Designated Survivor (conocida en español como Sucesor Designado) es una serie norteamericana de televisión que se emite a través de Netflix y cuya primera temporada he terminado de ver hace poco.
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Cuando un escritor no profesional como yo escribe en internet algo sobre una serie de televisión, generalmente es para alabarla. Uno normalmente no dedica su tiempo a algo que no le ha gustado. No ese mi caso en relación a esta serie. A veces encuentro necesario que para escribir sobre aquello que me gusta, también tengo que escribir sobre lo que no me gusta.
Y no es que Designated Survivor (DS) no me guste. Simplemente la he encontrado una serie que ni fú ni fá. No es rematadamente mala, pero tampoco es buena de forma notable. Y eso, cuando hay tanta selección de series que ver, es casi como decir que es mala.
La premisa de DS - y la razón por la que comencé a verla - es interesante: Un salvaje atentado en el Capitolio liquida a todo el gobierno de los E.E.U.U. y sus dos cámaras representativas. Tan sólo se salva un anodino Secretario de Vivienda, que estaba bajo custodia en la Casa Blanca de acuerdo con una política establecida llamada "Superviviente Designado".
Tras hacer un papel de neonazi en la serie "24" durante varios años, Kiefer Sutherland cambia de registro y encarna ahora al mencionado Secretario (Tom Kirkman) que es elevado a Presidente del país más poderoso del mundo.
Dicho cambio de registro es total. El personaje de Tom Kirkman interpretado por Sutherland es un tipo que habla suavemente y pide las cosas por favor. Incluso cuando otro personaje le hace algún gesto feo - y hay muchos capullos de esos sueltos por la serie - pone más cara de pena que de enfado. Tan sólo en algún momento muy puntual de la serie le tocan los bemoles lo suficiente como para que salte, y aún así la reacción me ha parecido más ridícula que acojonante. Tom Kirkman es Ned Flanders, sólo que metido a política y en carne y hueso en lugar de en dibujo animado.
Tom Kirkman es el personaje central en una de las dos tramas (o "storylines" como las llaman los americanos) de esta serie de 21 capítulos en su primera temporada. Es una trama centrada en la política en la que predomina el buenrollismo. El bueno de Tom no es ni demócrata ni republicano, es un independiente moderado que quiere apaciguar el panorama político estadounidense. Es, como ya dije en otra ocasión, la política tal como debería ser en lugar de la política como es.
Aunque el nuevo presidente sufre algunos sustos tras el gran golpe que da inicio a la serie, esta parte de la narración no puede progresar a ritmo de golpes de efecto. Al fin y al cabo se trata de los Estados Unidos de América y no de una república centroafricana. Las cosas enseguida vuelven a su cauce y se trata la política regular al estilo que ya lo hacía, creo, "El Ala Oeste de la Casa Blanca". Vamos, un rollo, salvo para los licenciados en Ciencias Políticas, imagino. Surge mucho capullo "teapartista" dando por el culo en la serie pero al final el bueno de Tom resuelve todas las dificultades que le salen al paso y cierra la temporada con un discurso patriotero.
La otra trama es más interesante. De hecho, lo es tanto que la serie toma la costumbre de cerrar los capítulos con "cliffhangers" (momentos álgidos) de esta rama de la narración para mantener enganchados a los espectadores. Se trata de la investigación del atentado en el Capitolio, encabezada por la agente del FBI Hannah Wells. Ésta esta encarnada por la actriz Maggie Q, cuyas dotes para la interpretación me resultan eclipsadas por el tipazo que luce. Y es que seré un monje, pero no soy de piedra.
Abriéndose paso a través de tiroteos, explosiones, secuestros, extorsiones, envenenamientos, persecuciones y demás pasatiempos varios, la agente Wells descubre una tremenda conspiración cuyo objetivo es subvertir el orden político de la nación y hacerse con el control de la misma. Como ya podéis suponer de lo escrito, está parte tiene bastante acción como para ser entretenida en si misma. Se hubiera podido hacer perfectamente una temporada de 12 capítulos sólo con esta trama y mandar a freir espárragos la trama política. Resulta ser un "thriller" bastante convencional, pero precisamente por eso (por respetar las convenciones del género) engancha bastante.
DS es, en fin, una serie con una premisa inicial impactante y muy interesante y que sólo es explotada narrativamente a medias. Hubiera sido mucho mejor para la historia, y más coherente con el argumento de la conspiración, que el sucesor designado hubiera sido un palurdo extremista (como el que ocupa ahora la Casa Blanca), y que en lugar de tanto buen rollo hubiera predominado la mala hostia que realmente preside la política norteamericana hoy en día, con los extremistas haciéndose con el control y logrando imponer poco a poco sus medidas más locas. El resultado habría servido mejor como denuncia de la política (no sólo norteamericana) actual. Pero imagino que los que ponen la pasta para que esto se haga prefieren que los espectadores nos vayamos tranquilos y reconfortados a nuestras camitas en lugar de jugarse los índices de audiencia inquietando al personal. Seguid durmiendo.
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