La independencia de Cataluña es uno de los temas recurrentes de la política española. Surgió hace ya unos años con lo del Estatut, y estoy seguro de que el tema se hizo actualidad antes lo que pasa es que no me acuerdo.
Lo interesante en esta ocasión es, por lo menos para una persona con formación en Economía como yo, que en las condiciones actuales posiblemente sea el mejor momento para Cataluña para declararse independiente.
Las razones para ello son exclusivamente económicas. En este momento España entera se encuentra sumergida en una profunda depresión económica. El detonante de dicha depresión fue la burbuja inmobiliaria. La razón para que esa situación económica se mantenga en el tiempo es nuestra pertenencia al euro, que obliga a realizar un ajuste de la economía a través de reducciones de salario en lugar de depreciación de tipo de cambio, que es lo que han hecho en Islandia.
Ahora bien. Si de repente un día, de la noche a la mañana, Cataluña se independizase del resto de España lo que nos han dejado ya claro es que Cataluña quedaría expulsada inmediatamente del euro. Es decir, no podría emitir euros por si misma para satisfacer las necesidades de medios de intercambio de su economía, ni tampoco recibiría euros del Banco Central Europeo con el mismo fin.
En esa situación, a Cataluña no le quedaría otra que emitir su propia moneda. Moneda que a mi siempre me gusta llamar La Pela. Así pues, tras una o dos semanas de vacaciones bancarias como las que Chipre ha tenido esta primavera, los bancos de Cataluña abrirían de nuevo al público para dispensar pelas en billetes recién impresos y monedas recién acuñadas. Todas las cuentas en euros de Cataluña habrían convertido sus saldos de euros (y tal vez incluso otras divisas) a pelas a un tipo prefijado por el Gobierno de Cataluña o el Banco Central de Cataluña.
En la actualidad, y salvo corrientes especulativas que suceden transitoriamente, el valor de una moneda depende en gran medida del país que lo emite. El euro es una moneda fuerte porque es medio de cambio en una unión de países bastante extensa con más de 200 millones de habitantes entre todos ellos.
La Pela sería medio de cambio para un país pequeño, con una población de 7 millones de habitantes. Como medio de cambio, la Pela es mucho menos valiosa que el euro. Es por ello razonable suponer que, cualquiera que fuera el tipo de cambio inicial fijado por Cataluña, la Pela se devaluaría tremendamente y tremendamente rápido.
Las consecuencias de todo esto para cualquier residente en Cataluña serían bastante inmediatas. La devaluación encarecería bastante las importaciones del nuevo país. Conseguir gasolina para el coche sería prohibitivo para muchos catalanes. Al mismo tiempo, se produciría una inflación bastante importante. Dejando sus sentimientos nacionales a un lado, la mayoría de los catalanes estarían dispuestos a soltarse de sus cada vez menos valiosas pelas a cambio de bienes (como la gasolina) o de divisas como el euro.
Estas, y otras consecuencias dibujan un panorama dantesco que pueden hacer pensar que una declaración de independencia catalana equivaldría a un suicidio económico para la nueva nación.
Y sin embargo yo pienso que no es así, sino justo todo lo contrario. Y eso es porque considero que hay grandes beneficios en tener una moneda devaluada independiente del euro.
Para cualquier residente fuera de Cataluña la situación que he aclarado supondría una oportunidad de oro. La demanda de euro y otras divisas por parte de los catalanes sería tan grande que estarían dispuestos a aceptar cantidades muy bajas de las divisas por bienes situados dentro de Cataluña. Así, y continuando con el ejemplo del coche y la gasolina, un catalán estaría perfectamente dispuesto a vender un coche (cuya gasolina no puede pagar de todas formas con sus pelas) a cambio de euros que si le servirían para, por ejemplo, comprar gasolina al otro lado de la frontera con España o Francia para su otro coche.
La situación sería la misma para, por ejemplo, todo tipo de bienes que los extranjeros (incluyéndonos ahora a los españoles) podríamos comprar en Cataluña a un precio mucho más bajo que el que podemos hallar en cualquier lugar de la zona euro.
Con la adopción de la pela y su devaluación Cataluña se haría de un plumazo un destino turístico enormemente atractivo y competitivo por ser muy barato. Por un puñado de euros cualquier español podría pegarse unas vacaciones de primera allí.
Lo que todo esto significa es que, después del impacto inmediato inicial de la devaluación, entraría un montón de dinero de fuera en Cataluña. Dinero que supone inversión y que es lo que falta en el momento actual para reactivar la economía. Con toda esa inversión, previsiblemente, la economía catalana se reactivaría y crecería justo en el momento en el que el resto de países de la zona mediterránea se encuentran estancados o en retroceso. En Cataluña bajaría el paro, y el Estado Catalán ya no tendría que hacer recortes en Gasto Público porque su presupuesto se equilibraría con los mayores ingresos por impuestos que la economía en crecimiento aportaría. Con ese crecimiento económico y estabilización presupuestaria la pela se estabilizaría, e incluso podría apreciarse algo. La situación se normalizaría.
Lo que hace que este momento sea especialmente propicio para llevar a cabo una independencia catalana es precisamente la depresión económica del resto de países del entorno. El crecimiento económico que Cataluña tendría sería comparativamente mayor a lo que sucedería si hubiera declarado su independencia en un momento de bonanza económica. Hace 10 años por ejemplo, la devaluación de la pela sería la misma, pero como España y otros países se encontraban en crecimiento económico, el crecimiento que Cataluña hubiera disfrutado por el cambio de divisa y la devaluación serían proporcionalmente bastante inferiores a las que obtendría de hacerlo ahora.
Y esto es importante, al menos desde el punto de vista de cualquier independentista. Porque si bien hace falta apoyo popular en las calles y político para que una declaración de independencia triunfe, lo que hace falta para que dicho éxito se mantenga en el tiempo y sea viable es éxito económico. Un éxito y crecimiento económicos lo suficientemente importantes como para permitir a Cataluña cortar todos los lazos económicos que la unen con el resto de España. De otra forma, Cataluña se quedaría siendo - en proporción a España y otros países del entorno - un enano económico, y aunque sobre el papel gozase de un gobierno independiente, en la realidad económica estaría bastante sometida a lo que se dijese en Madrid o Berlín.
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Ahora bien. Podéis olvidar todo lo que os he contado hasta ahora porque no va a suceder. Jamás de los jamases.
Aún suponiendo, como lo he hecho implícitamente hasta ahora, que el Gobierno de España aceptase sin resistencia una declaración de independencia catalana. Ese acto si que tendría que enfrentarse a una severa oposición en dos niveles.
El nivel más obvio es el europeo. Una independencia de Cataluña pondría en serios aprietos al gobierno español, sin ni siquiera alguna de las contrapartidas beneficiosas que Cataluña sí tendría. La capacidad del gobierno español de satisfacer sus compromisos de pago tras la secesión de una parte importante del país estaría bastante comprometida, y la situación resultante - que ya hemos vivido varias veces a lo largo de estos años - pondría a España al borde de la expulsión del euro.
No creo que dicha expulsión llegase a producirse. Tras nosotros tendría que irse Francia, que tiene mucho invertido al sur de los Pirineos. Y sin Francia no hay euro que sea digno de su nombre. Alemania tiene mucho invertido en el euro. La ruptura del euro perjudicaría a todos los países que ahora lo integran, pero perjudicaría a Alemania mucho más que al resto. Por ello, considero bastante posible que, en caso de que en Cataluña hubiese presiones que fueran a conducir de manera inmediata a una declaración de independencia, desde Berlín intervendrían como lo han hecho en Italia y cambiarían la cúpula política catalana por otra con aspiraciones más moderadas.
Incluso si la Unión Europea no está dispuesta a intervenir en Cataluña y se contenta con mantener al resto de España en el euro - mediante un rescate que supondría de manera práctica nuestro final como nación independiente - la resistencia a la independencia de Cataluña vendría también de otro nivel mucho más efectivo: desde dentro de la propia Cataluña.
Hay que entender que la salida del euro, la devaluación de la pela y la gran inflación que todo ello supondría equivaldría, dentro de Cataluña, a una revolución social. Habría una redistribución de la riqueza. Saldrían perdiendo los ahorradores (que verían sus saldos bancarios en euros convertidos en miserables pelas), los grandes propietarios (que tendrían que vender propiedades por un contravalor en euros inferior al que pueden obtener ahora) y los rentistas (que ven como sus rentas son pulverizadas por la inflación). En cambio, saldrían ganando las clases trabajadoras, que no tienen ni propiedades, ni ahorros, ni rentas, y que encontraran empleo en condiciones mejoradas en una economía en franco crecimiento.
Lo que sucede es que, al menos en este momento, son los rentistas, los grandes propietarios, y los grandes ahorradores los que tienen representación política de peso dentro de Cataluña. Efectivamente, me refiero a CiU. Ese partido que, aparentemente es el que más está impulsando una declaración de independencia catalana. Sin embargo, si se miran con lupa sus reivindicaciones se ve que, de independencia real, en las reivindicaciones de CiU no hay nada. Se promueve una "consulta soberanista", ser "una nación dentro de España", "federalismo", y otras memeces.
Si realmente promoviese la independencia, CiU estaría socavando la riqueza de sus principales votantes y su propia base de poder. Por ello, CiU es el principal garante de que Cataluña vaya a seguir formando parte de España, por su propia supervivencia.
Y en lo que respecta al resto de partidos catalanes que dicen apoyar la independencia, sencillamente les faltan huevos. La independencia sería un camino lleno de incertidumbre del que no tienen claro si podrían ganar o no. Por si fuera poco, las cúpulas de estos partidos están bastante bien relacionadas con los grandes propietarios, grandes ahorradores, y rentistas que son votantes naturales de CiU y que así se aseguran que todo vaya a quedar como está ahora. Tengo incluso serias dudas acerca de si cualquier otro grupo social importante de Cataluña - fuera de alguna minoría bastante reducida - esté dispuesto a tomar pasos hacía una independencia real más allá de declaraciones y consultas. Sencillamente, prefieren lo malo conocido antes que lo bueno por conocer.
Montenegro emite sus propios euros o los importa de la zona euro? Ecuador acuña sus dolares o los coje de Estados Unidos? Kosovo no puede emitir euros por si mismo?
ResponderEliminarPor otro lado, eso que tu llamas La Pela es una moneda catalana que españa se hizo suya, "peceta" es el diminutivo de "peça" (pieza) o sea que peceta (escrito peseta en castellano) significa piececita.
¿Montenegro?, ¿Kosovo?, ¿Ecuador?. Cuando he oído acerca de catalanes soñando con su independencia, ellos suelen compararse más bien con Suiza o los Países Bajos. Si sus aspiraciones reales han de limitarse a los países que has mencionado, están peor informados de lo que pensaba...
EliminarKosovo y Montenegro no emiten sus propios euros, dependen de turismo, exportaciones y créditos del exterior para obtenerlos. Ecuador no emite los dólares con los que reemplazo su divisa en los noventa. Sus fuentes de divisa son las mismas que los de K & M. Todos ellos son países que carecen de la política monetaria como herramienta para reequilibrar sus economías, dependen exclusivamente de la política fiscal. Además, están a merced de la política monetaria de los países que emiten las divisas que usan.
Respecto a la etimología de la peseta. Tienes toda la razón. Gracias por iluminarme.
Una cuestión no baladí... en un hipotético acuerdo pactado secesionista por ambas partes dos, cual seria el reparto la deuda actual soberana del Estado?
ResponderEliminarEntiendo que cuando hablas de la Inversión Europea (Francia, Alemania, etc) estás hablando de esta deuda contraída de España, como nación, en los mercados internacionales especialmente el europeo, pero no me queda claro cual sería el reparto que le tocará a cada parte y cuales las consecuencias de empezar ya no solo de cero, sino de –X para el territorio secesionado.
Tienes razón al considerar importante el reparto de deuda en un acuerdo de secesión.
EliminarLo cierto es que, al considerar el artículo, he obviado cómo declararía Cataluña su independencia. Doy por sentado que dicha declaración no sería el fruto de ningún acuerdo con el Estado Español, sino que sería consecuencia de una ruptura de relaciones entre el Gobierno de Cataluña y el Gobierno Central. La declaración sería un acto unilateral y por ello coherente con una concepción de Cataluña como ente soberano.
El éxito de la declaración de independencia, en el momento de producirse, vendría dada por la incapacidad del Gobierno Español para hacer uso de la fuerza como único medio que le quedase para impedir la secesión. En el caso del artículo, he supuesto que España no puede hacer ese uso de fuerza. Pero eso, realmente, es un suposición en toda regla que he hecho para poder permitirme el resto de elucubraciones económicas que siguen.
Respecto a la deuda. Existe una deuda de la cual es titular directo el Gobierno de Cataluña. Dicha deuda sería reconocida por dicho gobierno, convertida a pelas al tipo de cambio fijado por el deudor, y amortizada con dicha divisa nacional catalana. Otra deuda es la parte de deuda de la cual es titular directo el Gobierno de España pero que éste ha contraído por su gestión de Cataluña como parte del Estado Español. Entiendo que esta es la parte que dices habría que negociar entre España y Cataluña para determinar qué importe de la deuda española se queda en Cataluña. Sin embargo, como la independencia es fruto de una falta de acuerdo, a una Cataluña independiente le bastaría con negarse a aceptar cualquier importe de esa deuda.
Existe una base legal internacional para negarse a pagar dicha deuda. Se trata de considerarla "Deuda Odiosa", es decir, contraída sin conocimiento ni aprobación de los ciudadanos catalanes, que no se ha empleado en actividades beneficiosas para los catalanes, y con pleno conocimiento del acreedor de los puntos anteriores.
Reconozco que se trata de una excusa discutible en el mejor de los casos, y proclive a crear enemigos al joven estado catalán. Pero lo cierto es que la mera secesión ya crearía bastante animadversión en círculos internacionales, así que un poco de animadversión más es un precio barato a cambio de librarse de varios miles de millones de euros de deuda.
En general, yo paso bastante por alto los posibles costes para Cataluña de su hipotética independencia. Considero que dichos costes son aceptables si las ganancias de la independencia los compensan de manera sobrada. En el medio plazo las cuentas pueden llegar a salir. Es una posibilidad, tan sólo una posibilidad. Si fuera una certeza, hace ya tiempo que habrían dado el paso.