𝕯𝖎𝖊 𝕽𝖊𝖎𝖈𝖍𝖘𝖗𝖚𝖓𝖉𝖊
MOVER O NO MOVER. ESA ES LA CUESTIÓN.
Antes de comenzar esta partida, uno de los jugadores me hizo
partícipe de su preocupación por el desequilibrio de las posiciones
iniciales de cada nación. Yo le contesté que lo que realmente me
preocupaba era el desequilibrio que se produce cuando a uno o más
jugadores se les pasa el turno sin haber dado órdenes. No tuvo más
remedio que darme la razón.
Ya llevó bastantes (entre 7 y 10) partidas jugadas online de
Diplomacy, Colonial Diplomacy, y Machiavelli. Y en todas ellas este
asunto de turnos perdidos es el mayor problema para el desarrollo del
juego. Es algo que, si sucede repetidamente, beneficia a algunos
jugadores a costa de otros sin esfuerzo y sin habérselo currado. Es
algo bastante frustrante para aquellos que se toman más en serio el
juego y mueven todos los turnos pero no pueden sacar tajada de la
inacción de otro.
¿Qué hacer? Con el tiempo he aceptado esto como algo normal. Las
partidas online de este juego son largas. Requieren meses de
dedicación. Aunque muchos me han mostrado su entusiasmo por el juego
tras conocerlo, no doy por sentado la participación de nadie, y cada
uno que me dice que sí me parece un regalo. Por eso creo que no
puedo ponerme muy tirano ni exigente a la hora de reglar el
comportamiento de cada jugador. Aparte de eso es que no me gusta.
Considero a cada uno una persona adulta como yo mismo, y renunció
tratar a nadie como un niño si no me da ningún motivo para ello. Y
menos aún por un juego. Al final lo más que puedo hacer es filtrar
los jugadores menos activos de futuras partidas. Aún así, siempre
falla alguno en algún momento. En esta partida al menos todos han
hecho algún movimiento, y todo el mundo (menos Dinamarca) ha fallado
al menos una vez. Ciertamente, hasta ahora no es la peor partida que
he tenido, y eso me basta.
Una opción para incentivar la acción en la partida me la planteó
el jugador que me expresaba su preocupación por el desequilibrio al
comienzo de este artículo: recaudar 200€ de cada jugador que
participa. Por cada turno en el que un jugador no mueva, se deducen
10€ de estos 200€. A la conclusión de la partida, quedamos todos
los jugadores para tomarnos unas cañas, y entonces se le devuelve a
cada uno lo que le corresponde minorado por las “multas”
acumuladas, que se utilizaran para pagar las rondas de cerveza y
pinchos.
La verdad es que la idea hace gracia. Pero no me veo exigiendo 200€
a cada uno al mismo tiempo que le pregunto si quiere participar en mi
partida. Tal vez, eso sí, cada jugador pueda pagar un importe más
económico que sirva para comprar algún pequeño trofeo o regalo
para el ganador. Quien sabe. Estoy abierto a sugerencias.
BIOGRAFÍAS
HOY: BETHLEN GABÓR, REY DE HUNGRÍA
¿Turcos en un juego ambientado en la Guerra de los Treinta Años?
¿Pero eso no sucedió en Alemania? Estas son dos preguntas que me
hacen con algo de perplejidad cuando alguien vé que este 1618 tiene
a los otomanos como uno de sus bandos. La explicación para esto la
doy con un nombre: Bethlen Gabór.
Este
personaje – más conocido en occidente como Gabriel Bethlen, pero
su nombre húngaro me mola más – nació en Transilvania en 1580.
Con ese comienzo más de uno estaréis pensando en el Conde Drácula,
y lo cierto es que la historia de Bethlen es algo similar a la del
famoso noble sólo que en lugar de rumano era húngaro.
No se conoce gran cosa de él, por lo que no me enrollaré demasiado.
Lo importante es que nació en un tiempo y un lugar con un cierto
nivel de caos, aunque con la suerte de ser hijo de un noble. Los
otomanos eran La Potencia Militar en los Balcanes, y eso creaba
problemas en el reino de Hungría. Los turcos tenían al gobernante
húngaro de turno atado bien en corto, y esto lo aprovechaban los
nobles húngaros para sacar tajada a costa de la monarquía, que era
electiva. Las típicas mierdas de “todo pa mí y que se joda el
resto” que han hecho siempre los nobles, vamos.
Los padres de Bethlen murieron siendo él un niño y quedó al
cuidado de un tío suyo, que consiguió impulsar su carrera en los
años siguientes. En su juventud Bethlen fue apoyando ora a un rey de
Hungría, ora a otro según cambiaban las circunstancias y
consiguiendo hacerse con el control de tierras y poder hasta que en
1613 consiguió ser nombrado Príncipe de Transilvania con el
beneplácito tanto de los turcos como del Emperador Habsburgo Matías.
Esto nos indica que la zona de los Balcanes era una región donde las
grandes potencias ejercían su influencia a través de intermediarios
locales, que a su vez intentaban sacar tajada en beneficio propio,
como Bethlen.
La participación de Bethlen en la Guerra de los Treinta Años tiene
su justificación en su credo calvinista, que sirvió de excusa para
organizar un pequeño ejército en apoyo de los rebeldes bohemios y
su rey Federico V del Palatinado, otro calvinista. En realidad, el
conflicto bohemio era una excusa tan buena como cualquier otra para
aumentar su propio prestigio entre sus compatriotas llevándolos
fuera de su país en una prolongada campaña de saqueo que le ha
valido a Bethlen una pésima reputación en Europa Occidental. C.V.
Wedgewood se refiere a él – no sin cierto racismo – como
“swarthy tartar”.
El nivel de rapiña de Bethlen y sus tropas era tal, que resultaban
más perjudicial que beneficioso, incluso en una época en la que era
habitual que los ejércitos viviesen a costa de la población local.
Parece que las tropas de Bethlen tenían una saña extraordinaria por
eso de que para ellos Bohemia y Austria eran “el extranjero” y no
pensaban volver ni asentarse allí.
Tras participar de la derrota en la Montaña Blanca en 1620 aún
siguió pululando por los bordes del Sacro Imperio, pendiente de si
surgía alguna oportunidad de intervenir. Al mismo tiempo su gloria
militar (léase, botín) y el caos imperante en Hungría lograban
para él la corona de éste reino.
Sin embargo, la causa de Fede sufrió más derrotas militares en el
Sacro Imperio, y Bethlen descubrió que ya estaba mayor para seguir
montando a caballo y durmiendo al raso, por lo que llegó a un
entendimiento con el emperador Fernando II que acabó con éste como
Rey de Hungría y Bethlen gobernando tan ricamente en Transilvania.
Según parece, el gobierno se le dio tan bien como el saqueo hasta el
punto de que en Hungría se le recuerda como un gobernante ilustrado
que fomentó las artes, la economía, y se preocupaba por su pueblo
hasta el punto que su cara aparece en billetes de la actual Hungría.
Toda una paradoja de persona que moriría en su cama en 1629.
¿Héroe o bandido? De la vida de Bethlen Gabór se pueden sacar
muchas lecciones. Tal vez la más útil sea que la perspectiva lo es
todo a la hora de juzgar a una persona.
EFEMÉRIDES DEL AÑO 1620.
2 de mayo: La ciudad de
Panamá (de 8.000 habitantes) sufre un terremoto que deja muchos
muertos y heridos y daños estructurales (así me gusta, vamos a un
terremoto en cada efemérides de estas).
3 de julio: Se firma el
tratado de Ulm entre representantes de la Liga Católica y de la
Unión Protestante. De acuerdo a los términos del acuerdo, la Unión
Protestante declara su neutralidad y abandona su apoyo a Federico V
del Palatinado (vamos, que los protestantes esos se acojonaron y le
dejaron tirado al pobre Fede).
15 de agosto: En
Inglaterra, el navío Mayflower parte del puerto de Southampton.
29 de septiembre: En la
actual Venezuela se funda San Miguel de Acarigua (actual Acarigua).
8 de noviembre: Cerca de
Praga – en el marco de la Guerra de los Treinta Años – los
imperialistas católicos españoles y alemanes vencen a los rebeldes
bohemios en la Batalla de la Montaña Blanca.
11 de noviembre: Cerca de
Cape Cod, en la colonia de Plymouth (actual Estados Unidos) se firma
el pacto del Mayflower. (La verdad es que en la página web donde
saque esto había más cosas del Mayflower, pero he pasado de
ponerlas porque es una lata tanto Mayflogüer parriba, que si
pabajo; un rollo vamos).
ENTREVISTA CON EL ENCARGADO DE ASEDIOS ESPAÑOL.
En
la redacción de Die
Reichsrunde
hemos estado preocupados con la errática conducción de las campañas
de asedio por parte del reino de España. Estos asedios llevan ya dos
años en curso, cuando los expertos consultados por este diario
afirman que – en condiciones normales – un asedio no debiera
llevar más de seis meses para ser completado con éxito.
Así pues que enviamos un reportero al cuartel general español, que
solicitó audiencia con el encargado español de asedios con el
objeto de tener una respuesta. Creemos que el contenido de la
entrevista resolverá todas las dudas.
Entrevistador: Saludos, excelencia. Como le habrán comentado, vengo
enviado por Die Reichsrunde para satisfacer algunas cuestiones de
nuestros lectores.
Comandante español: Es un placer tenerle conmigo. ¿En qué
consisten esas cuestiones que quiere hacerme?
E: Verá, tenemos serias dudas acerca de la conducción de los
asedios que lleva a cabo la corona de España. Hay opiniones de
expertos que dicen que se están demorando mucho.
C: Bueno, bueno, el asedio de Amsterdam fue como la seda. ¡Y eso que
tuvimos que asediarlos dos veces! ¡Y el de Luxemburgo! ¿Qué me
dice usted del de Luxemburgo?
E: Es cierto que esos asedios fueron resueltos con celeridad y
eficiencia, pero tras esos éxitos los de Orleans y Paris llevan ya
dos años. ¿No es mucho tiempo?
C: Eso según se mire. De hecho, el asedio de Paris estamos a punto
de acabarlo. Espero que me pongo en contacto con el comandante
francés para negociar la rendición…
( diciendo
esto, saca de un escritorio un curioso artilugio con un círculo con
números del 0 al 9 y un mango atado con un cordel, lo pone encima de
la mesa de mapas, gira una rueda situada donde el círculo, coloca el
mango junto a su oído, y al rato comienza a hablar)

C:
¡Buenas! ¿Es el enemigo? (Pausa)
¿Qué
tal va eso de la rendición? (pausa)
No,
no, que nosotros no nos rendimos, sois vosotros los que tenéis que
rendiros… (pausa)
…
¡pero si os tenemos rodeados hombre! ¿Cómo vamos a rendirnos
nosotros? (pausa)
¡Que no, hombre, que no! Es el que está dentro de la fortaleza el
que tiene que rendirse, no al revés. (pausa)
¿Que
lo vas a tener que consultar? Bueno. Pues ya veremos entonces.
Saludos a la familia… Adiós.
(deposita el mango de nuevo en un hueco que tiene el aparato a tal
efecto, contempla un instante al entrevistador)
C: ¿Usted querría informar de la caída de Paris?
E: Pues la verdad es que sí. Para mí sería un logro profesional.
C: Pues vuelva usted mañana.