Durante este período navideño he estado viendo una serie titulada "Designated Survivor" que tiene un interesante planteamiento de partida.
Un ataque terrorista vuela por los aires el Capitolio en Washington D.C. con todos los congresistas y senadores, todos los jueces del Tribunal Supremo, y todos los miembros del gobierno.
¿Todos?. ¡No!. Existe una política preestablecida por la cual, cuando todos los representantes del poder político estadounidense están congregados en un sitio, un miembro del gabinete - el "superviviente designado" - se encuentra siempre en otra localización secreta y bien protegido por el servicio secreto.
En el caso de la serie, este superviviente es el Secretario de Vivienda, un tipo hasta entonces insignificante encarnado por un Kiefer Sutherland al que muchos recordaran por la mala baba de su personaje en la serie "24".
Pero en este serial nuestro amigo Kiefer - cuyo personaje se llama Tom Kirkman - es un buen tipo, cuyo propósito es "traer a la vida política americana al terreno de la mesura ("middle ground") del cual se ha mantenido alejada en los últimos años".
Designated Survivor nos muestra la política como debiera ser. Dirigida por personas abnegadas, profesionales, que creen en lo que hacen, con unos límites morales, y que están interesadas por el bien general de su país, e incluso del mundo entero.
Y tras esta introducción sobre una ficción de política idealizada, voy a escribir sobre la política de verdad.
********
La carrera política del empresario y presidente de club de fútbol Jesús Gil y Gil quedó truncada por su muerte que nos dejó sin responder una pregunta: ¿Qué hubiera pasado si Jesús Gil hubiera sido Presidente del Gobierno?.
Salvando las distancias y - de forma mucho más importante - las escalas, los estadounidenses están a punto de respondernos a esta pregunta. Porque, no nos engañemos, Donald Trump y Jesús Gil son almas gemelas.
Vidas paralelas. |
La primera conclusión que se puede sacar de la victoria electoral de Donald Trump es precisamente la que los medios de comunicación están intentando pasar por alto: la dudosa fiabilidad de los medios de comunicación. Recuerdo muy bien el telediario de TVE del día anterior a las elecciones. Parecía imposible que Trump ganase. Sólo entrevistaban a votantes de la Clinton. Los votantes de Trump brillaban por su ausencia. Se los había tragado la tierra. Los reporteros habían salido a las calles aquel día y no habían encontrado a nadie con el valor para decir "voy a votar a Trump". ¿Verdad?.
Pues ahora resulta ser que esa gente existía, en el número y con la distribución suficientes para convertir al polémico empresario en el líder del ejecutivo de la nación más poderosa del mundo. Pero son precisamente la gente por la cual los medios de comunicación no se interesan, salvo para sacarlos ocasionalmente de su medio y ponerlos en un escaparate mediático desde el cual son sometidos a la burla y el escarnio del resto de la población, que de esta manera nos reafirmamos en nuestros "elevados" ideales.
Y luego nos sorprendemos de que esta gente se encuentre resentida y vote a un tipo que los medios ponen a parir.
Los medios de comunicación "tradicionales" llevan ya varios lustros de lento declive, durante los cuales han probado de todo para detener el deterioro de su situación. De todo, salvo una cosa: contar la verdad.
Hasta que los medios de comunicación se den cuenta de que engañar a la gente es la mejor forma de que dejen de comprar tu producto, tendremos que buscar otros canales de información para enterarnos de lo que realmente está sucediendo. Y dada la poca fiabilidad de los medios tradicionales, la rumorología y las opiniones sesgadas - como las de este blog - parecen ser tan buenas como las de los reporteros establecidos.
A falta de una opinión fiable, cada uno tendrá que formarse la suya propia, tomando información desde diferentes medios - tanto los tradicionales como los poco convencionales -, leer entre líneas, contrastar informaciones y mostrarse dispuesto a alterar su postura ante diferentes temas en función de lo que vaya descubriendo...
... cosas que llevan tiempo y dedicación. Por lo cual continuaremos haciendo como hasta ahora y tragándonos noticias preparadas de acuerdo a nuestros gustos. Las que nos gusta leer, ver, y oír. Noticias tales como que el Brexit no va a ganar el referendum, que Trump no va a ganar las elecciones, y que se ha descubierto una manada de unicornios pastando apaciblemente en medio de la tundra siberiana.
Para los medios de comunicación"bussiness as usual" seguirá traduciéndose a la cancioncilla infantil "vamos a contar mentiras".
... cosas que llevan tiempo y dedicación. Por lo cual continuaremos haciendo como hasta ahora y tragándonos noticias preparadas de acuerdo a nuestros gustos. Las que nos gusta leer, ver, y oír. Noticias tales como que el Brexit no va a ganar el referendum, que Trump no va a ganar las elecciones, y que se ha descubierto una manada de unicornios pastando apaciblemente en medio de la tundra siberiana.
Para los medios de comunicación"bussiness as usual" seguirá traduciéndose a la cancioncilla infantil "vamos a contar mentiras".
*********
El Partido Republicano de los Estados Unidos de América llevaba ya varios años presentando a payasos como candidatos en sus elecciones primarias cuando Donald Trump se presento en 2015. Como Raúl Minchinela nos recordaba en una de sus más logradas Reflexiones de Repronto, ya en 2008 el candidato republicano a primarias Mike Huckabee proponía a Chuck Norris para el puesto equivalente a nuestro Ministro del Interior. El karateka y action-hero era su solución a la inmigración "en dos palabras".
El discurso de Trump no tiene nada de nuevo. Desde al menos 2008 llevaba siendo entonado por varios candidatos republicanos en todas las primarias presidenciales. Era una llave de acceso a la candidatura. En cada elección cada candidato republicano a primarias tenía que calibrar bien entre las barbaridades que soltaba para no soliviantar a los extremistas, y las palabras razonables que decía para calmar a los moderados. Los primeros guardaban celosamente el acceso a la candidatura presidencial republicana, los segundos eran esenciales si se deseaba aspirar a ganar las elecciones presidenciales contra el candidato demócrata de turno.
Y así hasta que Donald Trump, empresario de casinos, hizo una apuesta a que con la impopularidad de la candidata demócrata entre sus propios votantes tan sólo necesitaría los votos radicales para ganar. Y su apuesta dio resultado.
Desde fuera y dentro de los E.E.U.U. se pinta a Trump como un ogro. ¿Cómo será realmente en el gobierno?. Mi opinión es que resulta imposible saberlo. Lo único cierto es que en toda su breve carrera política hasta ahora, el arma más efectiva del millonario ha sido su total falta de predecibilidad. Con ella ha desbordado a oponentes y aliados por igual, desconcertando a unos y entusiasmando a los otros. Si tener a todo el mundo más perdido que un hijoputa en el Día del Padre le ha funcionado hasta ahora, no veo porque lo va a dejar de hacer.
¿Quiere eso decir que se aproxima el fin del mundo?. No creo. Como otros tantos pasos en su estrambótica carrera como empresario y showman, esta faceta suya de político parece tan sólo otro paso más sin antecedente ni continuación. Cuando termine, querrá volverse a Atlantic City a cepillarse una modelo diferente cada noche. Esa ha sido la en su vida: el lujo, como pavonearse de ello y como disfrutarlo. A mí me cuesta ver a un tipo así apretando el botón nuclear.
Quien me preocupa realmente no es tanto Trump, sino los otros candidatos republicanos que le seguirán en este nuevo camino de la Política del Resentimiento que ha abierto con su victoria. Como ya hemos visto, el decir chaladuras se ha convertido en un requisito previo para acceder a la candidatura republicana a la Casa Blanca. Y ahora también para llegar a esa Casa Blanca. Y entre tanto majadería ya resulta imposible distinguir al candidato cuerdo que finge ser loco del loco auténtico. Pronóstico que alguno de estos últimos terminará tarde o temprano superando todas las primarias y elecciones que hay en el camino. Y entonces ya nos podemos echar a temblar.
¿Fin del mundo?. Tranquilos. Todavía nos quedan cuatro años, por lo menos.
Hace 8 años, cuando Obama contaba los días hasta su primera investidura, unos amigos míos de tendencias izquierdistas me confiaron que casi seguro al Presidente afroamericano se lo acabarían cargando como habían hecho con los hermanos Kennedy y Martin Luther King.
A fecha de hoy sigo esperando. Y eso que le quedan 3 días en el puesto.
En cambio, yo sí que pienso que el Presidente Donald Trump va a tener un riesgo muy elevado de sufrir un atentado. Un riesgo tan elevado como no lo tenía ningún presidente norteamericano desde hace 30 años, cuando un tarado intento cargarse a Reagan.
Es posible que el riesgo sea mayor que el de Reagan. Aunque no creo que nadie vaya a hacer volar el Capitolio ni nada.
Mi afición por la historia me ha enseñado que en la ejecución de un magnicidio lo importante no es tener un arma, ni tener un motivo. Lo importante es tener una oportunidad. Y cuando se trata del magnicidio del cabeza de estado del país más armado y poderoso del mundo actual, que está constantemente rodeado de fuerzas de seguridad, esa oportunidad tan sólo te la pueden proporcionar esas mismas fuerzas de seguridad.
Ser presidente del gobierno de un país es un cargo que en principio cualquiera puede ocupar. Obama nos lo demostró siendo el primer afroamericano que ocupo el puesto en los E.E.U.U.. Donald Trump nos lo va a demostrar ahora siendo probablemente el mayor bocazas que ha llegado a jurar el cargo.
Pero si el puesto de presidente lo puede ocupar cualquiera, mantenerse en él no es tan sencillo. Básicamente requiere convencer a todo el mundo de que se es la persona ideal para el puesto y que nadie más puede ocuparlo. En breve: los gobernados se sienten representados por su gobernante.
De otra forma, inevitablemente surgirán descontentos que comenzarán a moverse para quitar al cabeza de gobierno de en medio. Cuanto menos convincente sea el presidente actual, más numerosos serán los descontentos y más prisa tendrán por quitarse al molesto gobernante de encima.
Puede ser un grupo de las altas esferas el que forme un complot y logré la colaboración de alguien en la escolta presidencial, o puede ser algún miembro de esta misma escolta que se siente agraviado personalmente por el presidente. No hace falta que ninguno de ellos apriete el gatillo. Basta con "despistarse" en el momento oportuno y...
Y así hasta que Donald Trump, empresario de casinos, hizo una apuesta a que con la impopularidad de la candidata demócrata entre sus propios votantes tan sólo necesitaría los votos radicales para ganar. Y su apuesta dio resultado.
*********
Desde fuera y dentro de los E.E.U.U. se pinta a Trump como un ogro. ¿Cómo será realmente en el gobierno?. Mi opinión es que resulta imposible saberlo. Lo único cierto es que en toda su breve carrera política hasta ahora, el arma más efectiva del millonario ha sido su total falta de predecibilidad. Con ella ha desbordado a oponentes y aliados por igual, desconcertando a unos y entusiasmando a los otros. Si tener a todo el mundo más perdido que un hijoputa en el Día del Padre le ha funcionado hasta ahora, no veo porque lo va a dejar de hacer.
¿Quiere eso decir que se aproxima el fin del mundo?. No creo. Como otros tantos pasos en su estrambótica carrera como empresario y showman, esta faceta suya de político parece tan sólo otro paso más sin antecedente ni continuación. Cuando termine, querrá volverse a Atlantic City a cepillarse una modelo diferente cada noche. Esa ha sido la en su vida: el lujo, como pavonearse de ello y como disfrutarlo. A mí me cuesta ver a un tipo así apretando el botón nuclear.
Quien me preocupa realmente no es tanto Trump, sino los otros candidatos republicanos que le seguirán en este nuevo camino de la Política del Resentimiento que ha abierto con su victoria. Como ya hemos visto, el decir chaladuras se ha convertido en un requisito previo para acceder a la candidatura republicana a la Casa Blanca. Y ahora también para llegar a esa Casa Blanca. Y entre tanto majadería ya resulta imposible distinguir al candidato cuerdo que finge ser loco del loco auténtico. Pronóstico que alguno de estos últimos terminará tarde o temprano superando todas las primarias y elecciones que hay en el camino. Y entonces ya nos podemos echar a temblar.
¿Fin del mundo?. Tranquilos. Todavía nos quedan cuatro años, por lo menos.
**********
Hay tan sólo una cosa que me atrevo a pronosticar acerca de la futura presidencia de Trump.Hace 8 años, cuando Obama contaba los días hasta su primera investidura, unos amigos míos de tendencias izquierdistas me confiaron que casi seguro al Presidente afroamericano se lo acabarían cargando como habían hecho con los hermanos Kennedy y Martin Luther King.
A fecha de hoy sigo esperando. Y eso que le quedan 3 días en el puesto.
En cambio, yo sí que pienso que el Presidente Donald Trump va a tener un riesgo muy elevado de sufrir un atentado. Un riesgo tan elevado como no lo tenía ningún presidente norteamericano desde hace 30 años, cuando un tarado intento cargarse a Reagan.
Es posible que el riesgo sea mayor que el de Reagan. Aunque no creo que nadie vaya a hacer volar el Capitolio ni nada.
Mi afición por la historia me ha enseñado que en la ejecución de un magnicidio lo importante no es tener un arma, ni tener un motivo. Lo importante es tener una oportunidad. Y cuando se trata del magnicidio del cabeza de estado del país más armado y poderoso del mundo actual, que está constantemente rodeado de fuerzas de seguridad, esa oportunidad tan sólo te la pueden proporcionar esas mismas fuerzas de seguridad.
Ser presidente del gobierno de un país es un cargo que en principio cualquiera puede ocupar. Obama nos lo demostró siendo el primer afroamericano que ocupo el puesto en los E.E.U.U.. Donald Trump nos lo va a demostrar ahora siendo probablemente el mayor bocazas que ha llegado a jurar el cargo.
Pero si el puesto de presidente lo puede ocupar cualquiera, mantenerse en él no es tan sencillo. Básicamente requiere convencer a todo el mundo de que se es la persona ideal para el puesto y que nadie más puede ocuparlo. En breve: los gobernados se sienten representados por su gobernante.
De otra forma, inevitablemente surgirán descontentos que comenzarán a moverse para quitar al cabeza de gobierno de en medio. Cuanto menos convincente sea el presidente actual, más numerosos serán los descontentos y más prisa tendrán por quitarse al molesto gobernante de encima.
Puede ser un grupo de las altas esferas el que forme un complot y logré la colaboración de alguien en la escolta presidencial, o puede ser algún miembro de esta misma escolta que se siente agraviado personalmente por el presidente. No hace falta que ninguno de ellos apriete el gatillo. Basta con "despistarse" en el momento oportuno y...
Todos los gobernantes del mundo, desde el primer cabecilla de clan en la prehistoria hasta el presidente del país más poderoso del mundo actual, se han enfrentado a este peligro constante. El de ser asesinados. Lograr el respeto de los gobernados mejoraba sus posibilidades, alienarlos las empeoraba.
La retórica de Trump le ha servido para alienar a mucha gente. Su estilo errático e impredecible de hacer política puede alienar a mucha más. Pero todo esto es lluvia sobre mojado. Desde hace varios años diversos grupos dentro de los E.E.U.U. han echado bastante mierda sobre el gobierno para poder lograr sus objetivos. Trump ha sido sólo uno de ellos. Ahora va a ocupar el puesto cuyos ocupantes ha denostado tanto para llegar hasta él.
Pero el daño esta hecho. La Presidencia de los E.E.U.U. ha sido desprestigiada. Su congreso y senado, también. Terreno abonado para los descontentos. ¿Habrá llegado ya la hora del chacal?.
es curioso yo también fantaseaba ssobre Trump. Y que un magnicidio era más posible que nunca.
ResponderEliminarDicen que los yanquis solo hay alguien que odian tanto como a los politicos, los periodistas. Y que eso ha ayudado a la elección.
No creo que vaya a cambiar mucho el mundo, pero menudo elemento.
Respecto al magnicidio, yo diría que tanto tú como yo compartimos una percepción de riesgo incrementada.
EliminarCoincido contigo también en lo de que no va a cambiar mucho. Imagino que en el futuro los historiadores mirarán hacía nuestra época y verán a Trump tan sólo como un escalón más en un proceso con un inicio y un fin. Tal vez se disputen entre ello cuando comenzó. Algunos dirán tal vez que con Trump, otros que con los primeros excéntricos que optaron a las primarias republicanas.
de hace como 2 meses a esta parte vista el crescendo de la campaña mediatica del aparato de Seguridad Nacional (o el "DeepState" que dicen los turcos), con las correas de transmision que son todos los medios bienpensantes del establishment (gubernamentales y privados) de Europa Occidental, sin excluir la liquidación del personaje, veia más probable el "impeachment" o algun proceso a lo Pedro Sánchez...
EliminarDel otro crak, Barack Hussein Obama, para todo el "HOPE & CHANGE" que se anunciaba 8 años ha, poco más que gestos, y esperando a los minutos de descuento (pa' lo que me queda en el convento); a lo mejor la posibilidad que te pase lo de a Kennedy es algo con lo que hay que contar en la más alta magistratura
me quedo con el bloqueo (por ahora) del oleoducto "keystone"
la abstención y por tanto condena a Israel en la ONU
y la liberación de Manning
La campaña de medios contra Trump ha sido realmente intensa. Pero precisamente mi primera conclusión es que los medios nos alimentan una realidad deformada.
EliminarUn blog que leo, y que es demasiado freak para que lo enlace, comenta que en E.E.U.U. las líneas divisorias no son raciales, sino de renta. Pero que los medios - que están en manos de clases sociales económicamente bien avenidas - han obviado esto y han exacerbado un racismo y machismo que, al final, le importaba poco al votante.
¿Impeachment?. No es imposible. Pero si harto difícil. En más de 200 años de república norteamericana ha habido únicamente dos intentos serios de impeachment.
Cuando Obama juró el cargo en 2009 recuerdo las loas que le tiraban en los medios. Me parecían exageradísimas. Ni que fuera a pagarle la hipoteca a todos los parados de aquí. 8 años más tarde el balance final de su mandato tiene puntos en contra y a favor, como los que mencionas. Mi conclusión es que se crearon (de nuevo los medios) expectativas demasiado altas con Obama.
Yo creo que su mayor contribución al cargo ha sido la dignificación del mismo a través de su comportamiento. Desde luego, no parece que a Trump le vaya a importar un comino si aparenta ser irresponsable, irreverente, o vete tu a saber.