jueves, 7 de marzo de 2024

Liber-té con pastas

De Liberté ya había oído yo hablar en el podcast El Tablero de boca de Kabutor, su presentador. Son narraciones que nos hablan de intriga, situaciones cambiantes, finales más o menos inesperados, y emoción. A pesar de esto el juego había pasado por debajo de mi radar hasta que una tarde JC lo trajo a una de nuestras quedadas en la sierra y jugamos una partida de 5 jugadores. Fue amor a primera vista para nuestro grupo. Algún tiempo más tarde dieron aviso en la BGG de que había copias del juego disponibles a precio económico, y logre convencer a Flojich para que adquiriese una copia (estaba un poco cansado de ser yo el que siempre compra los juegos que le molan al grupo), y desde entonces hemos jugado con su copia.


Liberté es un juego para entre 3 y 6 jugadores diseñado por el celebérrimo (en el mundillo de los juegos de mesa) Martin Wallace. Fue publicado por vez primera en 1998 a través de la propia editorial del diseñador, pero en 2010 la ya difunta Valley Games publico una nueva edición de este juego con muy buenas calidades. Esta última edición es la que se puede hallar con más frecuencia.


Este juego está ambientado en la Revolución Francesa. El tablero de juego con un mapa de Francia comienza vacío, lo que conceptualmente representa el vacío de poder que tenía lugar en el país por la vacilación e inoperancia de su monarquía y la clase dirigente en general. El objetivo de cada jugador es llenar ese vacío y llegar al final - sea cual sea - de La Revolución habiendo sido la facción que más poder ha detentado y, por lo tanto, ha dejado más huella durante este proceso histórico

Apilando influencia como si no hubiera mañana

En su turno un jugador tiene tres opciones: jugar una o más cartas, robar una o dos cartas del mazo, o pasar. Con la primera ponemos en juego cartas que nos permiten llenar ese vacío del mapa con bloques de influencia. Esta influencia puede ser azul, roja, o blanca, representando a los moderados, radicales, o monárquicos (y de Carabanchel) respectivamente. Si bien la carta - que representa un personaje o club político del período - nos limita el color de influencia que podemos colocar y la región del mapa donde podemos llevar a cabo esta acción, ningún jugador esta limitado a un solo color de influencia. Este juego va de política, y la única coherencia que se te pide es que no puedes colocar dos colores de influencia diferentes en una misma provincia. ¿Pero apoyar a los monárquicos en una provincia y a los radicales en la provincia vecina? Totalmente racional. Además, con un limite, las cartas jugadas se pueden quedar encima de la mesa delante nuestro como "representantes" de nuestra facción, con el poder de resolver desempates al final del turno.


El final del turno se desencadena cuando no quedan bloques de un color por colocar. Entonces se lleva un recuento de la influencia sobre el mapa en un proceso denominado "elecciones", que sirve para determinar el color (azul, rojo, o blanco) del gobierno y que jugador tiene más influencia en él. Esto da puntos de victoria, lo mismo que ser el jugador más importante en el color que ha quedado segundo, que representa a la oposición. Un campo en especial en el que podemos gastar influencia es el militar. En el tercer y cuarto turnos la República Francesa está involucrada en guerras, y contar con un general entre los personajes que tenemos desplegados nos puede ayudar a ganar prevalencia en este ámbito, lo que otorga puntos adicionales.

Ese Napoleon Bonaparte (la carta azul) está pidiendo guillotina a gritos.

Tras cada elección parte de la influencia se retira del tablero, pero mucha permanece. Ya no estamos enfrentados al vacío del comienzo de la partida y la situación se complica, con nuevas oportunidades y dificultades. Además, me he dejado algunos detalles en el tintero. No solamente hay cartas para colocar influencia. ¿Hay un gobierno radical tras las últimas elecciones y formas parte de él? Pues entonces puedes jugar cartas de "Terror" para enviar al personaje de otro jugador y a sus seguidores (bloques de influencia) al cadalso. O enviar al exilio (otra carta) a una carta de personaje monárquico, que retornará con ganas de venganza en cuanto se rebaraje el mazo. La carta de "guillotina" (¡no podía faltar!) permite liquidar del juego cualquier carta de personaje sin cumplir tantos requisitos como la de terror, aunque con la misma falta de escrúpulos.


Y para darle más emoción, una partida no tiene que limitarse al transcurso de los cuatro turnos prescritos con su ordenada suma de puntos. Una victoria electoral aplastante de los radicales finaliza el juego con una Revolución Radical y un conteo de puntos diferente al ordinario. Algo similar sucede cuando los monárquicos (y de Carabanchel) se hacen con el control de un número de ciertas provincias, con la diferencia que no esperan a las elecciones: el golpe de estado y restauración monárquicas tienen lugar en cuanto se llega al número de provincias necesario. ¡La Revolución está en peligro!


En resumen. Liberté es un juego sencillo de reglas, ágil de jugar, para entre 3 y 6 jugadores (aunque yo no jugaría con más de 5), con mucha interacción entre los jugadores y una situación que puede variar de una partida a otra. La duración de la misma la estimo en 30 minutos por cada jugador. En un par de rondas te enteras de que va el juego y te metes en él. Y como guinda en el pastel, provee de una buena sensación de como fue la época, manteniendo el carácter de juego sobre el de simulación. ¡Nuestra última partida se cerró poniendo a Napoleón en juego!, tal como sucedió en la realidad.


Epílogo: La Revolución Francesa, hoy.


Tengo la sensación que la visión que se da actualmente sobre la Revolución Francesa es bastante negativa. La imagen popular de este evento - más bien, sucesión de eventos - es la de una muchedumbre harapienta y chillona escupiendo sobre unas pocas personas ricamente vestidas que, aunque algo desaliñadas, se encaminan con triste dignidad hacía la guillotina al tiempo que unos señores henchidos como pavos reales lanzan soflamas a la masa enfervorecida. Tal es la imagen que daba, por ejemplo, la reciente película Napoleón. No puede estar más cargada de significado: "los malos son los señores gritones - populistas - que han puesto a las masas ignorantes en contra de la gente de bien, que reconoceréis por ir bien vestida".


Es una visión simplista y maniquea (buenos contra malos) que reduce los 11 años (1789-1800) que se puede decir duró el proceso revolucionario al año y medio o dos de predominio radical que se conoce como El Terror. Y El Terror estuvo mal, sin lugar a dudas, pero también fue transitorio y tuvo un efecto final en todo mucho menor que el de las intrigas de un puñado de tipos con peluca empolvada. Creo que lo mejor es pensar y opinar desde el conocimiento. No conozco libros en español que os pueda recomendar aunque seguramente los haya muy buenos. O eso espero. Pero lo que si puedo recomendaros, a aquellos de vosotros que sepáis inglés, es el podcast Revolutions de Mike Duncan. La Revolución Francesa comienza con este episodio.


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