miércoles, 20 de abril de 2022

Semana Lúdica 2022

Se lo he comentado ya a varios conocidos. Vladimir Putin no se llevará el Premio Nobel de la Paz, pero seguramente se merece el de Medicina porque desde que sus tropas invadieron Ucrania el 24 de febrero de este año el dichoso COVID parece que ha desaparecido de nuestras vidas. Sea como sea, la situación sanitaria me ha permitido disfrutar de la primera semana santa normal en años.


¿Y que quiere decir normal para mí? Pues que he podido aprovechar mis días libres y los de otras personas para echar partidas sin parar. Allá va mi crónica.


Jueves santo. Así se las ponían a Poliperconte.


El jueves a mediodía quede en el Club Dragón con unos viejos conocidos a los que no veía todos juntos desde antes de la pandemia para estrenar la 4ª edición de Successors que uno de ellos había adquirido recientemente. Éramos 4 jugadores. Yo ya he jugado un número muy importante de veces - más de 40 probablemente - a este juego y tengo las reglas bien interiorizadas. Mis contrincantes estaban algo verdes, pero una de las ventajas de este juego es que la forma en la que se hacen las cosas resulta bastante lógica y únicamente hace falta experiencia para ir conociendo los detalles que le dan color histórico al juego. El "cromo" de toda la vida, vamos.


Yo jugaba con azules y mi facción estaba compuesta por Antígono y Eumenes en Asia Menor. El resto de jugadores también tenía juntos unos de otros a sus generales. Amarillo tenía a Antígono en Macedonia y a Leonato en el Helesponto. El verde controlaba el oriente con Pérdicas y Peithon. El rojo comenzó siendo el Usurpador con Crátero y Ptolomeo.


Con 4 jugadores hay suficientes espacios vacíos en el mapa como para que el primer turno consista en una carrera para ocuparlos. En esto fui el que tuvo más éxito de manera que comencé el segundo turno como Usurpador tras haber ocupado toda Asia Menor y Siria. Además de eso me había hecho con el control de Heracles ante las mismas narices de Crátero y Ptolomeo. Estos ocuparon el Levante y se lanzaron a la conquista de Chipre para garantizarse una superioridad en flotas. El jugador verde iniciaba una tímida conquista de la provincia de Mesopotamia mientras andaba más preocupado por las incursiones de Peucestas (amarillo) y los 23.000 colonos griegos de Asia Central, a los que finalmente acabó derrotando. El jugador amarillo vio como su intento de hacerse con el control de Europa se veía frustrado por Olimpia (aliada con los rojos), una incursión escita, y el ejército libre griego, que estaba intratable. En Lidia Antígono envenenaba a Cleopatra.

Situación al final del primer turno.

Siendo Usurpador tuve que replegarme a Capadocia en el turno dos, cediendo Armenia a la facción verde y Siria a la roja. Como resultas de esto la puntuación del jugador rojo escalo hasta niveles preocupantes, y lance el evento de Escarnio sobre Ptolomeo para reducir tanto su legitimidad como para que el jugador verde - que tenía mejores tropas que yo - se animase a atacarle. Así lo hizo, arriesgándose un tanto. Si algo puedo decir de mis compañeros de partida es que no son unos muermos y se lanzan a la aventura cuando creen que pueden ganar algo. Es divertido jugar con gente así y en este caso la audacia de la facción verde se vio recompensada con una victoria aplastante que altero el equilibrio de poder en la zona de Levante. Entretanto, el jugador amarillo retornaba a la costa asiática del Helesponto y consolidaba su dominio sobre Tracia.


Al comienzo del tercer turno rojo volvía a ser usurpador y durante el transcurso del turno todo me fue yendo a pedir de boca, de manera que a medida que avanzaba el turno me veía consiguiendo la victoria por combinación de legitimidad y puntos de victoria al comienzo del turno 4º. Todo comenzó con una victoria en Siria sobre Pérdicas, lograda con una ligera desventaja pero con un 12 en mi tirada de dos dados en batalla. Gracias a esto me hice con el control de Alejandro IV y el carro funerario de su padre. Mientras Olimpia instigaba otra revuelta a mi nombre en Epiro, Eumenes explotó su victoria sobre Pérdicas avanzando en línea recta por Siria y Judea hasta las puertas de Egipto, que se encontraba vacío porque Ptolomeo estaba ocupado con la conquista de Creta. Esto trajo inevitablemente la ira de Crátero, quien desembarco desde Chipre y se lanzó sobre Eumenes con una arrogancia tornada en desesperación cuando sus Escudos de Plata le traicionaron en batalla, y yo conseguí otra victoria más. Egipto estaba abierto ante mí.


Un general menor - Nicanor, creo - me llevó el carro funerario y a Alex junior a la capital de Lidia donde se encontraba Antigono. Allí era donde tenía pensado enterrar a Alejandro Magno junto a Cleopatra, pues era en Asía Menor donde se encontraban las únicas ciudades mayores que yo  controlaba y en las que se podían oficiar las ceremonias correspondientes. Lo tenía todo. Las mayores puntuaciones de  legitimidad y estaba a punto de tumbar 6 puntos del rojo en Egipto. Y entonces...


... el jugador amarillo me jugó traición, con Poliperconte robó el cuerpo de Alejadro Magno que le había acercado hasta la distancia adecuada tras argucias, batallas y riesgo, y se lo llevó a Pella para enterrarlo como Zeus manda y proclamarse ganador. Enhorabuena al jugador ganador, Wolfie.


Entre risas por un final tan inesperado, recogimos el juego y nos fuimos a casa. Los muchos giros de guion de la partida son típicos de Successors y lo que hacen que merezca la pena jugar una partida y otra a este juego. Son cosas que suceden de forma un tanto inevitable, como en una tragedia griega. Cada uno se lanza a un curso de acción que es obvio que tiene que tomar para intentar ganar, y la fortuna se vuelve contra él y echa sus planes por tierra, para volver a colocarle en primera posición después.


Pendiente queda una entrada con lo que pienso de esta nueva edición. Valga como adelante no obstante que, si no tienes este juego, lo recomiendo muy encarecidamente en la edición que sea.


Viernes santo. El Estruje Contraataca.


De nuevo había quedado en el Club Dragón, esta vez para jugar a Struggle of Empires, cariñosamente conocido como El Estruje. Varios de los asistentes se lamentaron por no llegar al máximo de 7 jugadores. Éramos 6. Personalmente pienso que no hay tanto de que lamentarse. He jugado al Estruje con varios números de jugadores, incluso a 3, y el juego funciona siempre como un tiro. Lo que pasa es que hay cierta manía por ahí con los huecos y por la que siempre hay que jugar todos los juegos con lo máximo en todo. Máximo en jugadores, máximo en reglas opcionales, máximo en expansiones...


En este caso no había expansiones, sobre todo porque la edición que yo ponía en mesa era la antigua, la de Warfrog. Hice una rápida pero exhaustiva explicación de las reglas a una jugadora y en seguida entramos en el fregado. En la primera guerra casi todos estuvimos preparando nuestras fuerzas con losetas de avances y reclutando fuerzas. Siendo tantos jugadores era más probable que te quedases sin alguna de las losetas que deseaba. En mi caso me hice con Banking para mí reino de Prusia, pero no llegue a tiempo de tomar ni Servicio Diplomático ni Pressgangs. Austria fue un poco más agresiva en esta apertura, con algunos ataques que pagó caros en descontento.

Durante la segunda guerra lo más llamativo fue que las losetas de Reforma Gubernamental volaron. Eran un poco la solución de los jugadores que no sabían que hacer. Los que si lo tenían claro fueron más activos, lanzando ataques aquí y allá para lograr incrementar su puntuación. Yo me mantuve principalmente a la espera y lancé muy pocos ataques. Al acabar compartía la cola de la puntuación con Francia, aunque me hallaba cómodo con los descontentos me di cuenta que no iba a ganar. Holanda e Inglaterra encabezaban la clasificación.


La tercera guerra se desarrolló con cierta agilidad y rapidez por parte de los jugadores, lo que es de agradecer. He sufrido muchas partidas de Estruje en las que los contendientes sobreanalizaban la última guerra intentando extraer hasta el más mínimo punto de victoria y alargando la duración de la partida más de lo deseable. De nuevo ataques aquí y allí para mantener mi puntuación e intentar rascar algo más, como en el Báltico donde me estrellé con todo el equipo. La hegemonía en los German States no ayudó mucho a Francia a subir posiciones. Al final España escaló desde las posiciones intermedias de la segunda guerra y le gano la partida a Inglaterra, que perdió su posición de cabeza por descontento.


Una partida muy grata a un juego que llevaba sin jugar ya años desde antes de la pandemia. Mejor partida aún gracias a los participantes, cuyas decisiones fueron siempre justificables aunque uno no estuviera de acuerdo con ellas. Durante un tiempo estuve algo desencantado con Estruje porque uno siempre esta a la merced de la tontería de algún jugador que hace algo que no le gana nada - incluso pierde - pero te arrastra consigo. En esta partida no sucedió así, y la prueba de ello fueron las zonas que compartíamos espacio dos o más jugadores sin iniciar conflicto porque nos beneficiaba el status quo.


Sábado... ¿santo?. Chooo-chooo motherfucker!


Durante el confinamiento de 2020 alguien dijo que de esta íbamos a salir mejores. El único a quien he visto cumplir este pronóstico es a Will, a quien llevaba más de dos años sin ver y que se pasó este sábado 16 de abril por mi domicilio para disputar una partida de 1856. Un 18XX ambientado en Canadá. Tanto Flojich como Freddy asistieron también a la convocatoria.


Las diferencias de 1856 respecto a 1830 - que constituye la base para toda la familia de juegos - son:

  • No es preciso emitir el 60% de las acciones para flotar una empresa, al principio basta con el 20%.
  • Una empresa pública únicamente cuenta con tanto capital como el par por las acciones compradas por los jugadores.
  • Se pueden pedir prestamos al gobierno, de 100$ cada uno con interés de 10$.
  • Llegado un momento el estado reclama la devolución de los préstamos. Las empresas que no pueden pagarlos desaparecen y son refundidas en la CGR, empresa de ferrocarriles gubernamental.
Con este planteamiento me propuse no comenzar fundando una empresa por mi cuenta, sino ir entrando en el capital de aquellas que mis adversarios fueran flotando para recoger dividendos e incremento de valor de las acciones hasta que pudiera flotar una empresa por mi cuenta con todo el capital que necesitase. Esta parte del plan salió como pensaba.

Inicio de la partida. Con buena parte del mapa aún por explotar.

Donde me equivoque fue en una fase posterior, en la que me sorprendió la velocidad a la que se compraban trenes y no aproveche la ocasión para vender una privada a una de mis compañías ni de cargar esta con préstamos como si hicieron el resto de jugadores, que de esta manera se encontraron como accionistas de la CGR mientras que yo tenía que apoquinar 300$ de mi bolsillo para un tren. No fue lo bastante para hundirme, dado que quedé tercero tras Freddy y Flojich, pero si fue una clara indicación de que estaba más perdido que el alambre del pan bimbo.

Fase final del juego.

En conjunto una grata experiencia de partida de 18XX, en la que posiblemente fui lastrado en parte por tener que gestionar la banca a la vez que mi parte de la partida. Es un juego con un desarrollo curioso y cierto riesgo de ruina financiera que le da emoción. Un mapa nuevo y reglas algo diferentes que insuflan nueva vida al género sin complicarlo demasiado. Tardamos unas 5 horas en completar esta partida.


Domingo de resurrección. No Retreat Resurrection.


El domingo por la mañana supuso para mí un retorno a la rutina, al quedar de nuevo en el Club Dragón con Mirmillon para la partida de Absolute War que llevamos disputando desde las últimas semanas.


De momento le va bien al bando soviético, que yo comando. Durante esta sesión detuvimos la ofensiva alemana de verano de 1942 y retomamos la iniciativa estratégica durante el invierno. Por otro lado. Mirmillon se ha concentrado en el asedio de Sevastopol, y esta ciudad parece que esta a punto de caer.

Aún pendiente de una reseña a fondo con este Absolute, mis impresiones hacia el juego resultan un tanto ambivalentes. Por un lado es un juego muy novedoso en un montón de cosas y transmite una narrativa del Frente Ruso bastante intensa. Por otra parte, mi juicio sobre este juego esta fuertemente sesgado por mi experiencia previa con No Retreat! del mismo diseñador y con el mismo tema. Todo lo que puedo decir por ahora es que Absolute War es un juego bastante bueno sobre el Frente Ruso y que aquellos que ya tienen No Retreat! no necesitan comprarse este.

Y eso pone fin a cuatro días intensos para mí en lo que a juegos se refiere. Lo mejor de estos cuatro días es la sensación de que - esta vez sí - hemos retornado a la normalidad en lo que a reunirse gente se refiere, y gracias a esto me va a ser posible recuperar algunos juegos (multijugador) que con las medidas de distanciamiento estaban condenados.