jueves, 14 de junio de 2018

Interludio en York

Entre el 8 de junio y el 10 de junio pasados ha tenido lugar el campeonato de Friedrich de York en el que, naturalmente, he tomado parte. En una entrada que pretende ser breve, doy parte de mi experiencia durante este campeonato.

Para empezar la ciudad de York merece mucho la pena ser visitada. Hasta la llegada de los Tudor al poder fue la segunda ciudad más importante de Inglaterra. La Revolución Industrial la tocó de manera muy superficial, lo mismo que la Revolución Financiera del siglo XX, y ello ha dejado casi intacto su carácter medieval. Sin ser comparables entre sí, podría decir que es parecida a Ávila.

La competición fue alojada en las instalaciones del Bar Convent. Había 5 mesas para un total de 20 participantes. Nada más entrar en la sala que nos tenían asignada me sentí como en casa. Tenía el tamaño justo. Ni muy grande ni muy pequeño. Y una alfombra mitigaba los pasos de los jugadores. Había bebidas, café y té a disposición nuestra.
El Bar Convet en York. La isleta en medio ya no existe y el semáforo tiene más peligro que uno de nuestros políticos con una cuenta en Suiza.

1º Partida. Viernes 8 de junio por la tarde.

Me tocaba jugar con Francia, tal vez el bando más ingrato en un campeonato de Friedrich. Como Prusia teníamos a John MC, organizador del evento. Nuestra partida quedo marcada por el hecho de que las cartas del destino habían expulsado a Rusia y Francia del juego para el turno 9. Tuve tiempo sólo para hacer 5 miserables puntos. Con el Imperio no me fue mucho mejor (4 puntos) a pesar de contar con cierto apoyo de mi aliado austríaco. No había nada que hacer. Esta tarde Prusia ganó en las 5 mesas.

2ª Partida. Sábado 9 de junio por la mañana.

Ahora me sentaba con Prusia. Como Rusia tenía a Kl., un jugador alemán tan veterano como simpático (dos semanas antes le había visitado en su casa en Baviera y habíamos jugado una partida de Friedrich, por supuesto). Austria estaba en manos del americano Mk, otro veterano. Y como francés teníamos al novato Ian, originario de York y que recibió cierta asistencia nuestra para que su participación en el campeonato no le fuera demasiado árida.

Fue una repetición de la partida previa, sólo que conmigo disfrutando de la suerte prusiana. Rusia se fue en el turno 7, Francia en el 13. Y tan sólo sufrí una reducción de subsidios bastante tarde. Tan sólo tuve cierto peligro en el área de Magdeburgo por apoyo austríaco a nuestro amigo francés. Pero sin suministro, el general austríaco se desvaneció tras incordiar durante dos rondas. Por lo demás, una partida que tuve controlada sin dificultad.

3ª Partida. Sábado 9 de junio por la tarde.

A., coorganizador del campeonato, era quien jugaba ahora como Prusia. Como austríaco teníamos a Jg., un tipo un poco desordenado - se le paso el movimiento de Austria una vez - pero con la experiencia de varios campeonatos a sus espaldas. Francia la llevaba Bj., de Suecia. Y yo jugaba con Rusia.

Tuve suerte. Rusia aguantó en el juego hasta el final - turno 18 - y nuestro enemigo común sufrió 2 reducciones de subsidios, una de ellas en el turno 7. Más crítica fue la cagada de A. al dejarse cercar en Silesia al tiempo que rendía los objetivos de Sajonia sin lucha. Hizo lo que pudo para enderezar una situación que fue cada vez más agónica hasta que Rusia y Austria ganaron conjuntamente.

Por mi parte, monté una torre de 12 tropas y ataque a las 6 de mi contrincante en Kammin repetidas veces desde el turno 3 hasta el final, quitándole una veintena de cartas de trébol gastando sólo unas 5 propias. Fue una aplicación de libro de la táctica de desgaste. Por un tiempo tuve el control de todos los objetivos primarios de Suecia, pero ésta abandono la guerra antes que Prusia.

4ª Partida. Domingo 10 de junio por la tarde.

Esta vez Prusia era llevada por At., un alemán que es el mejor jugador con ese bando. Yo llevaba a Austria y había contribuido a derrotarle una vez desde ese lado de la mesa. Como francés teníamos al bueno de Bill. Demasiado bueno, en el sentido de bondadoso, como para ser una amenaza seria. At. hizo piruetas alrededor suyo y consiguió cambiar los corazones de Hannover por los de Francia en una proporción algo mejor que 1:1, por lo que cuando llegó a los objetivos finales en Magdeburgo estaba prácticamente agotado.

Nuestro jugador ruso - Ar. , otro alemán - tardó algún tiempo (6 rondas) en lanzar su primer ataque. A partir de ahí lo hizo bastante bien, salvo por un momento en el que fue cercado contra su propio tren de suministro y perdió un cerro de tropas. Algo de lo que tardo tiempo en recuperarse. A favor suyo estaba una zarina longeva (22 turnos).

Por mi parte, hice todo lo que pude con resultados muy escasos. Tenía una pila triple y estaba atacando Breslau en Silesia desde el turno 3. También recibía buenas cartas de picas para mantener la presión. Pero fue inútil. Mi oponente logró interceptar mi suministro varias veces, lo que dificultó mis intentos de apoyo a mis aliados. En otro momento logró colocarme en un mal espacio e intercambiar diamantes por mis picas. En mi opinión fue decisivo también que las reducciones de subsidios tardasen en aparecer (turno 13 la primera) por lo que At. tenía una importante ventaja en cartas. Con Austria acabé la partida con 4 objetivos de 12.

Mejores resultados obtuve con el Imperio (6 de 10 banderas) al que di bastante apoyo en los dos turnos finales en los que estuvo bajo control de Bill, lo que le permitió tomar 4 de las 5 banderas objetivo y acabar la partida en una situación interesante, aunque creo que totalmente desesperada. Para intentar ganar Austria y el Imperio hubieran tenido que luchar en corazones, y Prusia únicamente los había gastado (junto con los diamantes) para refuerzos.

La Final.

En la final tomaron parte el diseñador Richard Sivel como Prusia, Jg. como Austria, CB (alemán vecino de Kl.) como Francia, y nuestro querido Ringard como Rusia. Éste último tuvo muy mala suerte al irse Rusia del juego en el turno 9. Y desde entonces apenas pudo hacer nada.

La cosa quedaba compensada algo con las dos reducciones de subsidios que aparecieron más o menos al mismo tiempo. Por un momento la partida se ponía interesante al irse reduciendo la mano de cartas prusiana peligrosamente. Pero justo en ese momento Richard libró un combate en tréboles que no entendí muy bien en su momento, pero que le sirvió para retirar 3 generales a la punta suroriental de Silesia y establecer una nueva defensa allí. Dio resultado porque nuestro jugador austríaco no robo muchas más cartas de ese palo después de aquello, como hizo patente por su renuencia a atacar. Desde ahí la partida acabo languideciendo con un cierto apoyo austríaco a Francia en Magdeburgo y un absurdo y largo viaje del Imperio por casi todo el borde sur del mapa para atacar a una pila triple prusiana en tréboles que le superaba en 18 puntos.

Conclusión.

En este campeonato entró en vigor una regla por la que a Rusia ya no le hacía falta dejar un general de reserva en Prusia Oriental una vez conquistada.

No creo que dicha regla cambiase mucho del juego. En mi tercera partida me benefició mucho al final, porque con 4 generales disponibles pude acorralar tranquilamente al prusiano que tenía delante y proteger las banderas que ya tenía conquistadas.

Lo que si resulta decisivo para Prusia no sea tan dominante en el tanteo de victorias y Rusia tenga más juego es la carta de evento de Elisabeth. Su aparición tardía o temprana es lo que marca la pauta del juego, tal como sucedió históricamente. Lo único que se le puede equiparar son las reducciones de subsidios prusianas.

Por eso resulta interesante la sugerencia que escuche durante el campeonato. Que las cartas de evento de Suecia y Rusia sean intercambiables. Cuando aparezca cualquiera de ellas, es el jugador ruso el que decide cual de los dos países abandona el juego. Algo muy similar a lo que ya sucede a Francia con sus 2 cartas de evento.

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