miércoles, 4 de junio de 2014

¿Podemos?

¡España!. Ese Reino Mágico donde todo es posible. Justo cuando ya nos encontrábamos en la firme senda de la recuperación económica de la mano de un gobierno como dios manda, va una panda de frikis y hacen de la Fiesta de la Democracia (Europea) una burla atreviéndose a acudir a las urnas para colocar a 5 de los suyos. ¡Inaudito!. ¡Si Franco levantará la cabeza...!.

Y ahora más en serio... . La primera noticia que yo tuve de Podemos fue el jueves antes de las elecciones, cuando quedé a tomar unas cañas con Floyd Buñuel. Él está más puesto en esos temas y me dio unas pinceladas de todo ello. ¿Qué conclusión sacamos de esto?. Pues que Ethelberto no está nada puesto en redes sociales y cosas así.

De esta manera fue como me sentí sorprendido por los resultados de las elecciones del 25-M. Pero lo que más me ha sorprendido de los resultados no ha sido ni el éxito de Podemos ni el descalabro del PSOE. Lo primero es en parte explicable por lo segundo. Lo que realmente me llama la atención es los 2 millones de personas que entre 2009 y 2014 han dejado de votar al PP en las europeas. ¿Son realmente desencantados de 2 años y medio de gobierno conservador?. ¿De verdad hay tanto pardillo suelto?. ¿Pero qué se pensaban en 2009 y en 2011?.

Veréis. En el ambiente geográfico y social en el que me muevo regularmente abundan los votantes del PP, y si hay algo que he aprendido de ellos es que su decisión de votar no es racional, sino identitaria. Votan al PP porque es el partido del grupo social al que pertenecen, y punto. Entre mis amigos me gusta bromear diciendo que si el PP pusiese a Fidel Castro de candidato a presidente, les seguirían votando casi igual. Es una broma a medias. Si alguna vez se fuera a hacer realidad, ya veríais.

Como consecuencia de ello, tengo asumido que si se vota al PP no es ni por el programa, ni por las promesas electorales, que pueden ser tan patentemente falsos como los eran los del 2011. Me cuesta entender que 2 millones de personas no se dieran cuenta de algo que para mí era evidente. ¿Seré yo?. Tal vez. Lo cierto es que para explicar ese bajón he supuesto que esos 2.000.000 de personas consideraron que, ya que su PP del alma estaba firmemente asentado con mayoría absoluta en el Congreso, no hacía falta acudir el 25 a unas elecciones a un parlamento cada vez más irrelevante y aprovecharon el buen tiempo para irse con la familia a tomarse un pinchito de tortilla en el campo. Una vez más, es una media broma. Naturalmente que puedo estar completamente equivocado, pero los medios de comunicación también lo estaban con sus pronósticos electorales y yo hago lo mismo por mucho menos dinero.

De todos los análisis presentados sobre estas elecciones, considero que el más acertado es el emitido por el sociólogo Pedro Arriola (que esté casado con una ex-ministra del PP y a sueldo de Moncloa es lo de menos) el día antes de darle un jamacuco en un restaurante. 

Comencemos. Primer acierto. Dice Arriola que el PP echará de menos a Rubalcaba.  Si yo fuera un presidente del gobierno que no entiende ni su propia letra y contesta con sandeces cuando le preguntan por el Cambio Climático, también estaría más tranquilo con una oposición liderada por tipo como Rubalcaba.

Segundo acierto, y el más importante. Las europeas no son comparables a unas generales o autonómicas. Las elecciones al parlamento europeo son unas elecciones sobre las que ni PP ni PSOE han podido legislar, como si hicieron en 2011 para dificultar la presentación de nuevos partidos a las generales. Son elecciones en las que se tienen en cuenta los votos obtenidos a nivel global en todo el país, sin Ley D'Hont ni niño muerto que valga, en las que por una vez a IU 1.500.000 de votos repartidos por todo el país le da un número de escaños mayor que a CIU con 700.000 concentrados sólo en Cataluña. Los 5 escaños de Podemos no son equiparables tampoco - como si lo hace Arriola - a los 2 de Ruíz Mateos (¡qué tiempos aquellos!), pero conseguir 1/3 de los escaños de uno de los dos partidos grandes es mucho más difícil en unas generales que en las europeas. Mucho más difícil. Pero que mucho más.

Tercer acierto. Lo de los frikis. El término es muy revelador, no ya del resultado de las elecciones, sino de lo que piensan los grupos establecidos (la casta, que diría el actual rostro visible de Podemos). ¿Qué es un friki?, ¿a quién se le denomina así?. A aquella persona que no entendemos. En el caso de Arriola porque ni siquiera lo intenta. Hay que comprenderle. Un hombre con una larga y fructífera carrera, acostumbrado a clasificar a la población según ciertos esquemas en derecha-votantes del PP e izquierda-votantes del PSOE e IU. Y de repente, llega millón y pico de personas y te revientan todos los estudios y predicciones votando una opción a la que ni habías dedicado cinco minutos para ver de que se trataba. Friki es lo menos que podía decir. Le pillaron de buenas. Y también se explica así lo del jamacuco que le dio luego al hombre.

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¿Y ahora qué?

No comparto el entusiasmo que ha surgido en torno al éxito de Podemos. No tiene nada que ver con el propio partido, su programa, o sus caras más públicas. Lo que sucede es que lo que decía Arriola sobre lo diferentes que son las elecciones es cierto. Las elecciones que importan de verdad son las generales. El año que viene en otoño si no las adelantan. En éstas 1.200.000 votos pueden darte entre 10 y 20 escaños si están lo suficientemente bien concentrados. Pero para poder tener cierto efecto político duradero Podemos tendría que destacar de entre toda la maraña de "partidos pequeños" (incluidos nacionalistas) que se encuentran en ese tramo de escaños u otro inferior con, digamos, 40, 50 ó más escaños. Y para eso hacen falta muchos votos más.

Sería posible lograrlos si se tiene en cuenta el entusiasmo causado por el resultado de las europeas. Al margen de ideología y programa, a muchos nos gusta votar a partidos que consideramos como "ganadores", y es por ello que a menudo parece que existe una tendencia a que los votos fluyan hacia las "estrellas en ascenso".

Pero hasta entonces queda año y medio. Eso es mucho tiempo, y si alguien se cree que los que están al mando se van a quedar sentados , se equivoca. Ya ha empezado la campaña de descrédito de Podemos, centrándose en Pablo Iglesias como bolivariano, comunista, pedófilo, y no sé que más. El programa de Podemos es calificado como de utopía inaplicable y receta segura para el desastre nacional. Por último, se recurre a todo lo anterior para hacer entrever que un triunfo de Podemos llevaría a una "ingobernabilidad de España".

En fin, que para llamar a las huestes a la lucha en las urnas contra el "rojerío internacional" se recurre al recurso de siempre: el miedo.

Tras las elecciones del 25-M he curioseado un poco en la personalidad de Pablo Iglesias y en su discurso a través de un par de vídeos en Tutubo. Considero que su éxito entre los llamados "votantes de izquierda" se fundamenta en la forma del lenguaje que usa, que es directo y sin ambages. Eso es algo que el colectivo de votantes potenciales posiblemente echase en falta en otros partidos, en los que da la sensación de que los candidatos (especialmente Rubalcaba) van con excesivo cuidado, pidiendo perdón incluso por aquellas cosas por las cuales podrían protestar de manera más intensa. Independientemente de su éxito mediático, Pablo Iglesias está destinado a quemarse, como le sucede a todos los personajes públicos. El proceso se está intentando acelerar mediante los ataques personales. Yo creo que a base de intentarlo - y lo están intentando con mucha intensidad - los medios de comunicación establecidos lo pueden lograr a tiempo antes de las próximas elecciones generales.

Floyd Buñuel me comentó que la elección de candidatos de Podemos se hacía mediante un proceso completamente abierto, y lo más recomendable en este caso es que este novedoso partido use ese proceso en su amplia base de ciudadanos para recabar nuevos candidatos. Si es cierto - como yo también creo - que la gente que confía en Podemos está verdaderamente comprometida con la democracia, no deberían tener problemas para encontrar candidatos con un perfil igual de válido que el de Iglesias. Es la táctica de la hidra, sacar nuevas cabezas cuando las antiguas son cortadas.

El sistema abierto de elección de candidatos también se empleó para elaborar el polémico programa de Podemos. Su contenido no se parece casi en nada al de otros partidos con representación en el Congreso. ¿Utópico?. Tal vez. Veamos cual es el programa "estándar" desde hace decenios de los partidos mayoritarios de nuestro país: se promete el bienestar de la población en base a un sistema económico de crecimiento eterno e imparable logrado gracias a la explotación hasta el agotamiento de cualesquiera recursos naturales tengamos a nuestro alcance. ¡Joder!, ¡si esto no es utópico...!.

Lo que quiero decir es lo siguiente. No creo que ni Podemos ni nadie tenga razón al 100%, ni que su programa sea enteramente aplicable. Pero lo cierto es que hemos llegado hasta la lamentable situación que tenemos aplicando las recetas clásicas de toda la vida, y tal vez sea el momento de considerar otras opciones. No todas las propuestas de Podemos son ilógicas, radicales, ni utópicas. Las hay también bastante razonables, y por ahí se puede empezar.

Independientemente de todo esto, la "utopización" del programa de Podemos es un recurso al miedo para el consumo interno de personas que ya votan a los partidos establecidos, antes que para disuadir a los votantes de Podemos.

Finalmente. Está el asunto de la gobernabilidad. Me ha hecho mucha gracia el comentario de Felipe Gonzalez acerca de la "bolivarización de la política". Nadie más indicado que él para hacerlo, que tuvo conexiones con los mandamases venezolanos que llevaron a su país a la ruina e hicieron con ello posible el bolivarismo.

Podemos no es la causa de ninguna bolivarización o radicalización de la política. Es su consecuencia. De hecho, en los últimos años España entera se ha bolivarizado o, como me gusta más a decirlo a mí, se ha "latinoamericanizado".

Tenemos 6 millones de parados cosechados tras una orgía especulativa en unos años de crecimiento económico que se ha revelado como falto de fundamentos sólidos. La brecha entre pobres y ricos crece, lo mismo que el número de los primeros. Se han hecho recortes sociales e introducido 80 impuestos nuevos, la mayor parte indirectos, de los que más afectan a la gente sencilla y no pueden evitar. Y eso al tiempo que se aprobaba una exención fiscal a las fortunas más grandes. Se ha indultado a un banquero condenado en firme. Los inculpados en casos de corrupción van por la calle como Pedro por su casa. La falta de claridad en las respuestas del partido gobernante en torno al caso de corrupción estrella (Gürtel) resultan, cuanto menos, sospechosas. Por no decir clamorosas, como no lo es menos que hayan destruido pruebas del proceso de investigación judicial de dicho caso cuando ya estaba en marcha. Todo lo citado en este párrafo (y mucho más) son logros de los partidos que, según nos dicen, más contribuyen a la "gobernabilidad". ¿Hacer todo eso es la forma de hacer un país "gobernable"?. Lo siento, pero me ha llegado el momento de decir: tócate los huevos.

Seamos realistas. La ingobernabilidad, la latinoamericanización de nuestro país ha sido el resultado de lo que han hecho precisamente los partidos que lo han gobernado. Y lo que más me preocupa de lo oído tras estas elecciones es la total ausencia de autocrítica respecto al camino recorrido hasta aquí. Sencillamente, no les parece mal y piensan seguir haciendo lo mismo. Los resultados ya los conocemos.

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En el PP se han proclamado vencedores tras perder 2 millones de votos y han hecho como que la cosa no va con ellos. En el PSOE se ha desatado una lucha interna por el derecho a reclamar un número cada vez más decreciente de votos que me recuerda a las fútiles conjuras internas del final del Imperio Bizantino. Tanto una reacción como la otra dan la espalda a lo sucedido el 25-M.

Razones tienen para ello. Podemos no controla ningún medio de comunicación. Ellos sí. Las noticias que puedan llegarnos acerca de este movimiento ciudadano son, pues, susceptibles de estar sesgadas. Y cuando digo sesgadas, quiero decir sesgadas con sutileza. No a lo bestia, como en Intereconomía, 13 TV, y afines. La campaña de descrédito está ya abierta y será incesante. No se puede desdeñar su alta posibilidad de éxito, tarde o temprano.

La baza más potente de PP y PSOE es, sin embargo, que pueden alterar la Ley Electoral como les dé la gana. Ya lo hicieron en 2011. De mutuo acuerdo entre los dos partidos (!) endurecieron las condiciones requeridas para la presentación de nuevos partidos a las Elecciones Generales. Paco Cascos era en su momento el principal objetivo de esta alteración en la Ley Electoral. Las pasó canutas para conseguir las firmas necesarias para presentarse, y otros partidos más pequeños no lo lograron. Este es un "último recurso" por si las cosas pintan mal. Pero está ahí en toda su variedad: desde alterar de nuevo la Ley Electoral hasta vincular a candidatos de Podemos con grupos terroristas para aplicarles la Ley de Partidos y que ni siquiera tengan opción de presentarse.

Y finalmente. Para asegurarse de que todo queda como antes, está el pacto entre PSOE y PP para "garantizar" la "gobernabilidad" del país. La verdad, después de treinta y pico años viendo lo que hacían cada uno por separado, es imaginármelos codo con codo y me echo a temblar. Lo único que garantizaría un pacto así es el continuismo que favorece al PP, mayor caída del PSOE, mayor radicalización de la política, y mayor inestabilidad política del país por la falta de reconocimiento de la realidad (cruda realidad) imperante.

¿Podemos?. Será si nos dejan. Y no parece que estén dispuestos a hacerlo. Hay mucho en juego: el estilo de vida de unos pocos a costa de los demás, creyéndose con derecho natural a ello. Este es el camino que hemos recorrido hasta ahora y que, a pesar de las trompetas triunfantes de una supuesta recuperación económica, nos tiene en una situación en la que cada vez más gente sufre. ¿Hasta cuándo es sostenible un sistema así?.

3 comentarios:

  1. Ánimo, compañero. Podemos somos la gente. La gente que aprendimos o heredamos la conciencia de nuestra propia dignidad pública y privada y que hemos decidido tomar las riendas de lo público para que esa dignidad prevalezca.
    Todos los métodos sucios que vaticinas que usará el poder establecido se quedan seguramente muy cortos; pero no deben hacernos caer en un pesimismo con apariencia de realismo. Tratan de hacernos creer que todo está escrito para paralizarnos: "No sirve para nada". ¡Cuántas veces he oído esa frase, en mi centro de trabajo el día de una huelga, una movilización, en tantos sitios! Pero yo me agarro a cualquier rayo de esperanza: una movilización contra los recortes, lo que sea. Ahora podemos es la esperanza de las personas que creemos en la dignidad y en la democracia. Puede fracasar, claro está. Pero contra tanta difamación está nuestra voz: Yo soy el médico que te cura, el enfermero que te cuida, la profesora que prepara a tus hijos..., el buen profesional, la buena persona... Esa es nuestra voz. Está en la calle.
    Ánimo

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    1. Mi pesimismo no lo causa el mensaje "no sirve para nada". Al contrario, creo que dado el inmovilismo oficial movimientos como Podemos sirven para mucho. Expresar Podemos en el contexto más o menos imaginado de "chavismo", comunismo, o izquierda no es otra cosa que negar que su fuerza proviene de una realidad bastante sólida: el reparto interno del producto de nuestra sociedad y los efectos que tiene sobre la misma.
      Si los "métodos sucios" tienen éxito tal como creo, esa realidad no encontrará forma de expresarse en la forma de Podemos. Pero ello no quiere decir que dejará de existir, sino que encontrará otras formas de expresarse, y son esas "otras formas" lo que me hace pesimista...

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