jueves, 19 de septiembre de 2019

Campeonato Mundial de Friedrich 2019. Una visión personal

Otro año más he visitado la capital de Alemania a comienzos de septiembre para medir mis fuerzas en el campeonato de Friedrich más importante de la temporada. Me acompañaban cuatro amigos con los que intercambié opiniones, experiencias, y buenos momentos en el ambiente amigable y desenfadado del campeonato.

El campeonato tuvo su inicio en la tarde del 6 de septiembre, y me tocó en suerte comenzar jugando con Rusia. Mi contrincante - el único jugador proveniente de Suecia - era un veterano que ha llegado a tres finales en nuestro CAFE. No prometía ser una partida fácil para mí, pero aún así logré hacer bastantes progresos (eliminando a Lehwaldt, P8, en el turno 2) hasta que el destino se llevó a la zarina por delante en el turno 6 dejándome por el momento con 5 puntos. Y así, con apenas hora y media de campeonato detrás mía, mis posibilidades de llegar a la final se veían reducidas a francamente escasas.
Situación al final del turno 6, justo antes de leer la carta de Elisabeth. Se puede contemplar como Prusia Oriental estaba despejada y con P7 bastante cercado en Kammin.
Nuestro jugador francés era el veterano AT, dos veces campeón en Berlin y otras dos en Madrid, y que llevó a cabo una eficiente tarea con el hanoveriano, lo que le permitió amenazar Halberstadt y Magdeburgo. Pero nuestro austríaco era una de las jóvenes promesas de Berlin, y no precisamente la que estaba más curtida. Consideré que la mejor ayuda que podía prestar a mis aliados era retener a las 6 tropas de Dohna (P7) en mi frente, atacando lo que pude (llegué a robar 3 reservas) y logrando arañar un 6º punto para mi degradada causa. Acabamos la partida a eso de las 21:15, indudablemente chasqueado por mi mala suerte, aunque contento por el desempeño que había tenido sobre el tablero.

Entre los jugadores que proveníamos de España cundía cierto desaliento. Yo era el que menos había puntuado. Otros dos compañeros míos habían hecho 7 y 8 puntos. La nota positiva la pusó C_M que logró arrancar una muy meritoria victoria con Prusia de sus oponentes y de su propio agotamiento. No. No había dormido mucho el colega.

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Aún me quedaban por delante otras dos partidas como aliado y mi partida como Prusia el domingo por la mañana. En las dos primeras mis posibilidades de victoria y clasificación dependían en gran medida de mis contrincantes. El sábado por la mañana tuve suerte, al tocarme como Prusiano otra joven promesa berlinesa sobre la que no sabía nada, aunque la tendencia es que los nuevos cometan muchos errores.

Este fue el caso de mi contrincante en esta partida. Adoptó una estrategia poco convencional de defender en corazones contra Rusia y en picas contra Francia, siendo muy agresivo contra el jugador francés desde muy temprano en la partida, invirtiendo muchas cartas en picas para derrotarlo. Esta estrategia perjudicaba notablemente a mis dos aliados, pero es que encima el corte del mazo del destino comenzó a dañarles aún más. Francia dejó el tablero al acabar el turno 7, y Rusia lo hizó al turno siguiente. El jugador que llevaba a esta última nación nos hizo un feo cuando nada más empezar el turno 9 nuestro joven prusiano hizo un movimiento para atacar a la desamparada pieza sueca. El jugador ruso-sueco farfulló algo, tiró sus cartas al suelo, recogió sus cosas y se levantó de la mesa. Un comportamiento poco digno de un veterano como lo era él, aunque Richard Sivél, diseñador del juego y organizador del evento habló con él y consiguió que retornara para finalizar la partida.
Victoria austríaca lograda a pesar de que Rusia y Francia no se podían haber ido más temprano. Todo cortesía de los errores prusianos.
Entretanto, yo iba a lo mío. Un general apoyando al Imperio en el oeste. Otro avanzando directamente sobre Sajonia con 8 tropas y que conquistó los objetivos de allí ante el repliegue enemigo. Los otros tres generales y 20 tropas hicieron una torre triple y enfilaron contra Schwerin y Keith (P4 y P5) que empezaron a replegarse de un sector a otro y a ceder objetivos. Haber plantado carta a Francia tan pronto en picas le pasó factura a mi querido enemigo al impedirle hacer lo propio contra mí en Breslau, donde me hubiera podido detener de manera más efectiva. En lugar de eso pronto acabó acorralado defendiendo Liegnitz como último objetivo remanente. No tenía gran cosa que hacer, puesto que en el palo decisivo - tréboles - yo disfrutaba de una importante ventaja. Me alce con la victoria en el turno 11. Mi adversario confesó que había pensado resistir en diamantes contra mí, pero que no le llegaron las cartas adecuadas a la mano, y por ello estuvó replegandose a un lado y al otro hasta quedarse sin opciones.

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En la ronda de la tarde del sábado me tocaba jugar con Francia, y repetía con ella mi oponente prusiano de 2016, el afable Chr. Mi victoria en aquel entonces me dió el acceso a la final aquel año. Repetir ese resultado esta vez me hubiera permitido acceder una vez más a la final, a pesar del mal resultado de mi primera partida. La siguiente partida la jugaba con Prusia y hasta ahora no había sido vencido en las clasificatorias con ese bando.

Una cosa que caracteriza a Chr como jugador es que se ve obligado a hacer pausas bastante frecuentes durante la partida. Cada tres rondas varios minutos de pausa. A ello había que sumarle a mis dos aliados - Austria y Rusia - otros dos germanos y empedernidos fumadores, que necesitaban de sus propias pausas para dar rienda suelta a su adicción. Esto alargo la partida desde las 5 y media de la tarde hasta más allá de las 12 de la medianoche. Algo que no parecía importarle a mis compañeros de mesa, pero si a mí por el reto que me aguardaba a la mañana siguiente: seguir imbatible con Prusia un año más.

Por lo demás, Chr era uno de los oponentes que era posible batir, con un juego que sufría de bastantes puntos débiles. Durante la primera mitad de la partida todo fue acorde con esta impresión que tenía de él. Rusia metía mucha presión, y contra Austria Prusia se iba retirando de un lado a otro, hasta que el único objetivo primario que le quedaba para defender era Liegnitz, en el incómodo sector de tréboles de Silesia central. Las únicas buenas noticias para Prusia vinieron de mi frente, donde la cagué ya en el turno 1 al confundirme en el palo de la carta que había robado y sufrir la destrucción de F2 y 8 tropas en el turno 2. Mi avance se vió ralentizado, aunque no detenido.

Alrededor del turno 8 se dieron una serie de circunstancias que cambiaron el tono que hasta entonces tenía la partida y le dieron aire a Prusia. La primera es que Macstrass, nuestro austríaco, lanzó un ataque desde diamantes a tréboles (de Bautzen a Löbau) contra Chr. Éste último gastó una gran cantidad de cartas de trébol para vaciar la mano de diamantes austríaca. Prusia hubiera debido pagar un elevado precio por esta jugada, dado que trébol era precisamente el color que estaba empleando también contra Rusia. Pero justo en ese momento la zarina pasó a mejor vida, a Chr le salieron las cuentas, y aunque perdió Liegnitz liberó Zittau, que paso a defender desde diamantes. Austria nunca recupero la mano de diamantes.
Una cerveza durante la partida ayudó a aliviar la larga duración de la misma, y además nos reímos bastante.

Macstrass hizó un intento de cortar el suministro prusiano en Sajonia, pero termino abandonando esta idea - que en mi opinión debiera haber proseguido hasta sus últimas consecuencias - y lanzó mas ataques en diamantes en los que saco la pajita más corta. Las reducciones de subsidios se hicieron esperar. Por mi parte, logré neutralizar Hannover y conseguir los 8 puntos de rigor que están más fácilmente accesibles. Pero Halberstadt y Hannover se me resistieron dado que robando 3 cartas por turno jamás iba a sacar más corazones que mi adversario. Aún así, tuve una oportunidad justo al final, cuando Chr - que llevaba varias rondas jugando limitado al cronómetro - cometió el error de ponerse a tiro de mis picas. Pero en ese momento cometí otro error muy tonto y jugué una carta que le permitió escaparse y dar gracias. Me encontraba cansado y preocupado por no estar descansado para el domingo. Chr se alzó con su primera victoria con Prusia en este campeonato, y a mi entender fue una victoria merecida a pesar de sus propios errores.

Al final de esta jornada Ringard había ganado sus dos partidas y tenía opciones a la final. Friki también ganó una partida con Rusia por la mañana. Los cuatro jugadores de la península nos habíamos anotado cada uno una victoria y teníamos salvada nuestra honra.

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Pero mi honra me exigía algo más a nivel personal: mantenerme imbatible otro año más como Prusia en las clasificatorias. Para ello debía ganar la partida que jugaba el domingo por la mañana con ese bando. Había dormido profundamente, aunque no muchas horas a causa de lo tarde que había terminado mi última partida del sábado. Ante mí Rusia era liderada por el diseñador del juego, Richard Sivel, que era un rival problemático. No menos problemático era el germano CB, con quien había jugado alguna partida privada en su localidad de residencia en el sur de Alemania. Entre ambos Austria era llevada por AS, el cuarto en liza de los neoberlineses y un jugador capaz, aunque un poco inexperimentado.

Dada la calidad de mis rivales, sufrí bastante presión desde el principio. Presión que fue agravada un pequeño error de cálculo que me hizo imposible defender Sajonia aunque tuve una excelente mano de diamantes. En un momento dado deje que el propio Federico el Grande fuera cercado y destruido cerca de Magdeburgo. Tras la partida explique que esa jugada había sido para mi un riesgo calculado. Si hubiera ganado la batalla hubiera podido plantarme antre Francia en corazones, y si la perdía - como así fue - ayudaba a Hannover haciendo un dispendio muy grande en cartas. Es decir, que Hannover pasaba a ser el centro de mi defensa contra Francia. Y así fue durante el resto de la partida con bastante éxito.
Final de la partida, con Silesia agarrada por las puntas de las uñas.

Rusia, entretanto, me estaba dejando sin tréboles, y tuve que efectuar una retirada táctica detrás de una frontera de diamantes para resistir un turno más. Pero no hizo falta, porque justo en ese momento (turno 9) la zarina pasó a mejor vida y yo tenía un problema menos. Desde ahí mis principales preocupaciones fueron dos: Austria y el reloj. La primera me hizo un favor olvidandose del imperio y centrandose en Silesia. El segundo me tomo un tanto por sorpresa y me tuvo contra las cuerdas en los últimos 5 turnos. Mi suerte prosiguió al salir tarde las reducciones de subsidios (turnos 17 y 19), pero poco a poco fuí quedándome sin recursos en Silesia. Logre llevar a Heinrich (P3) a través de Polonia como refuerzo y salvar la situación en los últimos turnos defendiendo el extremo oriental de Silesia hasta completar otra partida como Prusia con éxito en el turno 23.

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Nada de esto sirvió para clasificarme. La mala suerte de mi primera partida pesaba demasiado. Pero Ringard si que consiguió clasificarse de nuevo, y jugar de nuevo en la final como Rusia. Mas no le bastó para ganar. En esta ocasión la zarina no fue a la tumba en el turno 6, pero su mano de cartas era bastante lamentable, a pesar de lo cual hizó lo que pudo para incordiar al prusiano. Éste, JMc, un veterano jugador de York en el Reino Unido. Este, sin embargo, logró acabar la partida triunfante y alzarse como nuevo campeón mundial de Friedrich, llevándose el primer trofeo para las Islas Británicas. ¡Enhorabuena!



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