He estado de fuera del país durante dos semanas. Volví el domingo 7 de mayo. A la entrada del avión que me iba a llevar de vuelta a España se ofrecían copias del Marca y de El Mundo. Uno de los dos no es un periódico, y el otro apenas llega a serlo.
Aún así, cogí una copia de éste último. Una vez más, vi mis expectativas cumplidas. Es lo que tiene que sean tan bajas. En la página 4 del pseudodiario el cafre de Fernando Sánchez Dragó dedica dos tercios de una columna a poner a caer de un burro a otro Sánchez (Pedro, el candidata sociata), y el tercio restante a vaticinar que en las elecciones presidenciales francesas de dentro de 5 años.
Sin compartir el deseo del chiflado columnista por contemplar el Apocalipsis antes de morir, comparto al menos bastante de su pronóstico sobre las elecciones galas de 2022. Por mucho que los medios generales hayan intentado vestir la victoria de Emmanuel Macron de triunfo aplastante, resulta inquietante el avance que la hija de Le Pen ha conseguido respecto a su padre cuando éste llegó a la segunda vuelta de unas presidenciales. Ha pasado de unos 5 millones de votos a 8, de un 17% a un 34% del total. Da la sensación de que, si la cosa sigue así, para la siguiente tenemos a la neonazi rubia instalada en el Elíseo.
"Si la cosa sigue así" quiere decir, si continúa esta Gran Depresión que ha sucedido a La Crisis y que devora los niveles de popularidad de políticos en el cargo en el ámbito de las llamadas Democracias Occidentales.
¿Soy un pesimista?. Tal vez. Pero tras varios años de vaivenes tengo la sensación - y no soy el único - de que "los buenos", aquellos que representan las opciones políticas tradicionales que nos llevan acompañando toda la vida, no saben que hacer. Vacilan de forma bastante abierta. No puedo evitar recordar lo que escribe el ensayista israelí Yuval Noah Harari en su libro "Sapiens. De animales a dioses" qué en la página 347 de su edición española contiene el siguiente párrafo:
Durante los últimos años, bancos y gobiernos han estado imprimiendo dinero de manera frenética. Todo el mundo está aterrorizado ante la posibilidad de que la crisis económica actual pueda detener el crecimiento de la economía. De modo que están creando de la nada billones de dólares, euros, y yenes, inyectando crédito barato en el sistema, y esperando que científicos, técnicos e ingenieros consigan dar con algo realmente grande antes de que estalle la burbuja. Todo depende de la gente que hay en los laboratorios. Nuevos descubrimientos en campos como la biotecnología y la nanotecnología podrían crear industrias totalmente nuevas, cuyos beneficios podrían respaldar los billones de dinero de mentirijillas que bancos y gobiernos han creado desde 2008. Si los laboratorios no cumplen dichas expectativas antes de que la burbuja estalle, nos encaminamos a tiempos realmente duros.
Pásame unas monedas, que esta vez seguro que toca. |
En la introducción a la edición española de su distopía "El cuento de la criada", Margaret Atwood comenta: [...] en los regímenes totalitaristas - o, de hecho, en cualquier sociedad radicalmente jerarquizada - la clase gobernante monopoliza todo lo que tenga algún valor [...].
Soy economista por mis estudios en la universidad. Como consecuencia de ello, adopto un enfoque económico sobre aquello que me rodea. Para mí, el actual orden social y legal se basa en una estructura económica que estuvo en funcionamiento durante la segunda mitad del siglo XX y que se caracterizaba por un crecimiento económico notable y constante a lo largo del tiempo.
¿Qué sucede cuando esta condición económica no se cumple?. La principal característica de los seres humanos es nuestra adaptabilidad. Si la realidad económica, la realidad física de los bienes materiales, no sustenta una estructura social, legal, moral, pues la cambiamos. Sucede más fácilmente de lo que ahora podemos creer.
Conozco a un homosexual que está a favor de restringir o impedir el acceso de los inmigrantes a la Sanidad. ¿Es racista?. No. Es, por su propia naturaleza y sin sarcasmo alguno, una de las personas de miras más abiertas que conozco. Es lo suficientemente imbécil para creerse que la cosa va a quedarse ahí. Que tras los inmigrantes, los siguientes en la lista de los que van a ver recortados sus derechos son los maricas (y después de ellos, van las mujeres).
Eso es lo que me preocupa de una posible victoria de uno de estos grupos de extrema derecha. Sus políticas no son de ida y vuelta. No son cosas que se prueban durante 4 ó 5 años que dura un turno político y luego se abandonan sin más consecuencia. No. Tienen efectos más duraderos. Llegan a redefinir el lenguaje político del país.
Entretanto, el resto de Europa se ha dado a la fiesta. Muerta Le Pen, se acabó la rabia. Pero no está muerta. Sólo ha perdido la segunda vuelta de estas elecciones. En las siguientes - una especie de Tercera Vuelta de estas de ahora - puede volver con más fuerzas.
¿Han aprendido la lección en Francia y en el resto de Europa?. ¿Están dispuestos a emplear la imaginación e intentar políticas diferentes a las de ahora?. No lo parece. Va a haber más dosis de neoliberalismo económico. Con Rivera, o con Macron, nos pueden vestir el muñeco con un nuevo vestido político. Pero económicamente nos mantenemos en el mismo camino que ha llevado a Marine le Pen a incrementar la siniestra herencia de su padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario