lunes, 9 de marzo de 2015

El Francotirador y otras películas

Dicho sea por adelantado. La última película de Clint Eastwood está magistralmente hecha desde el punto de vista técnico. Yo la vi con mi padre y él me llamó la atención sobre el hecho de que en toda la duración de la película no había banda sonora (musical, se entiende. En el medio audiovisual la musica como acompañamiento a escenas es una muletilla fácil que sirve para conectar emocionalmente con el espectador y mantener la atención de éste sobre lo que está sucediendo en la pantalla. El francotirador no aburre y te mantiene atento a lo que está sucediendo sin tener que recurrir a trucos facilones como el de la música de fondo.

En buena medida creo que ello se debe a la estructura de la historia. Hace un par de meses vi Capitán Conan con unos amigos. Es una buena película de guerra, pero le faltaba algo no muy concreto. No terminábamos de sentirnos involucrados con lo que sucedía en la película. Hablándolo después entre nosotros llegamos a la conclusión que Capitán Conan y otros filmes bélicos europeos fallaban a la hora de contar una historia central atrayente alrededor de la que se vertebrase la acción bélica de la película. En esta película francesa había un duo de personajes protagonistas, pero el foco de atención cambiaba con frecuencia a otros personajes secundarios cuyas acciones a menudo no afectan ni a los principales ni a la historia en general. El espectador se pierde entre los cambios de una historia a otra, no entiende que pinta una con la otra, y se aburre.

Das Boot es otro ejemplo de película bélica europea que no cuenta una historia concreta. Los oficiales del submarino chupan más metraje, pero se salta de un miembro de la tripulación a otro para narrar la patrulla del sumergible como un mosaico de experiencias individuales. El triunfo de esta película se debe sobre todo a su muy lograda ambientación.

En El francotirador tenemos una historia estructurada con un protagonista, Chris Kyle, al que la cámara no deja ni para ir a mear. Todo se cuenta desde su punto de vista, sobre todo la guerra en la que toma parte. Hay una división muy clara entre "buenos" - el protagonista y sus compañeros - y "malos". A estos últimos se nos los muestra de manera fugaz, excepto cuando se dedican a cometer atrocidades. Además, se les coloca la etiqueta de "Al Qaeda". Al ver la película te puedes llevar la impresión de que en Iraq sólo había 3 bandos: americanos, Al Quaeda, y los iraquies que estaban entre ambos. Todo esto se remata con un "archienemigo" en la forma de un francotirador enemigo con el que nuestro protagonista "cruza miras" hasta llegar a un enfrentamiento final.

Con esta estructura simplificada se obvia cualquier necesidad de explicar por qué los personajes están allí - en Iraq - y hacen las cosas que hacen. No importa por qué comenzó la guerra, qué hace Al Qaeda allí (si es que realmente eran Al Qaeda), y lo que menos importa es la población del lugar dónde están luchando.  Lo cierto es que en los cuatro despliegues que Kyle tiene en Iraq nadie parece preguntarse por qué la situación es cada vez igual de mala o peor que la anterior, ni la estrategia o ausencia de la misma que pudiera haber detrás de ello.

Esto es algo que El francotirador comparte con otras películas norteamericanas sobre la conocida como "Guerra contra el terror". Tanto en Zero Dark Thirty como en En tierra hostil se obvia la cuestión de por qué se está librando una lucha en los países en los que la acción tiene lugar.

Otras películas de la misma nacionalidad han intentado dar una respuesta concreta acerca de lo que llevó a los E.E.U.U. a Afganistán, Pakistán, e Irak. Me viene a la memoria sobre todo otra película dirigida por un ex-galán de cine americano metido a director carca, Robert Redford. Me refiero a Leones por corderos. Yo tengo la sensación personal que estas películas, más que proveer de medios para explicar los acontecimientos, ofrecen una explicación ya enlatada y lista para consumir. Probablemente por ello sean bastante olvidables. Tal vez suceda que los eventos están muy recientes, y los propios norteamericanos aún no estén listos para explicarse del todo a sí mismos lo sucedido, y menos aún a que alguien lo haga por ellos.
La magia del Photpshop hace que Robert Redford rejuvenezca 30 años.

El francotirador ha recibido muchas críticas por patriotera y hueca. Algunas de estas críticas han sido bastante ridículas, como la del gordinflas de Michael Moore diciendo que Kyle era un cobarde por tirar desde cubierto. A mi la Guerra y Ocupación de Iraq me parecen el tipo de guerra en el que no importaba que fueras francotirador o el cocinero del batallón. Te la jugabas por el mero hecho de estar allí. En su entrada de Wikipedia se lee que Kyle fue herido dos veces, y la película deja claro que se involucró en varias situaciones de combate directo. Además, el tipo marchó cuatro veces para allá. Se puede, y voy a hacerlo, acusar a Chris Kyle de muchas cosas, pero desde luego no de cobardía.

Si hay patrioterismo norteamericano en El francotirador, es menos evidente que en las películas de Roland Emmerich. Eso es porque Clint Eastwood es viejo, pero no tonto. No tenemos aquí las escenas de combate con la bandera de barras y estrella ondeando majestuosa al fondo con el compás de trompetas y cimbales. Bueno, en los títulos de crédito finales veréis banderas del Athlético de Madrid de los E.E.U.U. y Texas a punta pala con su acompañamiento musical, pero eso es porque son imágenes reales del entierro de Kyle, más que escenas de la propia película.

El patrioterismo de la película, de haberlo, lo hallamos en las palabras y acciones de sus personajes. Y aún así me entran dudas acerca de sí Clint Eastwood no se llega a meter de manera un tanto sutil con el protagonista de su propia película y la intervención americana en Iraq. En un momento de la primera mitad de la película un oficial le espeta a Kyle que uno de sus víctimas llevaba un Corán en los brazos, a lo que el protagonista contesta que no, que lo que tenía era un AK-47. Así, por sus santos huevos y sin presentar más pruebas. Cabe preguntarse cuán seguro estaba este soldado de que las más de 160 personas que mato eran todas realmente enemigos. Más que puntería, lo que tenía este tío era suerte... de que lo único que se le cruzase en el punto de mira fuese un enemigo confirmado.

Pero lo que más me repugna del personaje de Chris Kyle en esta película es que tenga una familia y sentimientos. Familia y sentimientos que regularmente nos meten por los ojos y oídos para recordarnos que, a pesar de matar mujeres y niños, nuestro francotirador también tiene su corazoncito y merece que le respetemos por ello sino estamos dispuestos a hacerlo por su letal eficiencia.

En un texto del excéntrico filósofo y psicólogo Slavoj Zisek leí - él a su vez se refería a Eichmann en Jerusalén de Hannah Arendt - que los nazis encargados de los campos de exterminio hacían constantes referencias a sus mujeres e hijos para hacer ver lo que los judíos, gitanos, homosexuales y demás ralea les "obligaban a hacer". Ellos eran personas humanas como otras cualesquiera, pero "se veían obligados" a cometer aquellas terribles atrocidades que colectivamente conocemos como El Holocausto. De esta forma invertían los papeles y de verdugos pasaban a convertirse en víctimas.

Algo similar sucede con Chris Kyle en El francotirador. En Iraq mata gente como si fueran pollos, pero una vez que vuelve a casa el tío está hecho un flan y no deja de demostrar el amor por su familia. El soldado más letal de los E.E.U.U. se convierte en víctima. Y yo por ahí ya no paso.

Puede ser que el Chris Kyle de la vida real fuese alguien digno de respetar, pero no así el de la película. Hubiera podido hacerlo si se hubieran quedado fuera de la película las partes que tratan de su mujer e hijos. Así fue como respeté al artificiero de En tierra hostil, para el que ya no quedaba nada más en la vida más que seguir jugándosela. O a la protagonista de Zero Dark Thirty que estaba obsesionada por cazar a Bin Laden y le importaba un cuerno todo lo demás. Estos dos personajes ya no tenían vida más allá de la guerra en la que están participando, y ello precisamente es lo que hace más comprensible las radicales acciones que emprenden. El artificiero pone en peligro las vidas de sus compañeros, y la agente de inteligencia no tiene el menor reparo en torturar a personas arrestadas y retenidas al margen de cualquier legalidad. Sus vidas personales no es que hayan quedado en un segundo plano, es que no existen. Han sido devoradas por el conflicto al que de manera más o menos voluntaria o involuntaria se han visto lanzadas. Para mí, esas dos películas recogen mejor lo que realmente ha sucedido en la "Guerra contra el terror" que los arrumacos que el Chris Kyle fílmico intercambia por móvil con su señora mientras contempla blancos potenciales por la mirilla de su rifle de precisión.

1 comentario:

  1. uy por lo que leo al final de la entrada, me parece demasiado perversa para mi.
    No he visto Zero dark dirty ni En tierra Hostil, pero sí Capitán Conan. Yo esa la disfrute mucho. Y en esa también se veía lo monstruos en que se convierten algunos en la guerra. No sé si monstruos es la palabra, para aquellos seres humanos la guerra es todo para ellos.

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