martes, 20 de diciembre de 2016

Estar Güar

Hace pocos días he visto con unos amigos la última película de la serie Star Wars, titulada Rogue One. Hablaré sobre esta película más adelante intentando no revelar nada de su trama, como es mi costumbre. Sin embargo, en esta entrada intentaré compartir mi punto de vista de toda la saga.

El detonante de esta entrada no ha sido tanto la película, como una de las personas con las que fui a verla, que recordaba el momento de su infancia en el que fue al cine a ver la primera película, el "Episodio IV". Ahí estaba este hombre, embelesado contándome como con 4 años estaba en el cine con su madre llevando a su hermano de dos años en los brazos.

Mi experiencia fue bastante diferente. Creo que fui al cine con algún amigo de mis padres porque no es el tipo de película que ellos ven, ni siquiera con sus hijos. Y la película que vi a la tierna edad de 7-8 años fue El Retorno del Jedi, o Episodio VI. Esta película cerraba el final de la trilogía en cuyas dos películas previas habían sucedido bastantes cosas. Por ello me encontraba bastante despistado. ¿Quién era ese señor rubio vestido de negro?. ¿Por qué había un tipo atrapado en una piedra negra?, ¿quién era?. ¿De qué se conocía antes toda está gente?.

Es sin embargo testimonio del buen hacer en esa película que a ese niño que yo era esas preguntas dejasen de importarle al cabo de 15 minutos. El despliegue de acción y efectos especiales era sobrecogedor. Pero la historia también estaba bien construida en el sentido de que había buenos y malos, claramente distinguibles unos de otros, y el espectador sabía claramente de lado de quién ponerse.

Antes de proseguir hay que dejar bien claro que tipo de películas son, y puede esperarse que sean, las de la saga de SW. No son obras de arte en estado puro. No fueron creadas por un Tarkovsky, un Bergman, Lynch, o Kubrick con la intención de cuestionar nuestras convicciones internas y/o provocar una reflexión o sensación convulsa en los espectadores. Cualquiera que las intente analizar desde este punto de vista, tanto para ensalzarlas como para criticarlas, en mi opinión se equivoca de cabo a rabo.

Lo que todas estas películas - y muchas otras parecidas - son es lo que yo llamo "cine palomitero". No sólo es que no tratan de cuestionar las convicciones previas del público objetivo, es que incluso las reafirman y con ello intentan que los que la vean se sientan a gusto y entretenidos. Y todo ello sirve para vender entradas y hacer caja, que es de lo que se trata al final todo este tipo de historias. Tanto tienes, tanto vales.

No veo malas en sí mismas este tipo de películas. Hay ocasiones en las que uno necesita desconectar y simplemente pasar un buen rato. Y para ello hay que ser algo condescendiente y perdonar algunos agujeros de guión, algunos convencionalismos. Lo importante es no aburrirse, que de principio a fin no te entren ganas de abandonar la sala o el sofá, salvo para mear. Y este tipo de películas, y las de SW entre ellas, han de ser analizadas en función de su éxito a la hora de lograr precisamente esto.

El Retorno del Jedi consiguió esto. Conmigo e imagino que con muchos otros en su momento. No es una película "redonda", ninguna de la saga lo es, y creo que ninguna del género palomitero lo es en el fondo. El Episodio VI tenía fallos, pero eran bastante secundarios. En lo principal funcionaba bastante bien.

No me convertí en un fan de la saga. Ni lo soy ahora. No soy de los que van disfrazados ni agitando un palo de plástico iluminado y lo llaman "sable láser". No recuerdo bien cuando ni como vi las otras dos películas previas. Debió ser en una de esas ocasiones en las que las echaron por la tele, o en vídeo en casa de un amigo, a lo largo de los noventa. Me parecieron buenas películas las dos, aunque la primera - Episodio IV - me dio la sensación de ser una historia bastante convencional y linear. Siempre he tenido la sensación de que en el momento de hacerla George Lucas albergaba serias dudas de si alguna vez podría volver a hacer alguna película similar, y por ello a la vez "echó toda la carne en el asador" y al mismo tiempo se cuidó de hacer una historia sencilla y autoconclusiva. No podía dejar muchos cabos sueltos, como si sucedía en El Imperio Contraataca.

Tras eso vino la "Nueva Trilogía", o también conocidas como Episodios I, II y III. Fui al cine a verlas con amigos, algunos bastante fans, aunque de nuevo no de los que se disfrazan ni mueven palos con luz. Pero no puedo esconderme detrás del grupo para justificar mis sucesivas visitas al cine, y he de reconocer que tenía cierta esperanza de encontrar de nuevo algo de esa magia que sentí cuando era niño.

Mi primera sensación ante esas películas fue "pues... bueno". En su momento había bastante expectación alrededor de las mismas, y era complicado afrontarlo y ser sincero con uno mismo y con los demás. Pero con el tiempo hay que reconocer que son unas películas bastante flojas. No son abyectamente malas, pero eso es todo lo que se puede decir en su favor.

Hay una lista muy larga de las cosas que no van bien en la Nueva Trilogía. Pero la principal, y que resulta una mezcla de causas y consecuencias de los defectos de las películas, es que el espectador apenas siente conexión alguna con los personajes. 

No importa que los personajes sean humanos, alienígenas, o máquinas. Son el canal de comunicación entre el equipo que crea la película y los espectadores. Y si esa comunicación no se lleva a cabo, tienes al espectador despistado, sin saber muy bien que está viendo, y a que atenerse. El despiste como vía al aburrimiento son lo que mejor describe las sensaciones que estas películas producían y producen aún hoy en día.

Un ejemplo de esto era la sobrepotenciación de los Jedi. De repente, en la Nueva Trilogía, eran un montón y cascaban enemigos con una facilidad que hacía que "los malos" me dieran pena. ¡Joder!, es que de hecho en estas nuevas películas los papeles estaban invertidos y los "malos" eran los rebeldes, mientras que los "buenos" representaban al poder establecido. Para mí esto resultaba algo confuso a la hora de con quién debía sentirme identificado.

En medio de todo esto, la Nueva Trilogía tiene un guión bastante plagado de agujeros. Pero un montón. Ya he escrito que en el cine palomitero se pueden perdonar algunos agujeros de guión, pero como aprendí este verano del libro de Blake Snyder, son una especie de varita mágica del guionista de la que no conviene abusar.

No voy a fusilar más la Nueva Trilogía. Eso más bien se lo voy a dejar a otro que lo hace mejor que yo. En Tutubo podéis encontrar - buscando por "Redlettermedia" o "Mr. Plinkett" - las reseñas que de las tres han hecho un par de americanos colgados enmascarándose en un personaje inventado. El tal Mr. Plinkett. Están en inglés muy, muy americano, por lo que no se las recomiendo a nadie que no domine el idioma salvo que las pueda encontrar subtituladas decentemente. Son desternillantes, y la primera comienza un poco de esta forma:
La Amenaza Fantasma ha sido la mayor decepción de mi vida después de mi hijo. Pero al menos mi hijo terminó ahorcándose en el baño de una gasolinera, mientras que Star Wars La Amenaza Fantasma seguirá con nosotros para siempre.
Hay que reconocer que se les va algo la olla, pero son buenos y sólidos análisis de las películas. Y me lo he pasado muchísimo mejor viendo esas reseñas que viendo las propias películas.

El estropicio causado por este tridente terrible de películas agotó mi paciencia con las franquicias cinematográficas. Todavía fui a ver las de El Señor de los Anillos porque era una excusa para volver a reunirme con viejos amigos, pero tras la primera película del Hobbit, pase de seguir montado en ese carro.

Y así hasta llegar al año pasado y al Episodio VII que fui a ver porque - realmente, de verdad, creedme - no había otra cosa en el cine ese día. De nuevo, mucha expectación, todo el mundo hablando de ella. Pero yo salí del cine con una sensación muy similar a la que había tenido con las otras películas más recientes. No es que estuviera mal, y esta vez se habían cuidado de cometer los errores garrafales de la Nueva Trilogía, pero es que era más de lo mismo. Seguía los cánones de la saga tan al pie de la letra hasta el punto de ser como una repetición. Esto no tiene que ser malo, si se sabe hacer bien. De nuevo me acuerdo de nuestro amigo Blake Snyder cuando en su libro recomendaba "dame más de lo mismo... pero diferente". Pues bien, Episodio VII es más de lo mismo, sin el diferente.

Mis ganas de ver Rogue One este año estaban a cero, pero las de ver a un grupo de colegas con los que apenas tengo contacto eran muy altas, y de nuevo me deje enredar para ver la película como una excusa para un reencuentro.

Y he de decir que he salido gratamente sorprendido. La película tiene sus defectos, pero ya he dicho que estas no son películas para valorar al nivel del cine de autor. Lo que más me ha gustado es que en esta se han atrevido a hacer cosas nuevas. Y una de las cosas nuevas es a no tratar al público como niños. De hecho, es que no se ven concesiones al público infantil, como llevaba sucediendo desde los Ewoks en El Retorno del Jedi. Finalmente, y aunque algo a trompicones, si que encontré cierta simpatía por los personajes. Aunque, sintiéndolo por los actores, el más carismático de todos es el androide.

En fin, que esta última es una película que se deja ver, y que incluso llega a gustar. Y con eso doy por finalizado mi repaso personal a la saga de SW. Un clásico de la "culturilla" contemporánea y que forma parte integra del espíritu de mi generación.

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