Un cerdo y una gallina se juntaron una vez para abrir una tienda. En la tienda se vendían huevos y jamón. Un día el cerdo se acerca a la gallina y le dice: "Creo que no te has comprometido a fondo con nuestro proyecto".
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Entre el viernes 7 y el domingo 9 de septiembre muchos de los que leeran esto habrán estado divirtiendose en las jornadas Ludo Ergo Sum. Ese no será mi caso, porque yo me encontraba en Berlin, jugando en el campeonato mundial de Friedrich de este año. Como no.
La verdad por delante. Yo acabé en el puesto 21 de 32 participantes. Pero al menos uno de los que venían desde España logró llegar a la final. Así fue como sucedió.
Dos novedades marcaron este campeonato para nosotros. Una fue el alquiler de bicicletas que nos sirvió para movernos por Berlin de forma económica y muy agradable.
La otra fue el anuncio de una página web para jugar online a Friedrich. El juego no está implementado al 100%. Faltan los eventos secundarios. Nunca se va a morir el perro de Soubisse, ni a Daun le entrará una pajara. Aún así es el 90% del juego original y la mejor opción que hay ahora mismo para jugar online.
Dos novedades marcaron este campeonato para nosotros. Una fue el alquiler de bicicletas que nos sirvió para movernos por Berlin de forma económica y muy agradable.
Listos para el campeonato. |
Viernes 7 de septiembre por la tarde.
Me tocaba empezar con Austria. Ante mi como prusiano tenía al veterano ML. Finalista de todos los campeonatos de Friedrich aunque no fuera ganador de ninguno. Así que en principio sería un contrincante díficil. Los otros dos jugadores eran nuevos para mí. Flk venía de Stuttgart con un grupo de nuevos jugadores, y se sentaba a mi izquierda con Francia. A mi diestra Alx., un joven jugador de Berlin, llevaba a Rusia.
Hice mi apertura tradicional, formando una torre triple con A1, A4, y A5 para atacar Silesia inmediatamente, mientras que A3 se desplazaba por la carretera este-oeste de Bohemia y después avanzaba al norte para cubrir al Imperio y apoyar a Francia. A2 avanzaba por el centro, en el sector de trébol. Muy rápidamente se constató que Prusia defendía en el sector de diamantes tanto en Silesia como en Sajonia. En principio me daba igual, seguía atacándole en Silesia con una ventaja de 7-9 puntos un turno tras otro con la idea de desgastar su mano de cartas. Confíaba en que eventualmente se quedase sin diamantes.
Entretanto mi apoyo a Francia daba efecto con él Flk conquistando Magdeburgo y Halberstadt gracias a mi apoyo, como él mismo reconoció entusitastamente tras la partida. En cambio, el jugador ruso parecía ser el típico novato vacilante, puesto que no comenzó su primer ataque hasta el turno 8.
Y entonces ocurrió algo curioso. ML replego P7 (Dohna) desde el sector de tréboles en Kammin a Rummlesburg, detrás de la frontera del sector de picas, a donde le siguió nuestro joven jugador con sus rusos.
Luego se quedó allí y esperó tranquilamente a que las dos piezas rusas le cercaran y le atacasen desde dos palos (tréboles y picas). En la subsiguiente batalla la mano de tréboles rusa le ganó a la mano de picas (y dos reservas) de Prusia, y P7 quedó destruido.
Al mismo tiempo, en Prusia Oriental quedaba un general prusiano (P8) precisamente en el sector de picas defendiendo el último objetivo. Aún a pesar de haber limpiado de forma ostensible la mano de cartas prusiana de toda carta del palo de picas, el jugador más joven de la mesa todavía tardó 5 eternos turnos en montar un ataque en condiciones que terminase de limpiar esta última resistencia. Simplemente, no terminaba de creerse que había conseguido ganar la partida ya en el turno 11. Terminó en el 16.
Yo de esta salí con 5 miserables puntos y un par de conclusiones acerca de la estrategia austríaca cuando ni las cartas tácticas ni las del destino te favorecen. La primera es que no vale la pena enviar apoyo a Rusia. Yo lo intenté, pero fue una pérdida de tiempo. Tarda demasiado. La segunda es que en ese tipo de situaciones (todo adverso) la mejor oportunidad de Austria esta en una victoria imperial.
Sábado 8 de septiembre por la mañana.
En esta mañana de sábado me tocaba jugar con Francia. Es un lado cuyas únicas posibilidades ante un prusiano medianamente eficaz consisten en tomar los 8 objetivos defendidos por Hannover y dar gracias.
El prusiano que tenía ante mi no era eficaz. O tal vez lo fuera sólo un poco, y eso a ratos. Era AB, uno de los promotores del campeonato de York. Cuando el prusiano es uno de estos con tendencia a cagarla Francia puede ganar. Pero es un poco una lotería que depende de dónde la cague el prusiano, cuanto tiempo tarde en caerse con todo el equipo, y que no le dé por concentrar demasiada fuerza contra tí.
AB la cagó en el turno 2. Atacó a un general ruso en Prusia Oriental y le volaron la pieza del tablero. En su defensa puedo decir que yo tampoco hubiera imaginado que 3 de las 4 cartas del ruso en ese momento fueran tréboles. Pero lo cierto es que al pobre AB ese revés nada más empezar le dejó los nervios hechos un cristo. Me daba hasta un poco de pena, de los años que le veo jugando y de los que parece no aprender nada nuevo, y de como le temblaban las manos en ocasiones al coger las cartas.
Desde aquello su defensa contra Rusia careció de toda coherencia. Se defendió en todos los palos y en ninguno en concreto. Deseando cada turno que saliese la carta de Elisabeth. El final le llegó de forma un tanto cómica cuando, tras un combate contra la pieza sueca en diamantes en Stettin, se retiró un espacio desde dónde todavía cubría el último objetivo de Rusia. Nuesto amigo prusiano no tenía que hacer nada, puesto que el general sueco estorbaba al ruso. Pero no, el muy torpe no podía resistirse a atacar a lo único que había entre él y la derrota más absoluta, de forma que cuando le llegó el turno al ruso, éste - que resulto ser el primer clasificado para la final - tuvo vía libre para tomar su último objetivo y llevarse la partida. Era el turno 12.
Un turno - como mucho dos - más, y yo también hubiera ganado. Austria se había quedado bloqueada en Silesia - la única parte de la defensa prusiana que funcionó, y seguro que fue de chiripa - y se lanzó como un lobo a una victoria con el Imperio que requería luchar en el sector de corazones de Magdeburgo. Hay que reconocer que nuestro jugador de Austria, otro de los nuevos de Berlin, promete bastante. Logro machacar la mano de cartas de corazones de nuestro despistado prusiano, y con elló me hizo el trabajo sucio. Yo sólo tenía que lanzar un ataque al turno siguiente para limpiar al último prusiano que quedaba más al norte y tomar un objetivo hannoveriano que me quedaba. Al final me llevé mis 8 puntos y muchas gracias.
Sábado 8 de septiembre por la tarde.
En la siguiente partida a mi no me tembló la mano, y eso que también me tocaba jugar con Prusia. En las semanas pasadas me había imaginado a mi mismo con este rol en el campeonato y enfrentado a los jugadores de primerísima línea. Afortunadamente para mí, no fue así en esta ocasión. Me tocaron jugadores que, si bien no se chupaban el dedo, se podría decir que pertenecían a las categorías medias.
En mi contra tuve a Lord Bute en el turno 6, con su consiguiente reducción de subsidios. Y antes de eso una serie de errores a los que conseguí sobreponerme. Me equivoque contando un par de veces con Hannover y como consecuencia de eso tuvé que recomprar H1 entero con 7 tropas. Y en Prusia Oriental olvidé mover una vez al general que tenía allí y que estaba en posición de ser cercado, pero el ruso no atacó (demasiados pocos corazones en su mano, me dijó luego).
Ese general prusiano (P8) en el borde oriental del tablero cumplió plenamente su función aguantando hasta el turno 7 u 8. Aún así, reforcé a P7 con P3 que provenía desde Berlin, lo que me permitía retirarme tras el sector de diamantes ante el ruso si la situación lo requería. Contra Austria mi defensa se basó en una superioridad en picas en el sector de Breslau que logré afirmar desde bastante pronto. Perseguí al Imperio hasta su destrucción, y al hacerlo logré colar una pieza (P2) con tren de suministro en Bohemia para hostigar. Finalmente, mis descalabros iniciales no me impidieron montar una Defensa en Triángulo frente a Francia.
Así que, en general, fue un juego que tuvé bastante controlado a pesar de consumir casi todo el tiempo de mi reloj (127 minutos de los 130 que teníamos). Hubo algún momento de peligro cuando el austríaco hizó algún intento de apoyo a Francia en torno a Magdeburgo, pero lo resolví enviando refuerzos de otras partes. Al final tenía en torno a 4 generales allí. Una vez más consigo mantener mi imbatibilidad como Prusia en las clasificatorias.
Domingo 9 de septiembre por la mañana.
En esta mañana de sábado me tocaba jugar con Francia. Es un lado cuyas únicas posibilidades ante un prusiano medianamente eficaz consisten en tomar los 8 objetivos defendidos por Hannover y dar gracias.
El prusiano que tenía ante mi no era eficaz. O tal vez lo fuera sólo un poco, y eso a ratos. Era AB, uno de los promotores del campeonato de York. Cuando el prusiano es uno de estos con tendencia a cagarla Francia puede ganar. Pero es un poco una lotería que depende de dónde la cague el prusiano, cuanto tiempo tarde en caerse con todo el equipo, y que no le dé por concentrar demasiada fuerza contra tí.
AB la cagó en el turno 2. Atacó a un general ruso en Prusia Oriental y le volaron la pieza del tablero. En su defensa puedo decir que yo tampoco hubiera imaginado que 3 de las 4 cartas del ruso en ese momento fueran tréboles. Pero lo cierto es que al pobre AB ese revés nada más empezar le dejó los nervios hechos un cristo. Me daba hasta un poco de pena, de los años que le veo jugando y de los que parece no aprender nada nuevo, y de como le temblaban las manos en ocasiones al coger las cartas.
Desde aquello su defensa contra Rusia careció de toda coherencia. Se defendió en todos los palos y en ninguno en concreto. Deseando cada turno que saliese la carta de Elisabeth. El final le llegó de forma un tanto cómica cuando, tras un combate contra la pieza sueca en diamantes en Stettin, se retiró un espacio desde dónde todavía cubría el último objetivo de Rusia. Nuesto amigo prusiano no tenía que hacer nada, puesto que el general sueco estorbaba al ruso. Pero no, el muy torpe no podía resistirse a atacar a lo único que había entre él y la derrota más absoluta, de forma que cuando le llegó el turno al ruso, éste - que resulto ser el primer clasificado para la final - tuvo vía libre para tomar su último objetivo y llevarse la partida. Era el turno 12.
Un turno - como mucho dos - más, y yo también hubiera ganado. Austria se había quedado bloqueada en Silesia - la única parte de la defensa prusiana que funcionó, y seguro que fue de chiripa - y se lanzó como un lobo a una victoria con el Imperio que requería luchar en el sector de corazones de Magdeburgo. Hay que reconocer que nuestro jugador de Austria, otro de los nuevos de Berlin, promete bastante. Logro machacar la mano de cartas de corazones de nuestro despistado prusiano, y con elló me hizo el trabajo sucio. Yo sólo tenía que lanzar un ataque al turno siguiente para limpiar al último prusiano que quedaba más al norte y tomar un objetivo hannoveriano que me quedaba. Al final me llevé mis 8 puntos y muchas gracias.
Sábado 8 de septiembre por la tarde.
En la siguiente partida a mi no me tembló la mano, y eso que también me tocaba jugar con Prusia. En las semanas pasadas me había imaginado a mi mismo con este rol en el campeonato y enfrentado a los jugadores de primerísima línea. Afortunadamente para mí, no fue así en esta ocasión. Me tocaron jugadores que, si bien no se chupaban el dedo, se podría decir que pertenecían a las categorías medias.
En mi contra tuve a Lord Bute en el turno 6, con su consiguiente reducción de subsidios. Y antes de eso una serie de errores a los que conseguí sobreponerme. Me equivoque contando un par de veces con Hannover y como consecuencia de eso tuvé que recomprar H1 entero con 7 tropas. Y en Prusia Oriental olvidé mover una vez al general que tenía allí y que estaba en posición de ser cercado, pero el ruso no atacó (demasiados pocos corazones en su mano, me dijó luego).
Ese general prusiano (P8) en el borde oriental del tablero cumplió plenamente su función aguantando hasta el turno 7 u 8. Aún así, reforcé a P7 con P3 que provenía desde Berlin, lo que me permitía retirarme tras el sector de diamantes ante el ruso si la situación lo requería. Contra Austria mi defensa se basó en una superioridad en picas en el sector de Breslau que logré afirmar desde bastante pronto. Perseguí al Imperio hasta su destrucción, y al hacerlo logré colar una pieza (P2) con tren de suministro en Bohemia para hostigar. Finalmente, mis descalabros iniciales no me impidieron montar una Defensa en Triángulo frente a Francia.
Así que, en general, fue un juego que tuvé bastante controlado a pesar de consumir casi todo el tiempo de mi reloj (127 minutos de los 130 que teníamos). Hubo algún momento de peligro cuando el austríaco hizó algún intento de apoyo a Francia en torno a Magdeburgo, pero lo resolví enviando refuerzos de otras partes. Al final tenía en torno a 4 generales allí. Una vez más consigo mantener mi imbatibilidad como Prusia en las clasificatorias.
Domingo 9 de septiembre por la mañana.
A pesar de todo, la victoria de la víspera anterior no me permitía llegar a la final. Ahora me tocaba jugar con Rusia y me lo tomaba con calma. La filosofía con Rusia es que no tienes nada que perder, así que me lancé al ataque desde bastante pronto tanto en Kammin con dos generales apilados y 12 tropas, como en Prusia Oriental, dónde el prusiano se asentó para defender en picas. Afortunadamente robé muchas cartas de este palo, por lo que pudé emplearme a fondo y acabar disuadiendo al Prusiano - jugado por el campeón de hace 2 años - que cualquier resistencia allí era fútil.
Aún así, dos generales azuloscuros estaban merodeando por Polonia tras haber evacuado Silesia, y uno de ellos acabó volviendo a Prusia Oriental. Me quedé contento con dejarle un general ruso vigilante hasta que la zarina murió en el turno 12. A esas alturas, como me confesó mi oponente prusiano más tarde, tan sólo le quedaban 2 cartas en trébol. A mi me quedaban 3.
Con Suecia no había mucho que hacer, así que lo acabé aparcando frente al depósito de Hannover en Stade para ayudar al francés. Nuestro jugador francés era como el jugador prusiano de mi mañana del sábado. Lleva viniendo desde hace años al campeonato, pero su juego no parece mejorar en nada. Un hannoveriano se le había colado por el sur, y el otro se había ido de vacaciones a Sajonia. Francia podía haber ganado esta partida perfectamente haciendo consecutivos ataques de desgaste con 2 generales de 18 tropas frente a un prusiano de 3 tropas. En lugar de eso, hizó un único ataque con un único general en el que dilapido todas sus cartas. Y todo ello para poder decir luego "hice todo lo que pude". ¡Manda huevos!.
El jugador austríaco, por su parte, se quedó bloqueado por una escasez de diamantes. Sufrió dos cercos en los que perdió una cuarentena de tropas, y en un momento determinado gastó 126 puntos en cartas de golpe para recomprarlas. No tengo motivo para criticarle de forma manifiesta. Lo único que se me ocurre es que podía haber intentado cortar el suministro prusiano en Sajonia. A favor tenía que uno de los suministros prusianos estaba dando vueltas por Polonia. En contra que tenía que dejar un general en guardia frente al prusiano que también estaba allí.
Por mi parte, me llevé 5 miserables puntos, lo que me dejó en un puesto muy bajo en la tabla (21 de 32). Durante la final - más adelante la comento - estuvé un rato de charla con otros jugadores. Un tema que nos llamó la atención eran aquellos jugadores cuya forma de jugar no resulta nada convincente pero que, de forma sistemática, obtienen buenas puntuaciones en el campeonato. Mi jugador prusiano del sábado por la mañana y el francés del domingo fueron dos ejemplos.
En el campeonato sucede que puedes jugar para ganar, o para puntuar. Lo primero es más arriesgado, y si falla te quedas con pocos puntos. Lo segundo es más seguro, e incluso te permite llegar a la final en los campeonatos menores de Madrid o York, pero necesitas ganar 2 partidas para poder llegar a la final en Berlin, y esta forma segura no da esto a menos que tengas muchísima suerte.
La imagen de arriba da una visión de esto. Las flechas en rojo indican los movimientos en los turnos impares (1, 3, y 5) las verdes en los turnos pares. Desde los puntos de partida y suponiendo que P7 se mantiene estático en la posición de Wangerin (que es muy fuerte) un ataque directo que - eso sí - no intenta conquistar ninguna badera se puede hacer en el turno 2. En cambio, si desvio las piezas rusas hacía el sur para tomar la bandera más meridional (Küstrin) y después colocarme en posición para amenazar dos banderas con el primer ataque, este se produce en el turno 5. 3 turnos de retraso para tomar una bandera y maximizar puntos. 3 turnos que, a la hora de intentar ganar la partida, pueden marcar muchas diferencias. 3 turnos para 1 punto de la clasificación que equivale a varios puestos en la tabla. La forma segura contra la forma arriesgada...
... y para mí, una excusa cojonuda para explicar mi posición de mierda en el campeonato.
La Final.
Ringard llegó a la final. A pesar de exhibir bastantes nervios durante la clasificación. Para ello tuvo que lograr 3 victorias, y aún así fue el último de los 4 clasificados. Dado que el primero tomo Francia (imaginamos que por cansancio) a nuestro Ringard le tocó jugar con Rusia. Ante sí tenían a AT, quien tan vez sea el mejor jugador con Prusia en este momento.
Era la segunda vez consecutiva que Ringard llega a la final, lo que demuestra su calidad como jugador. También era la segunda vez consecutiva que jugaba dicha final con Rusia. Otra cosa se repitió esta vez. Rusia se fue de la partida a las primeras de cambio (turno 6). Con este panorama - nuestro mejor jugador de España fuera de juego y con la suerte sonriendo al mejor jugador prusiano posible - la final perdió todo interés para mí y me pasé buena parte del tiempo fuera de la calurosa sala de juego, disfrutando de una agradable noche berlinesa de septiembre mientras hablaba con los que iban saliendo de la sala. Fue un final un tanto amargo para Ringard, pero si de algo estoy seguro, es de que es el único de los que estuvimos allí que no tiene nada de que arrepentirse.
Gracias por el informe, es un juego que tengo pero que debido a la falta de gente no he conseguido sacar a mesa (el Maria sale con mucha mayor facilidad) y ahora que está online me pondré con el Friedrch
ResponderEliminarAsí que acepto cualquier tipo de consejo ;-)
Enhorabuena y a seguir así