miércoles, 8 de febrero de 2023

Sumergibles de cartón

Ya he dejado patente en varias entradas de este blog mi fascinación por los submarinos. O más exactamente por los sumergibles. Naves que navegan en superficie aunque con la capacidad de sumergirse bajo el agua. Tengo una serie de entradas - aún incompleta - ­acerca de la historia del empleo de sumergibles alemanes y americanos en las dos guerras mundiales. Y también hay otro artículo en el que hago recuento de los simuladores de ordenador de este tipo de vehículos que he disfrutado a lo largo de mi vida.


Así que muchos asumiréis que también he sumado a mi colección de juegos de mesa juegos que tienen a estos vehículos como protagonistas. De los que en los últimos años se han publicado muchos títulos. Pero no es así. Y la explicación de ello está en el párrafo anterior. Los simuladores de ordenador que he jugado han cubierto mis necesidades en este aspecto. Donde manda capitán, no manda marinero.


Y así ha sido hasta que, hace unos años, el correo-circular periódico de la editorial Compass Games me llamó la atención sobre Raiders of the Deep: U-boats of the Great War, 1914-1918.

Y este va a ser el juego que voy a reseñar ahora.


Introducción.


Raiders of the Deep - de aquí en adelante, simplemente Raiders - es un juego solitario, es decir, para un único jugador, que propone recrear carreras de comandantes de submarinos germanos y austro-húngaros durante la Primera Guerra Mundial, desde agosto de 1914 hasta noviembre de 1918. Fue publicado en 2018 por la editorial Compass Games. Su diseñador es el norteamericano Ian B. Cooper, y este es su único diseño hasta la fecha.


Este no fue un juego barato en su momento. Yo lo encargué directamente a la editora y me salió aproximadamente por 80€ incluidos los gastos de envío. La única edición está agotada, aunque se pueden hallar copias de segunda mano por entre 60 y 90 euros aproximadamente. Creo que muy poca gente en España ha adquirido una copia de este juego. El período histórico que trata es marginal comparado con el de otros juegos solitarios de submarinos a los que Raiders no es que imite, sino también copia en muchas cosas. Ya hablaré de ellos también, porque en una reseña de este juego las comparaciones son inevitables.


Componentes.


Tras abrir la caja de Raiders lo que encontramos son sobre todo plantillas de cartón. Muchas plantillas de cartón. Algo así como entre 12 y 18. Aproximadamente el 40% de las mismas son tablas para determinar resultados con tiradas de dados que se emplean con mayor o menor frecuencia durante una partida. El resto son plantillas que representan casi todos los sumergibles que las Potencias Centrales emplearon durante el conflicto. Dado que durante la Gran Guerra Alemania no concentró su producción en unos pocos modelos, me temo que la variedad de plantillas es mayor que en la de otros juegos de este tipo. Todas las plantillas salvo la que se emplea para resolver combates están impresas a doble cara.

Esta es una muestra de los componentes de mi copia (la bandeja n esta incluida en el juego). Es de destacar la cantidad de plantillas de submarino. !10 en total representando a 20 submarinos diferentes!


Hay una única plantillas de fichas de cartón - algo finas - que se emplean como marcadores de cosas muy diversas: torpedos, graduación de nuestro comandante, estado de diversos componentes del submarino, buques que nos encontramos, experiencia y heridas de la tripulación, etc.


Y el resto es papel. Hay un reglamento que está bien a secas. Todo está ahí, pero es un poco parco en el uso del lenguaje y tal vez se podría haber organizado de mejor manera. A veces cuesta un poco encontrar las cosas. Además de esto hay un libreto que principalmente nos ayuda a determinar los barcos que nos vamos encontrando y que es una asombrosa base de datos de todos los barcos de más de 100 toneladas de desplazamiento que fueron hundidos por submarinos de Alemania y Austria durante la guerra. Cada uno con su nombre.


Y por último hay un pequeño bloque de hojas de papel que nos sirven de registro de los éxitos y desventuras de nuestros comandantes, con filas en las que se registran cada uno de los 51 meses de la guerra y columnas que separan espacios para que anotemos los nombres de los navíos que atacamos y sus tonelajes.


En general, nada fuera de lo extraordinario. Lo más criticable es tal vez el reglamento y el precio, aunque no demasiado.


El juego en sí.


Raiders es, básicamente, una sucesión de tiradas de dados con consulta en su correspondiente tabla, intercaladas por alguna que otra decisión cuyo resultado también se determina con una tirada de dados. Comienzas tirando dados para determinar nombre y apellidos del comandante, seguido de otras tiradas para determinar en que momento del conflicto comienza su carrera al mando de un sumergible y qué modelo recibe como mando.


Tras colocar fichas en las plantillas de cartón correspondientes para representar nuestro armamento, equipo, y tripulación, podemos comenzar la patrulla. Ésta consiste en ir desplazando una fichita que representa nuestro submarino por una pista de casillas. En cada casilla hacemos su correspondiente tirada de dados para determinar si hallamos algo en nuestra travesía. Si no hay nada, pasamos a la siguiente casilla.

Este es el típico despliegue del juego en la mesa. En el centro las plantillas del submarino y de combate. a la izquierda las tablas para consulta, a la derecha las fichas en su bandeja. El manual y el diario de patrulla pegados al jugador. En una esquina el manual con las tablas de buques.

En cambio, si nos topamos con algo, las posibilidades se abren y llega el momento con más decisiones y agencia por parte del jugador. Con bastante frecuencia será un barco que podemos atacar, escoltado o no. Entonces habrá tiradas para determinar condiciones del encuentro (día o noche), seguidas de decisiones nuestras relativas al acercamiento para el ataque, las armas (cañón, torpedos) que empleamos, y los objetivos que atacamos tras determinar su identidad y tonelaje en ese cuadernillo que adjunta el juego y que es una tremenda base de datos. Habrá entonces más tiradas para determinar si acertamos, si los torpedos no fallan, el daño que hacemos, la reacción de la escolta, el daño que ésta nos pueda hacer. Esto se puede repetir durante varios ciclos hasta que hemos destruido todos los blancos, la escolta nos destruye a nosotros, o decidimos abandonar el encuentro zafándonos del dichoso buque escolta.


Si seguimos vivos tras recorrer toda la sucesión de casillas, hemos completado la patrulla y llega el momento de reparar daños y comprobar si recibimos alguna recompensa en la forma de un ascenso, medallas, mejoras en la tripulación, o un nuevo submarino con un nuevo destino.

El comandante del U-35, Herbert Lange, está preparado para iniciar una nueva patrulla en el Mar Mediterráneo.

Naturalmente, hay más variedad que la pergeñada en estas pocas líneas. Entre lo que nos podemos topar hay aviones, redes antisubmarinas, y minas. Estas últimas son letales y la principal causa de muerte entre mis comandantes, como sucedió en el conflicto histórico. Casi todos los blancos suelen ser buques pequeños (de menos de 5.000 toneladas), pero a veces son grandes, otras muy grandes, y otras son buques capitales (acorazados y otros buques de guerra) que cuentan el doble de su tonelaje como recompensa. También nos puede suceder que un inocente mercante pequeño navegando sin escolta sea una trampa, un Q-Ship, que nos tienda una emboscada que nos deje en el sitio. Si sacamos un 12 con dos dados en la busqueda de un cajetín de patrulla nos sucede un evento aleatorio que va desde lo directamente fatal (nos morimos y punto) hasta cosas buenas (torpedos excepcionales, un evento que suele salir cuando ya los has disparado todos), pasando por cosas regulares (al submarino se le escacharran varios componentes).


Opinión.


Visto desde fuera, una partida de Raiders consiste en tirar dados, mirar tablas, anotar resultados, tirar dados, mirar tablas, anotar resultados, y así una y otra vez. Parece monótono. Lo es. Y sin embargo, ¿cómo es que hay una serie de juegos con este mismo sistema y se hacen más cada año?.


En la mayor parte de estos juegos de ambientación histórica no es necesario tener conocimientos históricos previos para disfrutarlos jugando. Yo apenas si tenía idea de la historia japonesa antes de jugar a Sekigahara, y comencé mi larga relación con Successors con la más vaga noción de quienes eran los Diácodos y que habían hecho. Hannibal es un juego de gran éxito, publicado muchas veces a lo largo de los años, y los que entran en contacto con él - y disfrutan haciéndolo - no tienen más idea de las Guerras Púnicas que Ánibal-elefantes-legiones. Si alguna vez profundizamos en nuestro conocimiento de los eventos históricos retratados en estos juegos, es tras haberlos jugado, y precisamente por haber jugado y habernos divertido con ellos.


En ocasiones, sin embargo, ya tenemos la película dentro de nuestras cabezas. Hemos leído extensamente sobre un tema histórico, hemos visto documentales y películas, escuchado podcasts, jugado a juegos de ordenador... Conocemos todo lo que se puede conocer de la ambientación sin tener que hacer una tesis doctoral y buscar manuscritos en archivos recónditos. Y cuando esto es así, no requerimos ninguna maravilla técnica del juego que se propone recrear estos eventos históricos que tan bien conocemos. Los desplegamos y nuestra imaginación hace buena parte del trabajo. Esto es lo que - según entiendo yo - sucede con Raiders y otros juegos de su familia.


Lo que quiero decir con esto es que, antes de comprar Raiders o cualquier otro juego de su estilo - que ya comento más adelante en esta entrada - creo que debes proveerte de cierto trasfondo acerca de la ambientación. Lee algún libro, busca algún documental, mira alguna película. Infectate con algo de pasión. En una palabra: flipate.


¿Por qué compré yo este juego? La afición por los submarinos ya la traía yo de antes, y ya he dicho que los simuladores de ordenador me cubrían cualquier necesidad lúdica al respecto. Cuando surgieron juegos como The Hunters o Silent Victory, no sentí ningún impulso por comprarlos. Pero no hay juegos de ordenador sobre submarinos de la Primera Guerra Mundial (bueno, hay uno, pero es muy malo) y cuando vi el P500 de Raiders me apunté porque ahí si que vi que satisfacía una necesidad personal.


¿Cómo ha sido mi experiencia hasta ahora? Bastante satisfactoria, a decir verdad. Las primeras partidas me hacía algo de lío manejando una tabla y otra y peleándome con el procedimiento a seguir para resolver una patrulla, pero como es una cosa bastante repetitiva en seguida me hice con el sistema. Una patrulla puede durar tan poco como 3 minutos si no encuentras nada, hasta 60 minutos si haces uso de los multiplicadores (leer más abajo) y tienes muchos encuentros. Puedes jugar una patrulla en un rato que tengas libre, dejarlo montado en una mesa no muy grande, y volver en otro momento. También es posible jugar una ristra de patrullas en una hora o algo así, anotar el estado de tu comandante y su tripulación, y recoger para retomarlo en otro momento.


Hasta el momento tengo completadas 10 carreras de comandantes. Desde el primero, Werner von Förstner, que hizo carrera desde el primer hasta el último día de la guerra con 41 barcos hundidos y apresados por 129.800 toneladas en 22 patrullas, hasta el último - Wilhelm Schmitz - quien hundió 20 barcos por 35.100 toneladas en 11 patrullas en dos años de noviembre de 1916 hasta noviembre de 1918. Entre estos dos comandante, otros 4 cayeron por acción de las minas, uno por el contraataque de un buque de escolta, y otro en el Incidente del Baralong.


Es muy fácil morir en Raiders. Se han comparado estos juegos con juegos de rol, y yo diría que si es una comparación adecuada. Pero con juegos de rol de los antiguos en los que los personajes morían con la misma facilidad con la que rellenabas una nueva hoja de personaje.


El juego pone la posibilidad de recrear las extraordinarias cifras de ases de los U-Boots como Lothar von Arnauld de la Perière, quien hundió 193 buques por 453.369 toneladas, o Walter Forstmann, quien alcanzó las 390.797 hundidas (148 barcos). Marcas que no han sido superadas posteriormente. En Raiders la munición del cañón es ilimitada, recreando la práctica de aquel entones de detener los barcos, abordarlos, inspeccionar su manifiesto de carga, y echarlos a pique por diversos medios. También podemos recibir "multiplicadores", que podemos gastar durante una patrulla para incrementar el número de tiradas de encuentros durante una patrulla. Una cosa y otra nos permiten hacer alguna que otra patrulla suelta en la que hundimos una barbaridad de barcos. Es algo bastante divertido, a la vez que el peligro de un final trágico para nuestra carrera está siempre allí. Para mi Raiders reúne dosis de riesgo y recompensa en su justa medida.


Comparado con los simuladores de sumergibles por ordenador a los que tanto he jugado, este tipo de simulaciones de mesa quitan de encima un montón de decisiones. En un juego de ordenador tienes más control. Decides el ángulo, la ruta, la posición de ataque, y un montón de cosas más. En estos juegos estas decisiones se reducen a 2 ó 3 decisiones por encuentro. Pero yo he encontrado que, lejos de ser una pega, esto me ha gustado. El resultado final tiende a ser el mismo: has hundido tal cantidad de barcos con tanto y tanto tonelaje. Pero mientras que me tengo que chupar más de una hora para una simple patrulla en el ordenador, en Raiders me bastan 20 minutos.

Otros juegos de este sistema.


El más conocido y que ha tenido más éxito es The Hunters, publicado en 2013, y con dos ediciones más en 2014 y 2020. Es el de más éxito y difusión. Permite recrear carreras de submarinistas germanos entre 1939 y 1943, cuando los U-Boote aún tenían ventaja. Es, de hecho, el que yo más recomendaría de esta serie, y el más fácil de encontrar. Aunque no lo he jugado, es de suponer que completar una carrera entera desde 1939 debe ser harto difícil. Muy pocos comandantes de sumergibles germanos de 1939 seguían patrullando en 1942. El que no había caído muerto o prisionero, había recibido un puesto en tierra.


La única pega de The Hunters es que no abarca el conflicto entero. El período 1943-1945 que se deja fuera es cubierto por su (llamémoslo secuela) The Hunted, que fue publicado en 2020 por el binomio GMT - Consimworld, lo mismo que el anterior. Mientras que el resto de juegos de este tipo tienen como objetivo lograr las mayores marcas de buques hundidos, en este el desafío consiste meramente en sobrevivir. El período que cubre fue uno de derrota y humillación constantes para la U-Bootwaffe, con muy pocos momentos de éxito para compensar. Creo que es recomendable únicamente para los culos duros realmente apasionados con el tema, porque si tiene un mínimo de realismo histórico jugar una campaña debe ser como un suicidio a cámara lenta.


Entre uno y otro la mencionada colaboración editorial dio como resultado Silent Victory en 2016, volviendo a repetirse su publicación en 2019. En este puedes desarrollar una campaña de comandante de submarino norteamericano en la SGM en el Pacífico. Si, como espero, cumple con el realismo histórico que caracteriza estos juegos, una campaña completa de este juego debe comenzar con un nivel de dificultad alto, que va aliviándose conforme progresa la guerra. A diferencia de los otros dos cubre toda la guerra. Creo que es relativamente fácil de encontrar en segunda mano a precios asequibles y es más amable que los otros (el índice de supervivencia de las tripulaciones americanas era mayor que el de los alemanes, aún siendo una de las armas de la marina estadounidense con un mayor porcentaje de bajas).


El último de estos juegos publicados por GMT ha sido Beneath the Med. En este puedes comandar un sumergible de la Regia Marina Italiana desde 1940 hasta 1943, es decir, toda la guerra en lo que a los italianos les concierne. Sé poca cosa acerca de los sumergibles italianos, salvo que técnicamente eran inferiores a los del resto de contendientes principales de la SGM (con la posible excepción de la URSS). Me temo por ello que en este caso la dificultad también debe ser elevada. Pensándolo, para pillarte este tienes que ser algo más friki de lo normal, o haberte enamorado del sistema.


Sistema que, a la luz de las ediciones, reediciones, y diferentes juegos publicados no sólo por GMT - Consimworld, sino por otras editoriales y que me dejo fuera, ha sido un éxito comercial. Resumiendo. Me es difícil recomendar estos juegos, más bien simulaciones, pero si estás metido en la ambientación, pueden llegar a gustarte.



domingo, 5 de febrero de 2023

Bellotacon 2023. Otra breve crónica.

Este año conseguí cuadrar mi calendario laboral para asistir a las Bellotacon 2023. En las semanas que precedieron a estas, las más importantes, jornadas de wargames de España se me unió Dani Pinback como compañero de viaje. Le conocí en las Batalladores de Zaragoza y puedo deciros que supera a todos los compañeros de viaje y habitación posibles, salvo a la Claudia Chifer esa. Lo siento Dani, pero estoy soltero y las noches son muy largas.


En tan grata compañía llegué a la gran nave donde tenían lugar esta convención en la mañana del jueves 26 de enero. Dedique la mañana a saludar a conocidos, ver la oferta de los puestos ya montados, y contemplar alguna de las partidas que ya se iniciaban. No me metí en ninguna. Me reservaba para aquella tarde.


Tras almorzar me dispuse a montar la partida que tenía organizada este día. ¡Friedrich, naturalmente! Se me unieron a la mesa mi compañero de hotel Dani, Javi, y Ramonwargamer. Estos dos últimos residentes de Barcelona. Como monarca absolutista de la Ilustración asigné a Ramón el papel de Prusia, en base a que ya tiene un campeonato de Berlin en su haber. Yo tomé Francia para barajar y repartir las cartas, Javi jugó con Austria, y Dani con Rusia.


No llegamos a concluir la partida. Jugamos 10-12 turnos. La intención era ante todo explicar tácticas del juego y hacer ver la profundidad que tenía, para así interesar a alguno de los participantes a explorar más por su cuenta. Hacer esto llevaba su tiempo, tampoco me había traído reloj para no meter presión, y el propio ambiente desenfadado en el que se desarrolló la partida hizo que los turnos transcurriesen lentamente.


Ramón hizo jugadas que - aunque no son las que yo hubiera ejecutado en su lugar - le fueron bastante efectivas. Ante Rusia planteó una defensa en Soldau (Prusia Oriental) con 5 tropas en P8. Dani desesperó pronto de expulsar a Lehwaldt de allí y por unos turnos parecía perseguir la idea de una victoria con Suecia, pero la temprana marcha de este país de la guerra (turno 8) echó al traste sus planes. Él pareció quedar personalmente con la sensación de que Friedrich te pone en situaciones que son imposibles de resolver. Yo le comenté que no es así pero, claro, hasta que no tienes oportunidad de mostrar como "volver la tortilla" en una de estas situaciones imposibles, tus palabras sólo tienen el peso del aire que las lleva. Es lo que tiene ser campeón del mundo, que haces que lo difícil parezca fácil. 😉


Javi era tal vez el más inexperto de la mesa, teniendo únicamente al Maria como experiencia previa. Le di algunos consejos previos y se desempeñó bastante bien. Pero también es cierto que le dejé hacer y cometió algunos errores de novato que yo quería que cometiese para poder comentárselos y hacerle ver otras formas y estrategias de jugar. Es que yo tengo la impresión que si estás dando consejos y guiando la partida de un novel cada dos por tres, éste no aprende nada. Prefiero que se equivoque primero, y luego es más fácil hacerle ver como se podía haber hecho de otra forma. Mantuvo al Imperio intacto por consejo mío, tal vez siendo demasiado cauteloso con la pieza amarilla. Con Austria logró sus objetivos en Sajonia sin apenas lucha. En Silesia Ramón se plantó en Breslau, pero retirándose siempre de -1 con el pago de una carta. Yo le había indicado a Javi que - al menos inicialmente - hay que atacar con superioridad numérica, y eso hizo. Lo que no le dije hasta el último turno que jugamos fue que, en un momento dado, hay que abandonar esta táctica y hacer lo opuesto: atacar desde inferioridad jugando a 0 para vaciar la mano del oponente en el palo del cuadrante decisivo. Intentó hacerlo por indicación mía, pero todavía no le salió bien. Sin embargo, creo que pudo ver las posibilidades que habría tenido durante la partida. Ramón y él intercambiaron medios de contacto y espero que continúen las lecciones en Barcelona.


Por mi parte, luché agresivamente con Hannover, drenándole con éxito su mano de cartas. El problema es que Ramón pudo destacar dos "hermanitos mayores" prusianos en apoyo de las piezas azul claro, y ya fue demasiado para mí. Salió el evento de India y mi mano de cartas francesa se quedó pelada. Mi situación era ya defensiva. De 7 objetivos tomados pasé a 6.


Ramón tenía la partida bastante controlada al final. Está desarrollando su estilo propio que le funciona bien. Me alegro un montón y le estoy agradecidísimo por el esfuerzo que hace para meter a jugadores de Barcelona en la afición.

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Para el viernes tenía programada una partida de día entero con Toni Lagunero, jugador venido desde las Islas Canarias y podcaster de pro. El juego que pusimos en mesa era The U.S. Civil War, que ha visto una reedición reciente este año, con reajustes en las reglas y algunas tablas, especialmente las del bloqueo naval. Comenzábamos en verano de 1861 por la mañana, y hasta donde nos diese la jornada.


Fue una partida muy placentera. Con dos jugadores encerrados en su mundo de tablero sin advertir como transcurrían las horas más allá de su propia burbuja. Toni llevaba la Unión y era su primera partida. Los primeros compases de la partida tienden a ser tranquilos, pero como la Confederación no podía contentare con una estrategia defensiva. En el Este Joe Johnston unió todas las tropas de su teatro para zurrarle la badana a Patterson en Harper's Ferry, lo que permitió luego destacar al general Beauregard tomar Harrisburg - la capital de Pennsylvania - el primer turno. En Missouri el general Lyon expulsó a los sudistas, pero su sucesor Curtis sufrió una derrota catastrófica al entrar en Arkansas que permitió al general Price retomar Springfield. Aquel 1861 se completaba con la ya tradicional invasión de Kentucky por las fuerzas armadas confederadas.


1862 fue un año con muchos ciclos de operaciones de alto importe (4-5 puntos por ciclo), lo cual suele ser malo para una estrategia defensiva de la Confederación. La Unión se hizo con Virginia Occidental, dos tercios del valle del Shenandoah, y la ciudad de Fredericksburg. Luego, en verano, y en el mismo turno, McClellan tomó Richmond arrasando dos arsenales (¿qué pasa?, ¡saque un 3 con dos dados!) y en Tennessee la ciudad de Nashville cayó al Ejército del Cumberland bajo el mando del general Buell. Mis puntos de construcción de refuerzos caían en picado y la situación parecía crítica. ¡Nunca había perdido Richmond tan pronto en la guerra!


Afortunadamente, Lee asumió el mando del Ejército del Norte de Virginia. Primero aisló a McClellan, quien había logrado su gesta a costa de ir más allá de sus vías férreas, y luego logró expulsarlo de vuelta a Fredericksburg. Burnside reemplazó a McClellan, pero no pudo evitar ser expulsado de Frederickburg por un Lee reforzado al máximo. Los ejércitos de la Unión continuaron avanzando por Tennessee y Arkansas, especialmente cuando el capaz U.S. Grant fue ascendido a general de tres estrellas y lideró el avance a Chattanooga. Sin embargo, incluso este avance tuvo muchos problemas por culpa de las numerosas fuerzas de caballería confederada en la retaguardia, que una y otra vez cortaban las líneas de suministro de la Unión.

Situación en el momento en que dejamos la partida, en invierno de 1863 (turno 9)

Y en este punto, a comienzos de 1863 y con el 9º turno ya concluido, tuvimos que dejar la partida. Disfruté bastante. Pienso que éste es el mejor juego a nivel estratégico sobre este conflicto en el mercado hoy en día. Opinión que genera algunos bufidos por parte de wargameros más veteranos que yo. Cierto es que he adquirido For the People para probarlo (gracias a José Carlos del podcast Memorias de un Tambor) y tiene pinta que este juego de Mark Herman tiene más variabilidad que el de Simonitch, pero The U.S. Civil War tiene un flujo de la secuencia del juego más ágil y directa, más fácil de trasladar a nuevos jugadores, y aunque no tenga cartas de evento y los generales entren y salgan conforme a un guion fijo, sigue siendo capaz de generar su propia narrativa, tal como pudimos comprobar tanto Toni como yo a lo largo de las horas de esta partida.

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La partida que tenía programada para el sábado también me iba a ocupar el día entero, y llamó mucho la atención durante estas jornadas. Fueron muchos los que se pasaron por la mesa y comentaron los recuerdos que el juego les traía de sus comienzos en el hobby. ¿Qué juego era? Pues The Rise and Decline of the Third Reich. O sea, el Third Reich de toda la vida. Aunque forma parte de la experiencia lúdica de muchos jugadores de mi generación, yo jamás lo había catado, y pensé que las Bellotacon ofrecían una oportunidad inmejorable para hacerlo.


En la mesa éramos cuatro. Yo como Reino Unido, mi colega Dariorex como Italia, y dos amigos de Ciudad Real (Juanjo y Elipio) quienes ya habían competido en el minitorneo de Sekigahara que había montado en las Batalladores y que tomaron el control de Francia-URSS y Alemania. Yo había probado el juego un poco en solitario, Dariorex sólo se había leído las reglas, y Juanjo y Elipio llevaban sin jugarlo desde ni se sabía cuando. Así que estábamos todos bastante verdes, y eso se notó en la partida.


En los primeros compases, Alemania se cepilla Polonia e invade Holanda y Dinamarca. Hasta ahí, todo normal. Pero tras la invasión de Bélgica y Luxemburgo en primavera de 1940 aquello ya entró en el territorio de lo bizarro. Durante todo el resto de la partida tanto aliados como Eje (Italia declaró la guerra a Francia en verano de 1940) resolvieron la lucha en el Oeste mediante opciones de desgaste. Lenta, muy, pero que muy lentamente el Eje fue empujando a los aliados en una recreación de la Primera Guerra Mundial más que de la Segunda, pero al concluir nuestra jornada en verano de 1941 Francia aún seguía en juego. Los que conocen el juego estarán ojiplaticos, pero por favor, es que los cuatro estábamos muy verdes. Aquello era como si fuera la primera partida que algunos jugasteis hace décadas.


Por mi parte, también cometí fallos. Por cosas que había leído del juego daba por sentado una caída de Francia en 1940, y entonces lo que más me preocupaba era una invasión nazi de las Islas Británicas, que es una posibilidad creíble en este juego. Por este motivo, y por torpeza mía en la gestión del movimiento naval, no quise enviar muchos refuerzos a Egipto, de manera que Italia quedó con las manos libres para invadir Túnez y Argelia, especialmente cuando los italianos tomaron Marsella y la flota francesa del Mediterráneo evacuó el puerto y fue interceptada y destruida por la flota italiana.


Y así quedó la cosa a eso de las 20:30 de la tarde, cuando terminamos con la partida para unirnos al resto de asistentes de las jornadas en la tradicional cata de jamón con la que la organización deleita a los asistentes.

Esto ya no se ve todos los días.

Third Reich es un juego entretenido, con algunas posibilidades y que si se conoce bien se puede jugar con agilidad. Pero también se le notan los años. Ciertas estrategias tienen prevalencia sobre otras. Es un juego que premia más el cálculo de "a ver como meto 1 punto más para pasar de columna en la tabla", y requiere de tomar nota de muchas cosas en papel. Comparado con juegos más modernos - como el de Simonitch - jugarlo se hacía algo cansado y un tanto repetitivo. Pero aún así me han quedado ganas de darle algún tiento más. Tal vez, en el Club Dragón...

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La mañana del domingo se me pegaron las sábanas en la habitación del hotel, y a resultas de esto llegué con algo de retraso a mi cita del domingo por la mañana con Paco Ronco, el jefe de la editorial Bellica 3rd Generation, para probar Iberian Ulcer, un juego sobre la Guerra de Independencia (la de España, la buena) que se encuentra en desarrollo y que no debería confundirse con Spanish Ulcer, el diseño en desarrollo por Quique Espárrago sobre el mismo tema.


¿Cómo describir Iberian Ulcer (IU, de aquí en adelante)? En una frase: es un juego para 2 personas con mapa punto a punto y con niebla de guerra mediante bloques que está impulsado por cartas. O sea, que es un popurrí de mecanismos. Como suele hacer cuando alguien se apunta a sus partidas de demostración, Paco me envió el reglamento, ayudas de juego, mapa, etc. Pero no conseguí sacar mucho en claro.


Sin embargo, una vez sentado a la mesa - como jugador coaligado - frente a Paulo - como francés - el funcionamiento del juego empezó a encajar con rapidez y tan sólo unas pocas aclaraciones de Paco bastaron para resolver nuestras dudas. Y entonces se obró la magia y el juego fluyó, y yo y mi contrincante nos divertíamos.


Jugamos el escenario de 1808. Un asistente a estas jornadas me preguntó a que otro juego me recordaba. Ahora puedo decir que este escenario de IU me recordaba al Caesar de GMT, con un potente ejército francés y resistencia española semiorganizada brotando por aquí y allá. Pero imagino que en escenarios más tardíos (o a medida que progrese la campaña) el carácter del enfrentamiento irá cambiando, con una mayor implicación luso-británica con unidades más potentes y una gradual retirada de fuerzas napoleónicas a otros teatros bélicos.


En el transcurso de un turno - a grosso modo - se comienza con una fase administrativa en la que se reciben y organizan refuerzos. A continuación los jugadores reciben cartas de un mazo común (8 cada uno en el escenario que jugamos) y comienzan las rondas de acción. En cada una de estas ambos jugadores ponen una carta boca abajo. Cada carta está partida en dos mitades, con eventos y puntos de operaciones diferentes para cada bando (como en el No Retreat!). Quien saque la puntuación más alta decide el orden de juego de la ronda, que juegan ambos. Además de jugar los puntos, los jugadores también pueden activar los eventos de las cartas que ponen sobre la mesa. Tras agotar las rondas de acción (7 en nuestro escenario) tiene lugar una fase de recuento de provincias y puntos para determinar quien gana el escenario/campaña.



Los puntos de activación se pueden usar para pocas cosas. Básicamente mover y reforzar unidades. El movimiento se ejecuta por grupos de bloques, con bloques-lideres (Napoleón, Wellington, y líderes genéricos españoles) que pueden movilizar más bloques que una activación simple. El combate se resuelve sumando potencia de fuego (¡qué potentes esos bloques franceses de infantería!), tirando dados y mirando el resultado en una tabla común de puntos de daño infligido. Hay asedios, que no requieren de activación para resolverse. El juego presta mucha atención a la logística, con serias limitaciones en los caminos para desplazar unidades, y más serias aún para sostener muchos bloques en una localización si que empiecen a perder pasos.


¡ATENCIÓN! ¡Todo esto que he contado es sobre un prototipo! Como tal está sujeto a cambios, y como nos contó Paco - quien trabaja como desarrollador para el diseñador danés de este IU - él piensa aún que todavía queda mucho trabajo por delante. Esperad sentados. Aún así me tiene totalmente convencido. En la forma de fluir del juego IU no tiene - en mi opinión - nada que envidiarle a un Hannibal, un Successors, o el mencionado Caesar.

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Esta última partida la comencé tarde, y la terminé más tarde de lo que pensaba. Por ello tuve que irme de manera algo apresurada, cual ladrón en la noche, sólo que a plena luz del día y sin haber robado nada (os lo juro). Sin embargo, tanta premura tuvo su beneficio en un viaje en coche charlando con Dani y todavía con la luz del día. Y así, una vez más, no te digo ádios, Bellotacon. Te digo: hasta la vista. Y cierto con mi más sincero agradecimiento a Sergio (Wargamereviewer) y su equipo por el esfuerzo, y mi más ferviente enhorabuena a todos ellos por el éxito logrado. ¡Qué se repita durante muchos años!