viernes, 29 de octubre de 2021

The Liberator

En los medios audiovisuales he observado tres categorías en lo que a producciones que toman como base hechos reales. Primero están los inspirados en (inspired by) hechos reales, que toman la realidad y hacen con ella lo que les sale de los putos cojones la emplean como trasfondo de una historia inventada. Segundo están los basados en (based on) hechos reales, que en general siguen lo que sucedió en realidad pero pasándosela por el forro de la entrepierna tomándose libertades con la misma e inventándose alguna que otra cosa por interés dramático. Es que la verdad pura es muy aburrida, amigos. En tercer y último lugar están la reconstrucciones de los hechos, que habitualmente se pueden hallar en documentales y en los que las escenas suelen estar muy acompañadas de comentarios en off de un narrador, sin los cuales no se entendería un pijo de lo que se nos muestra. Estas últimas son en principio las más fidedignas con la realidad, aunque las reconstrucciones se pueden hacer con sesgo según convenga o sea, que se mean en la realidad.


The Liberator es una miniserie de cuatro episodios de Netflix que cae dentro de la segunda categoría, y que nos muestra las andanzas de un grupo de soldados estadounidenses de infantería bastante normalillos en el teatro europeo de la Segunda Guerra Mundial. Ahora mismo no me acuerdo ni a que división pertenecían, pero no eran ni paracas, ni rangers, ni comandos, ni nada parecido. Infantería corriente y moliente de toda la vida.


La serie hace un esfuerzo por presentarnos a estos soldados como especiales en el sentido en que procedían de capas sociales desfavorecidas del medio oeste de los E.E.U.U., y ello les sirve de nexo de unión. El resto de soldados de su propio país los desprecian, pero capítulo a capítulo irán demostrando su valía en combate y ganándose el respeto del estamento militar. Su historia se va contando desde la perspectiva de Felix Sparks, su comandante y protagonista de esta serie.


Es una historia bélica bastante estándar cuya principal novedad es el formato audiovisual. Este consiste en tomas reales de los actores coloreadas e integradas en un fondo más o menos animado, al estilo que ya inició Bakshi con su Señor de los Anillos.


Así que los actores, su vestimenta y attrezzo son reales, pero el tanque que se ve tras ellos es un dibujo. A diferencia de Bakshi, para quien la técnica era novedosa y no estaba desarrollada, aquí lo hacen bien. A alguno le puede fastidiar el realismo, pero yo considero el formato como algo necesario y hasta bueno, como ya explicaré más adelante.


A lo largo de los cuatro episodios nuestros aguerridos soldados inician sus peripecias en Salerno, en Italia, luego van a Anzio. Después al sur de Francia, los Vosgos, y entran en Alemania. Pasan por muchos momentos duros, pasan por unos pocos momentos cómicos, pasan juntos por muchas cosas. Crecen como personas y soldados, y la serie es buena transmitiendo la sensación de camaradería que se desarrolla entre ellos.


Me llamó la atención que en esta narración bélica se dedicasen algunas escenas al enemigo: los alemanes. Especialmente en el tercer capítulo se puede decir que son coprotagonistas. A mi me gustó este enfoque. En las películas bélicas es muy habitual deshumanizar al oponente. Aparte de faltar a la realidad es algo que ya está muy visto. En esta serie además lo hacen bien.


Como en la serie que inicia la anterior entrada de este blog, esta no es para que veas con tu parienta. Hay poca participación femenina. La serie es tan corta que tan sólo se nos muestran situaciones de combate o derivadas de los combates (hospital, consejo de guerra...) , y prácticamente casi ninguna de relax en la retaguardia en la que los soldados puedan interactuar con civiles. Es otra decisión de guion con la que estoy de acuerdo.


The Liberator es, en resumen, una breve serie del género bélico que se deja ver y deja buen sabor al final. La procedencia variopinta y marginal de los componentes de la unidad militar que seguimos se recalca tal vez de forma un poco exagerada al principio para acentuar eso de la inclusividad que está tan de moda hoy en día, pero si es verídico tampoco es malo. Al final, The Liberator es una historia de compañerismo en medio de la adversidad. Ese es el mayor aliciente para verla.


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Alguno que ya haya visto la serie se estará preguntando ahora si cuando yo la ví no noté ese enorme elefante en la habitación. Pues sí. Me di cuenta también. Para los que no la han visto, allá va. No creo que este desentrañando la trama de la serie: en el primer capítulo nuestros héroes noquean un tanque alemán medio (un Mark III) con un tiro de un mortero portátil de (yo diría) unos 50mm.  Para los que no sepáis de temas militares esto os sonará a chino. Para los grognards y frikis de la historia militar esto es anatema. Para que los legos en la materia militar se hagan una idea, eso como si hicieran una serie de cuatro capítulos sobre la vida de Jesucristo y ésta en general siguiera de forma fiel lo que aparece en los Evangelios salvo por un momento en el primer capítulo en el que Jesús aparece follándose a la virgen María. O, por buscar otro símil, es como si a la comunidad musulmana...


... en fin, que cada uno tiene sus sensibilidades (por cierto, que no he podido encontrar ninguna imagen ni dibujo de Jesús fornicando con María, y eso que he mirado muchas páginas que parecía que podrían albergar semejante contenido).


El caso es que la posibilidad de que un morterazo de 50mm. deje fuera de combate y ardiendo a un tanque de veintipico toneladas es prácticamente ridícula. El mortero es un arma contra infantería cuyo proyectil suelta bastante metralla pero carece de capacidad de penetrar en un blindaje. Tal vez pueda causar cierta conmoción a la tripulación del blindado y mucho ruido dentro de este, pero aparte de eso lo único que va a lograr es rallar la pintura. Además, el mortero hace disparo parabólico. El proyectil sube muy alto y luego cae casi en vertical. Es muy fastidiado acertar de esa forma a un blanco móvil y que ocupa un área relativamente pequeña como un tanque. Cuando disparas a un tanque lo que quieres es un arma de fuego directo en la que el proyectil viaja en línea más o menos recta desde tu arma hasta el vehículo. 


Y lo peor es que no hacía falta cometer este fallo porque históricamente en el lugar y momento del episodio (Salerno, Italia, otoño de 1943) los americanos disponían en abundancia de un arma portátil antitanque: el bazooka. La única explicación que se me ocurre es que el consejero de historia militar de la serie (si lo tienen) se pillo libre el día que rodaron esa escena.


¿Y sabéis qué? Pues que no importa. Aunque muy gordo, es el único fallo que pude detectar en la serie. Claro, que habrá entendidos que podrán indicar otros 30 errores más. Que si las hebillas de los uniformes no eran las reglamentarias, que si el modelo de rifle es de tropas paracaídistas y no de la infantería del ejército... Detalles. Lo que importa realmente es la historia, y ya he escrito más arriba que The Liberator logra contar una historia interesante, amena, y hasta edificante. Si hubieran estado cometiendo fallos así a porrón en cada uno de los cuatro capítulos de la serie, a mi también me hubiera echado a perder la historia porque me hubiera sido imposible sumergirme en la realidad que proponía. Pero tan sólo cometen ese fallo una vez.


Más allá de si gusta o no, pienso que The Liberator puede indicarnos el futuro de producciones audiovisuales basadas en la Historia en general, y en la historia militar en concreto. Hacer películas históricas y bélicas es muy fastidiado. La mayor parte de las superproducciones - desde antiguallas como La Batalla de Inglaterra, Tora! Tora! Tora!, y Un Puente demasiado Lejano hasta producciones más modernas como Pearl Harbor o Midway - terminan siendo unos fracasos comerciales bastante caros. A pesar de éxitos como Salvar al soldado Ryan y la serie Hermanos de Sangre el listado de fallos pesa más en la mente de quienes tienen que poner su pasta para sacar estas producciones adelante. Una importante virtud de The Liberator es que parece ser bastante económica tanto por su brevedad como por el formato audiovisual empleado, que ahorra en caros elementos de attrezzo bélico como tanques o piezas de artillería. Considero que este puede ser la forma en que más series y películas con ambientación histórica pueden ver la luz, y que el subgénero fílmico no desaparezca como ya lo hicieron los musicales.


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