La partida termino hace ya casi tres semanas, pero unas vacaciones que se prolongaron de forma un tanto inesperada me han impedido escribir estas líneas que ya anunciaba en mi última entrada.
La victoria se la ha llevado finalmente el jugador milanés que - sorpresa, sorpresa- era yo mismo. No es una victoria de la que me sienta orgulloso. La única razón para sentirme satisfecho es que por fin ha terminado una partida que estaba bastante desmadrada. De todas formas, voy a dedicar un poco de mi tiempo a analizar lo sucedido en la partida, y a sacar conclusiones.
En mi tiempo de vacaciones he sopesado dos formas de emprender este análisis de la partida. Por un lado pensaba enumerar jugador por jugador y resumir como se desempeñó cada uno individualmente durante la partida, dandole una puntuación a cada uno. Pero al final me he decidio a hacer una breve narración general de lo acontecido, intercalando algunas conclusiones pero dejando las más importantes de estas para el final.
Todo juego que emplea el sistema del Diplomacia, como el Machiavelli, tiene una fase previa que los jugadores emplean en tomar control de los territorios vacíos que tienen alrededor de sus países. Esta fase inicial en esta partida duró exactamente 4 turnos, un año. Para la primavera de 1455 las líneas de enfrentamiento principales, que se iban a mantener durante casi toda la partida, estaban ya delimitadas. En el norte Francia contra Milan y Austria contra Venecia. En el centro Florencia no hizo nada y el Papado desplazo sus fuerzas hacia el norte. En el sur Turquía aprovecho un error de Napoles para abrir las hostilidades con ventaja. El jugador napolitano me confeso que pecó de buena fe al creerse promesas de paz eterna. Es un error de novato, pero yo también me había creido las promesas del francés...
Los siguientes 8 turnos, años 1455 y 1456, son bastante interesantes. En el norte la guerra Milan-Francia seguía en empate. Para romperlo invite a Florencia a entrar en Genova, con el razonamiento de que era mejor dejar que los ingresos de esa ciudad estuvieran en sus manos que arriesgarme a que cayeran bajo el poder francés. Me parece que fue una decisión correcta por mi parte. De todas formas, al mismo tiempo cometí el error de atacar a Austria. En parte lo hice por promesas de apoyo veneciano. El ataque sorpresa tuvo exito, pero no estuvo bien coordinado con Venecia. El resultado fue que pase un año (1456) muy complicado mientras Francia y Austria unían fuerzas y me echaban hacía atrás.
Venecia estaba enzarzada no solo contra Austria, sino también contra el Papado. Estos dos pidieron inmediatamente dos prestamos de 25 ducados cada uno (1456), que dedicaron a sobornar unidades venecianas en un intento aparente de aplastar al Dogo. Austria fue la que más salió ganando con esto. Mientras que el Papa firmaba su sentencia de muerte al dejar escapar una oportunidad de lanzarse sobre una Florencia debilitada por la peste, además de perder un montón de unidades. Florencia consolido su posición al conquistar Genova y mantuvo ventaja sobre Francia en el mar.
La obsesión maníaca de Austria y el Papado con Venecia me vino bien, pues pude cerrar un acuerdo de paz con Austria que me permitió contraatacar a Francia con mucho éxito. Tuvé algo de suerte, y también jugó a favor mío el que uno de los turnos (de 3 días cada uno) coincidiese con un fin de semana en el que el jugador francés estuvo de viaje. Desde entonces Francia quedo acorralada en una esquina, y sus posibilidades de ganar se habían visto reducidas a nada. En ese momento, yo pensaba en aniquilar a Francia con tiempo suficiente como para poder atacar de nuevo a Austria en el turno en el que se iba a quedar inmovilizada por impago de prestamo.
Venecia, en cambio sufrio severas perdidas y quedo al borde de la extinción (1 única ciudad natal) antes de la muerte por asesinato de Habsburgo. En el proceso el Papa quedo tan tocado que Florencia no tuvo que arriesgar nada para echarse encima suyo y arrollarle. Finalmente, acabo absorbiendo su país (1459).
Entretanto, de 1455 a 1459 (unos 20 turnos) Napoles y Turquía estaban enzarzados en un interesante duelo ajenos a todo lo estaba sucediendo en otras partes. Esto fue posible en parte por acuerdos mutuos de no agresión entre el Papa y Napoles, y Venecia y Turquía. La intensidad del conflicto era tal que ninguno de los dos podía desviar una sola unidad a aprovecharse de cualquier oportunidad que se hubiera presentado más al norte. Esta parte de la partida es muy interesante, porque ambos jugadores maniobraban en un espacio muy amplio sin demasiadas unidades, y muchas veces tuvieron que agudizar su ingenio para anticiparse a los movimientos del adversario. La mejor parte del conflicto se la llevó el turco, y hacía el final de este período (primavera de 1459) Napoles estaba casi vendida.
En este momento surgió un problema con la aplicación que hizo que el turco se quedase sin ordenes durante un turno sin que hubiera sido culpa suya. La partida estaba siendo controlada por un amigo mío, y este ejecuto el turno sin detenerse a mirar que había pasado. Tras cavilar un poco, decidimos seguir adelante con el error, puesto que dar marcha atrás hubiera causado más trastornos. Al jugador turco esto no le gusto nada, y abandono la partida. Fue una pena, porque era quién tenía más posibilidades de ganar, y se merecía haberlo conseguido.
En el norte yo me había vuelto a meter en problemas. Por un lado no había conseguido aniquilar al francés. Para ello necesitaba la ayuda de Florencia - para que atacase desde el mar - y este jugador decidió - acertadamente - no hacerlo. Francia siguió acorralada, pidio el prestamo kamikaze de 25 ducados y lo gasto en complicarle la vida (sin mucho efecto) al florentino. Por el otro lado, mi ataque contra Austria quedo atascado desde bastante pronto. Y eso incluso con la ayuda repetida de la peste. En retrospectiva, tendría que haber atacado a Austria antes. Perdí buenas oportunidades para hacerlo mientras teníamos nuestro acuerdo de paz, y Austria pudo preparse comodamente para el mal trago que iba a pasar.
Al final, Venecia me saco del atolladero. Sin su apoyo no me hubiera sido posible terminar con Austria. El jugador veneciano me otorgo la partida - cediendo ciudades, dandome 17 ducados, y dandome apoyos - por la misma razón que yo tenía para ganarla: Para acabar de una vez. Aún así, Florencia hubiera podido llevarse el gato al agua (estuvo a punto) si se hubiera mostrado más agresiva con anterioridad, y no hubiera sido tan cicatera con el dinero.
Mis conclusiones más importantes de esta partida son:
- Ampliar los turnos a 7 días por turno, y fijar el final de este siempre a un día y hora concretos (las 18:00 del sábado es mi idea por el momento). Los turnos de 3 días son muy estresantes para las personas que están trabajando y tienen otras responsabilidades. Además, es un período muy corto para que se pueda negociar, y no poder hacerlo es jugar solo al 50% del juego.
- No iniciar otra partida en la que no pueda gestionar yo mismo los turnos. Si yo hubiera estado supervisando esta partida, lo que paso con el turco no hubiera sucedido, de eso estoy seguro.
- Abolir los préstamos. Son horribles. Dos jugadores (el Papa y Austria) se suicidaron y distorsionaron la partida al pedirlos de forma prematura. Solo favorecen a los jugadores mediocres, igualandolos a los hábiles, lo que es bastante injusto. Cuando un jugador esta a punto de palmar siempre puede pedirlo, lo cual no consigue salvarlo, sino tan solo prologar su agonía y la duración de la partida sin aportar nada.
La victoria se la ha llevado finalmente el jugador milanés que - sorpresa, sorpresa- era yo mismo. No es una victoria de la que me sienta orgulloso. La única razón para sentirme satisfecho es que por fin ha terminado una partida que estaba bastante desmadrada. De todas formas, voy a dedicar un poco de mi tiempo a analizar lo sucedido en la partida, y a sacar conclusiones.
En mi tiempo de vacaciones he sopesado dos formas de emprender este análisis de la partida. Por un lado pensaba enumerar jugador por jugador y resumir como se desempeñó cada uno individualmente durante la partida, dandole una puntuación a cada uno. Pero al final me he decidio a hacer una breve narración general de lo acontecido, intercalando algunas conclusiones pero dejando las más importantes de estas para el final.
Todo juego que emplea el sistema del Diplomacia, como el Machiavelli, tiene una fase previa que los jugadores emplean en tomar control de los territorios vacíos que tienen alrededor de sus países. Esta fase inicial en esta partida duró exactamente 4 turnos, un año. Para la primavera de 1455 las líneas de enfrentamiento principales, que se iban a mantener durante casi toda la partida, estaban ya delimitadas. En el norte Francia contra Milan y Austria contra Venecia. En el centro Florencia no hizo nada y el Papado desplazo sus fuerzas hacia el norte. En el sur Turquía aprovecho un error de Napoles para abrir las hostilidades con ventaja. El jugador napolitano me confeso que pecó de buena fe al creerse promesas de paz eterna. Es un error de novato, pero yo también me había creido las promesas del francés...
Los siguientes 8 turnos, años 1455 y 1456, son bastante interesantes. En el norte la guerra Milan-Francia seguía en empate. Para romperlo invite a Florencia a entrar en Genova, con el razonamiento de que era mejor dejar que los ingresos de esa ciudad estuvieran en sus manos que arriesgarme a que cayeran bajo el poder francés. Me parece que fue una decisión correcta por mi parte. De todas formas, al mismo tiempo cometí el error de atacar a Austria. En parte lo hice por promesas de apoyo veneciano. El ataque sorpresa tuvo exito, pero no estuvo bien coordinado con Venecia. El resultado fue que pase un año (1456) muy complicado mientras Francia y Austria unían fuerzas y me echaban hacía atrás.
Venecia estaba enzarzada no solo contra Austria, sino también contra el Papado. Estos dos pidieron inmediatamente dos prestamos de 25 ducados cada uno (1456), que dedicaron a sobornar unidades venecianas en un intento aparente de aplastar al Dogo. Austria fue la que más salió ganando con esto. Mientras que el Papa firmaba su sentencia de muerte al dejar escapar una oportunidad de lanzarse sobre una Florencia debilitada por la peste, además de perder un montón de unidades. Florencia consolido su posición al conquistar Genova y mantuvo ventaja sobre Francia en el mar.
La obsesión maníaca de Austria y el Papado con Venecia me vino bien, pues pude cerrar un acuerdo de paz con Austria que me permitió contraatacar a Francia con mucho éxito. Tuvé algo de suerte, y también jugó a favor mío el que uno de los turnos (de 3 días cada uno) coincidiese con un fin de semana en el que el jugador francés estuvo de viaje. Desde entonces Francia quedo acorralada en una esquina, y sus posibilidades de ganar se habían visto reducidas a nada. En ese momento, yo pensaba en aniquilar a Francia con tiempo suficiente como para poder atacar de nuevo a Austria en el turno en el que se iba a quedar inmovilizada por impago de prestamo.
Venecia, en cambio sufrio severas perdidas y quedo al borde de la extinción (1 única ciudad natal) antes de la muerte por asesinato de Habsburgo. En el proceso el Papa quedo tan tocado que Florencia no tuvo que arriesgar nada para echarse encima suyo y arrollarle. Finalmente, acabo absorbiendo su país (1459).
Entretanto, de 1455 a 1459 (unos 20 turnos) Napoles y Turquía estaban enzarzados en un interesante duelo ajenos a todo lo estaba sucediendo en otras partes. Esto fue posible en parte por acuerdos mutuos de no agresión entre el Papa y Napoles, y Venecia y Turquía. La intensidad del conflicto era tal que ninguno de los dos podía desviar una sola unidad a aprovecharse de cualquier oportunidad que se hubiera presentado más al norte. Esta parte de la partida es muy interesante, porque ambos jugadores maniobraban en un espacio muy amplio sin demasiadas unidades, y muchas veces tuvieron que agudizar su ingenio para anticiparse a los movimientos del adversario. La mejor parte del conflicto se la llevó el turco, y hacía el final de este período (primavera de 1459) Napoles estaba casi vendida.
En este momento surgió un problema con la aplicación que hizo que el turco se quedase sin ordenes durante un turno sin que hubiera sido culpa suya. La partida estaba siendo controlada por un amigo mío, y este ejecuto el turno sin detenerse a mirar que había pasado. Tras cavilar un poco, decidimos seguir adelante con el error, puesto que dar marcha atrás hubiera causado más trastornos. Al jugador turco esto no le gusto nada, y abandono la partida. Fue una pena, porque era quién tenía más posibilidades de ganar, y se merecía haberlo conseguido.
En el norte yo me había vuelto a meter en problemas. Por un lado no había conseguido aniquilar al francés. Para ello necesitaba la ayuda de Florencia - para que atacase desde el mar - y este jugador decidió - acertadamente - no hacerlo. Francia siguió acorralada, pidio el prestamo kamikaze de 25 ducados y lo gasto en complicarle la vida (sin mucho efecto) al florentino. Por el otro lado, mi ataque contra Austria quedo atascado desde bastante pronto. Y eso incluso con la ayuda repetida de la peste. En retrospectiva, tendría que haber atacado a Austria antes. Perdí buenas oportunidades para hacerlo mientras teníamos nuestro acuerdo de paz, y Austria pudo preparse comodamente para el mal trago que iba a pasar.
Al final, Venecia me saco del atolladero. Sin su apoyo no me hubiera sido posible terminar con Austria. El jugador veneciano me otorgo la partida - cediendo ciudades, dandome 17 ducados, y dandome apoyos - por la misma razón que yo tenía para ganarla: Para acabar de una vez. Aún así, Florencia hubiera podido llevarse el gato al agua (estuvo a punto) si se hubiera mostrado más agresiva con anterioridad, y no hubiera sido tan cicatera con el dinero.
Mis conclusiones más importantes de esta partida son:
- Ampliar los turnos a 7 días por turno, y fijar el final de este siempre a un día y hora concretos (las 18:00 del sábado es mi idea por el momento). Los turnos de 3 días son muy estresantes para las personas que están trabajando y tienen otras responsabilidades. Además, es un período muy corto para que se pueda negociar, y no poder hacerlo es jugar solo al 50% del juego.
- No iniciar otra partida en la que no pueda gestionar yo mismo los turnos. Si yo hubiera estado supervisando esta partida, lo que paso con el turco no hubiera sucedido, de eso estoy seguro.
- Abolir los préstamos. Son horribles. Dos jugadores (el Papa y Austria) se suicidaron y distorsionaron la partida al pedirlos de forma prematura. Solo favorecen a los jugadores mediocres, igualandolos a los hábiles, lo que es bastante injusto. Cuando un jugador esta a punto de palmar siempre puede pedirlo, lo cual no consigue salvarlo, sino tan solo prologar su agonía y la duración de la partida sin aportar nada.
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