Hace una semana que concluyó el Campeonato Mundial de Friedrich 2014 (abreviado FWC 2014). Marchamos para allá yo, Ringard, C_M y Friki.
Disfrutamos de bastante buen clima, sin lluvias, cielo despejado, y unos 20º de día. Aprovechamos para hacer algo de turismo y el viernes 3 de octubre por la tarde nos encaminamos hacia el lugar del encuentro.
Este mismo es La Novedad en el campeonato. Se trata de un pequeño palacio - en realidad una casa lujosa y grande de planta rectangular, dos plantas y sótano - construido en el mismo siglo XVIII y en el que residió un hermano del mismo rey Federico el Grande. Rodeado de los lujosos jardines típicos de la época, éstos y el bosque circundante forman parte de uno de los zoos de la capital germana.
Resulto bastante curioso cuando llegamos el 5 por la mañana allí y los pelícanos se paseaban como si nada por en medio del jardín.
Esta novedad ha sido posible gracias a la generosa oferta que la asociación de amigos del zoo hizo a Richard Sivél, diseñador del juego y organizador del campeonato. Miembros de dicha asociación ayudaron de forma importante a la realización del torneo, y aunque la posibilidad de que lean esto es minúscula, allá va de mi parte mi más sincero agradecimiento por su aportación.
Dicho esto paso a narrar mis partidas y a comentar un poco el campeonato, porque este año hay noticias.
Hasta el amargo final.
Una vez más, me toco sentarme con el propio Sivel haciendo de Prusiano. Yo jugaba con Rusia. Como francés jugaba A.B., que asistía por tercera vez y es un jugador de habilidad media. Como austríaco teníamos a un novato que vino algo tarde porque tuvo que venir de lejos.
La partida tuvo un desarrollo bastante insatisfactorio para mí, y el motivo de ello no fue otro que la bisoñez de nuestro jugador austríaco. El hombre estaba muy, pero que muy verde. El más verde de los de nuestro grupo de aquí le hubiera podido torear con facilidad. Richard actuó en consecuencia. Concentró bastante fuerza contra el jugador más veterano, que era yo, y así fue como me tope con un ejército de 6 puntos en Prusia Oriental. Eso es mucho. Lo normal son 1-2.
Sea como fuere, empecé a atacarle lo más pronto posible. Al final le acabé llevando a la zona de corazones de Prusia Oriental, de donde no le pude sacar en muchas rondas. Por otro lado, mis dos generales del oeste avanzaban en Kammin y se anotaban unos cuantos éxitos. Al tener 6 puntos en Prusia Oriental, Richard no pudo poner muchos en el otro lugar, y avance conquistando 4 objetivos.
Francia avanzó de manera bastante efectiva y llegó a tener un general a tiro de otro prusiano en el área de corazones de Magdeburgo, justo cuando yo estaba atacando a Prusia en el mismo palo más al este. Insistí bastante con estos combates con la esperanza de animar a A.B. a lanzarse sobre Sivel en corazones y ponerle en aprietos. Pero tenía pocos corazones y espero dos turnos quieto. Para cuando Francia llego a atacar, Richard aceptó inmediatamente una retirada de dos puntos, pero era demasiado tarde porque un general hannoveriano había tenido tiempo de llegar a esa zona y bloquear al francés. Poco más tarde, Francia abandonaba la guerra y A.B. se hacía con un Imperio con muy pocas posibilidades de ganar.
Entretanto, nuestro austríaco novato avanzaba muy cautelosamente. Demasiado. Aunque es normal en jugadores poco experimentados que se ven abrumados por la información oculta del juego y el desconocimiento de las fuerzas del oponente. Prusia estableció muy rápidamente una pila triple en Sajonia y se quedó esperando, acumulando cartas y cartas durante turnos. Entretanto, los dos prusianos de Silesia se replegaron hacía el interior de Polonia con sólo 1 punto cada uno. Me los cargué entrada la partida, cuando me estaban empezando a crear problemas.
El primer ataque austríaco tuvo lugar en el turno 11 ó 12. Pero entonces ya era demasiado tarde. Prusia llevaba demasiado tiempo acumulando cartas, y había tenido tiempo para robar muchos diamantes que le sirvieron para meter un cerrojazo en Sajonia. El novato comenzó a hacer alguna cosa bien, como intentar cazar el suministro prusiano. Pero esa es una tarea complicada. En dos ocasiones, Sivel le cazó en una trampa en diamantes y le hizo perder aproximadamente 40 puntos en tropas.
En una de esas dos batallas, Prusia cometió el error de quedarse expuesto en diamantes frente a los tréboles austríacos, y nuestro jugador novato se lanzó inmediatamente al ataque. Parecía que por fin le había pillado al diseñador del juego, y le iba a limpiar de diamantes jugando sobre 0 como acababan de hacer con él mismo. Pero en lugar de eso jugo en diferencia y Richard salió de aquella más contento que unas castañuelas. Más tarde, nuestro novato cometió otro error igual (no jugar en 0 pudiendo hacerlo).
Como resultado de esta ingenuidad táctica. Prusia pudo concentrar bastantes recursos para rechazarme. Aproveche otro error de Richard y le expulse de Prusia Oriental, pero perdí uno de mis objetivos en Kammin. La partida acabó muy tarde. No se cuantas rondas duró, pero de 60-70 cartas que había robado, no me quedaban ni 10 en la mano. El resto las había gastado combatiendo y comprando reemplazos.
La primera después de dieciocho.
Para la partida del sábado por la mañana yo jugaba con Austria contra una Prusia dirigida por el mejor jugador en ese papel, A.T. En el papel de Rusia teníamos a B.P., quien como A.T. había sido finalista y campeón del torneo. En el papel de Francia teníamos a un jovencísimo y bisoño Tb.
Antes de comenzar, B.P. me advirtió de que teníamos que apoyarnos entre todos porque A.T. era tan bueno jugando con Prusia que cualquier otra cosa significaba una victoria segura para él.
Yo ya sabía de que estaba hablando, y jugué mi papel atacando en Silesia - con ventaja inicial de 8 puntos - desde el turno 4 y enviando un general hacía Magdeburgo para incordiar la defensa contra Francia. Rusia, por su parte, rodeó Kammin por el sur y envió un general en plan cosaco primero a Berlín, y después a Sajonia de dónde ahuyentó a la guarnición prusiana. Gracias a ello pude conquistar Radeberg. B.P. dijo después de la partida que no tenía apenas diamantes, pero cuando un ruso se mete en ese palo, es muy peligroso para Prusia comprobar cuantos diamantes tiene Rusia en la mano.
La partida tuvo un ritmo frenético por dos lados. Por uno, yo y el ruso avanzábamos dejando atrás objetivos y trenes de suministro enemigos y concentrándonos en atacar generales prusianos como locos sin importar dónde estuvieran. Por otro, los eventos importantes brotaron a chorro: Turno 6, India; Turno 7, Poemas; Turno 8, América (y Francia se va a la caja con 4 reservas sin jugar); Turno 9 Suecia; y turno 10 Lord Bute.
Para el turno 10 las cosas iban muy mal para nuestro flamante jugador Prusiano. Con algo de retraso, deshice mi pila triple y desvié un general a conquistar más objetivos. Más al norte, Rusia giraba sus tropas y se volvía sobre sus últimos objetivos en Kammin. Prusia y Rusia lucharon una gran batalla decisiva en tréboles. Rusia había tardado tanto en meterse a atacar en ese palo, que A.T. pensó que era porque no tenía muchas cartas, y estaba decidido a inflingirle una victoria decisiva para ganarse un respiro durante varios turnos. Fue un error. Rusia tenía más tréboles. Ganó la batalla, y con ella la partida. Yo estaba a punto de lograr los últimos 2 objetivos de 12 en total.
Era la primera derrota con Prusia que A.T. sufría tras 18 victorias consecutivas. El pobre estaba bastante chafado. Preguntó si había algo que hubiera podido hacer en esta partida para evitar perderla. B.P. le dijo que no. Yo le dije que había sido víctima de su propia fama de ganador prusiano. Los jugadores aliados no habrían coordinado sus esfuerzos así contra alguien con un historial más modesto.
Mesa de lujo.
Mi siguiente partida tuvo lugar en una mesa de lujo... por mis contendientes. Yo jugaba con Francia. Prusia era llevada por C.B., que ha sido varias veces finalista. Rusia por Manni, bicampeón. Y Austria por Piet, que también había sido finalista. Toda una mesa de lujo con jugadores de primer orden - salvo yo - que además resultan personalmente bastante agradables, con lo que gozamos de una atmósfera cordial.
La partida devino en una victoria austríaca al final de unos 13 turnos. Rusia ejerció una presión efectiva en su frente, pero en algún momento de la partida la zarina falleció y el sueco se quedó más solo que la una. En el frente sur, una pila doble permanecía largo tiempo en Sajonia sin ser desafiada. Esto se debía a que los dos generales de Silesia tomaron las de Villadiego hacía Polonia, y tenían entretenidos a tres generales austríacos.
Yo por mi parte hice un avance metódico para evitar que se me colase un hannoveriano hacía el sur. Lo logré, pero a costa de retrasarme bastante. En un combate en tréboles en Diepholz un general francés fue levantado del tablero. En las últimas tres rondas lancé un general solitario sobre Magdeburgo, pero las constantes retiradas de -1 del prusiano realizadas sin ninguna dificultad hacían evidente que aquella era una lucha pérdida de antemano, aunque logre tomar Halberstadt antes del final.
Ya para el momento de la muerte de la zarina, Austria debió notar que tenía bastantes diamantes y se puso a hacerle la vida imposible a Prusia en Sajonia con tres generales. C.B. aguanto como pudo, pero una reducción de subsidios en el turno 6 le había dejado muy debilitado. A la desesperada intentó retornar al sector de picas en Silesia, confiando en su gran mano de este palo. Pero Austria tenía al final una mano de picas más abundante.
Tras la partida vimos una manera en la que Prusia hubiera podido salvar los muebles durante un par de rondas más, lo que a lo mejor le hubiera bastado porque la partida estaba destinada a terminarse en el turno 16. Pero requería coordinar piezas en dos áreas diferentes del tablero y eso era algo complejo en situaciones de estrés.
Contra viento y marea.
Mi partida para el domingo 5 la jugaba con Prusia. Me aproxime a la partida sin más intención que la de dar un buen espectáculo, sin grandes ambiciones ni planes, a ver como salía la cosa.
Las cosas salieron mal. En el turno 6 tuve una reducción de subsidios. Y aunque en el turno 7 Suecia dejó la partida, siguieron 10 turnos de eventos secundarios que se hicieron muy largos.
Mis contrincantes jugaban los tres de manera competente. En el turno 4 me coloqué a tiro de los austríacos en diamantes-diamantes en Sajonia y en picas-diamantes en Silesia. Th., el jugador austríaco, atacó en este último lugar con 24 tropas frente a 11 mías, pero evito Sajonia. Tras pensármelo un buen rato, opté por concentrar toda mi defensa en diamantes en Sajonia, porque por esta jugada me parecía que el austríaco no estaba demasiado confiado en diamantes. Me salió bien la decisión, porque en adelante robe más diamantes y menos picas.
Jg., el jugador ruso, tomo primero todos los objetivos sin proteger antes de proceder a atacarme. Yo me limite a hacer retiradas de -1 constantemente para aferrarme a cada carta. Mi buena fortuna con los tréboles también ayudaba.
Tras cierto baile con el hannoveriano nº 2, logre colar a Cumberland en el sur de Hannover y montarle un triángulo con -1 automático a Tbs., nuestro jugador francés. Otro general francés se acercaba al sur de Magdeburgo pero era repelido tras un intercambio de 4-5 cartas de corazones. Tbs. optó por concentrarse en destruir a Cumberland. Con mucha habilidad y sin que yo lo advirtiese, cambio al general al que yo tenía tomada la medida del -1 constante por otro con menos tropas, y me lo pillo en diamantes y jugo sobre 0 hasta destruirlo.
La crisis del momento y de buena parte de la partida estaba en Sajonia. La mayor parte de la partida hice retiradas muy medidas de -1 para conservar cartas, al tiempo que aprovechaba cualquier oportunidad para atacar en superioridad a cualquier austríaco despistado para quitarle 5-6 puntos extras en diamantes que sabía que Th. no se podía permitir. En dos ocasiones Austria intento con todas sus fuerzas cortarme el suministro, pero es una tarea muy complicada que exige la intervención de muchas piezas austríacas. Logre colar dos generales en incursión hacía Silesia, que me sirvió para ganar unos pocos turnos. Pero luego Austria volvió a estrechar el lazo.
Me estaba quedando sin cartas. Ya no sabía lo que eran las picas, así que tuve que gastar algún trébol primero, y después corazones para reponer bajas. Esto último me forzó a ceder Magdeburgo sin lucha y confiar en que podría defender Diepholz sólo con Hannover. Rusia me estaba acorralando de tal manera que tuve que dejar las retiradas de -1 y luchar en tréboles agotando carta tras carta, sin lograr nada decisivo sobre Jg. Me beneficié de que un austríaco se encontraba sobre Berlin para resucitar 2 generales prusianos cerca de los objetivos rusos. Gracias a esto, cuando Rusia se fue al final del turno 18, yo estaba a punto de perder el último objetivo que estaba defendiendo pero al mismo tiempo iba a recuperar otro, con lo que podría haber aguantado otros dos turnos, pero no más. De verdad me encontraba al final de mis fuerzas allí.
Con la marcha de Rusia, la amenaza austríaca en Sajonia quedo contenida gracias a un par de combates decisivos en diamantes que demostraron quien tenía todavía el palo más grande. Los últimos turnos hasta el final en el 22 se centraron sobre Diepholz, que defendí con los dos hannoverianos y su tren de suministro en un baile constante y con un poco de suerte pues tenía las cartas justas para hacer retiradas de -1.
Fue una partida agotadora, que comenzó con algo de retraso a las 10 y pico y no termino hasta pasadas las 5 de la tarde. En parte fue porque hicimos demasiadas pausas en los 10 primeros turnos, y también porque ambos bandos agotamos casi todo nuestro tiempo disponible entre ambos, unas 4 horas y 40 minutos en total. Termine victorioso pero agotado, muy agotado. Había estado muy cerca de perder la partida muchas veces, y mis contrincantes sintieron siempre que estaban a un sólo paso de la victoria.
Ganador sorpresa.
En una pausa durante esta última partida mía me levanté de la mesa y pregunté quién iba a resultar finalista. No pareció haber sorpresa. Un jugador sueco que ya había sido dos veces finalista y una vez campeón, y el propio Piet habían ganado sus 4 partidas de la preclasificación. Otro finalista era C_M, que tenía tres victorias al final del día anterior. El cuarto finalista era un misterio.
El misterio quedo desvelado en una pequeña ceremonia de entrega de certificados al final de la ronda clasificatoria: ¡Friki era el cuarto finalista!. ¡Dos de los cuatro finalistas eran españoles!.
Los cuatro finalistas tomaron sus asientos: el sueco tomo Prusia, Piet Austria, C_M Rusia, y Friki Francia. Muchos participantes se marcharon a sus casas. Era domingo. Los compromisos familiares de ese mismo día, y los laborales del lunes pesaban. Para el resto de los asistentes se instalo una tensa espera al final de la final, marcado por un respetuoso silencio mientras se jugaba a otras partidas de Friedrich o Maria, o simplemente se entablaba conversación con otros jugadores.
La espera no duró mucho. Al cabo de dos horas y 10 turnos, y para sorpresa de todos, la final terminó con un vencedor muy poco esperado: ¡El propio Friki!.
¡Todo un hito en el campeonato!. Y no sólo porque el ganador viniese de España, sino también - y como comentó el propio Richard Sivel - porque sólo un año y medio antes el actual campeón tenía todavía el nivel de un novato. Si algo demuestra el ejemplo de nuestros amigos C_M, Friki - y Rf el año pasado - es que no hace falta tener muchísima experiencia con el juego para poder llegar al FWC con oportunidades de ganar. La victoria está siempre al alcance de aquel que cree en ella.
¡Enhorabuena a C_M y Friki!
Mi siguiente partida tuvo lugar en una mesa de lujo... por mis contendientes. Yo jugaba con Francia. Prusia era llevada por C.B., que ha sido varias veces finalista. Rusia por Manni, bicampeón. Y Austria por Piet, que también había sido finalista. Toda una mesa de lujo con jugadores de primer orden - salvo yo - que además resultan personalmente bastante agradables, con lo que gozamos de una atmósfera cordial.
La partida devino en una victoria austríaca al final de unos 13 turnos. Rusia ejerció una presión efectiva en su frente, pero en algún momento de la partida la zarina falleció y el sueco se quedó más solo que la una. En el frente sur, una pila doble permanecía largo tiempo en Sajonia sin ser desafiada. Esto se debía a que los dos generales de Silesia tomaron las de Villadiego hacía Polonia, y tenían entretenidos a tres generales austríacos.
Yo por mi parte hice un avance metódico para evitar que se me colase un hannoveriano hacía el sur. Lo logré, pero a costa de retrasarme bastante. En un combate en tréboles en Diepholz un general francés fue levantado del tablero. En las últimas tres rondas lancé un general solitario sobre Magdeburgo, pero las constantes retiradas de -1 del prusiano realizadas sin ninguna dificultad hacían evidente que aquella era una lucha pérdida de antemano, aunque logre tomar Halberstadt antes del final.
Ya para el momento de la muerte de la zarina, Austria debió notar que tenía bastantes diamantes y se puso a hacerle la vida imposible a Prusia en Sajonia con tres generales. C.B. aguanto como pudo, pero una reducción de subsidios en el turno 6 le había dejado muy debilitado. A la desesperada intentó retornar al sector de picas en Silesia, confiando en su gran mano de este palo. Pero Austria tenía al final una mano de picas más abundante.
La intentona prusiana en Silesia. Con cuatro 13s en picas yo también lo hubiera intentado. |
Tras la partida vimos una manera en la que Prusia hubiera podido salvar los muebles durante un par de rondas más, lo que a lo mejor le hubiera bastado porque la partida estaba destinada a terminarse en el turno 16. Pero requería coordinar piezas en dos áreas diferentes del tablero y eso era algo complejo en situaciones de estrés.
Contra viento y marea.
Mi partida para el domingo 5 la jugaba con Prusia. Me aproxime a la partida sin más intención que la de dar un buen espectáculo, sin grandes ambiciones ni planes, a ver como salía la cosa.
Las cosas salieron mal. En el turno 6 tuve una reducción de subsidios. Y aunque en el turno 7 Suecia dejó la partida, siguieron 10 turnos de eventos secundarios que se hicieron muy largos.
Mis contrincantes jugaban los tres de manera competente. En el turno 4 me coloqué a tiro de los austríacos en diamantes-diamantes en Sajonia y en picas-diamantes en Silesia. Th., el jugador austríaco, atacó en este último lugar con 24 tropas frente a 11 mías, pero evito Sajonia. Tras pensármelo un buen rato, opté por concentrar toda mi defensa en diamantes en Sajonia, porque por esta jugada me parecía que el austríaco no estaba demasiado confiado en diamantes. Me salió bien la decisión, porque en adelante robe más diamantes y menos picas.
Jg., el jugador ruso, tomo primero todos los objetivos sin proteger antes de proceder a atacarme. Yo me limite a hacer retiradas de -1 constantemente para aferrarme a cada carta. Mi buena fortuna con los tréboles también ayudaba.
Tras cierto baile con el hannoveriano nº 2, logre colar a Cumberland en el sur de Hannover y montarle un triángulo con -1 automático a Tbs., nuestro jugador francés. Otro general francés se acercaba al sur de Magdeburgo pero era repelido tras un intercambio de 4-5 cartas de corazones. Tbs. optó por concentrarse en destruir a Cumberland. Con mucha habilidad y sin que yo lo advirtiese, cambio al general al que yo tenía tomada la medida del -1 constante por otro con menos tropas, y me lo pillo en diamantes y jugo sobre 0 hasta destruirlo.
La crisis del momento y de buena parte de la partida estaba en Sajonia. La mayor parte de la partida hice retiradas muy medidas de -1 para conservar cartas, al tiempo que aprovechaba cualquier oportunidad para atacar en superioridad a cualquier austríaco despistado para quitarle 5-6 puntos extras en diamantes que sabía que Th. no se podía permitir. En dos ocasiones Austria intento con todas sus fuerzas cortarme el suministro, pero es una tarea muy complicada que exige la intervención de muchas piezas austríacas. Logre colar dos generales en incursión hacía Silesia, que me sirvió para ganar unos pocos turnos. Pero luego Austria volvió a estrechar el lazo.
Me estaba quedando sin cartas. Ya no sabía lo que eran las picas, así que tuve que gastar algún trébol primero, y después corazones para reponer bajas. Esto último me forzó a ceder Magdeburgo sin lucha y confiar en que podría defender Diepholz sólo con Hannover. Rusia me estaba acorralando de tal manera que tuve que dejar las retiradas de -1 y luchar en tréboles agotando carta tras carta, sin lograr nada decisivo sobre Jg. Me beneficié de que un austríaco se encontraba sobre Berlin para resucitar 2 generales prusianos cerca de los objetivos rusos. Gracias a esto, cuando Rusia se fue al final del turno 18, yo estaba a punto de perder el último objetivo que estaba defendiendo pero al mismo tiempo iba a recuperar otro, con lo que podría haber aguantado otros dos turnos, pero no más. De verdad me encontraba al final de mis fuerzas allí.
Con la marcha de Rusia, la amenaza austríaca en Sajonia quedo contenida gracias a un par de combates decisivos en diamantes que demostraron quien tenía todavía el palo más grande. Los últimos turnos hasta el final en el 22 se centraron sobre Diepholz, que defendí con los dos hannoverianos y su tren de suministro en un baile constante y con un poco de suerte pues tenía las cartas justas para hacer retiradas de -1.
Fue una partida agotadora, que comenzó con algo de retraso a las 10 y pico y no termino hasta pasadas las 5 de la tarde. En parte fue porque hicimos demasiadas pausas en los 10 primeros turnos, y también porque ambos bandos agotamos casi todo nuestro tiempo disponible entre ambos, unas 4 horas y 40 minutos en total. Termine victorioso pero agotado, muy agotado. Había estado muy cerca de perder la partida muchas veces, y mis contrincantes sintieron siempre que estaban a un sólo paso de la victoria.
Ganador sorpresa.
En una pausa durante esta última partida mía me levanté de la mesa y pregunté quién iba a resultar finalista. No pareció haber sorpresa. Un jugador sueco que ya había sido dos veces finalista y una vez campeón, y el propio Piet habían ganado sus 4 partidas de la preclasificación. Otro finalista era C_M, que tenía tres victorias al final del día anterior. El cuarto finalista era un misterio.
El misterio quedo desvelado en una pequeña ceremonia de entrega de certificados al final de la ronda clasificatoria: ¡Friki era el cuarto finalista!. ¡Dos de los cuatro finalistas eran españoles!.
Los cuatro finalistas tomaron sus asientos: el sueco tomo Prusia, Piet Austria, C_M Rusia, y Friki Francia. Muchos participantes se marcharon a sus casas. Era domingo. Los compromisos familiares de ese mismo día, y los laborales del lunes pesaban. Para el resto de los asistentes se instalo una tensa espera al final de la final, marcado por un respetuoso silencio mientras se jugaba a otras partidas de Friedrich o Maria, o simplemente se entablaba conversación con otros jugadores.
La espera no duró mucho. Al cabo de dos horas y 10 turnos, y para sorpresa de todos, la final terminó con un vencedor muy poco esperado: ¡El propio Friki!.
¡Todo un hito en el campeonato!. Y no sólo porque el ganador viniese de España, sino también - y como comentó el propio Richard Sivel - porque sólo un año y medio antes el actual campeón tenía todavía el nivel de un novato. Si algo demuestra el ejemplo de nuestros amigos C_M, Friki - y Rf el año pasado - es que no hace falta tener muchísima experiencia con el juego para poder llegar al FWC con oportunidades de ganar. La victoria está siempre al alcance de aquel que cree en ella.
¡Enhorabuena a C_M y Friki!
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