparentemente, cada dormitorio de uno de estos alojamientos está equipado con un sonoro roncador de serie como compañero de habitación, así que estáis avisados.

En la misma noche del 27 quedamos con Sivel y algunos de los jugadores en el café Godot de la Kastanienallee. Comenzamos a conocernos unos a otros, bebimos unas copas/cervezas (a elección de cada uno), y estuvimos charlando bastante amigablemente. Ringard y yo nos fuimos algo temprano, en parte porque estabamos algo cansados por el viaje, y en parte porque queríamos visitar un poco la ciudad a la mañana siguiente.

Así lo hicimos. Para mí ha sido la tercera visita a Berlín, y cada vez me gusta más la ciudad. Aprovecho también para comentar que durante nuestra estancia disfrutamos de buen tiempo para esta época del año. Apenas si llovió, y hubo algún día soleado aunque predominaba el cielo cubierto. Eso sí, dado que están más al norte hacía algo de fresco y no estaba de más tener a mano un jersey.

Algo antes de las 17h., Ringard y yo nos presentamos en el ACUD-Theater de la Veteranenstrasse. Allí ya se encontraba Sivel con las mesas y tableros montados. Poco a poco fueron llegando los demás contendientes. Hubo una breve ceremonia de inicio, un reparto de camisetas conmemorativas (se hace una diferente para cada campeonato). La foto con todos los participantes la hizo la propia mujer de Sivel al poco de comenzar las partidas. Además, aquellos de nosotros que no lo teníamos recibimos unos mazos de cartas de Friedrich, el reglamento, y marcadores nuevos.

En cada partida, el jugador prusiano cuenta con 140 minutos para sus movimientos, mientras que los 3 jugadores aliados cuentan entre todos ellos con el mismo tiempo para los suyos. El tiempo se controla mediante un reloj de ajedrez, cuya gestión se encarga al jugador de Francia. El reloj se detiene para ambos bandos a la hora de hacer alguna pausa, o de resolver los combates.

Es el jugador de Francia también quien se encarga de barajar y repartir las cartas. Esto se hace de manera algo diferente a nuestras partidas caseras de preparación, de manera que se ahorra algo de tiempo en su conjunto. El mismo jugador hace de "notario" de la partida, anotando en una hoja preparada datos como los nombres de los participantes, la hora de inicio, y la aparición de las cartas del destino.

El reparto de jugadores se realiza al azar pero de manera que los jugadores ya conocidos entre sí - como yo y Ringard - no se encuentran en la misma partida, a menos que dicha partida fuera la final. Cada jugador asume uno de los 4 bandos posibles (Prusia, Rusia, Austria, y Francia) en cada una de las 4 partidas que puntuan para la final. Los cuatro primeros clasificados en puntos toman parte en esta última.

Llegar a la final no es moco de pavo. El nivel es por lo general bastante elevado, lo cual me parece genial porque uno aprende mucho jugando contra auténticos maestros. También hay algunos jugadores "paquetes", pero en esta edición del campeonato me parece que eran los menos. La puntuación máxima de una victoria es de 12 puntos, más otros dos puntos por una "victoria doble", es decir, la conquista de todos los objetivos cuando se controlan dos bandos. Yo logré un total de 36 puntos, pero ello no me llevó más allá del 8º puesto. Como ya he dicho, el nivel es muy elevado.

Por la noche, a eso de las 19-20 horas, es posible pedir algo de comida rápida a domicilio. Una hora temprana de cenar para un español, pero recomiendo usar la oportunidad, porque alguna partida puede acabar realmente tarde (más allá de las 11 de la noche) y al final te acabas atiborrando en el primer sitio que pillas. También hay disponibles botellas de cerveza y agua (con gas) a 1€ la pieza.

Algunos jugadores acostumbran a salir tras la partida de la noche. Así lo hice yo el sábado, tras una partida que me supuso un varapalo,  y disfrute de una agradable conversación con Sivel y dos competidores, regada con caipirinhas y vodkas. Bebí con moderación, retorne a las dos de la madrugada al hotel, y quiero pensar que nada de ello influyo negativamente en mi juego, puesto que al día siguiente obtuve mi única victoria en el campeonato.

Mientras la final tenía lugar en la tarde del domingo, los que quedábamos echamos otras partidas más de Friedrich. Yo participe en la no oficial "Loser's Final" que, por supuesto, perdí. La final del campeonato se completo al mismo tiempo que nuestra partida. Hubo una pequeña ceremonia de entrega de premios, seguida de la recogida del tinglado, despedidas, conversaciones amistosas, etc. Y luego Ringard y yo nos retiramos pronto, pues a la mañana siguiente teníamos que levantarnos temprano para coger nuestro vuelo.

La gente que tomó parte en el campeonato ha sido genial, empezando por el propio creador de Friedrich. El núcleo de los jugadores más veteranos es de Berlín. La siguiente aportación más importante, sobre todo en términos competitivos, era la de dos jugadores venidos de Burghausen, en Baviera. Otros dos venían de Duisburg. Los jugadores extranjeros veníamos de Estados Unidos ,los Países Bajos, Gran Bretaña, y de España (yo). Se habla inglés por parte de todos, aunque casi todos los extranjeros teníamos buen dominio del alemán.

En todo el campeonato imperó la cordialidad, y lo más gratificante ha sido reunirse con un grupo dedicado de gente que comparte muchas de las mismas aficiones que yo. Ha ayudado a que la existencia de este monje sea algo menos... monacal.

Las Partidas

1ª Partida.

En mi primera partida jugué como Francia. Como tal, hube de hacerme cargo del reloj, las anotaciones, y el barajeo y reparto de cartas. Al final del campeonato controlaba bien estas tareas, pero en esta primera partida posiblemente fueron causa de una distracción mía que pudo haberme costado la victoria.

En algunas ocasiones se ha observado que una estrategia prusiana agresiva en los turnos iniciales puede dar algunos resultados. Para que esto sea así es preciso cierto orden: atacar en determinados lugares y con cierto criterio. Desafortunadamente para él, nuestro prusiano de la partida comenzó a quemar cartas de su mano sin orden ni concierto aparentes. En seguida le cayeron los primeros golpes, y en seguida se vio que el vencedor de aquella partida iba a ser aquel que ganase la carrera por conquistar los objetivos.

El vencedor fue Austria. Yo me quede con 8 objetivos de 10 y a 1 sólo turno de conquistar los 2 que me faltaban (Magdeburgo y Halberstadt) que se encontraban sin defensa. La resistencia de Hannover colapsó al atacarme uno de sus generales en picas a una torre de 2 generales míos. Desafortunadamente, en el turno en el que conquiste Diepholz - el objetivo en la esquina noroccidental - se me olvidó marcar la conquista. De acuerdo con las reglas del torneo, tuve que aceptar mi error, y perdí dos turnos volviendo a plantar mi emblema. Creo que fue Ringard quién saco el parecido de la situación con el famoso monólogo de Eddie Izzard.

2ª Partida

En mi segunda partida tome el mando conjunto de Austria y del ejército imperial. El jugador francés era novato, aunque no se desenvolvió mal del todo. El jugador ruso tenía algo de experiencia, pero no puedo evaluarlo porque no recuerdo bien los movimientos que hizo.

Por mi parte, me fue bien en general. El oponente prusiano era un ex-campeón del grupo de Berĺín. Aún así, conseguí hacer que se retirase paulatinamente de Silesia, aunque sin sufrir derrotas demasiado costosas. Donde nunca conseguí atacarle con éxito fue en Sajonia. Al final de la partida había quemado todas mis cartas de diamantes. Por la falta de éxito allí intenté echarle una mano al jugador francés, en la esperanza de que Prusia perdiese suficientes fuerzas y cartas como para desequilibrar la defensa en mi propio sector. Esto llevo a una situación algo discutible en el área de Magdeburgo. Literalmente, le di la oportunidad de ganar al francés. Mi excusa es que, por una batalla de desgaste en corazones poco antes, esa posibilidad de ganar era remota pero yo quería que el francés, intentándola, lograse quemar más cartas al prusiano.

Al final, el jugador francés no lo intentó. Francia se retiro al final de ese mismo turno. Quedaban Austria, Suecia y el Imperio. Prusia no había padecido ni padecería reducciones de subsidios. Había conseguido ponerle entre la espada y la pared, pero el veterano jugador prusiano ahora lanzó la mayoría de sus recursos contra mí, al tiempo que yo hacía un último intento desesperado. Al final perdí tres generales y muchos ejércitos por falta de suministros. En mi último turno gaste 80 puntos en corazones y 28 en picas para comprar 18 tropas de refuerzo. Pero la partida termino ahí. Y menos mal, porque mis conquistas de Silesia se habían quedado sin defensa. Al final tenía 11 de 12 objetivos.

Esta partida duró desde poco después de las 10 hasta las 4 y media de la tarde. Al terminar tenía un hambre tremenda y salí rápidamente a comer algo.

3ª Partida

Llamarla partida es posible que fuera un tanto inapropiado. En realidad fue toda una lección de juego impartida por el jugador prusiano, otro ex-campeón berlinés, con más de 100 partidas a sus espaldas y un conocimiento sin par del juego. Aunque jugo buena parte de la partida con reducción de subsidios - estuvo robando sólo 5 cartas durante bastante tiempo - mi sensación es que hacía lo que quería con nosotros. A Francia le obligó a gastar un montón de corazones para poder aplastar a Hannover. Yo conquisté Prusia Oriental con bastante rapidez, pero en un encuentro en el sector de tréboles de Kammin gasté mis últimas cartas de dicho palo y ya no pude hacer gran cosa. Se pasó el resto del tiempo jugando conmigo, moviendo un ejército arriba y abajo sin que pudiera cazarle y forzarle a gastar cartas en una batalla. Por si fuera poco, gastaba mucho menos tiempo que nosotros en cada jugada, y hacía el final de la partida a los tres aliados nos quedaban menos de 10 minutos, mientras el prusiano todavía tenía más de 40 minutos. Yo sentía que el tiempo iba en nuestra contra. Aunque la zarina tardó mucho en morir - más tarde del turno 14, creo - no conseguí conquistar más que 7 objetivos de 10.

A resaltar que agotamos los 4 mazos de cartas del juego e hizo falta traer otro nuevo.

4ª Partida

Tras la paliza del día anterior, mi participación en el campeonato se cerraba con una partida en la que yo asumía el mando de Prusia y Hannover. A pesar de que Prusia tiene el mayor porcentaje de victorias en el juego, llevarla tiene su trabajo. Por eso muchos participantes en el campeonato prefieren que les toque como primer encuentro, para dejarlo atrás más rápido.

Para mí también supuso una experiencia agotadora. La partida duró 6 horas. Al final había agotado mis 140 minutos y me estaban cronometrando las jugadas (120 segundos para Prusia y 30 para Hannover).

Un jugador no muy hábil tomo el mando de Francia. No me costó mantenerlo controlado, a pesar de que había cometido un error en la distribución de fuerzas allí. El jugador austríaco se quedó parado durante buena parte de la partida porque apenas tenía diamantes. Mi mano en diamantes era muy fuerte, sobre todo al inicio.

El propio Sivel se enfrentó a mí como Rusia. A pesar de que logré entretenerle largo rato en Prusia Oriental, y le tenía tomada bastante la medida con retiradas automáticas de -1 (como a los otros 2 jugadores, para decir la verdad) al final me estaba quedando sin terreno que defender. No sabía cuando se iba a morir la zarina y tenía que retomar la iniciativa o el ruso me iba a terminar acorralando sin remedio. Decidí realizar un ataque a través de la frontera diamantes/tréboles de Pomerania para agotar los tréboles rusos y establecer desde allí nuevamente una cómoda defensa.

Lo conseguí, pero queme casi todos los diamantes de mi mano. El austríaco no necesitaba esperar más para echarme de Sajonia y arrinconarme en el extremo sudoriental de Silesia, dónde aguante a duras penas hasta el final de la partida, librando entre medias otra batalla a tréboles con un cojón y medio de cartas gastadas por mí y Austria. Fue un derroche, pero me ayudó a aguantar allí, porque con retiradas de -1 me hubiera acabado echando a Polonia. Mi tren de suministro ya había sido capturado hacía tiempo.

En la última ronda (la 19), agoté mis 2 últimas reservas y mis últimas cartas de picas y tréboles. Estaba a punto de ser derrotado, y salí con la victoria por los pelos.

Esta partida también se prolongó desde las 10 y media hasta las cuatro y media de la tarde. También agotamos los 4 mazos estándar del juego y tuvimos que sacar otro extra.

Finalizo dejándoos con un resumen (en alemán) de las partidas en la propia página del creador del juego.

P.D.: El mismo enlace con el resumen de todas las partidas, en inglés.

martes, 25 de septiembre de 2012

LES 2012

Pues sí, he estado este año en las LES 2012. Y no es la primera vez. He estado también en las dos ediciones anteriores, y estuve en otras jornadas en 2009 que no recuerdo ya sin eran LES o tenían otra denominación.

Para mí las jornadas no son un ambiente óptimo. Si los jugadores de rol, juegos de mesa, y miniaturas se han sentido alguna vez como bichos raros, no tienen razón para la queja. A todas las jornadas a las que he ido si sacas un wargame los jugadores de rol, de juegos de mesa, y de miniaturas por allí presentes son los que te miran como un bicho raro. Cada vez que voy me siento como un director de cine porno intentando colocar una de sus obras en el palmarés de Venecia, Cannes, o en los Oscar.

Aún así no pierdo el ánimo por ir. Y es por tres razones: a) es un cambio de ambiente; b) existe la posibilidad de probar algún juego nuevo; y c) es una oportunidad de conocer a alguien que se puede unir a tu grupo de jugadores.

Esto último fue lo que sucedió en las LES de 2011, cuando Lt. y yo nos conocimos mediando un tablero de Twilight Struggle entre nosotros. Lt. ha estado muy ocupado, y se va a ausentar el año que viene, pero ha tomado parte en algunas partidas y a través de él Will entro en nuestro círculo de jugadores.

Este año yo únicamente podía asistir el viernes y el domingo. El sábado, el día de mayor actividad y con más tiempo disponible, lo tuve ocupado por un compromiso. Fue una pena, porque según tengo entendido aquel día las jornadas estaban concurridas al máximo. Por otro lado, el sábado fue un día de calor, y los que estuvieron presentes me han contado que con tanta gente reunida la elevada temperatura era incluso más agobiante.

El viernes llegué en torno a las 5. En Alcorcon había algo de tráfico porque era la hora en la cual los colegios sueltan sus manadas de futuros esclavos del capital. Encontré una plaza de aparcamiento algo alejada. Me acerqué al puesto dónde se podía poner en venta juegos, con la intención de dejar allí mí Pacific Typhoon a la venta. Una partida más este verano después de haber pasado meses sin tocarlo es todo lo que he necesitado para decir ¡basta!. Había una inmóvil cola de aspirantes a vendedores de desechos como yo. El año que viene me planteo ir más tarde, o no ir el viernes.

Me había traído un Dune prestado de un amigo con la esperanza de montar una partida con mis conocidos, pero únicamente asomaron Chris, Rf. y Ringard. Chris se harto de esperar (Ringard tardó en salir del trabajo) y se metió en una partida de rol. Con el poco tiempo que nos quedaba lo más que se me ocurrió hacer fue sacar un Puerto Rico de la ludoteca y presentarle el juego a Rf. y a Ringard. Jugamos una partidilla, y ni bien ni mal. El que fuera número uno de la BGG durante largos años ha envejecido francamente mal.

Todavía quedaba algo de tiempo, y convencí a Ringard para disputarnos una partida de Sekigahara. Nos dio tiempo a jugar 6 de las siete semanas de la campaña. Yo, con Tokugawa, tuve sometido sin piedad a mi oponente durante la mayor parte del tiempo. Pero lo eché todo a perder lanzando un ataque contra Osaka, haciendo brotar de golpe los 5 bloques Mori. Confiaba en que Ringard no tuviera las cartas necesarias para movilizar todo el ejército, pero no fue así, y perdí todos mis 7 bloques frente a 4 suyos en una batalla cataclismica. Tras eso la situación al final de la sexta semana era todavía indecisa, con ligera ventaja para mí.

El juego atrajo atención y comentarios, pero entre que no podía venir el sábado y que ya habíamos acordado jugar al Friedrich el domingo, no me sentí capaz de concertar una cita.

El domingo fue un tanto frustrante al inicio. Ringard estuvo un buen rato esperando con el Friedrich desplegado de la misma manera que yo había aguardado en vano con el Successors desplegado en las LES 2011. Al final él, Rf. , y yo jugamos un Maria - del mismo creador que Friedrich y para 3 jugadores -. El juego es interesante, puede que incluso más que Friedrich, ahora que tengo éste tan trillado. Lo malo es que aunque básicamente tiene los mismos mecanismos que Friedrich, cambian suficientes cosas como para descolocarme. Así, cometí un par de cagadas con los trenes de suministro franceses y bávaros, y por ello y la timidez de Rf. rey de Prusia, Austria acabó ganando tras conquistar media Baviera (o Bavaria, como se empeña en llamarla Ringard, jejeje).

Después de almorzar me puse a repasar con algo de dificultad el reglamento de Tigris y Eufrates con la idea de enseñarle este juego a Rf. y a Ringard. A falta de nuevos reclutas, enseñar nuevos juegos a viejos amigos es otra de las posibilidades que ofrecen las LES. Llegué hasta montar el tablero y finalizar mi explicación de las reglas a mis amigos, pero en ese momento hayamos un chico huérfano de actividad y le enrolamos para una tardía partida de Friedrich.

Acepté llevar Prusia para no escuchar más los lloriqueos de Rf.. No sé muy bien que me pasaba ese día, pero la volví a cagar como en la partida de María de la mañana. Me lancé a una serie de feroces ataques que me dejaron con una mano de cartas bastante reducida para el final prematuro de nuestra partida. Tan sólo el final de las jornadas me permitió salvar una apariencia de honra. La situación del tablero apuntaba a una victoria austriaca inminente. Nuestro jugador novato padeció un tanto la inseguridad del iniciado. Sufrió una derrota y obtuvo una sonada victoria, y en conjunto su papel fue bueno.

Y este próximo fin de semana: el campeonato de Friedrich en Berlin.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Lecturas veraniegas

Este verano C_M me prestó dos libros. Sólo ahora he comenzado con uno de ellos. Lo cierto es que este verano he pasado varias tardes "aturdido" por la ola de calor y he pasado más tiempo viendo vídeos en Tutubo que leyendo. Sin embargo, en las dos semanas que pasé de vacaciones tuve mucho tiempo para leer y muy pocas distracciones alternativas. Y así conseguí leerme tres libros.


El primero es un clásico. Picado por la curiosidad, compré este libro sobre una crisis económica pasada para intentar comprender lo presente. Sin embargo, The Great Crash 1929 no narra las causas y el desarrollo de la Gran Depresión, salvo al final y de manera no muy detallada. Este libro se centra en contar los eventos que llevaron al gran "Crash" bursátil de Wall Street de 1929 y que es considerado como el inicio de la Gran Depresión. Se centra ante todo en los meses de 1929 que antecedieron al desastre financiero, y en los días y semanas que transcurrieron durante el desplome de la Bolsa de Nueva York. Está escrito de manera amena y no demasiado compleja, retratando un ambiente de emoción especuladora incontrolada que a algunos lectores actuales les puede resultar familiar. Este ánimo especulador es inherente al sistema económico actual, y se repite de manera periódica.

Como ya he dicho, el libro no explica la Gran Depresión, explica el colapso bursátil y financiero. Es importante distinguir entre uno y otro, y el hecho de que ambos no están necesariamente relacionados entre sí. De hecho la relación entre uno y otro en 1929 es objeto de discusión aún hoy en día. El libro termina con un capítulo en el que comenta causas de la Gran Depresión. Parece que fue escrito con posterioridad a la primera redacción del libro. De entre las razones que da, la más interesante es que un reparto muy desigual de la riqueza en la sociedad norteamericana de 1929 es una de las causas para la Gran Depresión. Las clases adineradas controlaban una cantidad desproporcionada de la riqueza y, por lo tanto, del gasto en inversiones y consumo. Cualquier "susto" - como el "Crash" bursátil - sufrido por este pequeño porcentaje de población acaudalada causaría una reducción del gasto y del consumo y una recesión en la economía.


El segundo libro de este verano es algo convencional. Otro libro-ensayo sobre la Segunda Guerra Mundial. Lo cierto es que cada vez compro menos de estos libros. Tengo el tema bastante trillado y me encuentro con los mismos tópicos repetidos una y otra vez. Lo que me decidió a comprar este fue ver en el índice capítulos sobre la guerra en Birmania y China, acerca de lo cual apenas sabía nada.

Retribution es una reedición de Nemesis, y trata sobre el último año de guerra en Asia y el Pacífico. Cubre las operaciones que van desde el desembarco en Leyte hasta la rendición del Japón. Sigue un formato narrativo que yo llamo "fotogramas". Hay algo de narración ordenada y conducida, pero el grueso de los párrafos del libro lo ocupan experiencias personales de protagonistas obtenidas mediante libros, cartas, diarios, e incluso entrevistas. El punto fuerte del libro no es, por lo tanto, un estudio cuidadoso en el que se examinan nuevos ángulos de un conflicto con casi 70 años de antigüedad, eso ya lo han hecho otros. El tal Max Hastings se centra en ofrecer al lector una amplia variedad de aspectos sobre cada tema que centra el respectivo capítulo.

El resultado es, en general, bueno. El tal Hastings es inglés, y se nota en como barre para casa cuando habla de la guerra en Birmania y elogia al comandante británico local: Bill Slim. MacArthur es cacota, pero eso ya lo sabía yo de otros libros. Aparte de las grandes batallas (Leyte, Iwo Jima, Okinawa) hay capítulos que narran diversos aspectos conocidos de la guerra, como los ataques kamikazes, la crueldad nipona con prisioneros y civiles, el bloqueo submarino norteamericano... en los que sobre todo se resalta lo salvajes que eran los japoneses.

Lo que más me ha gustado han sido los capítulos sobre China. Ya he dicho que apenas sabía nada sobre su guerra con Japón. Al final lo que he leído ha justificado que en muchos juegos sobre la Guerra del Pacífico el teatro de operaciones chino ni se toque. Los chinos eran incapaces de hacer nada, salvo esperar a que los aliados terminasen con los japoneses para proseguir con la Guerra Civil que la invasión nipona había interrumpido. Aprecio sobre todo la agudeza del autor al indicar que, mediante su costosa y generosa ayuda, lo que los americanos pretendían con China era que cumpliese el mismo papel en la derrota de Japón que la Unión Soviética había cumplido en la derrota alemana: poner el ejército de tierra necesario para derrotar a las fuerzas principales del enemigo. Al no poder asumir China este papel, los Estados Unidos se volvieron hacía la Unión Soviética para que de nuevo hicieran "el trabajo sucio", y a cambio Stalin obtuvo concesiones en Europa Oriental (que ya tenía ocupada con sus fuerzas, de todas maneras). Puede que parezca una verdad de perogrullo, pero es la primera vez que lo veo en letra de imprenta.

Por cierto, también es genial el capítulo sobre la invasión soviética de Manchuria y Corea. Tampoco sabía gran cosa de eso.

El libro finaliza hablando de las bombas atómicas y la rendición de Japón. Puedo parecer frío, pero agradezco que Max Hastings no dedique una sola línea a los tremendos efectos de Little Boy y Fat Man. Dichos efectos me son de sobra conocidos. En cambio, Max Hastings abandona el formato "fotogramas" y en esta última parte lleva a cabo una narración ordenada cronológicamente de los tejemanejes diplomáticos y políticos que antecedieron y sucedieron a Hiroshima. Su veredicto: Los japoneses se habían ganado que les tiraran el petardo nuclear por sus tácticas desesperadas que manifestaban su indisposición a rendirse aún a costa del sufrimiento de gran parte de su propia población. También termina diciendo que los nipones son unos cabroncetes porque no han mostrado arrepentimiento por sus crímenes de guerra en la misma medida que los alemanes.

 El último título que leí este verano trata acerca de la batalla más sangrienta de la Guerra Civil Norteamericana. Lo compré por recomendación de www.slate.com , la revista de información yanki que leo habitualmente. El libro trata dos temas que perfectamente podrían haberse separado en dos partes: la propia batalla de Antietam y las complicadas relaciones entre Lincoln y su principal general en ese momento, George Brinton McClellan.

La primera mitad del libro trata sobre todo de los aspectos políticos de dicha relación. Según parece, el tal McClellan no sólo se consideraba a sí mismo como un buen general, sino también como el salvador de la nación. Esa convicción le llevaba a extralimitarse en sus funciones y tontear con la política. De manera más específica, tonteaba con la oposición a Lincoln dentro de la Unión. Cavilaba sobre la posibilidad de derrocar a Lincoln y establecer una dictadura militar, y consideraba que la guerra tenía que finalizarse mediante un acuerdo con la Confederación que la reintegrase en la Unión a cambio de mantener la esclavitud.

Como general, McClellan era bastante paquete. Imaginaba que el enemigo tenía tropas que no existían en la realidad, y era reacio a moverse y tomar la iniciativa. En el mundillo de los wargames sería el típico jugador con AP (análisis-parálisis).

Esta primera parte del libro es algo rollo, pero hacía la mitad del mismo el autor comienza poco a poco a meterse más a fondo con la invasión de Maryland por parte del ejército confederado en el verano de 1862. Las operaciones se narran de manera interesante, y la tensión en la narración de las mismas va incrementándose poco a poco hasta llegar al momento de la batalla, cuya narración es más detallada y ocupa un 30-40% del libro. El encuentro es contado también de manera comprensible y nada densa.

Tras la batalla, que terminó en un empate aunque los confederados tuvieron que irse (a mí el resultado me recuerda a la batalla de Mar del Coral), Lincoln aprovechó la euforia por haber parado los pies a los confederados para hacer pública una Proclamación de Emancipación que tendría efecto desde el 1 de enero de 1863, aboliendo la esclavitud de manera definitiva y considerando como liberados a todos los esclavos, incluso aquellos que estaban bajo control confederado.

Es entonces cuando el libro retorna al ensayo sobre política, aunque ésta parte es más interesante que la que iniciaba la obra. Analiza varios vaivenes de política que culminaron cuando finalmente Lincoln le dió la patada a  McClellan el 7 de noviembre de 1862 y lo relevó del mando.

De las ideas más interesante que aparecen en esta última parte del ensayo está la noción de que la abolición de la esclavitud fue una medida excepcional - al igual que otras que Lincoln tomó junto con la Proclamación, como la suspensión del habeas corpus y la confiscación de propiedad rebelde - que tan sólo fue posible gracias a la excepcional situación de la guerra. Irónicamente, como dice un miembro del gabinete de Lincoln, los estados sureños habrían podido mantener durante largos años la institución de la esclavitud si no se hubieran separado e ido a la guerra. En los "estados norteños" la abolición de la esclavitud no tenía demasiados apoyos. Esto sirve para dar una idea de los riesgos políticos que Lincoln asumió con la Proclamación.

Un libro interesante, bien construido, y que gustará a cualquiera que sienta curiosidad por el tema.

Y ahora, a seguir leyendo los libros que me prestó C_M si no quiero que me mate a patadas...

lunes, 20 de agosto de 2012

Verano sin Fin: una retrospectiva de la Campaña de Verano 2012

Existen muchas razones por las que vale la pena morir. El sonido cantarín de un riachuelo de aguas cristalinas. La sonrisa de una doncella. La lágrima en la mejilla de un bebe...

... aunque yo, personalmente, antes que todo eso vendería a mi madre por una bolsa llena de porno francés por una buena partida con mis amigos. Razón suficiente para que este caluroso verano haya aprovechado las óptimas circunstancias de la temporada para echar unas cuantas partidas, y al infierno con todo lo demás.

 En general, estoy bastante satisfecho en el resultado de esta temporada en lo que a mi principal afición se refiere. Ha habido variedad de estilos en juegos y partidas. Otros veranos convocaba principalmente partidas de juegos multijugador. En esta campaña, en cambio, he disfrutado de algunas partidas de wargames de dos jugadores como a mí me gustan.

De mis encuentros con Will sobre un tablero del nuevo lanzamiento de GMT, 1989:Dawn of Freedom, ya he hecho los comentarios pertinentes en otra entrada. No obstante, a raíz de nuestras partidas con aquel juego enseñe a Will a jugar a Hannibal a fin de que, entre otras cosas, comprendiese de donde provenía el sistema de combate de 1989. Fueron dos partidas muy interesantes, con una victoria y una derrota mías al mando de los romanos. Me ha venido muy bien retornar al clásico, porque estaba un tanto desentrenado y últimamente no paraba de encadenar derrotas.

Por cortesía e invitación de Lt. he podido probar junto con él Liberty Roads, un wargame operacional que trata la campaña aliada en Francia, Bélgica y los Países Bajos en 1944-1945. Es básicamente un hex&counter con bastantes convencionalismos, pero que a la hora de la verdad se juega de manera bastante ágil. La escala de unidades es la división, que considero el tamaño perfecto para esta categoría de juegos. Los eventos y acciones especiales que muchos otros juegos introducen por cartas LR los maneja con fichas sacadas aleatoriamente de tazas. Lo mejor del juego es que da libertad al jugador aliado para probar diferentes versiones del Día D y ensayar como hubiera resultado la campaña si el desembarco se hubiera producido en Holanda, o en el área de Burdeos, por poner dos ejemplos.

También he jugado dos partidas más de Sekigahara. El juego sigue estando bien, mi único problema es hallar contrincantes capaces, para lo cual tendré que volver a traer hasta la mesa a alguno de los que ya tienen experiencia jugando. Hasta ahora C_M ha sido el único que me ha ganado, pero jugar durante 4-5 horas una partida que tendría que durar 90-120 minutos no es una perspectiva interesante.

C_M, en cambio, sí que tuvo la paciencia de jugar conmigo una partida de Shifting Sands. Esto ya lo he contado en mi anterior entrada sobre Paths of Glory. SS es una copia de PoG en muchos sentidos, adaptado al teatro de operaciones africano y del Medio Oriente durante la SGM.

Si bien PoG es un juego que nos tiene algo desencantados, SS hace mejor las cosas. La activación de diferentes frentes tiene sentido, puesto que pertenecían a una misma área y competían entre sí por el conjunto de recursos asignados a la misma. El "Baile de la Muerte" tiene más sentido en el contexto de la guerra móvil durante la SGM en África (aunque rara vez sucede, como voy a contar enseguida). La mano de cartas de los jugadores va creciendo en cada año de juego, coincidiendo con la introducción de más cartas en el mazo, con lo que se equilibra el engorde del mazo y dificulta que cartas de evento críticas queden pérdidas en un mazo creciente. Por último, los eventos de las cartas están realmente bien pensados y proveen de una línea histórica con sentido (aunque C_M tal vez difiera un poco en esto).  Aparte de eventos de otros teatros de la SGM (la invasión de Grecia, Barbarrosa, o el inicio de la Guerra del Pacífico) hay otros eventos propios del teatro de operaciones del juego que generan cierta tensión y afectan al mismo, como todos los eventos relacionados con Malta que pueden terminar en su conquista por el Eje o en su importancia para cortar las líneas de suministros del Eje (el Eje ya no puede gastar puntos de reemplazos).

Curiosamente, SS triunfa allí donde PoG fracasa: en recrear la guerra de posiciones. Hay un conjunto de espacios en torno a la frontera libio-egipcia que de manera insistente en mis 2-3 partidas se han convertido en un cuello de botella que dura casi toda la partida y del que nadie se mueve. Es bastante absurdo, puesto que la guerra en el Norte de África tuvo varios momentos de oscilación y movilidad de frentes. Como consecuencia de este enquistamiento prácticamente sólo tiene sentido jugar en los otros frentes, que se suponen secundarios al del Norte de África. La cosa funciona, pero no se puede evitar cierta sensación de absurdo, aunque no sea tan grande como la del PoG y su "Baile de la Muerte".

Como comprobó C_M en nuestra partida, SS es una cuesta arriba para el Eje. La principal razón es que el aliado tiene una abrumadora cantidad de cartas que permiten jugar tanto el evento como activar unidades al mismo tiempo. Así, la estrategia ganadora para el Eje consiste en aguantar como sea y terminar los 12 turnos con 4 ó más puntos que le dan la victoria. Llegamos hasta el turno 8º, pero a pesar de la adversidad creciente C_M lo hizo bastante bien con el Eje. Todavía me cuesta creer que sea posible jugar tres veces con éxito el evento de la Marina Italiana. Aparte de eso, me creó bastantes problemas con la revuelta egipcia y los frentes secundarios, llegando incluso a estar al borde de la victoria automática.

***

Si bien durante el verano hay mayor disponibilidad de tiempo y lugares para jugar, existen dificultades a la hora de encontrar jugadores. Es la época del año en la que muchos se toman vacaciones durante semanas, y encajar partidas multijugador con los días de vacaciones de varias personas llega a convertirse en un arte.

Por esa razón las partidas multijugador no comenzaron hasta bien entrado el mes de julio. La primera que organice, a petición de un amigo, fue una de Colonos de Catán con todas sus expansiones y el escenario "Gran Catán". Iba a ser una partida con 6 jugadores, pero uno cayó víctima del infortunio, y el mismo que me había pedido organizar la partida nos hizo víctimas de su caradura. Aún así reorganizamos el escenario para 4 jugadores y tiramos p'alante. La modularidad de CdC permite estas adaptaciones sin problemas.

Organizamos estas partidas una o dos veces al año. Y a mi me parece que está bien así. No tengo nada en contra de la duración del escenario (4-5 horas), pero volví a ver muchos de los antiguos vicios de los que adolece CdC cuando se le saca de sus orígenes y se convierte en un monstruo, sobre todo con el añadido de la expansión Ciudades y Caballeros. Tras la primera media hora de partida uno de los jugadores perdió su única ciudad. La brecha así creada era ya prácticamente imposible de cerrar porque otro efecto de la expansión C&K es incrementar el efecto de interés compuesto que ya adolece el juego base. Así, este jugador permaneció en el margen, esperando al final de la partida durante tres horas y media.

Si. Es tan doloroso como suena.

Por favor, niños y niñas. Si jugáis al CdC, está bien que compréis la expansión de los navegantes. Incluso lo recomiendo. Pero no vayáis más allá.

****

El evento del verano fue la partida en vivo de Colonial Diplomacy. Sudé tinta para juntar siete jugadores. La partida no salió a la perfección. Terminamos tras sólo doce turnos porque dos jugadores tenían que irse. Uno de ellos por "rebote" más que cualquier otra excusa que quisiera poner. Y es que en mi afán por cubrir el cupo de jugadores no podía ser muy exigente con la calidad humana de los mismos.

A pesar de todo, no me arrepiento lo más mínimo. Jugué con Rusia, y me dieron para el pelo los turcos y los japoneses. Los chinos también intentaron unirse a la fiesta, pero se pasaron de listos y les salió mal. Al final tenían sólo dos centros de suministro, y el jugador que los llevaba fue quién salió cabreado. Proclamamos ganador al japonés (C_M) con algo así como 14 centros de suministro. También lo hicieron bien los turcos (Freddy) y los franceses (Nsr.).

En un momento dado, cuando estabamos leyendo las ordenes de un turno, se revelo que la misma unidad rusa tenía ordenes de apoyo diferentes del jugador chino y del inglés. No pudimos evitar reírnos todos (menos el ya mencionado jugador de China, que tiene las capacidades sociales de una lechuga). A quién se la habían jugado no se revelo naturalmente hasta que se leyeron las órdenes rusas. Es por momentos como estos por lo que me encanta jugar a Diplomacy.
Para mí, Colonial Diplomacy adolece sobre todo de un problema de escala. El mapa tiene muchos más territorios y centros de suministro que el del Diplomacy Original. Combinando la mayor cantidad de territorios con la misma velocidad de movimiento que el juego original (1 territorio por turno) genera una situación en la que hay pares de jugadores que a efectos prácticos no interactúan entre sí. La habilidad negociadora tiene, en consecuencia, mucha menos relevancia que en el abigarrado mapa original. Aparte de eso, y como ya aparece comentado por uno de los mismos administradores de la BGG, es preciso realizar algún ajuste a Japón que, de lo contrario, es demasiado fuerte y acaba atrapando al jugador ruso contra el continente sin remedio alguno.

El año que viene repetimos, pero será con el mapa clásico.

*****

La siguiente cita multijugador fue nuestro retorno a Sword of Rome con las tablas de combate ajustadas. Las tablas, en mi opinión, continuaron dando buen resultado. Hubo dos batallas que en particular recuerdo se ganaron por la superioridad de fuerzas a pesar de que el ganador había tenido un resultado horrible con los dados.

Esto no supone ningún consuelo. porque en un montón de otras cosas SoR sigue siendo un auténtico desastre. Mi principal enemigo es el sistema de puntuación, que favorece una estrategia consistente en capturar dos espacios de victoria y sentarse a esperar. Victoria automática en 4 turnos como mucho. En el otro extremo, el jugador a quien le han arrebatado los dos espacios está fuera del juego en sólo dos turnos. El mecanismo de apoyo político es infernalmente complejo, perjudica tanto al jugador que pierde una batalla que (unido al sistema de puntuación) desanima cualquier acción. El sistema de refuerzos recompensa también más la defensa que la conquista. Las rondas de 5 impulsos son demasiado breves como para poder llevar a cabo un plan efectivo. A ello tampoco ayudan las barajas de cartas cargadas con eventos instantáneos de joder a otro jugador, lo mismo que el sistema de activación de neutrales. Ambos se utilizan a menudo contra otro jugador por el único motivo de que se dispone de ellos, sin importar si ese jugador está ganando o no. La ausencia total de coste a la hora de ofrecer una alianza conlleva a concertar alianzas a discreción y a situaciones de un absurdo rayano en el paroxismo. En nuestra partida el jugador etrusco-samnita empleó uno de sus "Tiempos Desesperados" para repescar "Gran Alianza" del descarte, forzar con dicho evento una alianza de los galos con los etruscos y los samnitas y - en ese mismo turno - aliar también a estos dos últimos con los romanos.

Son tantas cosas... . Yo ya he tirado la toalla con SoR. Ringard dijo que si el juego necesitaba tantos retoques, más me valía diseñar un juego enteramente nuevo yo mismo desde la base. He estado dándole muchas vueltas al tema. Diseñar un juego nuevo es un curro que te cagas. En cambio, he pensado en coger lo que ya tiene SoR y diseñar un juego enteramente nuevo con él. Supondría igualmente mucho trabajo, pero algo menos que diseñar un nuevo mapa, estudiar sobre otro período histórico, y escribir por entero un nuevo reglamento (y posiblemente cartas). Además, aprovecharía un material por el cual ya he pagado.

De momento es una decisión que tengo que aparcar hasta mi retorno de las vacaciones. Entretanto, he llegado a ofrecerle el juego a Flojic por un módico precio.

******

La temporada se ha cerrado con un clásico en nuestro grupo: Napoleonic Wars. Se puede decir que para esta ocasión contábamos con una plantilla de lujo (aparte de mí mismo, por supuesto): Ringard, C_M, Rf. y un amigo de C_M que ya tomo parte en nuestra última partida de Here I Stand y que tiene una amplia experiencia en juegos.

Del lado de la coalición, Ringard encasillado como británico, y yo con los rusos apoyando a los austríacos del amigo de C_M. Este tomo con cierto disgusto inicial a los prusianos, mientras que Rf. encarnaba a Napoleón con cierta pesadumbre por tener que soportar sólo gran parte del peso del juego.

En los primeros dos turnos la coalición mantuvo bien el tipo contra Francia. La mayoría de los golpes le cayeron a Gran Bretaña, que vio como el Francés se empeñaba en gastar CP tras CP en conquistar Napoles (para jugar Reino de Napoles, por supuesto). Lisboa cayo en el segundo turno, convirtiendo a España en Superespaña en el 3er turno.

En Centroeuropa, el primer turno la coalición paro a Francia en seco, e incluso logro conquistar Milán. Las conquistas se mantuvieron en el segundo turno, aunque un grupo de ejército ruso de 12 puntos tuvo que pagar el pato, tras ser parcialmente desarmado por el hábil uso de Suministros Escasos junto con una carta plus del francés para rematar el ataque. Con las conquistas de Milán y Munich, y una batalla exitosa en el primer turno Austria estaba ganando la partida y acumulando puntos (superaba su mano de cartas repetidamente y convertía el resultado en recursos, al final tenía 4).

Prusia, entretanto, se movía en el registro diplomático, como es de preveer cuando juega C_M. Primero se alió con Turquía, después con Suecia. No llegó a aliarse con Dinamarca porque Rf. la atrajo al bando imperial. El gasto en CPs os lo podéis imaginar.

Lo puso todo a buen uso en el tercer turno, cuando entró del lado de un imperial que, a pesar de recientes victorias, estaba algo machacado. Rf. pudo poner fin a una incursión británica en Francia que había llegado a entrar en París en el turno anterior, pero se quedo detenido frente a Austria en Italia y en Baviera. C_M aprovecho para entrar con sus prusianos en claves austríacas. Austria se dio cuenta de que Prusia se hacía muy vulnerable una vez agotaba sus cartas y sus no muy numerosas tropas. Le lanzó un ataque con la intención de entrar en Berlin y forzar una capitulación prusiana antes que una austríaca, pues dejó su capital desprotegida. La cuenta le salió mal, pues Prusia entro en Vienna y Francia jugó Capitulación de manera inmediata.

Entretanto, yo estaba demasiado ocupado defendiendo la Madre Patria de una coalición de daneses (en Finlandia), suecos, prusianos, franceses y turcos. No se me dió mal. Cayó Grodno tras aguantar un buen rato. Los turcos se me colaron hasta Sevastopol, pero aproveche una mano excelente y que ellos se habían quedado sin cartas para entrar hasta Constantinopla y tomarla junto con otras dos claves turcas. Francia llegó a entrar en Kiev pero derroté al francés allí "in extremis". Al final estaba exhausto. No salió la tirada de rendición turca y además tenía colgadas dos cartas de guerra foránea rusas.

En ese momento se logró imponer mi criterio y dimos por finalizada la partida tras unas 6 horas. Austria no podía hacer nada. Yo estaba prácticamente sólo y sin posibilidad de reforzarme, con enemigos numéricamente muy superiores en el interior de mi territorio. Para mí la partida se había acabado allí. C_M tenía la ventaja en puntos, pero en un 4º turno Rf. hubiera tenido claramente las de ganar.

De nuevo, NW dio espectáculo aunque no diera juego. Pasaron muchas cosas alucinantes, y la situación era interesante... para dos jugadores. Yo y Austria no teníamos nada que hacer en los 2 turnos que quedaban, y Ringard soñaba (¡iluso!) con un retorno al continente. Lo que quedaba era una carrera por las claves rusas entre Francia y Prusia. Rf. dijo algo de ir a por Gibraltar, pero si hubiera dejado a Prusia capitular a Rusia ella sola hubiera hecho el gilipollas. Mientras que un cambio de bando prusiano para atacar a Francia hubiera perjudicado más a Prusia que otra cosa.

*******

Durante este verano me ha sido posible continuar con mi entrenamiento para lo que es mi evento del año: El campeonato mundial de Friedrich. He jugado dos partidas este verano. Ambas con el prusiano. Lejanos me parecen los tiempos en los que consideraba casi imposible ganar jugando Prusia, pues gané ambas. Lo cierto es que me sentí cómodo jugando con Prusia en Friedrich, aunque cada partida no estuviera exenta de dificultades. Flojic se ha vuelto un jugador bastante competente. Tengo que corregir mi tendencia a lanzar al desastre a los regimientos de Hannover, y en la segunda una mano de cartas algo incómoda me obligo a improvisar. Por un par de tonterías (tengo cierta tendencia a meterme en batallas innecesariamente) casi la cago. Sin embargo, por fin puedo decir que me siento preparado.


jueves, 16 de agosto de 2012

Una aproximación a Juego de Tronos

Entre mi entrada acerca de la primera temporada de la serie y esta que escribo ahora tras haber visto la segunda temporada hay una importante diferencia: me he leído los libros de la saga. Todos. Los cinco. En versión original y de corrido durante el otoño pasado, con pocas pausas (otros libros) entre libro y libro.
Comenzaré hablando de la segunda temporada de la serie. Al contrario de lo que es habitual, el haber leído la historia de antemano no me ha hecho perder el interés por la serie. Esto se debe a que la versión audiovisual de la saga es un trabajo de calidad. No sólo son buenos los actores, los escenarios, los efectos, y demás elementos materiales. Es ante todo un buen trabajo en la misma narración de la historia. Director y guionistas (entre otros) son conscientes de las limitaciones y capacidades del medio audiovisual, de manera que puedo decir que la serie tiene el gran acierto de contar una historia que, si bien es similar a la de los libros, no es ni pretende ser idéntica. Al ser un medio diferente de la palabra escrita, la serie se ve obligada a omitir algunas cosas, al tiempo que puede expresar otras con imágenes que pueden llegar a ser más poderosas que la palabra. En resumen, la serie triunfa como serie porque no es literal. Para eso ya están los libros.

A lo largo de la segunda temporada la historia ha avanzado... a su propio ritmo. Las cosas transcurren un tanto más rápido en la pantalla que en las novelas. Hay un evento importante de la temporada que creo que no tenía lugar hasta el tercer libro. Además, se simplifican aspectos de la trama cambiando un poco de orden acciones y personajes, aunque al final del todo el resultado sea el mismo. Los seguidores más fanáticos pueden sentirse molestos, yo en cambio estoy fascinado por la capacidad que tienen los creadores de la serie para contar una historia ya contada como si fuera nueva. 

Los que esperen espectaculares batallas a lo "Señor de los Anillos" tienen un premio en el 9º capítulo de la segunda temporada: Blackwater. El Juego de Tronos es influido pero no resuelto por las acciones en el campo de batalla, como más de un personaje descubre durante tanto la serie como las novelas. En la segunda temporada se trata sobre todo de interacciones de personajes que, en mi opinión, preparan ciertos eventos de relevancia (sobre todo uno en particular) que tendrán lugar en la tercera temporada (y tenían lugar en el tercer libro). Por ello, la segunda temporada es sobre todo de transición y, lo mismo que le pasaba a la primera, en ocasiones puede ser un tanto tediosa por incomprensible. A mí eso no me ha sucedido porque ya me he leído los libros y sé interpretar mejor lo que sucede en la pantalla.

Los libros han estado bien. Entretenidos. El mejor de ellos es, para mí gusto, el segundo. De los cinco libros, la historia llega a su cúspide con el segundo y tercer libros. Tras eso la narración se desvía y pierde rumbo fijo. 

Hay aspectos en los que la novela mejora a la serie. Tyrion, por ejemplo. Si el personaje de la serie os parece bueno, el de las novelas (especialmente la segunda y la tercera) es francamente genial. El personaje de Jaime gana muchos puntos a partir del cuarto libro.
 
Una cosa curiosa acerca de los libros es su estructura de capítulos centrados cada uno en la perspectiva de un personaje. El efecto es que la narración no se mueve de manera continua, como sucede con un narrador omnisciente, sino a trompicones. Sabemos lo que sabe el personaje X, y cuando nos lo volvemos a encontrar le han pasado una serie de cosas - hechas a menudo por el personaje Y - que han cambiado su situación y de las cuales nos enteramos por los discursos o recuerdos de X. Puede haber grandes lapsos de tiempo entre un momento de la narración y el siguiente. 
 
Con esa estructura de capítulos y narración se podría leer, a modo de experimento, cada novela por orden de capítulos. Es decir. Si el primer capítulo del primer libro es Bran, nos leemos todos los capítulos de Bran del libro antes de leernos de un tirón todos los de otro personaje, y así sucesivamente hasta terminar el libro. El resultado sería, imagino, que la narración progresaría "por capas". Dado el conocimiento imperfecto de la situación global que tiene cada personaje, la lectura de los capítulos de cada uno de ellos iría añadiendo capas a nuestra visión de la historia hasta que completamos el libro con una visión global completa.

Creo que no es algo tan descabellado. De hecho es lo que, en las propias palabras del autor, ha sucedido con las novelas cuarta y quinta que, en principio, iban a ser un único libro.

El mayor problema de la saga novelada es esa falta de rumbo fijo que ya he comentado. Parece que George R.R. Martin adolece del síndrome Lost (por la serie) y se empeña en ir introduciendo más y más líneas argumentales sin que el conjunto tenga visos de ir a una conclusión. El día en que tenga que cerrar la historia - si no la diña antes - va a tener que hacer un churro y los que le han leído hasta ahora se van a llevar un disgusto.

Hay mucha paja en las novelas de Canción de Fuego y Hielo. Brienne de Tarth es el ejemplo más claro. Os podéis leer el cuarto libro saltándoos los capítulos con su nombre, y no afecta casi nada a la comprensión de la historia. Todo lo que le sucede se podría resumir en dos páginas.

En su conjunto, me alegro por haber leído los libros, pero no soy ningún entusiasta de estas novelas. No tengo nada en contra de ellas. Sucede, simplemente, que mientras muchos de vosotros estabais leyendo estos libros (finales de los noventa y primeros años del nuevo milenio) yo me embelesaba con la Trilogía del Amanecer de la Noche de Peter F. Hamilton. Es otro registro - Ciencia-Ficción - pero comparte el esquema de Canción de Hielo y Fuego de múltiples líneas argumentales que se entrelazan. Tiene además la ventaja de que su autor sabe cuando acabar la historia. Para mí, la sensación de novedad por el estilo y la trama la experimente ya con las historias entrelazadas de la Confederación Espacial, Canción de Hielo y Fuego ha sido solamente recorrer un camino previamente trillado.

sábado, 11 de agosto de 2012

Senderos desviados

El fin de semana anterior C_M ha tenido el tiempo y la paciencia para jugar conmigo una partida de Shifting Sands, un CDG ambientado en el teatro de operaciones de África y Oriente Medio durante la SGM. Aceptó jugar con el Eje sin rechistar. Llegamos hasta el turno 8 de 12, y a pesar del estrés creciente que él estaba padeciendo, lo había hecho muy bien y tenía posibilidades firmes de ganar.

Aunque con algún "pero", la impresión causada por SS fue satisfactoria. La opinión descansa ante todo en la comparación con otro CDG del cual SS ha tomado el 90% de las ideas: Paths of Glory.

PoG, que fue publicado por vez primera en 1999, ha alcanzado el estatus de un clásico en el mundo de los wargames. Sin ser el primer CDG, ha sido su tratamiento del sistema CDG lo que ha contribuido que PoG haya creado escuela. Y en mi opinión que el tema del juego - la Primera Guerra Mundial - sea poco frecuente en los wargames ha contribuido a su éxito. Si hubiera tratado la SGM hubiera sido otro juego de tantos, como aparentemente le ha pasado a su sucesor WWII:Barbarossa to Berlin, que aparentemente no ha tenido el mismo éxito que su antecesor.

Así que, después de hablar tanto de él, por fin voy a reseñar PoG.

COMPONENTES

Existen 3 ediciones de Paths of Glory. Entre las dos primeras (1999 y 2004) la única diferencia es el reglamento, ligeramente revisado. Por una vez, hay un reglamento que cumple de manera razonable con su función de enseñar el juego. Lo más destacable del manual de reglas es que comienza explicando las condiciones de victoria. Con el propósito final marcado de manera clara, al lector le es más fácil enfocar su atención a través de las explicaciones. Tomen nota los redactores de reglamentos.

De otra forma, la principal diferencia en ediciones llega con la última - la de 2010 - en la que el tablero de juego es sólido. Antes de eso te venía una plantilla de papel hermosamente decorada, pero endeble.
El mapa es una de esas obras de Mark Simonitch que combinan diseño y funcionalidad en las cantidades justas. El área principal de juego es Europa. En la esquina inferior derecha hay un pequeño mapa de Oriente Medio, donde también se desarrolla parte del conflicto. Sobre el mapa geográfico hay impresas una miríada de cajitas que son espacios dónde se acumulan las unidades. Estos espacios están conectados entre sí mediante líneas o caminos. Este sistema de representación de áreas es el ya clásico sistema "point-to-point" (punto a punto, pap) que estaba copiado de los CDGs anteriores como Hannibal. Aparte del área principal de juego, el tablero recoge áreas para marcar el turno, tener apartadas los cuerpos de la reserva (se explica más adelante) las uniades eliminadas, las ofensivas obligatorias y un espacio para marcar con fichas una "contabilidad general" de varios indicadores del juego.

Las fichas del juego son bastante convencionales para un wargame. Los típicos cuadraditos de cartón impresos a dos caras con números y un símbolo. En apariencia bastante normales, pero en la realidad otra lección de diseño funcional. Mediante colores y tamaños (hay fichas grandes y pequeñas para las unidades) se transmite un máximo de información de manera cómoda y elegante.

En cambio, es un problema que haya pocas fichas para indicar el control de espacios. A menudo he tenido que recurrir a los de otros juegos, como el SS y BtB.

Las cartas nos avisan de antemano que clase de juego nos vamos a encontrar. Los CDGs anteriores a PoG tenían cartas que contenían un número en la esquina superior izquierda, y el título de un evento con un texto explicativo de los efectos.

Las cartas de PoG, en cambio, rebosan de información numérica. Hay dos mazos de 55 cartas - uno para cada jugadore - el que representa a los aliados (AP) y a las Potencias Centrales (CP). Con todos esos datos y cifras que aparecen impresos en las cartas se puede entrever que PoG no es un juego de baja complejidad, precisamente.

Completan el material de juego dos cartulinas con TRCs y diversas ayudas de juego.

DESARROLLO

Una partida de PoG se desarrolla a lo largo de un máximo de 19 turnos, desde agosto de 1914 hasta comienzos de 1919. El comienzo del turno está marcado por las tiradas de Ofensiva, mediante las cuales cada jugador determina de manera aleatoria si tiene la obligación en el turno en vigor de lanzar una ofensiva en un frente determinado, so pena de sufrir una penalización de 1 PV. Este sistema no sólo recrea la presión pública durante la guerra, sino que también es una manera de evitar que se dejen totalmente aparcados algunos frentes - como el occidental o el italiano - que de otra forma ofrecen pocas perspectivas de éxito.

Al comienzo de cada turno cada jugador roba cartas de su mazo hasta completar una mano de 7 cartas. Inicialmente se utilizan únicamente las cartas marcadas como "Movilización". Jugando ciertos eventos incrementamos un nivel de "status bélico" que, aparte de desencadenar otros eventos, permite incorporar a nuestro mazo las cartas "Guerra Limitada" primero, y las de "Guerra Total" después. Esta gestión del mazo de cartas, la posibilidad de decidir cuando queremos introducir más cartas en el mazo y abrir nuevas posibilidades, es uno de los aspectos de este juego que lo han hecho bastante atractivo para muchos. A nivel más práctico, permite mantener bajo control los mazos de cartas, evitando que se vuelvan demasiado grandes y que cartas-evento importantes queden perdidas entre tanta carta, puesto que es preciso jugar ciertos eventos para poder meter más cartas en el mazo.

Siguen 6 rondas de acción para cada jugador. El jugador de las CP toma la primera acción, y se van alternando con el jugador AP hasta que este finaliza con su 6ª ronda. En cada ronda lo normal es jugar una carta, pero es posible no hacerlo y en su lugar llevar a cabo operaciones con 1 punto, o ofrecer la paz si estamos ganando (permite hacer una tirada con el objeto de intentar conseguir algún PV extra).

De otra manera, la jugada de una carta tiene muchas opciones en PoG. Posiblemente esa variedad de acciones haya contribuido al éxito del juego. Nos es posible jugar una carta por el evento, para reconstruir unidades al final del turno, para transportar unidades de manera instantánea a través de muchos espacios, y - lo más importante - para activar las unidades para combate y movimiento.

En la activación, movimiento y combate PoG se diferencia de otros CDGs anteriores. Esos CDGs estaban ambientados en la era pre-industrial. Los ejércitos eran menores en número, y las capacidades de mando y control, e inteligencia militar estaban limitados por las comunicaciones. La forma más rápida de transmitir noticias era un mensajero montado a caballo. En estos juegos se activa un único general con una pila de tropas que mueven y combaten juntos. Cuando se termina esa activación, se puede proceder a la siguiente, y así sucesivamente.

En cambio, en PoG es posible activar varios espacios en una misma acción. La activación de un espacio se puede hacer para movimiento, o para combate, pero no para ambos. Primero se ejecuta el movimiento ficha por ficha, y después el combate. En el combate un espacio puede ser atacado desde varios espacios simultáneamente. Así, PoG es el primer CDG que con éxito simula las capacidades de mando y comunicación de los ejércitos modernos.

El coste de activación es menor en apilamientos de la misma nacionalidad. En cambio, un ataque concentrado desde varios espacios hacía un mismo lugar requiere que. si hay varias nacionalidades en el ataque, al menos uno de los espacios contenga todas las nacionalidades participantes. Si bien son criterios algo arbitrarios, estas reglas imponen cierta economía en la distribución de unidades y su activación. Estas son las reglas de operaciones del juego, su parte más importante, y la que considero (como ya exprese antes) su parte mejor montada.

Y por supuesto, hay trincheras. Un ejército activado para movimiento, pero que no se mueva puede tirar un dado para cavar trincheras. Existen dos niveles de atrincheramiento, y conceden notables ventajas al defensor en combate.

El combate es bastante simple. Ambos jugadores suman factores de combate (el primer número por la izquierda de la ficha). Con ello encuentran una columna de fuerza de disparo en una TRC. Se aplican ajustes en la columna seleccionada en función del terreno. Cada bando dispara generalmente de manera simultánea y causa bajas al oponente. El que mayor número de disparo haya obtenido gana la batalla.

En realidad hay dos TRC. Una para unidades pequeñas (cuerpos de ejército) y otra para las grandes (ejércitos). La primera es mucho más inocua que la segunda, en la cual no hay gran diferencia de bajas causadas entre las últimas columnas. Además, no todas las unidades son afectadas de la misma manera, algunas pueden absorber más impactos que otras. La capacidad de absorber daños es tanto mayor cuanto mayor es el "factor de pérdida", el número en medio de la ficha.

Además, los ejércitos tienen hasta 4 "puntos de vida". Si una unidad grande sufre impactos que la obligan asumir bajas, se le da la vuelta - "pierde un paso", en argot wargamero -. Si esto vuelve a suceder, el ejército es reemplazado por un cuerpo que se toma de la reserva, si lo hay. Este cuerpo, a su vez, puede llegar a absorber otros 2 pasos en pérdidas antes de desparecer del todo. 

Este sistema de pérdidas y reemplazos recrea muy bien los grandes ejércitos con centenares de miles de hombres en el auge del reclutamiento masivo. Como sucedía históricamente, una unidad grande resiste muchos impactos y es difícil de matar. Además, cada nación tiene sus características. Por ejemplo, Austria-Hungría y Rusia tienen unidades con la misma fuerza cuando están completas, pero el deterioro en fuerza de combate de los austro-hungaros es mucho más acelerado que el de los rusos al sufrir bajas. Es otro acierto de diseño del juego.

Para recuperar bajas, hemos de gastar cartas para comprar puntos de reemplazos. Estos se gastan al final de cada turno para recomprar unidades destruidas, o "recuperar pasos" de unidades sobre el mapa.

También existen cartas que van trayendo refuerzos - unidades enteramente nuevas - al mapa. Algunos de estos refuerzos son especiales, como el ejército de invasión de Galipolli, o los ejércitos turcos, y aparecen en lugares dónde la entrada de ejércitos está restringida o prohibida, como el mapa de Oriente Medio.

Algunos de los eventos son CC (Combat Cards), Cartas de Combate. Son eventos que se pueden jugar durante un combate para obtener una ventaja en una o varias batallas.

Si queremos mover tropas a través de largas distancias - lo que se conoce como Movimiento Estratégico - podemos utilizar cartas a tal efecto. Esta capacidad de Despliegue Estratégico (SR en el juego) recrea la capacidad histórica que tenían los contendientes para desplazar grandes cantidades de hombres y material por ferrocarril. En el juego llega a ser útil esta opción para tapar brechas en un frente.

Muchas otras cartas de eventos hacen progresar la guerra. Hay una serie de cartas que, jugadas en el momento y orden oportunos, pueden terminar causando la Revolución Rusa primero, la Revolución Bolchevique después, y concluir con el armisticio con Rusia. Otra serie de situaciones y cartas de evento sirven para que los Estados Unidos entren en la guerra. Muchas de estas cartas de evento - y todas las cartas de refuerzos - se retiran permanentemente una vez jugado el evento.Otras cartas introducen a un país directamente en la guerra, como Italia, o Bulgaria pero siempre en un bando fijado de antemano.

El turno concluye con una serie de tareas administrativas. Se hacen tiradas para comprobar si resisten las fortalezas bajo asedio (no suelen hacerlo). Se comprueba si hay alguna unidad sin suministro. Si es así, es eliminada. Las reglas de suministro de PoG son las más draconianas que conozco en cualquier juego de guerra. Una unidad sin suministro no puede ser activada para nada, y si es un ejército, puede ser eliminado permanentemente, lo cual es un palo porque cada país tiene una cantidad verdaderamente limitada de estas importantes unidades.

Tras esto, se comprueba si algún jugador gana la partida. El aliado gana si el marcador de PV alcanza 0, las CP ganan si dicho marcador llega a 20. El marcador comienza la partida en 10, y sube o baja en función de algunos eventos o del control sobre ciertos espacios (marcados en rojo sobre el mapa). Finalmente, se añaden nuevas cartas a los mazos si se ha progresado en el nivel de implicación bélica.

CONCLUSIONES

PoG es un juego con muchas buenas ideas que además funcionan bien. El sistema de activación, el de pérdidas, el de reemplazos, el de transporte estratégico, las dos tablas de combate, la imposibilidad de combinar movimiento y combate en una misma fase, la realización del movimiento antes del combate... en todo eso Ted Raicer (creador de PoG) ha logrado plasmar la esencia de la PGM sin demasiadas reglas. El sistema CDG se adapta bien a la situación histórica. En nuestra mano de cartas tenemos cierta incertidumbre acerca de cuales van a ser los recursos disponibles en el turno siguiente, y los puntos de cada carta imponen tensión y limitaciones: no se puede hacer todo. El sistema de mazos separados que se van incorporando paulatinamente añaden un nivel de gestión del mazo de cartas que le da más profundidad al juego.

Vamos, que PoG lo tiene todo.

Y sin embargo, hay cosas que salen mal. 

Tras mis últimas partidas, se me ha quedado un regusto un tanto amargo. He sentido cierta frustración. Estas partidas las he compartido con C_M, y esa experiencia es la razón por la que Shifting Sands ganaba en comparación con PoG.

El mayor problema es el conocido como "Baile de la Muerte". Sucede que, con las fuertes penalizaciones que tienen las unidades sin suministro, existe un enorme incentivo para dejar unidades del enemigo en dicha situación. Dado lo costoso y lento de los ataques frontales, cortar el suministro es la forma más barata y eficiente de eliminar unidades enemigas. Un único cuerpo de ejército dañado puede lograrlo.

Entiendo que cuando Ted Raicer incorporó esas reglas de suministro, lo que quería era lograr que los jugadores no dejasen - por miedo a las fuertes penalizaciones - un sólo hueco por tapar en sus frentes, algo a lo que eran aversos los generales de la PGM y que explica buena parte de sus tácticas. Sin embargo, y como ya he dicho, la fuerte penalización de unos se ha convertido en el fuerte incentivo de los otros para atacar. 

Por lo general, basta con que tan sólo uno de los jugadores vea una oportunidad de colarse y dejar unidades sin suministro para que su adversario entre también en el baile e intente a su vez dejar sin suministro a las unidades que intentan dejarle sin suministro a él. La consecuencia es que ambos jugadores empiezan a jugar cartas para operaciones como locos, pasando de eventos y reemplazos. Se pierde el control sobre la partida, y se generan situaciones nada históricas, con enormes embolsamientos de tropas, más típicos de la Blitzkrieg. No tiene nada que ver con la realidad histórica: el mayor problema que tenían los ejércitos de la PGM era que, una vez dejaban atrás sus bases logísticas, éstas avanzaban muy despacio, y sus suministros iban a lomos de caballo en el mejor de los casos. Como leí en Eastern Front, los ejércitos de esta época tenían la potencia de fuego de un obús explosivo impulsado a la velocidad de un caballo al galope. Las internadas en territorio enemigo de PoG no eran posibles en la realidad.

C_M y yo no somos los únicos, como demuestra esta reseña de una partida.
El problema no es tanto la falta de realismo histórico como la pérdida de control de la partida, que hace que sólo tenga sentido jugar operaciones. En una partida había conseguido embolsar 6 ejércitos rusos mediante el dichoso baile. El frente oriental estaba totalmente abierto. El jugador aliado empezó a lanzar ataques como loco sobre el frente occidental. Era una sangría más para él que para mí, y de haber llevado aquella partida hasta el final, su ejército anglo-francés hubiera terminado de derrumbarse por bajas, pero lo cierto es que consiguió que, durante varios turnos no pudiese mover ni una ficha en Rusia, y eso que no había ni guardias fronterizos delante mío. Ni un puto avance. No tenía sentido. Había logrado una victoria decisiva en el Este, pero no podía beneficiarme de ella para nada.

Recomiendo fehacientemente la lectura de la página Le Banquet des Géneraux, en la que aparecen detallados los problemas que, tras la brillante superficie, alberga PoG.

Y no son pocos, el super-BEF que aguanta hasta el final de la partida, la entrada de Italia en la guerra que beneficia más que perjudica a las CP, ciertos eventos (como Uboats Unleashed) que no hay razón alguna para jugar. Sacar a Rusia de la guerra es un proceso tan complejo que prácticamente no compensa hacerlo, y así Estados Unidos también tiende a quedarse fuera, lo cual no es tampoco una pena porque sólo aportan dos ejércitos. Parece una representación muy pequeña en el tablero de la enorme y decisiva capacidad de movilización norteamericana.

La última confirmación a mis sospechas sobre los problemas de PoG ha llegado en el momento en el que le pude echar la mano encima a su "secuela" WWII: Barbarossa to Berlin. Leyendo las reglas pude ver que incorporaban muchos cambios que le hubieran sentado bien a PoG: falta de suministro menos penalizada, cartas que permiten jugar operaciones y evento a la vez, turnos en los que se limita el juego de operaciones, y una pequeña modificación en el orden de comprobación del suministro al final del turno.

Así que, una vez más, GMT nos vende la moto. Algunas muy buenas ideas... en sí mismas, pero el conjunto falla. Aún así hay mucha gente que juega a este juego y se divierte con él, y yo mismo he jugado dos partidas que recuerdo especialmente porque tuvieron un transcurso más o menos "normal". Tal vez todo dependa del tipo de persona con quién juegas. Ya he dicho que sólo hace falta un atrevido para impulsar el "Baile de la Muerte". Si es así, jugar con personas aversas al riesgo, como mis contrincantes en estas dos partidas que comento, posiblemente sea la panacea.

miércoles, 1 de agosto de 2012

El Juego que hace perder amigos

Unas horas antes de escribir estas líneas yo y unos amigos hemos montado una partida de Colonial Diplomacy, una variante del clásico Diplomacy. 

No ha sido una partida perfecta. Pero ha estado bien. A mi me dieron para el pelo por ingenuo, y el juego tiene problemas con el diseño del mapa y con el equilbrio entre los jugadores. Pero conseguir juntar 7 personas para mí fue todo un logro, aunque al menos uno de ellos pasase buena parte del tiempo quejándose y lamentándose.

Al final jugamos únicamente doce turnos. Algunos jugadores tuvieron que marcharse y concluimos por puntos con victoria japonesa. 

Tras la partida surgió el comentario algo repetido que Diplomacy es "el juego que hace perder amigos".
Estoy parcialmente en desacuerdo. Efectivamente, existe un juego que te hará perder amigos, pero no creo que sea ni Diplomacy ni ninguna de sus variantes. El juego que hace peligrar amistades es...
... Los Colonos de Catán.
Ya me gustaría estar de guasa, pero tengo mis razones, que podéis leer en este enlace. El comienzo del texto es francamente glorioso:

Cuando comencé este website para el público jamás había anticipado que habría tanta gente abusiva, irrespetuosa, llorona y deshonesta.

Tendré que explicaros toda la historia.

El texto procede de games.asobrain, una página de acceso libre para jugar online al Colonos de Catán. Estaba francamente bien. Hablo en pretérito porque, como podéis leer dicho enlace, hace dos años que tienen cerrado el acceso a nuevos socios. El motivo aducido es no poder hacer frente al "social sutff", que puede traducirse por las quejas y lamentos de los usuarios. Aún así, mantienen 180.000 usuarios registrados, lo cual es una cifra bastante impresionante.

Yo mismo deje de acceder a asobrain meses antes de que implantasen el bloqueo de nuevos registros, y puedo dar fe de que la cantidad de gilipollas por partida era ya bastante impresionante y le quitaba la gracia al juego a pesar de que la interfaz era bastante buena. Recuerdo el comportamiento especialmente esperpéntico de dos jugadores en una partida en particular, pero explicarla de manera comprensible - hay que estar al tanto de ciertos detalles del Colonos de Catán - es algo largo.

Así que no me extraña que el pobre Aso acabase chapando y mandándolo todo a la mierda.

En cambio, hay varias páginas para jugar al Diplomacy en internet (me he fijado en especial en webdiplomacy y playdiplomacy.com) que llevan años funcionando sin problemas del tipo puñetero como en asobrain. Cierto es que tienen una cantidad de usuarios menor (46.000 y 90.000, respectivamente), pero a la hora de razonar una explicación de porque en el inofensivo eurojuego se ha acabado chapando la página de mayor éxito, mientras que las páginas que llevan el juego de traición por necesidad funcionan (y prosperan, porque hay varias), tan sólo he podido encontrar tres motivos: el juego, los jugadores, y sus expectativas.

1º ¿Qué es Colonos de Catán sino una experiencia onanista donde es posible ganar sin interactuar lo más mínimo con los demás jugadores?. Colocas tus pueblos, tiras los dados, recoges tus cartas, y en tu turno construyes y haces tus movidas. Punto. Yo me he tirado decenas de partidas en asobrain sin intercambiar más palabras con los otros jugadores que unos breves saludos y despedidas. Es también posible jugar partidas de Diplomacy con ese estilo. Las hay que tienen turnos de 5 minutos cada uno. Pero negociar y charlar es una ventaja, y cuanto mejor sea uno en su interacción con los demás jugadores mejores son los resultados que obtiene (porque le es posible "manipular" a los demás jugadores). Que las partidas de Diplomacy sean de 7 jugadores, frente a 3 jugadores que en 9 de cada 10 partidas de Colonos en asobrain, hace más difícil el aislamiento autista. Parafraseando un refrán popular: se caza antes a un traidor en Diplomacy que a un autista en asobrain.

2º De lo anterior se deduce que hay una especie de "filtro" que deja a algunos jugadores de Colonos fuera del Diplomacy. Este filtro son las habilidades de los jugadores. Diplomacy requiere habilidades (de negociación). En Colonos de Catán las habilidades son deseables, pero no necesarias. Puedes ganar sin negociar una mierda. Desarrollar estas habilidades requiere un esfuerzo, a lo que no todo el mundo está dispuesto. Cualquier jugador habitual de Diplomacy tiene capacidad para afrontar una partida de Colonos de Catán, pero no sucede lo inverso con los jugadores asiduos de Colonos. Esto explica que la base de jugadores online sea tan grande a favor de asobrain, pero más grande no quiere decir mejor.

3º Las expectativas... ¡ah!, ¡las expectativas!. Las expectativas plantean muchas preguntas. Para el tema del que hablo, una expectativa no se ciñe a la limitada definición de la Real Academia de la Lengua Española, sino que representa una experiencia antes de la experiencia. Es nuestra idea de qué y cómo va a suceder algo antes de que ese evento tenga lugar. Las expectativas son muy poderosas. Muchos no podemos evitar definir nuestras experiencias en función de nuestras expectativas, por infundadas que estas sean. Así, si una experiencia no se ciñe a mi expectativa, dicha experiencia será frustrante. Si existe identidad entre experiencia y expectativa, experimentamos placer. Este placer resulta de la función primordial de las expectativas, que no es prepararnos para una experiencia futura (eso ya lo hace la planificación), sino reforzar nuestra personalidad. Cuando una expectativa se cumple experimentamos placer porque nos vemos reafirmados en nuestra forma de ser, en nuestra personalidad. Aumenta nuestra autoconfianza.

Al entrar en Diplomacy, o en cualquier wargame en general, esperamos conflicto, lucha, y hasta traición. También esperamos ganar. En Colonos de Catán y otros gilijuegos tan sólo esperas ganar. El aislamiento de los jugadores es tan hermético que el conflicto y la lucha, por no hablar de la traición, quedan prácticamente excluidos... aunque no del todo. Cuando uno comienza una partida de Colonos se puede esperar que no te molesten, pero si sale un 7 con los dados, o estas jugando la versión C&K (Cities&Knights) es muy posible que te hagan la puñeta.

Realmente, las putadas del colonos son rídiculas. Tener el ladrón en uno de tus campos no es tan devastador para tu producción como el Bomber Command en un wargame de la SGM. Perder un Centro de Suministro en Diplomacy es con frecuencia bastante dañino. Pierdes una unidad y tu enemigo gana una: la pérdida neta es de 2 unidades. En Diplomacy te pueden eliminar. En Colonos de Catán no. Sin embargo, cuando me meto en una partida de Diplomacy ya me espero que me pueda pasar todo eso. En una partida de Colonos de Catán el puteo puede suceder o no, y por ello no forma parte de nuestras expectativas al iniciar la partida. Cuando aparece, por nimio que sea, choca con nuestras expectativas del juego, con nuestra personalidad. Su impacto real se magnífica y se personaliza y en mi experiencia ha provocado más discusiones subidas de tono que en cualquier wargame.

Me costó mucho, muchísimo reunir los 7 jugadores para la partida de Colonial Diplomacy. Hubo gente que antes y después de la partida ha rehusado participar por la traición y las promesas incumplidas que son inherentes al juego. Estas personas pueden parecer amigables, pacíficas, que rehuyen el conflicto. Pero en realidad son personas incapaces de asumir conflictos en sus vidas y darles una solución razonable, por eso rehuyen la situación de conflicto.

Muchos de estos te los encontrarás en las partidas de colonos de catán y otros gilijuegos inofensivos. Las personas adultas, capaces de resolver conflictos, te los encontrarás más fácilmente en juegos con interacción como Diplomacy. Los primeros consiguieron cerrar una página web. Los segundos siguen siendo una comunidad viva.

Son las personas las que pierden amigos, no los juegos.