El 17 de mayo nos reunimos de nuevo para nuestra ronda mensual de partidas de Friedrich. La última antes de celebrar el Campeonato Abierto de Friedrich de España a mediados de junio.
En esta jornada no llegamos a ser más de 6 asistentes a la vez, por lo que únicamente utilizamos una mesa. Eso sí, las partidas transcurrieron con cierta rapidez y - gracias al partido entre el Real y el Atlético - dispusimos algo de tiempo extra, por lo que llegamos a jugar 3 partidas sucesivas.
En la primera V. se sentó con cierto pesar en el trono prusiano. A mi me correspondió el control de las hordas rusas. JM se convirtió en el comandante de las fuerzas francesas, mientras que Ringard dirigía el frente sur cómodamente sentado en Viena.
Fue una partida en la que - sobre todo por el empeño de V. - se batieron algunos records. Una de ellos seguramente sea el de brevedad. La partida duró 8 turnos en aproximadamente dos horas. Otro record es el del colapso de las fuerzas prusianas, lideradas con un estilo basado en aceptar todos los combates, provocar algunos más, y gastar en ellos todas las cartas posibles con el planteamiento "o gano todo, o pierdo todo".
Las principales víctimas de esta estrategia - o ausencia de la misma - fueron los rusos. Son los primeros aliados en mover justo después de que los prusianos hayan recibido sus nuevas cartas, lo cual posiblemente explique porque V. estaba tan dispuesto a gastarlas en el Frente Ruso. Lo malo es que no le quedaban para enfrentarse a los otros dos aliados que quedaban por mover. En más de una ocasión, ataqué con los rusos en un sector cuyo palo coincidía con el de otro dónde amenazaba un ataque austríaco o francés. Suponía prudencia en mi adversario - al fin y al cabo hace unos meses ganó una partida como prusiano a la defensiva - pero en cambio luchaba batallas a ultranza que perdía una y otra vez. El resultado es que en un momento de la partida sólo quedaban sobre el tablero un general ruso y un tren de suministro. Al terminar la partida, el ruso tenía conquistados sólo 3 objetivos aunque ya no quedaban prusianos para defender el resto.
Ya en el turno 6 Francia se encontraba en gardez - en posición de ganar con un sólo movimiento -. JM se lamentaba de lo fácil que es para el prusiano impedir que Francia gané la partida. Su punto de vista está justificado, pero en esta ocasión la ferocidad psicótica de los prusianos en otros frentes le resultó especialmente beneficiosa. El prusiano que defendía el último objetivo francés fue derrotado porque las cartas de corazón que hubiera necesitado para ello se las había gastado justo antes en un combate contra Austria en el que no defendía ningún objetivo y no tenía nada que ganar. Ringard hizo una buena partida, pero ser víctima secundaria de la generosidad prusiana con las cartas le retrasó lo suficiente como para impedirle la victoria.
Cuando uno se encuentra un jugador prusiano de Friedrich en este estilo - uno que busca ganar todas las batallas gastando muchas cartas sin reflexionar si la batalla merece la pena ser ni luchada - en más de una ocasión es recomendable para el jugador aliado de turno no avanzar demasiado rápido, y dejar algo de espacio al prusiano para que se anime a gastar esos recursos con algún otro aliado más incauto. Desde este punto de vista, mi error en esta partida fue la evaluación psicológica de mi adversario. Yo le suponía dotado de cierta prudencia y deseo de mantenerse sobre el tablero la mayor cantidad de turnos posible, pero se ponía a jugar como si cada turno fuera el último, y eso fue lo que eventualmente consiguió.
En contra de esta estrategia de "avance moderado" frente a un prusiano enloquecido está el peligro que Rusia tiene de desaparecer del juego en cualquier momento desde el turno 6. Otro inconveniente es que, si todos los aliados siguen esa misma estrategia, es el prusiano el que gana por la timidez de sus contrincantes. En mi defensa diré que, en esta partida, para el turno 7 Suecia tenía conquistados todos sus objetivos primarios y con ello podía ganar en cualquier momento si salía la carta "Elisabeth".
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La segunda partida comenzó a mediodía. Yo me quedé como espectador, V. tomó el control de Francia, JM el de Prusia, Ringard jugaba con Rusia, y Rf. con Austria.
Estuve ausente durante los primeros tres turnos, y cuando vi el comienzo del cuarto turno Prusia había abandonado Sajonia y estaba concentrando los dos generales que tenía allí con los dos de Silesia. Aparte de eso, luego me contaron que el ejército imperial había derivado hacía el oeste hasta destruir el tren de suministros de Hannover. Eso provocó la destrucción del ejército sur Hannoveriano en el 4º turno. A pesar de ello, JM no pareció tener problemas en mantener contenido al francés, por el momento.
No miré que cartas recibía JM, pero sospecho que su estrategia se guiaba enteramente por las cartas que iba recibiendo. Es algo que he olvidado preguntarle después. Lo digo porque no veía a JM defender de manera constante en un mismo palo contra el mismo adversario, sino que iba cambiando de un turno a otro en función - tal vez - de las cartas que iba recibiendo turno a turno.
Esto no es malo en sí. Una buena racha de cartas de un palo concreto se puede agotar de repente y entonces no te queda más remedio que refugiarte en otro palo. Sin embargo, al hacer esto es recomendable buscar una posición "fronteriza" con el palo que estábamos defendiendo antes, de manera que el contrincante sólo nos puede atacar desde ese palo que le hemos desgastado previamente. De otra forma, lo único que estamos consiguiendo es que el enemigo desgaste todos nuestros palos de manera sucesiva mientras nos replegamos de uno a otro.
Esto fue lo que sucedió con Prusia en esta partida. Rusia se le iba comiendo todos los objetivos uno tras otro, y JM se replegaba de un sector a otro gastando primero sus tréboles, luego sus corazones. Hacía el final de la partida - tras el almuerzo - a Rusia sólo le quedaban dos objetivos en corazones, y JM se defendía como podía desde corazones y desde picas.
En el sur la situación era extrañamente tranquila. Rf. lanzó algunos ataques que debilitaron la mano de cartas de JM y destruyeron 2 generales, pero Silesia estaba mayormente sin conquistar y Rf. parecía conformarse con mantener a los generales prusianos allí. La respuesta a esta mansedumbre estaba más al oeste. Tras la caza y captura del suministro de Hannover el ejército imperial se dedicó a conquistar objetivo tras objetivo desprotegido en Sajonia. Al final de la partida le quedaban 3 por conquistar. Pero la victoria no sería para Rf. sino para Ringard. Suecia abandonaba pronto la partida, y Rusia lo hacía poco después. El imperio pasaba a ser controlado por Ringard, que sólo tenía que tomar un objetivo desprotegido para ganar.
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Era un poco más tarde de las 4 cuando comenzamos la tercera partida de la jornada. Yo me hice con el control de Prusia y delante mío, encarnando a Maria Teresa, tenía a Will. A mi diestra se sentaba Rf. con Francia, y a la siniestra JM con Rusia y Suecia.
En los primeros turnos de la partida no robé más que una carta de trébol. En cambio, tenía una tonelada de diamantes y picas. La defensa contra Austria estaba clara: sectores de diamantes tanto en Silesia como en Sajonia. ¿Pero qué hacer con Rusia?. ¿Debía cederle los objetivos en tréboles?.
¡Ni hablar!. Cuando las hordas rusas se acercaron, planté al general 7 en Neu Stettin. Defensa de sector de tréboles con picas, y la única vía de ataque era desde tréboles. JM se maldijo en cuanto se dio cuenta. Dedicó a un general a conquistar los objetivos que no cubría y el otro me atacó desde tréboles. Le vacié todos los que pude y como justo en ese momento me entró una ristra de tréboles, pasé al contraataque. En Prusia Oriental el general prusiano 8 jugaba al gato y al ratón con 2 rusos. Tras alguna escaramuza cayó en el turno 6.
Lo cual fue perfecto para mí, porque justo en ese momento salía la carta de la zarina y Rusia se iba de la partida. Mi suerte era mayúscula, y lo sería más en una partida que terminó en el turno 23 con la capitulación sueca, y que además vio como los recortes de subsidios se producían bastante tarde (a partir del turno 19).
Final del turno 6. Rusia abandona la partida. |
Posteriormente hemos tenido discusiones sobre el efecto de la suerte de las cartas del destino en el juego. Indudablemente mi suerte en esta partida fue bastante favorable, pero también hizo falta cierta habilidad por mi parte. ¿Cómo si no iba a montar una defensa en tréboles sin cartas de tréboles contra Rusia?. También tuve que esforzarme en mantener ocupado a Rf. con Hannover, para lo cual me base en lo bien que conocía su estilo de juego con Francia.
Y luego están los errores de mis adversarios, que me ayudaron incluso más. A mitad de partida el Imperio me atacó en Sajonia. Gastó casi todas sus cartas, que resultaron ser diamantes de valor alto. Justo en ese momento se me cerró el grifo de diamantes durante varios turnos. Como consecuencia de ello perdí Silesia y uno de los generales que allí estaban, pero tuve suerte porque en ese tiempo Austria estaba concentrada allí y a Will no se le ocurrió acercarse por Sajonia con los austríacos hasta mucho más tarde, cuando los diamantes volvieron a llegarme. Fue entonces cuando cayó en una emboscada tremenda en la que perdió 3 generales y unas 18-20 tropas.
Turno prusiano. Al norte compro un tren de suministro, y encierro a todos los austríacos menos el más oriental. |
Rf. no jugó una mala partida. Liquidó de manera bastante efectiva al hannoveriano que se estaba intentando colar hacía el sur, y terminó haciendo lo mismo con el del norte en un tiempo razonable. Pero de alguna manera me las ingenie para mantener viva la llama hannoveriana, sabiendo que Rf. emplearía más fuerzas de las necesarias para apagarla de nuevo. Al final hizo un único intento con un único general en Magdeburgo - el único objetivo que le quedaba por conquistar - pero lo acabé cercando y destruyendo.
El trago más amargo quedó para JM, que se tuvo que conformar con el sueco durante 16 largos turnos. Durante un tiempo mantuvo cierta esperanza en la victoria, pero se le debió agotar cuando de manera bastante evidente me puse a contar cuantos turnos disponía yo para quitarle una bandera antes de que él pudiese conquistar todas. Yo ya había aprendido de mis múltiples sustos y una derrota a manos del sueco, y le tenia atado en corto. Harto de esa situación, el sueco se encaminó hacía el sur y llegó hasta Sajonia, dónde en un combate contra mis prusianos demostró que había acumulado una gran cantidad de cartas de diamantes. La partida terminó poco después. Había durado poco más de 4 horas. Sorprendentemente rápido para una partida de 23 turnos.
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