El primer juego que he jugado tras mi ausencia veraniega ha sido Friedrich. No es sólo porque me guste el juego. Es que a finales de este mes viajo a Berlin para tomar parte, una vez más, en el Campeonato Mundial.
Para la ronda de dos partidas que tuvieron lugar se me unieron dos coparticipantes en la próxima edición del torneo berlinés: Ringard y C_M. Sin asistencia en campeonatos este año, pero con una impresionante tanda de victorias en el último año estaba JM.
En la primera partida C_M tuvo el infortunio de jugar con Prusia contra nosotros tres, duros adversarios en este juego. Ringard jugaba con Francia, yo con Rusia, y entre ambos JM llevaba a los austríacos.
A pesar de la tensión que le produce jugar con Prusia, C_M hizo una buena partida. Logré barrer a Lehwaldt (P8) en Prusia Oriental en el tercer turno, e hice varios ataques contra Dohna (P7) en Neumark con superioridad numérica, pero C_M seguía robando más cartas en trébol que yo y se me estaban agotando las opciones. Una distracción mía acabó con la pérdida de uno de mis trenes de suministro y uno de mis generales, lo que también me retrasó.
Frente a Austria JM optó por atacar Silesia desde el este y el oeste con fuerzas separadas, dejando Sajonia apenas amenazada. Esto permitió, en mi opinión, que C_M aguantase allí con dos generales durante largo tiempo. Sin embargo, en un momento dado la zona se le volvió demasiado caliente y la guarnición prusiana de Silesia emprendió una carrera para reforzar Sajonia que, a la postre, resultaría harto cara para C_M.
Entre tanto, JM envió un general austríaco a ayudarme. En una partida anterior yo había hecho lo propio cuando jugaba yo con Austria y JM con Rusia, y JM ganó esa partida. Tras algunas vacilaciones y con movimientos que - a caso hecho o de manera inadvertida - me estorbaron un poco, un general austríaco comenzó a hacerle la vida imposible a C_M.
Francia no tardaba en llegar a Magdeburgo, pero una vez ahí se tropezaba con el mismo problema que yo: insuficientes cartas del palo decisivo, corazones.
Entonces las cosas comenzaron a sucederse rápidamente. Prusia sufrió primero una, y después la segunda reducciones de subsidios. Para lograr que las tropas que venían de Prusia llegasen a Sajonia, C_M aceptó un combate que le vació de diamantes frente a las picas de Austria. Al mismo tiempo, lograba librarse de la incursión austríaca en mi frente, pero pagando un alto coste en cartas. Los eventos y estos combates redujeron notablemente el mazo de cartas de Prusia, que ya no podía ocultar su debilidad, lo que nos espoleó a los aliados hacía adelante.
Al final logramos una victoria conjunta de Rusia y Austria. La mía se debe principalmente a la intervención austríaca, de otra forma jamás hubiera podido vaciar de tréboles el mazo prusiano por mi mismo. Apoyar a los aliados es la forma estándar que empleamos nosotros para jugar, y que es imprescindible si se pretende derrotar a jugadores prusianos con cierto nivel. En este caso, la ayuda austríaca a Rusia quedó justificada por la victoria austríaca al final de la partida. Ayudándome a mí, JM incrementó la presión sobre el infortunado C_M, lo cual le impulsó a cometer los errores que permitieron la victoria austríaca.
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La partida de la tarde puso a Ringard en el asiento de Prusia, a JM como Rusia, a C_M como Austria, y a mí en el cómodo pero poco influyente papel de Francia.
Ringard es un jugador muy sólido. Creo que los únicos que se encuentran por encima suya en nivel de juego son unos pocos jugadores alemanes. Por eso, cuando juega como Prusia sus probabilidades de victoria son elevadísimas, y es preciso un esfuerzo concertado por los jugadores aliados para evitar que así sea. Sobre todo es muy importante hilar fino y no cometer errores.
Lamentablemente, no fue así. Por mi parte me dejé volar del tablero 2 generales franceses con 12 tropas en los 3 primeros turnos. Uno fue un sacrificio consciente, a cambio del cual pude reventar un general hanoveriano. Pero el otro fue producto de uno de mis despistes con el suministro. A pesar de esto, me fue posible recuperarme y retornar al tablero con fuerza.
JM se tenía muy bien aprendida la lección con Rusia. Limpió rápidamente Prusia Oriental y se concentró primero en el sector de trébol de Kammin. Desafortunadamente para él, se quedó pronto sin cartas de ese palo. Ello, lejos de desanimarle, propició que enviase un general en apoyo de Francia. Lamentablemente, me fue imposible coordinarme con ese general y JM optó por desistir y dar media vuelta.
¿Y Austria?. En general C_M jugo bien. Ya para el 4º turno atacaba con una torre y superioridad de 9 puntos a los generales prusianos P4 y P5 en Silesia, resultando en un combate bastante intenso en el que ambos bandos gastaron bastantes cartas de diamantes. Sin embargo, tras eso a Austria se le acabó la munición. C_M dejó de robar tantos diamantes como había hecho en los primeros 4 turnos, y cesó en sus ataques durante varias rondas, lo que permitió a Ringard acrecentar su mano de cartas. Por poco, no llegué a añadir un 5º mazo de cartas al juego.
El problema de C_M es que luchaba con una mano atada a la espalda. No fue tanto un fallo suyo como una especie de "moda" que he visto en varios jugadores recientemente, y que consiste en hacer avanzar una o varias piezas austríacas por el extremo oriental de Silesia. A mí no me gusta esa línea de avance. Tiene dos pegas que considero importantes: 1º) Requiere un tren de suministro exclusivo que no está disponible para piezas en otros ejes de avance; 2º) Las piezas que avanzan por ahí quedan aisladas del resto de piezas en otros ejes de avance, y cuesta mucho reforzarlas en caso de que sea necesario.
Lo que sucedió en los siguiente 11 turnos confirmó mi opinión de esa ruta. La pieza que la tomó (A4) tenía pocas tropas (2, según contó C_M más tarde) pero nunca llegó a avanzar mucho porque se quedaba sin suministro, por si sola era demasiado débil como para lanzar cualquier tipo de ataque, y en esos 11 turnos únicamente logro tomar un objetivo.
De esta manera, la pieza austríaca quedaba atada en una posición marginal, lo que le dejó a Ringard libre 1 general prusiano con el que poder maniobrar sin inconveniente, lo que fue decisivo en varias ocasiones.
Aún así, en el turno 12 hubo en Silesia un combate entre los diamantes prusianos y las picas de Austria en el que se gastaron muchas cartas. En su momento pensé que se había debido a un error de posicionamiento por parte de Ringard, pero él mismo comentó tras la partida que no había sido así. Sacrificó sus diamantes por picas de la mano de Austria a caso hecho para poder defender Silesia desde Breslau en el cuadrante de picas. Esto es lo que se conoce como "batalla a palo cambiado", que resulta algo peligroso y requiere buen tiento para saber cuando y cómo hacerse. A Ringard le salió bien, porque en lo que quedaba de partida Austria apenas le pudo causar problemas.
La partida se la llevó Ringard con justicia por su gran habilidad, y por nuestros errores. Mas hay que reconocer que tuvo la gran fortuna de no sufrir ninguna reducción de subsidios y que la partida fue corta. Acabo a los 17 turnos. Pero ahora no vamos a culpar al bueno de Ringard por ser un suertudo, ¿verdad?. ¿Quién dijo que sólo quería generales afortunados en su ejército?.
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