Apenas un mes tras el CAFE 2014 las vacaciones hacen estragos en nuestro grupo y únicamente nos reunimos 4 jugadores, en domicilio privado y - eso sí - para jugar todo el día.
Nos dio tiempo a jugar tres partidas, y el resultado fue una triple victoria para Ringard.
La primera partida duró tres horas y 13 turnos. Yo comandaba Prusia, Ringard Austria, C_M llevaba Rusia, y Will jugaba con Francia.
Comencé la partida mal en el lado de Rusia. Recibí unos pocos tréboles en los primeros turnos, pero insuficientes para contener a C_M. Mi situación en el lado norte del tablero se deterioraba rápidamente hasta el punto en el que Suecia tenía conquistados todos los objetivos primarios e incluso algunos de los secundarios. Pero tuve suerte y Suecia abandonó la guerra en el turno 9 o algo así.
Contra Francia no tuve inconveniente en colar un general hannoveriano en el sur, estableciendo uno de los vértices de la "estrategia del triángulo". Aún así, a Will tan sólo le quedaba por conquistar Magdeburgo. Estuve en un tris de perder la partida porque Ringard metió, como era habitual en él, un austríaco molesto en la zona. Pero logre entablar una batalla en la que gasté todos los corazones franceses, y eso bastó para mantenerle alejado hasta el abandono de Francia en el turno 13.
En el sur, una excelente mano de picas ya en el turno 2 me incitó a establecer una defensa en el centro de Silesia. Sin embargo, Ringard lanzó un ataque que mostró 23 tropas frente a las 10 que yo tenía allí. Como no podía soportar ese desgaste por mucho tiempo, abandoné Silesia salvo por un general que estuvo hostigando muy efectivamente hasta el final de la partida.
Foto del final del turno 6. Se advierte como tengo a tiro a ambos trenes de suministro rusos, aunque el más importante era el que se encontraba al oeste. |
Una pronta reducción de subsidios contribuyó a hacerme la vida más difícil contra el ruso, abandoné el sector de tréboles de Kammin y me refugié en el de picas que está justo al este. Tras dejar pasar una oportunidad para atrapar el tren de suministros ruso del oeste me vi obligado a enviar un general desde allí hacía Prusia Oriental para mantener el último objetivo que quedaba allí, cosa que conseguí por los pelos, tras un combate en picas contra Rusia, y gracias a un pequeño error de C_M causado por los nervios.
Mi estrategia de abandonar Silesia y defender Sajonia dio buenos resultados porque terminé robando también bastantes cartas de diamantes a pesar de sufrir dos recortes de subsidios. Pero tuve un despiste, y en una batalla en Senftenberg acepté rápidamente una retirada de un espacio, con lo que Ringard conquistó su último objetivo primario en Radeberg. Lo cual le dio la victoria al abandonar Francia en el turno 13.
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La segunda partida de la jornada duró hora y media y 6 turnos. Durante el CAFE 2014 Will había reclamado para sí el record de colapso prusiano más acelerado con una derrota en 7 turnos, pero durante el mismo campeonato JM le superó con una debacle en 6 turnos. C_M no logró superar está marca, pero la igualó en una partida en la que se mostró especialmente poco inspirado.
Comenzó de manera bastante agresiva atacando a Will en corazones e inflingiendole una derrota de once puntos. Pero el austríaco se revolvió y le contraataco en ese mismo palo, lo que bastó para desinflar cualquier pretensión ofensiva de Prusia. Tras eso, Will concentró sus esfuerzos en Sajonia con tanto éxito, que logró destruir 3 generales prusianos. 2 en un cerco en Bischofswerda y otro que pasaba por allí.
Yo avancé de manera convencional con Rusia. Tuve el suficiente éxito para conquistar 7 objetivos antes del final de la partida, la cosa pintaba bien en occidente porque tenía 10 puntos de fuerza rusos concentrados contra sólo 3 prusianos. En Prusia Oriental esta relación era 6 a 3, pero el general prusiano 8 terminó enquistado en el sector de picas de la esquina nororiental del tablero. La partida terminó cuando me encontraba en el lento proceso de ir atacando sucesivamente a ese general para desgastar la mano de picas.
Pero la derrota de C_M vino del oeste. Apilo juntos a los dos generales de Hannover y los metió en un combate no sabemos muy bien por qué. Esto sucede a veces con C_M. El resultado es que tras un ataque y retirada iniciales, terminaron cercados y destruidos. En el área de corazones de Magdeburgo no había un sólo prusiano que defendiese los objetivos que hay allí. Ni lo iba a haber porque justo en ese momento Will destruía tres en Sajonia. Ni reconstruyéndolos rápidamente tenía C_M tiempo para intentar salvar la situación.
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Por breves, las dos partidas anteriores nos habían sabido a poco. Eran las cuatro de la tarde, y decidimos cerrar la jornada con una tercera al mismo juego.
Duraría 18 turnos y cuatro horas, y fue la más interesante de todas. Ringard dirigía a los prusianos e inicialmente no le fue muy bien. C_M - que llevaban a los austríacos - le barrió en Silesia. Parecía que iba a ser otra partida corta, pero se rehizo y retorno a Silesia al tiempo que cedía Sajonia. En un momento dado cerco a dos generales austríacos en el sector de Picas en Silesia y les aniquiló.
Sin embargo, para hacerlo había tenido que exponer un general suyo en la frontera entre las picas y los diamantes, de manera que C_M le atacó desde este último palo y parecía que iba a limpiarle de picas con sus diamantes.
Desafortunadamente, en el mismo turno otro austríaco atacaba a un prusiano en diamantes en Sajonia. ¿Por qué hacerlo si ya tenía conquistados los objetivos de Sajonia y podía defenderlos cómodamente desde tréboles?. Austria no tenía absolutamente nada que ganar con este combate. Para enmendar más la cosa, C_M decidió comenzar por esta batalla en lugar de por la otra, que era la realmente importante. El resultado es que Ringard cambio todos sus diamantes - que no necesitaba ya - y parte de sus picas para dejar a C_M limpio de diamantes e inflingirle una derrota de siete puntos.
A partir de ahí, la partida estaba casi definitivamente decantada del lado de Prusia. Dos generales prusianos se asentaron en el sector de picas de Silesia y C_M ya no se atrevió a acercarse a ellos en los 5-6 turnos que quedaban. Logro salvar los muebles en Sajonia por los pelos, y se concentró más en intentar ganar con el Imperio.
Will lideraba a los rusos con decisión y valentía. Tardo 7-8 turnos en limpiar Prusia Oriental, pero atacaba incesantemente a los prusianos en el sector de tréboles de Kammin poniendo a Prusia en algunos apuros. En un momento Ringard le sorprendió en la frontera entre tréboles y corazones y utilizó unos cuantos de estos para vaciar los tréboles de Will. Entre esto, y el aliento recibido tras su decisiva victoria en Silesia, Ringard no pareció tener demasiados problemas para aguantar hasta la muerte de la zarina allá por el turno 16 ó 17.
Yo tuve un buen comienzo con Francia aniquilando al general hannoveriano 2 en el turno 3. Sin embargo, Ringard fue capaz de colar otro hacía el sur más adelante en la partida. Su persecución absorbió unos turnos esenciales y dos de mis generales. Ese general hannoveriano se me escapó en dos ocasiones. En la primera porque C_M movió al general imperial bloqueando mi camino para capturar al tren de suministros hannoveriano cerca de Leipzig. En la segunda porque me equivoque contando y, pensando que ya iba a morir por inanición, moví mis dos generales al norte hacía Magdeburgo antes de lo que debía y le dejé el camino libre para recuperar su suministro.
Tras eso, me pareció que mi mejor oportunidad residía con el Imperio. La primera carta del destino en salir había sido América, y desde entonces Francia podía abandonar la partida en cualquier momento. En dos turnos gasté la mano francesa de corazones (unos 50-60 puntos, tal vez) contra igual o mayor numero de corazones de Prusia. Perdí todas esas batallas, pero debilitar la mano de corazones prusiana era esencial si el Imperio tenía que tener posibilidades de ganar.
Al final, fue Will quien se hizo con el Imperio al morir Elisabeth. Ringard pasó un par de turnos apurados haciendo virguerías para impedir a los amarillos capturar su último objetivo - Torgau -, pero le salió bien. Yo, tras sufrir un traspies por perder los dos trenes de suministros me estaba acercando a Magdeburgo, y creo que hubiera podido tener oportunidades de capturar mis objetivos prusianos si la partida hubiera durado un par de turnos más.
Una muy buena partida de Ringard, que supo recuperarse de sus errores y aprovechar los de sus adversarios. Tuvo también algo de suerte con los eventos. El primero en toda la frente fue América en el turno 6. Y no salió una reducción de subsidios hasta el turno 13. No obstante, la suerte buena o mala en las cartas del destino no es nunca un sustituto para la habilidad, que Ringard demostró sobradamente.
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Unas pocas reflexiones antes de cerrar.
En nuestro grupo de juego se ha demostrado que somos aceptables y hasta bastante buenos como aliados, pero malos jugadores prusianos. Yo creo que el grupo ha evolucionado primero con ventaja para los jugadores prusianos contra unos aliados débiles. Mas con el tiempo hemos aprendido a mejorar como aliados contra unos prusianos de "calidad media", y ello ha producido la situación actual en la que los mismos jugadores que ganan magistralmente con los aliados pierden miserablemente con los prusianos, hasta el punto en el que cabe preguntarse si es la misma persona la que juega una partida en un bando y la otra en el otro.
Queda ahora que los prusianos mejoren su juego en otro escalón más. Sin embargo, no tengo grandes esperanzas de que esto se produzca, al menos en breve. Al mismo tiempo que sus estrategias, cada uno de los jugadores de nuestro grupo ha desarrollado sus manías. Manías que interfieren con el desarrollo de estrategias no sólo por parte de los prusianos, sino de manera incluso más importante con las de los aliados, de manera que los que jugamos prusianos nos encontramos una y otra vez ante las mismas tácticas conocidas cuando tal o cual jugador se sienta como Francia, Austria, o Rusia. En esos casos, el prusiano ya sabe a que atenerse y hay poco espacio para la variación y la innovación.
También puede ser que llevamos jugando a esto durante mucho tiempo y, sencillamente, los retornos de mejora del estilo de juego son cada vez menores.
Intentando analizar las derrotas prusianas, he llegado a la conclusión que el origen de las mismas se encuentra en los primeros turnos de la partida, que son esenciales. Son unos momentos en los que el prusiano todavía no sabe muy bien cual va a ser la distribución de las cartas. Puede que robe una excelente mano de diamantes en el turno dos que le lleve a defender contra Austria en ese sector, pero si resulta que esas son las últimas cartas de diamantes que ve en toda la partida ha cometido un error del cual es casi imposible recuperarse y que le acaba costando la partida en pocos turnos.
Antes, en nuestro grupo, era fácil salvar estos primeros turnos críticos. Los jugadores aliados eran novatos y en esos turnos se mostraban tímidos y reacios a atacar, con lo que Prusia podía acumular cartas hasta saber a que atenerse y plantear una estrategia acorde con sus recursos.
Pero con el tiempo - como ya he dicho - todos los jugadores se han vuelto mejores, y eso significa que tienes aliados que ya te están atacando en el turno 2 ó 3. Obligan al prusiano a defender en algún sector en el que no va a recibir cartas, y su defensa empieza a flaquear por allí.
La tarea para los prusianos en nuestro grupo es, pues, encontrar la manera de "puentear" esos primeros turnos críticos para alcanzar más o menos intactos la fase intermedia - a partir del turno 9-10 - del juego.
Es cierto que ya poco se innova en nuestro grupo y que en el papel de prusiano no somos muy potentes.
ResponderEliminarEsto segundo creo sinceramente que se debe a que, cuando quedamos para jugar, los papeles se sortean aleatoriamente, por lo que te puedes pasar seis meses sin catar Prusia o darte un atracón. Entiendo que es algo que nos debilita, puesto que hay que practicar en todos los palos.
En cuanto a lo primero yo apunto a un solo responsable: la puntuación. Ya lo he apuntado otras veces. Las puntuaciones por no ganar no hacen más que desvirtuar un juego en el que sólo hay un ganador (como dicen las instrucciones del juego). Como jugamos casi exclusivamente para entrenar de cara a campeonatos, nos acostumbramos a realizar un tipo de juego dirigido a hacer puntuaciones y a no consumir el tiempo que marca el reloj, no a ganar o perder. Ello hace que no se arriesgue mucho, que no se intente nada nuevo... por muchos coeficientes, premios o bonus que queramos aplicar por participar. ¿Para qué?, si con conseguir 8 puntos nos quedamos contentos.
El otro día jugué dos partidas con mi otro grupo (hacía tiempo que no) y quedé alarmantemente satisfecho de ver como nadie se acordaba de que en una partida estuve a un objetivo de ganar con Rusia y que en otra, que gané, nadie se acordó de que a los otros dos jugadores aliados les faltaban uno y dos turnos para ganar. Todos fuimos perdedores salvo uno y el juego fue mejor, pese a que en la mesa junto a mi había dos novatos y un principiante, redescubriendo el juego.
Hasta que no nos quitemos esa lacra de encima no vamos a mejorar el juego, porque los puntos premian la mediocridad, queramos o no, y jugar para la estadística no mejora tampoco la situación, puesto que a nadie le gusta perder.
Después de todo lo jugado, y todo lo visto, no puedo evitar llegar a la misma conclusión que tú.
EliminarEl sistema de puntuación no ha sido nunca más que una herramienta nacida de la necesidad. La necesidad en un campeonato de determinar que cuatro jugadores va a participar en la final. La necesidad de datos estadísticos que permitieran analizar que iba bien y mal en el estilo de juego de un grupo.
Al final, ¿se ha convertido la herramienta, el medio, en un fin en si mismo?. Para algunos de nosotros parece que sí. Para mí, al menos ha sido así durante un tiempo.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, me intereso más por ganar las partidas que por puntuar. Intento seguir un nuevo estilo de juego por el cual a veces sacrifico la captura inmediata de objetivos para hacer otra cosa que incremente mis posibilidades de ganar más tarde. No digo que este en el camino adecuado, pero al menos lo intento. Es en parte por eso que en el CAFE 2014 terminé decimoquinto de diecinueve participantes.
Jugar a ganar en lugar de jugar a puntuar no sólo es bueno para que el estilo de juego progrese, es también más divertido, y estoy convencido que mejora las posibilidades que uno tiene en una competición. Puestos a escoger una puntuación para nuestras partidas, puede que sea mejor que adoptemos el sistema victoria=1 punto, y lo demás es 0.
Yo sinceramente creo que la sensación de que uno nunca gana es más fuerte a la hora de mejorar que cualquier otra.
ResponderEliminarComo ejemplo, mi grupo alternativo de nuevo, con cualquier juego. Nada induce más a ser competitivo que el hecho de que te digan que no ganas nunca a nada. Es cuando tienes que demostrar. Como no tomamos estadísticas, no hay excusas como "hago una media de tal o cual puntuación" o "soy bueno porque hago muchos puntos independientemente del resultado final". Cierto es que la gente tiende a acomodarse en un estilo de juego, pero no siempre da resultado, porque cuando uno se repite se hace más débil y acaba teniendo que cambiar si quiere ganar.
Se puede ganar sin ser bueno a nada, pero está claro que lo que induce a mejorar (si uno no se viene abajo antes por paquete) es no alcanzar el objetivo.
A mi el sistema de anotar victorias, ya sabéis que es el que me parece mejor. Que se quiere establecer un sistema de desempate, me parece correcto, eso sí, en tanto en cuanto no esté vinculado más que al estilo de juego de cada jugador, no a su desempeño final, pues perturba menos. No obstante, tampoco estoy del todo convencido, puesto que supondría un sistema de selección que favorecería ciertos estilos de juego frente a otros igual de efectivos. ¿Quiénes somos para discriminar al que gana sólo poniendo la caña?