sábado, 31 de diciembre de 2016

He venido a jugar a mi juego

La memoria de Francisco Umbral perdurará mucho más tiempo que la de este blog. Su obra será recordada y mantenida por académicos y catedráticos, que la impartirán en sus clases y la incluirán en programas de estudios y libros de texto dentro del tema "Literatura española de la segunda mitad del siglo XX", o algo así.

Curiosamente, es bastante probable que todos esos planes de estudio y libros de texto entierren el momento por el cuál nos es conocido Francisco Umbral a los que, más o menos, hemos sido sus contemporáneos. Aquel en el que, en un plató de televisión, soltó su conocida frase "He venido aquí a hablar de mi libro".

Si traigo a Paco Umbral a colación, es porque uno de los problemas a la hora de organizar una quedada lúdica es determinar a qué juego se va a jugar en la sesión. Y es entonces cuando en más de un grupo ha brotado el Paco Umbral Lúdico que ha venido a jugar a su juego.

A lo largo de mi experiencia como jugador, la pregunta ¿a qué jugamos hoy? se ha resuelto de varias maneras. Sin pretender ser una lista exhaustiva, estas son las formas que yo me he ido encontrando, desde la más primitiva a la más evolucionada.

- El Caudillaje. Esta es la forma del Paco Umbral Lúdico por antonomasia. Una persona del grupo de juego que tiene más carácter e iniciativa - el caudillo - escoge el juego por los demás, por lo general, procedente de su propia colección. Esta forma de selección del juego tiene sus ventajas:
  • No necesitas comprarte juegos, ya lo hace el caudillo por ti.
  • No necesitas leerte reglas, el caudillo las lee y te las explica. A veces, incluso te las explica bien.
  • No se pierde el tiempo decidiendo qué jugar. Es un método ultrarrápido.
  • No hace falta pensar, el caudillo ya lo hace por ti. Esto puede parecer una tontería, pero en mi experiencia a nadie le gusta pensar y prefieren que se lo den todo hecho.
Estas ventajas son bastante inmediatas. Las desventajas van surgiendo más o menos rápidamente según la habilidad del caudillo. Si nuestro Paco Umbral Lúdico de turno es un inútil que escoge sistemáticamente juegos de mierda que además explica como el culo, su imperio durará más bien poco. De forma tangencial he estado en contacto con un grupo que durante años estuvo bajo la férula de un caudillo bastante hábil. El tío era bastante bueno, pero al final todos en el grupo le ponían a parir a sus espaldas y estaban cansados de jugar siempre a sus juegos. A ninguno se le ocurrió nunca plantarle cara y decir que no, así que se fueron disgregando poco a poco y cada vez jugaban menos. Una pena, pero muestra como este tipo de situaciones no son enteramente culpa del caudillo, sino también de los sometidos. A veces, simplemente, hay personas a las que les gusta que les manden, lo mismo que a otras les gusta mandar, y unas y otras tienden a buscarse mutuamente.

- El Tribunado. En la República Romana de la Antigüedad, el tribuno era un cargo electo que, entre varias potestades, tenía la del veto de decisiones y votaciones del senado. En el mundo lúdico, el tribunado es la sucesión lógica a un caudillaje fallido. Todos los miembros del grupo lúdico intentar ser caudillos, pero ninguno tiene la fuerza de voluntad ni la habilidad para ello. Tan sólo pueden evitar que ninguno de los otros domine a los demás. A la hora de quedar esto se resume en que todos tienen derecho de veto. Yo veto el juego A que no me gusta, tú vetas el juego B que no te gusta, él veta el juego C que no le gusta, él otro veta otro juego, y así sucesivamente. Este régimen lúdico tiene una importante ventaja: nunca vas a jugar a algo que no te guste. Aunque así contado pueda parecer un caos, puede funcionar si los gustos del grupo son relativamente homogéneos. Por Flojich he oído de un grupo en el que se jugaba de manera casi maníaca siempre a unos muy pocos juegos. Así que el Tribunado no se puede descartar como forma de gobierno lúdico. No obstante, sólo tiene cabida dentro de grupos unidos estrechamente y que resultan bastante insulares y poco receptivos a influencias o incorporaciones del exterior. Fuera de grupos así, puede degenerar rápidamente en una anarquía con bastante mala sangre.

- Un Hombre. Un Voto. De nuevo, la evolución lógica del Tribunado deviene en esta primitiva forma de democracia lúdica, cuando el destructivo derecho de veto se convierte en el constructivo derecho de voto. Cada jugador del grupo tiene un voto, a aplicar a uno de los juegos disponibles. El veto no es posible. La ventaja más importante es que la tensión dentro del grupo de juego es menor porque ya nadie puede usar el veto como arma arrojadiza. Por lo demás, tiene muchas desventajas. Frecuentemente todos los asistentes son Paco Umbral, y cada uno vota el juego que ha traído, y el que no ha traído juego vota "me da igual" que tampoco ayuda nada. La votación termina en empate. En este caso el juego se escoge tras una larga deliberación por otro método, como otra forma de votación más desarrollada, revirtiendo al caudillaje, mediante un método de azar, o a patadas en los cojones. Ya he dicho que es una forma primitiva de democracia, que se emplea más que nada porque es sencilla y es lo primero que a uno se le ocurre. Ocasionalmente funciona, pero a menudo el grupo busca formas de salir del bloqueo.

- Voto ponderado. Derivación lógica de la forma anterior, el sistema de voto se hace más complejo para reducir las situaciones de bloqueo mutuo. No puedo hacer una síntesis de todos los sistemas de votación posibles. Una vez conocí uno por el que cada uno tomaba un papel y anotaba en él los nombres de todos los juegos disponibles en la sesión, que iba puntuando sucesivamente con 1, 2, 3... puntos cada uno según su preferencia. No se podía repetir puntuación. El juego con más puntos era el que salía a la mesa. Estos sistemas son bastante buenos a la hora de escoger juego con relativa rapidez y sin que corra la sangre. La única pega es que si no compartes gustos lúdicos con el grupo, aunque pruebes diferentes juegos al final ninguno sea de tu agrado porque los que a ti te gustan siempre salen con pocas votaciones.

- Caudillaje por turnos. Dentro del grupo de juego se establece un orden por el cual en cada sesión hay un "caudillo" que es quien escoge el juego de la jornada, sin veto ni votos. El primer día escoge fulano, el segundo mengano, el tercero zutano, y así sucesivamente. Este sistema recoge ventajas del caudillaje como la rapidez de decisión y el descanso que supone que alguien tome decisiones por tí, con la certeza de que de vez en cuando, con cierta regularidad, vas a poder traer a mesa algo que a ti te gusta por mucho que tus gustos difieran de los del resto del grupo. Los inconvenientes son que hace falta un grupo estable, o el sistema de turnos se va a tomar por culo. A veces esto sucede de todas formas porque alguno decide saltarse el sistema y no asistir a las sesiones en las que sabe de antemano que se va a jugar a algo que no quiere.
Tácito. El del acuerdo.
- Acuerdo tácito. No es tanto un sistema de elección de juegos para la sesión, como la falta del mismo. Dentro del grupo de juego cada miembro propone, impone, impulsa, vota, veta lo que sea un juego u otro dependiendo de las circunstancias. Tan sólo hay una norma ni escrita ni hablada: Hoy por ti, mañana por mí. Uno puede apoyar que se juegue algo que no le gusta para lograr el apoyo necesario para jugar algo que sí le gusta el siguiente día de sesión de juego. Todos los miembros del grupo entran en esta dinámica y participan de ella en un equilibrio de toma y daca que requiere cierta habilidad y diplomacia. Esta dinámica se puede dar en los grupos de juego asentados, que se conocen desde hace años. O en los grupos muy reducidos, de dos o tres personas, para los que los sistemas de votación ponderados no evitan bloqueos. Para grupos más grandes, o si se desea ampliar el grupo con personas que no están tan familiarizadas como para entrar en la dinámica del acuerdo tácito, éste tiende a desequilibrarse.

Aparte de estos sistemas de gobierno lúdico siempre es posible formar uno nuevo con partes de uno y otro e ir cambiando de sistema según las circunstancias. Sin ser posible lograr todo de todo, se trata de conseguir:
  • Rapidez a la hora de escoger juego.
  • Abrir el grupo a personas de fuera, que no se sientan demasiado intimidadas para continuar asistiendo.
  • Satisfacción de los asistentes con los juegos.
  • Y jugar, lo más importante de todo.
Y con estas reflexiones finales. Me despido de ustedes hasta el año que viene.

¡Feliz 2017!

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