martes, 27 de septiembre de 2022

Campeonato Mundial de Friedrich 2022

Tras un hiato de dos años por causas de las que no puedo acordarme, este año he retornado al Campeonato Mundial de Friedrich que se ha celebrado en Berlin entre el 9 y el 11 de septiembre. No iba solo. Ringard también me acompañaba. Imagino porque él es de los que no se pierde una. También asistía por vez primera Ramonwargamer, del Club Rubicón de Barcelona. Compartir la experiencia con un novato le daba un valor añadido a la ocasión. Por último, un español residente en Berlin, Dani, también tuvo el ánimo de apuntarse después de que su amigo Dukarrio le hablase del juego en visitas anteriories.


La primera partida tuvo lugar en la tarde del viernes 9. Jugaba con Austria contra Peter, un jugador que es tan bueno como para haber llegado a muchas finales aunque aún no se ha alzado con el trofeo. Mis aliados eran C.Y., un jugador veterano pero algo irregular, y Thorsten, un jugador de nivel medio que participaba en el campeonato cubriendo un hueco.


Relativamente pronto me fue posible determinar que la defensa principal prusiana contra mí tenía lugar en Sajonia. Así que concentré fuerzas allí tras limpiar Silesia de enemigos y banderas, salvo por una pequeña retaguardia y la ciudad de Oels. Entones Peter me pilló en picas en una batalla a palo cruzado contra sus diamantes. Esto le forzó a abandonar Sajonia, pero consiguió desplazar fuerzas suficientes para defender el bastión de Oels en Silesia, pivotando su defensa hacía allí. Sufrió una reducción de subsidios en el turno 10. Rusia atacó persistentemente y Francia comenzó a sufrir un montón de problemas tras ser sorprendida en otra batalla a palo cruzado.


A continuación comencé mi habitual serie de ataques de desgaste contra los prusianos en Oels con superioridad numérica y 3-4 reservas siempre a mano para escabullirme en caso de tener problemas. Me quedé si picas otras dos veces. Al mismo tiempo mantuve la presión en Sajonia con cierta efectividad, amenazando con una victoria imperial y desgastando más la mano de cartas prusiana. Desgaste acentuado por otra reducción de subsidios sin que ninguno de sus enemigos mostrase indicios de tirar la toalla, aunque Francia parecía estar al borde del colapso.


La estrategia del desgaste parecía estar funcionando de maravilla. Francia recuperó terreno y tomó Halberstadt y Magdeburgo, mientras que Rusia y Suecia abandonaron la partida y Thorsten tomó el control del Ejército Imperial. En este momento yo ya tenía 5 reservas en mi mano y decidí que era hora de dejarse de florituras o terminaría la partida haciendo el ridículo con ellas todavía en mi mano. Lancé un ataque a todo o nada gastando todas las reservas y todas mis cartas de picas. Gané, pero al turno siguiente Peter me lanzó un contraataque, que me hizo retirarme un par de espacios. A esto siguió otro contraataque mío, y ya conseguí expulsarle de forma decisiva.


La victoria parecía cercana. Acorralé a los defensores que quedaban, les corte el suministro. Me quedaba un turno para ganar de manera automática... y ese turno no llegó. El encuentro se acabó en ese momento, pasadas las doce de la noche, tras 22 agónicos turnos. Cometí un par de errores, y con un par de aliados un pelín más espabilados, la presión sobre Prusia hubiera sido tal que hubiera terminado de romper por alguna parte. Aún así, la cosa se me había dado bien. Más que por los 9 puntos y pico, por haber dado una muestra de calidad de juego que servía para impresionar al resto de participantes. Nunca hay que desdeñar la psicología.

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La mesa de mi segunda partida - el sábado por la mañana - estaba compuesta por participantes del Campeonato de York de este mismo año. L. , de Irlanda, se sentaba como prusiano. John, creador de la competición británica, jugaba con Austria. Arnold, de los Países Bajos, jugaba con Rusia. Y yo, naturalmente, era Francia.


Durante las primeras rondas Prusia aún estaba decidiendo qué defensa plantear, de manera que las piezas prusianas saltaban de un lado a otro luchando en diferentes palos hasta que L. pareció tener una idea más clara de las cartas que le habían salido. Fue así como comenzó luchando contra Rusia en tréboles, para después combatir en diamantes, y finalmente conformarse con una defensa a ultranza de Küstrin en picas que le funcionó hasta el final de la partida. Austria conquistó Sajonia Oriental relativamente pronto, pero fue contenida en Silesia en sendos cuadrantes de tréboles. John movió con cautela al Ejército Imperial, como si no terminase de gustarle la idea de arriesgarse a ganar con éste (dado que puede cambiar de manos y regalarle la partida a otro jugador). Algún general prusiano quedó en la zona para incordiar. Sin embargo, el principal problema de L. fue el reloj. Muy pronto había agotado las 2 horas y diez minutos que le correspondían y estaba limitado a 3 minutos por ronda con Prusia y Hannover.


Por mi parte, dedique 2 generales a cazar a Cumberland, mientras que el tercero tiraba directo hacía una confrontación con Prusia en Magdeburgo con 8 tropas. Conseguí justo lo que buscaba: La aniquilación total de dicho general. Lo resucité con 2 tropas al lado de Cumberland, de manera que éste ya no podía escapar fácilmente (no puedes hacer un -1 automáticamente contra un general de 1 ó 2 tropas), lo que libero a mis otros 2 generales para hacer de las suyas en la región central de Hannover. Mi idea era barrer a Hannover del todo para poder concentrar 2 generales contra Prusia. Me fue posible hacer esto de manera que, bien entrado entrado en la partida, 1 de esos 2 generales ya estaba en torno a Magdeburgo mientras el otro se estaba aproximando. Pero no quise esperar y lancé unos ataques ya con el primero. L. y yo intercambiamos algunos golpes en corazones, y en la última de estas batallas él comenzó a jugar reservas, por lo que decidí insistir.


Al final me retiré de esa batalla con la mínima y a continuación tuvo lugar el movimiento sorpresa: ¡L. desplazó al general que cubría Magdeburgo y lo dejó sin cobertura! ¡Era mi último objetivo! Arnold hizo su último intento de ganar con Rusia, y falló, y John se quedó a una sola ronda de ganar con el Imperio. Pero al final me llevé la victoria gracias a un error un poco tonto. Lo cierto es que Prusia se había retirado porque tras aquel último combate había agotado todas sus cartas de corazones y reservas. Yo tampoco tenía cartas en ese palo, pero si que tenía más tropas.

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La partida del sábado por la tarde me tocaba con Prusia. Mis oponentes eran Bjorn como Austria, Jon como Rusia y Bernd como Francia. El primero y el último eran especialmente hábiles y experimentados. El segundo tampoco era un torpe. Iba a ser una mesa en principio difícil, pendiente de que me sonriese la fortuna con las cartas del destino.


Y en principio fue así. O por lo menos yo no me quejaba. No así con las cartas tácticas que iba sacando. Los primeros tres turnos fueron generosos conmigo en picas, y por ello planteé una defensa en ese palo en Silesia. Austria se mostró agresiva y comenzó atacando el siguiente turno, momento para el cual la entrada de picas se redujo a un goteo, y mi defensa allí se deterioró hasta que termine aceptando una derrota de 10 puntos bastante adrede (tenía una reserva aún en mi mano), puesto que determiné que si Austria estaba tan fuerte en picas, sus diamantes serían una castaña y aún tenía la posibilidad de defenderme en diamantes en Sajonia, recomprando allí (con las picas que me fueran saliendo) las tropas que había perdido en Silesia. Esta parte del plan salió bien.


No tuve tantos problemas con Rusia porque mi mano de tréboles fue de manera constante bastante fuerte. Francia concentró sus esfuerzos en aniquilarme a Cumberland, que consiguió esquivar la eliminación una y otra vez, aunque a con un gasto constante de cartas.


Mi defensa se mantuvo estable durante bastante tiempo. Suecia abandonó la partida primero. Poco después Rusia también se retiraba del juego en un momento que parecía que iba a ponerse en serio contra mi suministro de Sajonia. Este permanecía seguro, en tanto que tenía una torre triple de generales entre mi suministro y las piezas Austríacas, que nunca cejaban en sus ataques de desgaste. Intenté zafarme con destacando un general de la mencionada torre triple para que combatiese en picas - que habían retornado en cantidad  a mi mano - contra los diamantes austríacos, pero Bjorn consiguió zafarse y lo único que conseguí fue debilitarme innecesariamente.


Turno a turno, Francia consiguió desgastar a Hannover hasta que no le quedaron piezas en la mesa y tan sólo dos cartas de bajo valor. Dejando un general francés montando guardia para evitar que los hannoverianos escapasen de su prisión en Stade, Bernd desplazó a sus otros dos generales hacía Magdeburgo con intenciones bastante hostiles. A estas alturas yo ya había sufrido una de las reducciones de subsidios, y al poco llegó la segunda. Mi panorama se me hacía cada vez más sombrío. La cosa pasó a castaño oscuro cuando un general francés pasó de largo tanto de sus objetivos como de mis tropas, y se dirigió por Leipzig con la manifiesta intención de reventar mi suministro y atacar mis tropas en Sajonia. Me pilló de sorpresa - aunque había visto a Bernd hacer algo así hace algunos años - y junto con un suministro renovado de diamantes que Austria parecía tener, terminé por ceder y perdí Radeberg, mi último objetivo contra Austria.


Aún así, el juego no había acabado. Bernd intentó arañar un punto más en la clasificación tomando Magdeburgo. Lo defendía desde picas una pieza mía en Halberstadt. Bernd estuvo jugando cartas a 2 y a 0, intentando evitar un -1 mío que le dejase con dos palmos de narices. Conforme avanzaba esta batalla yo me iba quedando sin cartas de picas hasta que jugué la última, y entonces Bernd hizo su jugada a 0. Y esta batalla terminó en empate, con lo que había conseguido mi objetivo de negarle su punto adicional a Bernd. Algunos pensaréis que es algo ruin, ya que había perdido la partida igualmente, pero ...

Imagen de mi primera derrota como Prusia en la ronda clasificatoria de un campeonato. Austria ha logrado tomar su último objetivo. En el lado izquierdo se ve como un general está sentado sobre Halberstadt en situación de empate con el general francés adyacente, y negando así la conquista de Magdeburg a Francia.


Era la primera derrota con Prusia que sufría en una ronda clasificatoria de cualquier campeonato, pero había aguantado 21 turnos y me había calzado con ello 10,5 puntos, lo que era casi una victoria. Junto con la partida ganada por la mañana, y acompañando a Ramón en su segunda victoria del campeonato (¡y con Prusia!), terminé aquel sábado bastante animado.

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Tras haber conseguido dormir lo suficiente, pero no bien, me enfrente en la mañana del domingo con mi última partida, esta vez como Rusia, en otra mesa bastante competitiva en la que todos los jugadores eran alemanes. Marcus era nuestro prusiano. Christian B. se le enfrentaba como Austria, y Steffan - que había ganado un campeonato hace años - era el francés.


Prusia se mostró bastante activa en mi frente desde el comienzo, lanzando un ataque con Dohna (P7) en el sector de picas adyacente a Kammin con el apoyo de un tren de suministro. Era una jugada desconcertante para mí, pero con algo de maniobra y sabiendo jugar a un -1automático cuando me convenía logré esquivar el golpe, e incluso causarle algunos problemas. En Prusia Oriental Lehwaldt (P8) se replegaba hacía el sector de picas, donde rechazaba un par de ataques míos. En un momento dado, Marcus aprovecho un despiste mío - olvide mover un tren de suministro para hacer de bloqueo - y coló a Lehwaldt en Soldau en Prusia Oriental, cambiando su defensa allí a tréboles y haciendo un cambio de sector defensivo idéntico en Kammin con Dohna.


Ni que decir tiene que gastando sus picas contra mí, la defensa contra Austria no podía tener lugar en el sector de ese palo en Silesia. De hecho, en Silesia había únicamente unas débiles fuerzas de cobertura que fueron metódicamente barridas por Austria, quien luego conquistaba toda la región. El jugador francés me sorprendió a mí (y creo que también al prusiano) con una estratega inusual. Ignoró a los hannoverianos, dejando meramente un general para mantenerlos a raya. Los otros dos generales franceses lanzaron prontamente una serie de ataques frontales con 16 tropas contra Seydlitz (P6) en Magdeburgo, en corazones. Marcus rechazo todos estos ataques, pero le supuso una sangría atroz en cartas. Para colmo de sus males, sufrió una reducción de subsidios temprana.


Con la esperanza que este desgaste prusiano surtiera efecto a mi favor, durante muchos de los siguientes turnos ataque incesantemente en tréboles y con superioridad numérica tanto en Prusia Oriental como en Kammin. Sufría alrededor de 5-6 bajas, que recompraba al turno siguiente para volver a atacar. Yo también sufría un desgaste de cartas bastante importante, y tuve suerte de poder mantener este ritmo de gasto de 30 puntos de cartas en refuerzos cada turno gracias a robar cartas de valor alto (10 y más). 


El avance austríaco alcanzó Sajonia, donde llevaba ya un tiempo esperado y era recibido por un comité de 3 generales prusianos apilados con 20 y pico tropas. Aunque hubo algunos ataques de tanteo y desgaste, desde muy pronto se vio que el peso principal de la estrategia austríaca era la estrangulación del suministro prusiano. Más al oeste Hannover consiguió concentrar sus fuerzas para amenazar a su vez el suministro francés, lo que puso en un brete a Steffen y le obligó a interrumpir sus ataques en Magdeburgo para equilibrar la situación en su retaguardia.


Mis ataques continuaron incesantes, un turno tras otro, e incluso metiendo a Suecia para gastar dos cartas de tréboles. Y llegó el turno en el que mi estrategia de desgaste consiguió su fruto... sin gastar una carta más (porque ya no le quedaban más tréboles) Prusia levantó del mapa los dos generales que se me oponían. ¡Ya nada se anteponía entre mí y la victoria!. Bueno, nada excepto que aún necesitaba 3 turnos más para conquistar los objetivos que me quedaban. ¡Nervios! ¡Nervios! ¿Fallecería la zarina antes de conseguirlo? Por si acaso, me cuide de que Suecia tuviera todos sus objetivos primarios tomados, sólo faltaba Cammin, el más oriental.

Foto tomada desde mi lado de la mesa. Eliminadas las tropas prusianas en mi sector, ¡el camino hacía la victoria estaba totalmente libre!

Y puedo decir que la zarina aguantó... los dos siguientes turnos, e incluso hubiera aguantado el tercer turno que necesitaba para lograr la victoria, pero mi adversario prusiano estaba en las últimas y su resistencia acabó quebrando en Sajonia de una manera espectacular. El bueno de Christan B. se las ingenió para cortar el suministro prusiano de la manera más absoluta y segura que jamás he visto. No tengo mejor forma de describirlo que dejándoos una imagen...

En el centro e invertido, la pila triple de generales prusianos sin suministros, entre ellos y el suministro dos líneas de piezas austríacas y del Imperio. Incluso si derrota a la primera línea, la segunda mantiene el cerco logístico que causa la inmediata destrucción de la cobertura prusiana sobre su último objetivo.


... y no puedo añadir más que esta pieza de ingeniería requiere una capacidad de previsión y planificación que dan fe de la calidad de Christan B. como jugador (aparte, también es bastante majo como persona). Su victoria estaba bastante merecida. y me levanté de aquella mesa con 9 puntos en mi haber. Me faltó Königsberg para alzarme con la victoria.

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Durante el campeonato la clasificación por puntos se muestra actualizada al comienzo de cada ronda, pero con el nombre de cada jugador camuflado con un seudónimo para evitar "metaestrategias" de los participantes. A pesar de eso, yo tenía la impresión de que podía acabar 4º ó 5º en la clasificación. La diferencia era más importante de lo que el número en sí indica, puesto que si quedaba cuarto entraba a participar en la final.


Después del almuerzo llegó la ceremonia de entrega de certificados, anuncio de puestos en la clasificación, y comienzo de la final. De los participantes españoles Dani, como novato que era, quedó en último lugar. Algo que esperaba pero que no redujo su entusiasmo por la experiencia vivida en el campeonato. El bueno de Ringard terminó penúltimo (21º). Un puesto que no hace justicia a la calidad de su juego y que es achacable a nervios y mala suerte. Muy destacable fue la 11ª posición de Ramón. Con 2 victorias en su haber puede, en toda justicia, sentirse orgulloso. Ha hecho muy buen papel para un debutante.


Y llegado el momento de anunciar los puestos de cabeza... ¡logré entrar en la final! Lo más gracioso del asunto era que el jugador que había quedado 5º era el mismo Bernd a quién - con mi última carta y por los pelos - había conseguido escamotear 1 punto de la clasificación en la partida que había perdido como Prusia. No puedo menos que decir que, en un campeonato de Friedrich, ¡cada batalla cuenta!.

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Siendo el último de los cuatro finalistas, me senté en el lugar de Francia. Ya me había enfrentado en las clasificatorias al primero y tercer finalistas, Peter y Bjorn, quienes asumieron el control de Prusia y Rusia, respectivamente. El segundo lugar de la clasificación, y el asiento como María Teresa de Austria, era para Klaus, vecino y amigo de Christian B.


Lo mismo que en la partida que había jugado contra él, Peter repitió el despliegue de retaguardia débil en Silesia y concentración de la defensa en Sajonia. Klaus se tomó más tiempo que yo para limpiar el primer territorio, y no se dejó un espacio sin conquistar, aunque si que permaneció un general con un tren de suministro revoloteando en Polonia. Por mi parte, concentré dos generales franceses con 15 tropas contra Cumberland en el sur de Hannover, con unas cuantas escaramuzas e intercambio de cartas que en general me favorecían porque Francia roba 3 cartas por turno frente a 2 de Hannover. El tercero avanzaba cautelosamente conquistando Diepholz, Minden, y Hammeln.


Rusia se mostró muy decidida desde el primer momento, lanzando un ataque desde el 2º turno. Tardó tal vez 5 turnos en limpiar Prusia Oriental, pero en Kammin la presión ejercida pronto comenzó a hacer efecto. Dohna (P7) se repliega detrás de la frontera de diamantes de Massow. Y creo que sorprendió a toda la mesa que Rusia persistiera en su ataque hacía ese espacio, gastando más tréboles contra la mano de diamantes de Prusia. Esto era algo que Peter no se podía permitir, dado que iba a necesitar esos diamantes contra Austria en Sajonia a pocos turnos vista. Dohna huyó hacía el noreste, y defendió el último objetivo ruso de Neu Stettin desde picas en la esquina nororiental de Kammin.


El ataque austríaco en Sajonia acabo llegando con choques mutuos entre torres de triples de generales blancos y azules con grandes cantidades de tropas. Había desgaste, pero la defensa prusiana se mantenía. Poco a poco Klaus comenzó a tender un lazo alrededor de Sajonia para cortar el suministro prusiano. Mientras todo esto sucedía, mi general suelto (Chevert) avanzaba hacía Magdeburgo, tomando Braunschweig en el camino y atacando a Seydlitz (P6). Éste tenía consigo 3 tropas y Peter aceptó una retirada inmediata de -2 que me dio el control de Halberstadt. Al turno siguiente pude ver que Peter olvidaba recomprar sus bajas. Seydlitz tenía ahora sólo 1 tropa y Peter tenía que aceptar una lucha hasta el último corazón si quería mantener Magdeburgo.


En la batalla por Magdeburgo intercambiamos unas 5 cartas de corazones cada uno, tras lo cual a mi me quedaban aún 5 ó 6 más, pero acepté una retirada de 3 para dejar a Chevert con sólo 2 tropas y convertirlo así en la herramienta adecuada para atacar a Cumberland más al sur. ¡En ese mismo momento a Peter tan sólo le quedaba 1 carta en corazones y yo hubiera podido tomar Magdeburg inmediatamente! Suena a una oportunidad pérdida, pero yo no estoy tan seguro. Hannover hubiera permanecido en mi retaguardia con total capacidad para hacer constantes retiradas por la mínima mientras dejaba un general mío clavado en Magdeburgo sólo para defenderlo. La estrategia más adecuada con Francia es desgastar y aniquilar a Hannover primero, para luego después poder concentrar fuerzas contra Prusia en Magdeburgo.


En los turnos siguientes la situación permaneció estable en el frente de Rusia, con ataques constantes de Bjorn en picas que eran rechazados una y otra vez por Peter. Austria seguía atacando y estrechando el cerco sobre Sajonia. En mi lado, Cumberland se desplazó de sur al centro de Hannover, donde continuó luchando junto con Ferdinand. En el proceso logré quemar más cartas de la mano hannoveriana. En un momento dado tuve la oportunidad de cercar a un general hannoveriano en Wunsdorf, pero tras pensarlo largo y tendido preferí desistir. Perdí Diepholz, pero lo volví a retomar a los dos turnos a la vez que levantaba a uno de los generales hanoveriannos del tablero. El otro hannoveriano logró escabullirse hacía el sur, perseguido por Chevert con sus 2 tropas. Prusia sufrió una reducción de subsidios. Suecia abandonó la partida.


Llegado este punto, yo temía que el tiempo se me pudiera estar acabando y opté por dejar al general hannoveriano del sur con un único general detrás y lanzarme inmediatamente a por Magdeburgo y Wittingen. En el primero estaba de nuevo Seydlitz retirándose a las primeras de cambio. Más o menos en este momento el prusiano que había estado en Polonia subió a Prusia Oriental e intentó expulsar de allí a un general ruso en el sector de corazones que estaba guardando los objetivos rusos en el área. Prusia gastó unos cuantos de sus corazones en el área, lo cual me favorecía. Se ve que Peter llevó a cabo este ataque por desesperación, porque los repetidos ataques de Rusia en Kammin estaban haciendo mella y reduciendo sus reservas en picas.


Austria llevaba ya unos pocos turnos con una fuerte presencia en el área de Berlin, intentando cortar el suministro prusiano en Sajonia. En esta tesitura un general austríaco pisó uno tren prusiano que estaba situado adyacente al mencionado Seydlitz, desencadenando una batalla en corazones que Peter no se podía permitir perder, pero que Klaus insistía en continuar. En silencio observé como ambos jugaban cartas tras carta de corazones hasta que finalmente Seydlitz era retirado del mapa. Magdeburgo era mío, y un hannoveriano solitario mantenía aún el control de Wittingen con tan sólo unas pocas cartas - gracias a mi estrategia de desgaste - para defenderse. Al atacarlo salió inmediatamente del tablero.


¿Había ganado, no?


No. Aún me quedaba un turno para poder pasar con un general por encima de Wittingen y plantar mi bandera sobre ese espacio. Y un turno era todo lo que necesitaba Bjorn para hacer un último intento de conquistar Neu Stettin. De lograrlo, la final tendría dos ganadores, y de entre ellos se discerniría el ganador mediante los criterios de desempate, en los que no conseguía pensar por la tensión del momento. ¿Me quedaría una vez más a un turno de la victoria, como ya me había sucedido dos veces durante el campeonato?


Rusia fracasó, pero Bjorn estuvo muy cerca. Al final Peter mantenía únicamente un 2 de picas en su mano. Austria también lanzó un ataque, cuyo resultado no ha quedado registrado en mi memoria porque nada podía impedirme ya ganar la partida. Tras la jugada del Imperio, me tocaba a mí, moviendo mi general por encima del último objetivo. ¡Había ganado el campeonato!

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Tras una breve celebración, y antes del brindis definitivo y entrega del trofeo, había que redactar el protocolo de la partida. Fue entonces cuando Richard Sivel - diseñador del juego y organizador del campeonato - recalcó lo cerca del empate que habíamos estado yo y Bjorn en la final. El primer criterio de desempate en tal caso habría sido que el trofeo fuera para la nación con menos victorias durante las rondas clasificatorias. Entonces Sivel nos preguntó a todos cuál nación creíamos que había disfrutado de menos victorias durante la clasificación. En todos los campeonatos hasta ahora Rusia había disfrutado siempre de un porcentaje de victorias mayor que Francia. Y yo fui de los que respondió conforme a dicha experiencia. Pero hete aquí que justo en este 17º Campeonato Mundial la tendencia se había invertido y Francia había tenido más victorias que Rusia (fueron 5 victorias con Pompadour frente a 3 con Elisabeth). ¡Si que me había llevado el campeonato por los pelos! Aparte de esto, a Sivel siempre le gusta demostrar como el reglamento del campeonato - al que él le ha dedicado mucha reflexión y cuidado - funciona de manera efectiva.


¿Qué más puedo decir? Entré en la final por la mínima y con una única victoria en las rondas clasificatorias. Algo inusual para el número de jugadores y el nivel que había en este campeonato. De los 22 participantes únicamente 2 - Ramon y Dani - eran nuevos en la competición, el resto tenía al menos 3 competiciones como experiencia previa. También fue inusual que mis dos victorias, tanto en la clasificatoria como en la final, fueran con Francia, un bando que se me da bastante mal normalmente. Es aún más sorprendente el porcentaje de victorias con Pompadour en el torneo (por encima del 20%). Aún es pronto para adelantar hipótesis que expliquen estas anomalías. Y también es posible que se trate de una anomalía estadística. 24 partidas es una muestra pequeña. 


De las dos victorias que me han otorgado el trofeo, una la logre por despiste de mi contrincante, la otra por el apoyo inesperado de uno de mis aliados. Son las únicas dos formas que se me ocurren para una victoria gala en este juego. De otra forma, la estrategia está lo suficientemente desarrollada como para que sea el bando que más fácilmente es mantenido a raya en este juego. Si hay alguna conclusión que puedo discernir de esta experiencia es que, cuando juegas con Francia, concéntrate en desgastar y destruir a Hannover primero, procura estar en el área de Magdeburgo después, y finalmente reza para que tus aliados estén dispuestos a darte suficiente apoyo.


Al comenzar este año, no tenía previsto asistir a ninguno de los dos campeonatos que se han celebrado este año en York y en Berlin. Al final he acabado asistiendo un tanto por compromiso, para apoyar la afición de un juego que me gusta y al que le he dedicado mucho tiempo. Debido a esto, no me sentía presionado para lograr nada. A pesar de esta narración plagada de cálculo de puntos clasificatorios, no tenía un plan magistral para llegar a la final y ganarla. Simplemente, partida a partida, deje que sucediera. Cada partida fue emocionante en si misma. Fui simplemente a divertirme. Y divertirse es el mejor consejo que puedo dar a aquellos que aspiren a participar en próximos campeonatos de Friedrich.



4 comentarios:

  1. Vibrante narración!! Enhorabuena por el campeonato y gracias por mantener activo este blog

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  2. Enhorabuena!

    Sivel espera demasiado del ser humano si piensa que el reglamento funciona del todo bien. Lo de los puntos "funciona" porque somos cuatro gatos los que jugamos a esto, insuficiente para que algún miserable arruine realmente a otro la clasificación. Para mí es facilitar el conformismo en un juego que debería ser a muerte siempre. Sé que no todo el mundo opina igual, pero vamos....

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  3. Muy interesante la descripción del campeonato. Enhorabuena

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