Hace unos días una mujer se tiró desde una de las ventanas de su piso cuando varios funcionarios se disponían a entrar en su edificio para desahuciarla por impago de su hipoteca. Dejaba un marido y un hijo de 21 años.
La noticia es dramática. Y aún así me resulta algo sorprendente.
No me sorprende la noticia en sí. Llevamos ya 3 años largos de embargos y desahucios crecientes. Lo que ha pasado ya ha sucedido más veces, como se puede leer en la propia noticia de este último (o penúltimo) suicidio previo a embargo.
Lo que me sorprende es que, de repente, se haya formado un revuelo por el tema cuando no se ha formado por ninguno de los 399.999 desahucios previos (incluidos los que terminan en suicidio). Será que este desahucio ha sido la gota que colmó el vaso, será que soy un cabrón insensible, pero lo que he pensado al enterarme de la noticia es ¿por qué ahora?.
Mirando las noticias en la teleburra se me ha ocurrido una primera explicación. Tras un par de días de vacilación nuestra clase política ha saltado sobre la oportunidad que se le ha ofrecido con la misma avidez con la que unos veteranos de guerra se lanzan sobre un burdel. En seguida han empezado a mostrarse atareadísimos en la búsqueda de soluciones al problema y a colgarse medallas. En esto los más rápidos han sido una serie de alcaldes.
Entonces, ¿todo el circo se ha montado para que los políticos españoles mejoren un poco su maltrecha reputación?. Puede ser, pero no lo creo. No soy tan paranoico. Nuestros políticos ya han dado muestras de correr como galgos para sacar rendimiento político de desgracias incluso más dramáticas que ésta. Pienso directamente en lo que ambos partidos mayoritarios dijeron e hicieron en los días inmediatamente posteriores al 11 de marzo de 2004.
Sacar partido de las desgracias. Lo llevan en la sangre. No hace falta que nada este preparado o previsto de manera alguna.
Y es que la historia es buena, si la consideramos meramente desde el punto de vista dramático. Hay una víctima, sufrida y torturada. Hay un agresor-torturador: el banco de turno. Empujada hasta la desesperación por el malvado, la víctima se ve arrastrada al suicidio.
Ella se tiró al vacío justo cuando la iban a desahuciar. Así que la conexión es directa y segura. Se suicidó porque la iban a desahuciar. Vamos, que la mató el banco cabrón. ¿O no?.
Cuando hablo del suceso con otras personas, todas concuerdan conmigo en que cuando una persona se suicida no existe un único motivo para ello. Así, cuando está mujer decidió dar el paso de acabar con su propia vida, el desahucio era seguramente tan sólo uno de los varios motivos que la empujaron a tan trágico final.
Sin embargo, esa no es desde luego la visión que dan los medios de comunicación. Estos tienen limitaciones en tiempo y espacio que obligan a simplificar mucho las noticias que dan. Esto tiene que ser lo que ha sucedido en este caso.
Es una explicación bastante plausible pero insuficiente para la relevancia de esta noticia. En mi opinión, lo que ha sucedido es, a la vez, más complejo y más sencillo que las limitaciones de los medios de comunicación modernos.
Una constante en las noticias de los últimos años han sido las informaciones sobre mujeres maltratadas. Comenzó hace ya años, y a estas alturas ya no parece posible que en este país una mujer fallezca asesinada por su pareja sin que, por lo menos, aparezca una mención y la cuenta de las muertas en el año por este motivo.
Mi opinión es que, en un primer momento, este suceso de ahora tenía toda la apariencia de una muerte por "violencia de género", y como tal desató una reacción automática ya en unos medios de comunicación muy acostumbrados a hacer seguimiento del tema. Cuando estos medios comprobaron que la muerte causada por maltrato no era tal (pues que se sepa a esta mujer no la maltrataba su marido) se encontraron de repente "sin noticia", o por lo menos no con la noticia que esperaba.
Y entonces, para darle a la noticia relevancia y hacer que valga la pena, se le encasqueta a los hechos el mismo patrón maltratador-víctima que a las noticias de "violencia de género". Puede parecer rebuscado, pero no lo creo así. Asignar dicho patrón a noticias diferentes es un paso muy natural cuando se llevan muchos años dando noticias de ese corte. Y más aún, y siento decirlo, cuando por repetitivas y rutinarias las noticias de maltrato ya apenas llaman la atención.
La idea no es enteramente mía. El paralelismo entre "muerta por maltrato" y "muerta por desahucio" ya lo encontré antes en esta entrada en el blog de, como no, un periodista.
Por eso, el suicidio de un hombre que iba a ser desahuciado días antes no ha causado tanto revuelo. A la noticia no se le podía aplicar el patrón ya existente de mujer maltratada. Valga esta noticia como prueba.
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Todo lo escrito más arriba es el resultado de reflexión pausada. Pero el mensaje que queda es el de los medios. Con las prisas de unos y nuestra capacidad limitada para absorber información, la simplificación de todo el asunto en agresor-víctima se impone. Es además, una versión estéticamente atractiva.
Considerando las informaciones dadas de manera más detallada se plantean bastantes dudas. Por un lado, entre lo que dice el primer enlace que he añadido, y el segundo - el del blog - no me aclaro bien si la familia afectada llevaba viviendo 6 años ó 16 en la casa que iba a ser embargada. También me parece raro que ni el marido ni el hijo supieran nada del embargo. Este dato, de ser cierto, dice mucho más acerca de las circunstancias del asunto que la llegada de los agentes de embargo al edificio. O eso, o soy el único que cuando tiene problemas lo habla con su familia.
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El resultado de todo esto está siendo un clamor repentino por detener los desahucios.
Realmente, no es tan repentino. Como indican en el propio blog que comentaba antes, cada vez más personas llevan dos años clamando. Lo que pasa es que está es la primera vez que les hacen caso.
El tema es complicado de explicar. No me siento capaz de tomar una decisión definitiva acerca del tema de los desahucios. ¿Detenerlos todos o continuarlos de manera implacable?. Os juro que en mis 12 años de trabajo en banca he conocido tanto a personas que se merecen una segunda oportunidad, como a personas que han tenido esa segunda oportunidad (y una tercera, e incluso una cuarta), y la han malgastado con tal rápidez que a uno se le queda la sensación de que andaban buscando precisamente el embargo de su casa y la ruina de su familia. Por ello, considero que la solución tendrá que ser algo intermedio, un paraguas temporal que cubra a unas pocas personas.
Lo que no considero una solución es aplicar el mismo criterio a todo el mundo. Ni a la hora de embargar, ni a la hora de detener el embargo.
Me parece bien que la gente clame por la protección del Estado, por unas leyes más justas. Pero al mismo tiempo sé que, por mucho que nuestras leyes nos protejan de los bancos y los especuladores, de quién nunca nos van a poder proteger es de nosotros mismos.
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