martes, 4 de febrero de 2014

Zombies y vampiros

Durante la última sesión de nuestro Club de Friedrich, me quede a almorzar con Ringard en un restaurante de Galapagar. Nos encontrábamos solos en la sala del restaurante, y encendieron la tele. Así que mientras comíamos estuvimos viendo las noticias del canal Cuatro.

Fueron todo un recital de sucesos. Que si han asesinado a un niño en Inglaterra, que si ha caído un tornado en el centro de los Estados Unidos, que si han secuestrado a unos turistas en África... .Naturalmente, el territorio nacional no se salvaba, con accidentes de automóvil y reyertas varias. También había lugar para las curiosidades, como alguno que hubiera batido algún absurdo record Guiness, o videos de bebes, gatitos, animales o caídas que te puedes encontrar perfectamente en Tutubo sin tener porque encender la tele.

Sirvió para recordarme por qué hace tanto tiempo que no veo las noticias de la tele salvo los titulares, y exceptuando canales extranjeros de noticias. No es tanto por lo desagradable de tanto descuartizamiento, robo, saqueo, violación, palizas y agresiones varias. Lo que me molesta es que me saturen de noticias que no son relevantes, salvo para víctimas y agresores directamente, claro. 

Al comienzo del telediario hubo como unos cinco minutos de autocomidas de polla de los políticos que lideran los dos principales partidos de este país, pero nada más. Nada importante. Nada sobre cómo se ha generado tanta corrupción en este país, y que partes de nuestro ordenamiento jurídico y constitucional hacen que los que lo cometan se sientan impunes. Nada de las estrechas relaciones entre la política y la prostitución según en que regiones. Naturalmente, ningún intento de análisis acerca de si la política económica dictada por Bruselas y Berlin nos lleva realmente a alguna parte. Eso es dogma de fe. Nada, en general, que intentase explicar por qué las cosas son como son.

Comentándolo con Ringard, llegamos a la conclusión de que las noticias de sucesos y curiosidades no cuestionan el orden establecido. Y esto no sólo satisface a las clases dirigentes, principales beneficiarias de este orden, sino que también nos satisface a nosotros. El público. Explicar el por qué de varias cosas que no funcionan implica una invitación a actuar para solucionarlas. A hacer algo. A realizar algún esfuerzo. Mientras que si únicamente te cuentan lo que está mal, sin el por qué, no te muestran razón alguna para actuar para solucionarlo. Las cosas son así, y punto. Ir más allá de la superficialidad de las noticias requiere un esfuerzo por parte del espectador para indagar y buscar más información. Al final, en lo que al público se refiere, es todo cuestión de algo que estamos muy poco dispuestos a realizar: esfuerzo.

Cierto es que el formato de media hora de noticias no permite gran cosa en lo que a análisis y profundidad en la información se refiere. ¿Sería posible otro formato?. ¿Alguno de vosotros estaría dispuesto a sentarse a ver un telediario de 2-3 horas?. Sin embargo, yo pienso que el formato es únicamente un reflejo de la falta de interés por dar información realmente interesante. Por un lado, existen canales dedicados exclusivamente a la información, pero están tan centrados en mantener la información "a la última" que no hay mucho lugar para el análisis. Por otro, los canales "convencionales" tienen también programas especializados en información con cierta longitud, pero es fácil que por los temas escogidos y por la forma de tratarlos, el asunto en cuestión tiende a tratarse de manera sesgada y superficial. 

Intereconomía y 13Tv dedican mucho de su tiempo de emisión a las noticias, su análisis y su discusión en tertulias. Que estos programas den información de calidad es otra cosa. Ana Pastor me parecería una periodista fiable si en su programa de entrevistas se hubiera ensañado con Zapatero de la misma manera que lo hizo con Wert. Pero lo cierto es que no lo hizo.

Como en todo, hay excepciones que resaltan precisamente por serlo. Se os vendrá a la cabeza el programa "Salvados" de Jordi Evole. Es sintomático que este reportero comenzase su carrera de entrevistas como humorista. Que la ingenuidad fingida con la que se aproxima a las personalidades que entrevista fuera originalmente parte de una broma, cuyo propósito era generar situaciones divertidas, y no informar o ayudar a formar una opinión. A título personal diré que en los programas de Evole, las cosas que no se dicen son casi tan importantes como las que se dicen. Entender esto que he dicho requiere, de nuevo, esfuerzo.

Aquel telediario de sábado al mediodía me trajo también a la memoria el capítulo "Mondo Miedo" del fabuloso videoblog Reflexiones de Repronto. En el vídeo de ese capítulo se hacía un breve resumen de la historia del cine de terror y de como se utilizaba para aleccionar, por ejemplo, a los jóvenes acerca de los peligros del sexo mediante películas en las que toda joven pareja adolescente era descuartizada justo cuando se disponían a echar una canilla al aire. Luego se preguntaban si existía alguna modalidad de cine de terror para adultos, y tras responder afirmativamente a esta pregunta, terminan estableciendo una relación directa entre las técnicas audiovisuales de películas de terror y noticiarios televisivos. Es entonces cuando el narrador de este corto vídeo nos plantea "cuando los informativos se presentan como películas de miedo para adultos, tal vez nos están tratando como a adolescentes".

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A más largo plazo, ese vídeo de apenas 6 minutos me ha llevado a reflexiones sobre el miedo, nuestros miedos como individuos y como sociedad, y su reflejo en arte y medios audiovisuales contemporáneos. La apelación al miedo no se encuentra sólo en los ya mencionados telediarios, sino también en anuncios de alarmas de seguridad (miedo a intrusos en la casa) y de medicamentos (miedo a la muerte). Estos últimos se ven complementados además por programas como "Saber vivir", que explota el miedo a la muerte en un sector de la población para el que, por su edad, la Parca tiene una presencia bastante real en sus vidas.

Pero en ocasiones la manifestación audiovisual del miedo no se esconde tras el paradójico título de un programa de televisión mañanero. A veces el miedo se nos expone de manera bastante directa, y ello nunca ha sido menos cierto que con las estrellas del miedo de la actualidad: los zombies.

Zombis, zombies... , uno se los encuentra a punta pala en varias películas nuevas cada año, en series de televisión, y en algunas de las novelas que más venden. Para cuando me topé - en una visita a una librería - con "Orgullo, prejuicio ... y Zombies", no pude evitar pensar si la cosa no estaba llegando demasiado lejos. Yo, lo mismo que algunos otros por allí con los que he hablado del tema, me he preguntado ¿a qué viene tanto entusiasmo por los zombis?. Influido por el vídeo de Repronto, llegué a una primera conclusión: el entusiasmo por los zombis tiene que ser el reflejo de un miedo presente y real en nuestra época.

¿Cuál?. Para saberlo hay que pensar en algunos aspectos típicos de los zombis. En primer lugar, son masivos. Son numerosos. Su cuantía es uno de los aspectos que más terror produce. El segundo factor que incrementa el acojone producido por los zombis es que se multiplican. Aumentan en número, y aparentemente lo hacen de manera exponencial y rápida. En un momento dado puedes estar hablando con tu vecino, mirar un rato hacía otro lado, y al volverte ya está convertido en un zombi que se acerca para morderte las criadillas. El tercer factor es que los zombis devoran. Una cosa es que te mueras, y ya muerto hagan un festín con tu cuerpo. Morir devorado mientras vives es una de las peores muertes imaginables, y que ha sido explotada tanto por cuentos infantiles como por otras ramas de la cinematografía de terror, como en la película Tiburón. El último aspecto terrorífico de los zombis encierra una contradicción. Se trata de su aspecto visual, que es al mismo tiempo tan desastroso y lamentable como vagamente reconocible. Por un lado tienes las pieles pálidas y putrefactas, los rostros deformes, las heridas abiertas, y la ropa manchada de sangre y mugre. Pero por otro puedes reconocer en aquello la persona que era en el momento de su "no-muerte". Policía, bombero, si todavía llevan uniforme; o su clase social, si lleva traje puede que sea un hombre de negocios, mientras que si lleva vaqueros, gorra de visera, y tiene panza cervecera será un patán de pueblo o un camionero.

La inspiración para revelar el misterio me llegó en una madrugada ociosa de vacaciones, en la que ví un capítulo de la corrosiva serie de animación South Park. Para ser más específicos, me refiero al capítulo 7 de la temporada 11 de dicha serie, titulado "Night of the Living Homeless". En español, "La Noche de los Mendigos Vivientes".

En este capítulo el pueblo que da nombre a la serie se ve asolado por una muchedumbre de indigentes que acosan a los habitantes del lugar con el persistente quejido "¿tienes suelto?". Uno de los ciudadanos de South Park, al verse rodeado por los mendigos comienza a entregarles las monedas y billetes de bajo valor que tiene, hasta que se queda sin dinero y entonces se une a la muchedumbre mendicante gimiendo "¿tienes suelto?" a todo aquel que se cruza en su camino. En otra escena, un grupo de "supervivientes" ha encontrado refugio en la azotea de un supermercado, mientras que a sus pies una densa masa de mendigos mantiene un férreo cerco. Uno de los refugiados consigue que su móvil tenga señal y llama a su mujer, quien le comunica que la invasión de mendigos ha depreciado tanto el valor de su casa que ahora ésta vale menos que la hipoteca que contrato para comprarla. Asolado, el hombre reconoce "estoy arruinado". Por falta de saldo bancario su móvil ya no funciona, y con la intención de llamar a su mujer desde una cabina telefónica comienza a preguntar a los demás supervivientes "¿tenéis suelto?". En ese momento, otro de los que se encuentran en la azotea le revienta los sesos con un disparo de escopeta.

No me consta que los creativos de la serie tuvieran intención de hacer alguna crítica social con este episodio. Lo que si es seguro es que establece de manera nada sutil una relación entre la imagen de esos personajes ficticios que son los zombies y los "homeless" o mendigos. Esta relación es especialmente acertada en el caso norteamericano. En un país en el que recibir asistencia sanitaria requiere tirar de talón, el hecho de que haya mendigos que sin medio aparente de subsistencia se empeñen en seguir vivos es algo que desafía tanto la lógica convencional como ver que alguien se levanta de entre los muertos tras haber certificado su muerte. El título de "Living Homeless" no es tanto una coña a costa de la película de George Romero como una declaración: los mendigos deberían estar todos muertos.

¿Es aplicable la analogía norteamericana a España?. Aunque mi sentido común me dice que con esta recesión económica lo más seguro es que el número de mendigos ha aumentado, no tengo manera alguna de demostrarlo. Lo importante para el tema que estamos tratando es que la mendicidad en España, aunque haya aumentado, no se ha convertido en esa oleada avasalladora que es representativa de una infestación de zombis.

Si cumple esta condición un grupo social que ha experimentado un notable auge en estos últimos 5 años: los parados. Enseguida comprendí que este grupo social cumplía todas las condiciones. La primera era su mera cuantía. La segunda es su indudable expansión en número.

La característica devoradora de los zombis se aplica también a los parados, aún a pesar de sí mismos. En su campaña para persuadirnos que los beneficios sociales son malos, elementos de nuestra derecha más simpática insisten en hacernos ver a los parados como un lastre para el erario público, que devoran a través del subsidio de desempleo. También es cierto que, agotado dicho subsidio, muchos parados se ven obligados a vivir de la caridad, sino de los viandantes como hacen los mendigos, si de amigos y familiares. A diario se nos recuerdan los casos de familias enteras cuyos recursos enteros son "consumidos" por varios de sus miembros en situación de desempleo, siendo por ejemplo un pensionista o una pareja de pensionistas quienes tienen que sostener a varios hijos.

El aspecto visualmente lamentable de los zombis tiene un reflejo más conceptual, pero no menos intenso, en los parados. El parado tiene aspecto lamentable sobre todo para los potenciales empleadores, que son más proclives a descartar a un candidato desempleado que a otro que está buscando empleo mientras trabaja. Este es un hecho constatado para los desempleados de larga duración. Aunque un desempleado de larga duración no sea discriminado por familiares y amigos (algo que no siempre sucede) si lo es por el mercado de trabajo que en última instancia es su vía de salvación. El círculo vicioso que esta situación genera tiene una salida tan difícil, que se puede decir que el parado de larga duración está muerto en vida. A menudo, el deterioro en el aspecto del desempleado es bastante real. Dado que son personas que ya no disfrutan de un nivel previo de ingresos muchas veces se ven obligados a recortar en gastos en ropa, medicinas, y ocio.

Hay más razones para ver la analogía zombis-parados, pero lo dejaré que las que ya he dado sirvan como pie para que imaginéis el resto.

Parados en España, mendigos en E.E.U.U.. En una época en la que estamos viviendo grandes movimientos migratorios desde países subdesarrollados que son resistidos por los países de destino con argumentos basados mayormente en el temor (a ser sobrepasados en número por los inmigrantes, a que los inmigrantes "devoren" nuestros recursos) el símil inmigración- horda de zombis se hace más que aparente. ¿Alguno asocia mentalmente las imágenes de algunas películas de zombis con las de asaltos masivos a las vallas en Ceuta y Melilla?. 

Mendigos, parados, inmigrantes... todos tienen una cosa en común: son víctimas del sistema económico. Los zombies están de moda porque son un eco, una representación del miedo imperante en casi todas las sociedades del mundo hoy en día: el miedo a ser atropellado por los vaivenes económicos. Y precisamente en un tiempo en el que el número de víctimas por este motivo no hace más que aumentar, es por ello que la representación mitológica que los representa se vuelve tan popular. Simplemente, es muy fácil hacer la asociación.



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Dentro de la ficción de terror el desarrollo que ha tenido el personaje del vampiro resulta bastante curiosa. La leyenda original de los Balcanes describe síntomas que recuerdan bastante a la rabia. A partir de ahí Bram Stoker adaptó esas leyendas en una novela clásica del género que sentaba bastantes pautas que se han mantenido desde entonces. Para cuando llego al cine, el vampiro tenía ya unas características que iban a quedar marcadas hasta los años ochenta del siglo XX.

  • Es un miembro de la nobleza. O sea, es de clase alta.
  • Es viejo, muy viejo.
  • Es inmortal.
  • Feo de cojones. Comenzando por el Nosferatu de Murnau, pasando por Bela Lugosi hasta Christopher Lee, que tampoco son bellezas que digamos.
  • Vive de chuparle la sangre a personas de clase social inferior.
  • Víctima predilecta: jóvenes, hermosas, e inocentes mujeres de clase social inferior.
Este último detalle es el que ha hecho que las historias de vampiros generen interés durante muchos años. Si la víctima es un anciano, o un hombre o mujer ya adultos no se lamenta tanto. Ya han vivido parte de sus vidas. Los niños ya están saturados como víctimas potenciales de toda una serie de malvados, desde el Lobo Feroz hasta el Hombre del Saco. Otro más no hace mucha diferencia.

En cambio las jóvenes hermosas e inocentes tienen toda la atención del público. Especialmente el masculino. La sexualidad reprimida encontraba a través de las historias de vampiros una válvula de escape. La novela de Stoker se publicó en una época y lugar dónde la represión de la sexualidad era bastante severa, y es cuando se tiene esto en cuenta que se hacen reveladoras de su éxito aquellas partes de la novela en la que la principal protagonista femenina relata su misteriosa atracción por un "hombre" (Drácula) que no es su marido.

Las historias de vampiros eran advertencias sobre lo que podía pasar si una joven mantenía relaciones con el personaje representado por el vampiro - aspecto que ya trato más adelante -. La muerte era el menos malo de los destinos. El peor era que la joven se "uniera" al vampiro. En ese caso se convertía en una extraña para su familia y conocidos, hacía los que volvía regularmente para acosar y avergonzar al mostrarles el grado de depravación que había alcanzado. "Mira en que se ha convertido tu hija. Me pregunto a quién le ha salido. A mí no, desde luego."

¿Qué personas de la vida real representaba el vampiro que constituían un peligro para las jóvenes hermosas de clases inferiores?. Pues eran personas de condición social muy diferente a la de su víctima. Es decir, clase alta y nobleza. También había una gran diferencia de edad entre predadores y víctimas. En resumen, las historias de vampiros eran advertencias dirigidas a jóvenes mujeres casaderas de clase social media o baja para que no cayesen en las garras de ricos viejos verdes.

Ahora puede parecernos una advertencia algo ridícula. Pero hay que comprender que buena parte de estas historias noveladas o fílmicas de vampiros han salido a la luz en un tiempo en el que las mujeres han tenido poco poder para controlar sus vidas. Las mujeres tenían acceso a menos recursos económicos que los hombres, y para que se las considerase como realizadas tenían que unirse a un hombre. En esas circunstancias, los hombres viejos y ricos que aprovechaban su poderío económico para usar y abusar de las jóvenes eran un peligro muy real.

Tras décadas de lucha, en los países desarrollados las mujeres han ido logrando una equiparación de derechos con los hombres en muchos de los países del "Primer Mundo". Dueñas por fin de su destino y con acceso a ayudas públicas y a recursos económicos que pueden administrar con independencia de lo que cualquier hombre diga, las jóvenes ya no tienen que dejarse caer en brazos de un viejo verde con pasta para salir adelante. Hacía los 80 las historias de vampiros que seguían las pautas "clásicas" perdían fuerza.

Fue entonces cuando el "subgénero" vampírico comenzó a reinventarse. En mi opinión el cambio vino marcado por "Entrevista con el vampiro". Sobre todo en su versión de cine. Algunas pautas se mantenían. Los vampiros pertenecían a la clase alta, o por lo menos sabían como vivir rodeados de abundancia material. La preferencia de víctimas seguía siendo mujeres jóvenes. 
 
Sin embargo, el personaje era humanizado mediante diversos recursos. El más importante es que la historia es contada desde el punto de vista del propio vampiro. El personaje mata, pero lo hace por necesidad, por un impulso verdaderamente irrefrenable y tras un considerable conflicto social. El vampiro ya no es un ser malvado, sino más bien ambiguo. Muy importante también es invertir la condición predador-presa. Ahora los vampiros tienen un miedo constante a ser descubiertos y liquidados por los "humanos normales" que son mucho más numerosos y omnipresentes. Por último estaba la elección de actores para representar personajes vampiros. ¡Qué se mueran los feos!. Ahora los papeles de vampiros eran interpretados por galanes de cine.

La transformación de las historias de vampiros aparentemente se completa con "Crepúsculo". Aquí la historia es contada desde el punto de vista no ya del enemigo del vampiro, como en las primeras historias, ni del propio vampiro. Es la víctima, la joven inocente, la que cuenta su historia. Este esquema narrativo tiene sentido en una sociedad en la que la mujer tiene pleno control sobre su propio destino. Así, la mujer deja de convertirse en víctima del vampiro. Se junta con él porque quiere.

Para darle más sentido a la decisión de la joven, el personaje del vampiro sufre alteraciones al tiempo que se mantienen algunas convenciones. El vampiro sigue perteneciendo a una clase social diferenciada y superior a la de la protagonista, lo que se revela en aspectos como la indumentaria y el bienestar material que lo rodea. De nuevo es interpretado por un galán. La ambigüedad moral desaparece. El vampiro ahora es "bueno". Ya no mata personas, y en la historia aparecen otros vampiros "malos" que si son asesinos y que aportan a la vez un contrapunto y algo de acción a lo que de otra manera resulta una historia bastante soporífera. Otro contrapunto al "vampiro bueno" lo ponen los propios humanos, que en varias ocasiones son representados como malvados - intentan violar a la protagonista - o dañinamente estúpidos - uno por poco mata accidentalmente a la protagonista, siendo ella salvada por el vampiro -.

Los cambios que han experimentado las historias de vampiros han sido ocasionados sobre todo por el nuevo papel que la mujer tiene en las sociedades modernas. No obstante, han servido también para "lavar la cara" a la imagen se daba de la clase alta. Ésta ya no pertenece a la nobleza, o este hecho se oculta. Su aspecto visual se ha mejorado y rejuvenecido notablemente. Se le ha transformado de predador a perseguido. Contrasta con la imagen antigua, en la que la clase alta era enemiga irreconciliable del pueblo llano y lo explotaba sin piedad. En general, las historias de vampiros que se cuentan ahora siguen un patrón muy acorde con la imagen que la clase alta desearía dar de sí
 
Hasta tal punto es así, que ya ni siquiera hace falta recurrir a la alegoría de la criatura fantástica como el vampiro para contar la historia del varón de clase alta que seduce a la inocente joven de clase humilde y se aprovecha de ella. Esta es la base de la historia que cuenta "50 sombras de Grey ", la cual comenzó escribiéndose en una página web de fans de - precisamente - "Crepúsculo".

Perteneciente a la nobleza. Vive de chupar la sangre del pueblo llano. No se la puede matar por medios convencionales.

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